Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Lo
conseguido en España por el "partido" (¿?) "Se acabó la
fiesta" es una señal más del proceso de deterioro acelerado del modelo
democrático. El retroceso de la democracia de partidos —instituciones que tienden a repartirse a lo
largo de un espectro político, espacios con debate interno para dirigir su
rumbo, con una serie de ideas, un nombre que les identifica, etc.— es evidente.
Los
tiempos de partidos con asambleas de barrio, de distrito, provincia y
nacionales, con ponencias que se iban aprobando de abajo a arriba integrando la
visión de los militantes, etc. se acabaron frente al creciente modelo actual,
un modelo personalizado, teatral, mediático, de nombres metáfora que no
implican vínculo con ideología alguna o simplemente la tapan de forma cosmética;
es un modelo basado en las frustraciones, en las fobias, más que en las ideas.
El nuevo tipo de ring está situado preferentemente en las redes sociales y se basa cada vez más en la desinformación, los bulos y las mentiras. Maneja imágenes y eslóganes más que otro tipo de discursos basado en la argumentación.
La inversión
del modelo es palpable y, dado su éxito popular, traducido en votos, extensible
a partidos tradicionales que no saben bien cómo combatir esa pérdida de votos
que les desangra en cada elección. Si, por ejemplo, Vox le quitaba votos al PP,
ahora Se Acabó La Fiesta se los quita ahora a Vox. Radicalizarse asegura una
cantidad determinada de votos; la moderación, por contra, los pierde. El caso
de Ciudadanos, el centro político, es claro: ha desparecido.
RTVE.es
hace un análisis muy detallado que merece la pena ser leído por todo lo que nos
dice del ascenso de este tipo de partidos. Con el titular "De dónde salen
los 800.000 votos a Se Acabó la Fiesta, de Alvise Pérez: hombres, jóvenes y
exvotantes de Vox", el completo trabajo de análisis post electoral nos
permite comprender este cambio que en cada nueva elección se actualiza y
perfecciona consiguiendo sus objetivos.
"España se ha convertido en la fiesta de los criminales, de los corruptos, mercenarios, pedófilos y violadores", comenzó el domingo por la noche su intervención Alvise Pérez, desde una discoteca de Madrid, tras conocer sus resultados en las elecciones europeas. Lo que vino después fue su argumentario habitual, incluida una apelación al presidente del Gobierno -“Pedro: calienta, que sales (...) más vale que te metas en un maletero porque te vamos a meter en prisión"-, para luego pasar a prometer una “deportación masiva de inmigrantes” entre gritos e insultos de los asistentes a los “medios extorsivos de comunicación”.
Luis Pérez Fernández (Sevilla, 1990), más célebre como Alvise Pérez, se define como un analista y consultor político, pero se ha hecho conocido como activista de ultraderecha en redes sociales, donde tiene cientos de miles de seguidores, y, sobre todo, como agitador político y por acumular causas por difundir bulos. A partir de ahora será también eurodiputado.
Como ha ocurrido en el pasado, un personaje mediático da el salto a la política y con una agrupación de electores, 'Se Acabó la Fiesta' (SALF), cosecha un sorprendente éxito electoral. En su caso, tres escaños y 800.763 votos, sin haber participado en un debate electoral, sin financiación pública y sin una campaña tradicional. El propio Alvise Pérez, Diego Soler y Nora Junco serán los eurodiputados en Bruselas de esta formación.
SALF es cuarta fuerza en nueve de las 17 comunidades autónomas (Andalucía, Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Murcia y La Rioja), y queda por delante de Sumar en todas ellas y en Canarias. Los mejores resultados a nivel autonómico los ha cosechado en Murcia (6,6%), Canarias (6,3%) y Andalucía (6,2%).*
En
síntesis, SALF ha encontrado el mensaje que esos electores repartidos creen. No
les ha convencido de nada; solo ha lanzado un mensaje radicalizado a la espera
de ver cuántos lo creen. El partido reduce los límites de su mensaje; apuesta
por una "gran minoría" radicalizada que no necesita de
"mensajes" sino de alguien que exteriorice su voz interior. Cuanto
más radical es el mensaje, mejor situado en el espacio político, más visible.
