Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si las
palabras de Donald Trump tenían como objetivo asustar a Corea del Norte, lo
cierto es que han asustado a todos —los norteamericanos los primeros— menos a
los norcoreanos, cuyo sentido de la realidad es bastante deficiente.
Uno de
los aspectos positivos de la globalización informativa y del movimiento de personas
por el mundo es que uno puede ir y ver. Por eso los países, como las personas,
que se encierran y quedan aisladas pierden el sentido de la realidad. Corea del
Norte, está claro, lo ha perdido hace mucho y vive en su propio planeta, como
demostró el incidente con la película "The Interview", que fueron
incapaces de entender.
En
Estados Unidos el fenómeno es más extraño: se han buscado un presidente que es
incapaz de entender porque allí donde está él, el mundo se transforma en espejo
en el que solo se ve a sí mismo. Lo que en Corea es sociológico, en los Estados
Unidos es psicológico.
El
hombre que había llegado para arreglar el mundo, lo ha puesto en pie dejando
solo a los Estados Unidos y lo que es peor: ha abierto todos los frentes a la
vez: Corea, Irán, Rusia, Oriente Medio...
Los
editoriales de los principales periódicos norteamericanos muestran su
preocupación. The New York Times
señala en su editorial:
On some emotional level, one might be able to
see why Donald Trump threatened to unleash “fire and fury” against North Korea
if it endangered the United States. The North’s nuclear program is a growing
menace, its warmongering tirades are unquestionably unnerving, and peaceful
solutions to the threat it poses have been maddeningly elusive over many years
and many American administrations.
But Mr. Trump is president of the United
States, and if prudent, disciplined leadership was ever required, it is now.
Rhetorically stomping his feet, as he did on Tuesday, is not just
irresponsible; it is dangerous. He is no longer a businessman trying to browbeat
someone into a deal. He commands the most powerful nuclear and conventional
arsenal in the world, and any miscalculation could be catastrophic.
Even if Mr. Trump’s provocative remarks were
part of a deliberate strategy for ratcheting up pressure on North Korea — and
on China, which as the North’s main food and fuel supplier has more influence
on it than any other nation — they would be at odds with the measured approach
of his predecessors. This is a president with no prior government or military experience
who has shown no clear grasp of complex strategic issues.
As The Times reported Wednesday, his
inflammatory words were entirely improvised and took his closest associates by
surprise. Intentionally or not, they echoed President Harry Truman’s 1945
pledge to inflict a “rain of ruin from the air” if Japan did not surrender
after the first atomic bomb was dropped at Hiroshima, which made them seem even
more ominous.*
El texto podría haber sido publicado en un periódico
coreano, lo que nos muestra dónde se percibe el peligro. Puede que Trump no
tenga experiencia militar —ya adquirirá cuando toque, piensa él—, pero se
considera un maestro del desafío, del órdago a todas... ¡y que lo paguen ellos!
The Washington Post
ha elegido otra estrategia diferente. Desde uno de sus titulares, señala
"Dos terceras partes de los norteamericanos son incapaces de encontrar en
el mapa dónde está Corea del Norte". Después lanza un reto al lector:
¿sabe dónde está?
En otro de sus artículos recoge cómo caricaturistas del
mundo ven el enfrentamiento verbal entre los presidentes de los dos países,
matización que creo es interesante hacer. El "America First" se ha
transformado en un agresivo "Trump First" en el que el presidente
sorprende en cada jugada, ya sea a través de un tuit nocturno o, como señala el
texto de The New York Times, de forma totalmente improvisada ante sorprendidos
miembros de su staff e invitados. No es normal que a un presidente de los
Estados Unidos se le tenga que recordar quién es, pero en este caso e
totalmente necesario, aunque sea dudosa su eficacia.
En el libro que Donald Trump y Robert T. Kiyosaki, que lleva
por título "Queremos que seas rico. Dos hombres, un mensaje"
(Aguilar, 2006), podemos leer:
Las personas esperan que los
funcionarios de gobierno que han elegido resuelvan los crecientes problemas que
afectan a las clases media y baja. Donald Trump y Robert Kiyosaki no son
políticos (aunque hay un importante movimiento en favor de la candidatura
presidencial de Donald); ellos escriben este libro en su calidad de
empresarios, inversionistas y educadores
Ellos no prometen resolver tus
problemas; lo que pretenden es que no te vuelvas víctima y los superes. No
esperes que los políticos y funcionarios de gobierno ofrezcan soluciones. No
pienses que tienes derecho a una vida segura, próspera y saludable. Donald y
Robert desean que seas rico y contribuyas a la solución de los problemas que
enfrentan nuestro país y el mundo.