SALF no busca el gobierno, sino el poder y la visibilidad (lo uno está en
relación con lo otro) que le puedan permitir estabilizar una cierta estructura.
Ahora la tarea es mantener su mensaje anti sistema desde dentro del sistema. El
ejemplo de Donald Trump es importante porque ya solo el cielo es el límite.
Hay que resaltar una parte de lo dicho en el artículo: "... sin haber participado en un debate electoral, sin financiación pública y sin una campaña tradicional". Hay que ser muy conscientes de ello, de lo que esto supone: dejar el mensaje flotando a la espera de que piquen los peces el anzuelo.
En el artículo se nos habla de la tecnología de difusión a través de todo tipo de redes —aquellas en las que no ha sido eliminado por sus mensajes de odio—, del uso de la inteligencia artificial para la creación y distribución de sus mensajes.
Como en el caso de Trump, el principio básico es el de la distinción, el ser antisistema y la promesa de acabar con el sistema. Se trata de que votar se convierta en un acto de los que no creen en muchas cosas y, a la vez, creen radicalmente en otras.
La descripción de Alvise Pérez es clara sobre lo que tiene detrás:
El de Alvise Pérez es un fenómeno que en España no se veía desde José María Ruiz-Mateos, el histriónico empresario dueño de Rumasa, quien en 1989, en las segundas elecciones europeas celebradas en España, obtuvo dos escaños y 608.000 votos (3,8% del total), si bien luego no le sirvieron como trampolín en las elecciones generales de octubre de ese mismo año, donde apenas superó las 200.000 papeletas.
La diferencia con Ruiz-Mateos (o con el Podemos de Pablo Iglesias, quien se hizo conocido en las tertulias televisivas antes de saltar a la política) es que la fama de Alvise Pérez se ha fraguado casi en exclusiva en las redes sociales, fuera del foco de los medios tradicionales. Precisamente, ha usado esta circunstancia como un valor diferencial para presentarse como un personaje alternativo al ecosistema político o mediático dominante. Su currículo político previo no era extenso: unos estudios de Ciencia Política por la UNED, un tiempo como voluntario en UPyD y trabajar un par de años como asesor parlamentario con Toni Cantó en Ciudadanos, para pasar a ejercer por libre como agitador político en redes sociales.*
Puede
que el currículum no sea "extenso", pero es terriblemente claro sobre
su perfil profesional en la política.
La ideología no es más que el cebo de alguien que se ha curtido, teórica y prácticamente,
en la política. Alvise Pérez ha comprendido cuál era el camino recto hacia su
objetivo, ir creando una red de poder. Ha leído
perfectamente el espacio de descontento al que podía dirigirse, los que iban a
comprarle el discurso.
Lo malo
de esto no es solo el radicalismo de los mensajes, sino lo que tiene de
iluminación del camino a seguir. Visto el éxito, pronto aparecerán nuevos
"Alvise" más radicales, que buscarán quitarle votos allí donde se
presenten.
fuente RTVE https://www.rtve.es/noticias/20240610/quien-es-alvise-perez-vota-se-acabo-fiesta/16141009.shtml
Los partidos comenzaron a cambiar sus estructuras, sus formas de actuación, la manera de hacer llegar sus mensajes. Los partidos grandes, los más antiguos, están ligados a los hábitos de sus electores y tienen unos límites entre los que pueden moverse. Pero esos mensajes se tienen que enfrentar al radicalismo de los nuevos grupos que surgen a su derecha e izquierda. En muchos países han desaparecido los partidos tradicionales en favor de grupos nuevos que ven el radicalismo su puerta de entrada en las redes del poder. Eso vale para Milei o Meloni. Le Pen ha apostado por dejar al frente un representante joven del modelo radical, que es el camino con futuro.
Los programas se basan en diversas formas de negacionismo, del papel de la ciencia al cambio climático, de la violencia de género a la xenofobia el racismo. Que todo esto siga creciendo revela muchos fallos en el sistema, fallos de los que son responsables los que han ido mermando las raíces del propio sistema generando estas crecientes bolsas de ignorancia y violencia. Se pagan las políticas seguidas frente a las sucesivas crisis económicas de estos años, un mal uso de la globalización, una falta de defensa de los más vulnerables y especialmente el deterioro de la juventud, convertida en víctima permanente de las malas políticas sociales.
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