De lo que no hablaban entonces los dos "generosos"
millonarios es de su capacidad de crear
problemas al mundo. Es fácil hablar de los "políticos" y criticarlos
responsabilizándolos de todos los males cuando quieres (como en el caso de Trump)
hacerte con el poder. La referencia a "un importante movimiento en favor
de la candidatura presidencial de Donald" es un aviso sobre no tomarse a
broma lo más disparatado.
Una de las caricaturas recogida por The Washington Post
lleva el problema a la dimensión psicológica de los personajes, los dos
presidentes. Nos muestra una sala de reuniones en la que están instaladas dos
"tronas", dos sillas para bebés, con las inscripciones "N.
Korea" y "USA" donde les esperan sus platos con puré y una cucharas. "No
estoy seguro que hablar sirva de algo en este caso", dicen las dos personas
que observan desde la puerta. La caricatura es de Tom Toles, de The Washington
Post.*** La verdad del arte.
No son los únicos en ver lo infantil del caso. A las caricaturas habituales de Kim Jon-Un
como un niño regordete y malcriado, se les suman ahora las de su rival, Donald
Trump, de igual guisa. Se les retrata con frecuencia como dos niños en continua disputa por
chupetes, biberones... ¡y bombas! La prensa "patriótica" que apoyó a Trump y sus propias declaraciones sobre que a Estados Unidos le gusta ganar guerras son un
inquietante precedente de alguien imprevisible y sobre cuya cordura se han dejado de gastar bromas. Tras arrojar la "madre de
todas las bombas", me temo que a Trump le interese crear un clima bélico
para establecer un nacionalismo que le apoye. Da para eso y mucho más. El problema son las fantasías de Trump al respecto y la retroalimentación belicista.
Esperemos
que lo visto hasta el momento haga que alguien pare esta absurda escalada. El
mundo empieza a preocuparse realmente. China ya ha advertido, y es quien más
puede hacer por frenar esta locura, algo que tampoco le hará gracias Trump por
su afán de protagonismo.
Por mucho odio que le tuvieran a Obama, a Hillary Clinton, el
mundo no se merece un Donald Trump en la presidencia. Ningún país se merece una
bomba de relojería de este calibre produciendo un sentimiento unos días de
vergüenza y otros de terror o una mezcla de ambos.
Los cuatro años de Trump, si llega él o llegamos todos al
final, serán recordados como una pesadilla nacida de las migrañas de la
democracia. El mundo está muy revuelto y va demasiado deprisa. Crece el número
de imitadores de los locos que llegan al poder y venden que los tiempos han
cambiado, que hay que enterrar la política y quedarse con el poder. Trump es el
anti político que decía que los políticos no arreglan nada. Es la demostración
de su propia inutilidad, pasando de la teoría a la práctica.
El mundo ha entendido que los países se pueden permitir todo
si se dan las circunstancias. Las circunstancias se llaman poder y un buen enemigo, alguien que permita
presentarse como salvador y héroe. Ahora Trump está solo. Nadie le va a seguir
en sus disparatadas aventuras. Por el contrario, es un incentivo (el buen
enemigo) para Corea del Norte, que es feliz porque un país, cuyas dos terceras
partes de su población no sabrían encontrarla en el mapa, le amenaza con la
madre de todas las guerras.
Si se piensa un poco, Trump y el dictador coreano tienen
mucho más en común de lo que parece. Los dos nacieron con la vida resuelta, son malcriados y egocéntricos, y
son la tercera generación de poder. Eso es suficiente para creer que se gana
siempre.
** "How Trump and North Korea are skewered by the ‘fire and fury’ of cartoonists" The Washington Post 9/08/2017 https://www.washingtonpost.com/news/comic-riffs/wp/2017/08/09/how-trump-and-north-korea-are-skewered-with-satires-fire-and-fury-according-to-cartoons/
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