Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Leo la
entrevista que le realizan en RTVE.es a Alfonso Armada, veterano y prestigioso
periodista sobre los males que aquejan a algo que denominamos "Periodismo"
pero que considero más amplio que la mera actividad profesional y que, con buen
criterio, extiende a la sociedad, algo que va más allá de la consideración de
"publico", un término que conviene revisar.
Comparto
el diagnóstico de Alfonso Armada. incluso entiendo el ·toque promocional"
que tiene el fondo de la entrevista, realizada meritoriamente por una alumna
del máster que el propio Armada coordina con la Universidad de Alcalá de
Henares e incluso la propia autopromoción del medio que la publica, RTVE.
Comparto el análisis y el diagnóstico ante un problema que se nos plantea no solo a los profesionales, sino a los medios como empresas, al público como ciudadanos y a los docentes como diseñadores del proyecto formativo. Recomiendo encarecidamente su lectura. Los que se acerquen al texto podrán leer un sensato diagnóstico de algo que nos afecta a todos, aunque nos seamos conscientes de ello. Ese es, precisamente, uno de los males, la ignorancia del problema, como suele ocurrir con las cuestiones que tienen que ver con eso que llamamos "información" y cuya ausencia provoca precisamente "ignorancia".
La
entrevista tiene como fondo el Informe sobre los Medios Digitales del Instituto
Reuter, sobre su descripción de la situación actual y cuyos datos sirven para
ir desarrollando la entrevista.
Las
dudas que ofrece un mundo saturado de información, rebosado, en el que ya no
sabemos distinguir lo que es importante o no sino solo lo que es atractivo abre
reflexiones sobre la finalidad de los medios. ¿A quién sirven realmente? Creo
que este es un problema real, un aspecto esencial de los problemas. Hemos
confundido la función de la información. No vemos lo que el público necesita
saber para tomar sus decisiones, sino más bien es lo que a otros interesa que
sea sabido.
En la entrevista se menciona la saturación absorbente de la política:
R: Me encantaría pensar que si hacemos buen periodismo, si contamos buenas historias con un lenguaje impecable, atractivo y apasionante, quizás recuperemos el fervor de los lectores, los televidentes y los radioyentes. Pero es algo muy difícil, porque a lo mejor hacemos muy buena información y los lectores tampoco vienen. Yo quiero pensar que sí.
Creo que tenemos que ser menos previsibles y contar historias que no sean tan repetitivas. La vida política pesa demasiado. Además, creo que hay un problema propiciado por el mundo de internet que hace que los medios estén obsesionados con las visitas. Y es un error. Al final es convertir la vida en contabilidad, en números. En cantidad y no en calidad. *
No es la política lo único que "pesa
demasiado". En realidad hay una nueva jerarquía de la realidad
"traducible" a información, se aquello que debe llegar primero a
nuestras pantallas y después a nuestras mentes. No es casual el auge de las
técnicas de llamado "neuro marketing" que no es otra cosa (o no es
utilizado para otra cosa) que la adaptación de los estudios sobre el cerebro a
la venta de cualquier cosa que se pueda imaginar, entre ellas nuestro sentido
de la realidad. No importa tanto la realidad
como su procesamiento y atracción.
Estoy de acuerdo con Armada cuando antepone los
principios de la ética a los del aumento de la audiencia. El profesional de la
información debe regirse por ella, lo que le acaba creando un conflicto con su
medio, que muchas veces antepone otros principios, más
"empresariales" y "políticos" que periodísticos.
Hay que volver a redefinir con claridad la función
periodística. Contemplarla desde la perspectiva del sistema, de la necesidad de
información y no desde la información como un vehículo para otros fines. Para
ello es esencial definir al profesional de la información desde su función,
pero esta solo se puede definir desde una clarificación de los medios y de las
necesidades sociales de las audiencias. Hay que dejar de considerar la
audiencia como un "mercado" y devolver la necesidad de información a
las necesidades de la ciudadanía, es decir, de una política de la "convivencia"
y no de la "competencia".
Fundación Gabo |
Hay que separar con claridad lo que los nuevos medios juntan, saber cuál es la diferencia. Hemos pasado del multimedia a la multi-información, donde todo se mezcla para conseguir la atracción y la manipulación, ya sea con fines políticos, meramente comerciales o ambos. Hemos creado informativamente un mundo trivial para el consumo generando la adicción a la estupidez y embruteciendo para ello a la sociedad. La idea de lectores inteligentes, formados, cultos, etc. es visto más como un obstáculo para la expansión de la estupidez, garantía de la aceptación de lo inaceptable.
Con una de las preguntas clave se cierra la
entrevista;
P: ¿Qué papel juega esa primera formación en los periodistas?
R: Uno fundamental. Las herramientas cambian pero la esencia sigue siendo la misma, la ética tiene que seguir siendo impecable. Hay que aprender y además, aprender de los buenos, de los veteranos, aunque cuando se aplicaron los ERE se despidió a muchos de ellos.*
La cuestión clave pasa a ser ¿qué significa aprender y qué se debe aprender? Aprender de los "buenos" es demasiado genérico (y quizá interesado). El periodismo anterior a la digitalización separaba claramente lo que era un periodista de lo que era la impresión de un periódico, la grabación o la retransmisión. La digitalización ha creado la falsa sensación de que la formación tecnológica lo es todo y lo demás viene por "ciencia infusa". Nada más lejos de la realidad.
La importancia del periodismo es la calidad de sus análisis, su capacidad de comprender bien y de comunicar bien, donde la capacidad de la tecnología cubre una dimensión distinta. Solo sobre una sólida comprensión es posible hacer llegar a las audiencias y públicos una información de verdadera calidad. Esta se define precisamente por la calidad de análisis primero y por la capacidad comunicativo-explicativa después.
Sin embargo, las instituciones educativas han ido abandonando la formación profunda de las cabezas para centrarse en el control tecnológico mediático. Si a esto le sumamos el propio efecto degradante sobre el sistema educativo general y ese crecimiento antes señalado de la ignorancia, el efecto es desastroso, ya que implica el rechazo de la formación de las mentes en favor de la tecnología en vez de un equilibrio ajustado y una prioridad.
Por más que el periodista se ocupe principalmente del presente, este se entiende desde una serie de marcos de comprensión, interpretativos, que el profesional debe poseer para hacer llegar a sus destinatarios versiones inteligentes e inteligibles de la realidad. Y eso está fallando en beneficio de una visión consumista y manipuladora de la información. Solo en este contexto se entienden muchos de los fenómenos actuales, del consumismo a la trivialidad, de los populismos reduccionistas a los negacionismos.
Hacen falta informadores que no solo aprendan de los "viejos periodistas", sino que sean capaces de enfrentarse a este ruidoso mundo digital cargado de rumores, "fakes news" y desinformación. Hacen falta buenos profesionales y buenos medios. También buenos lectores, lectores inteligentes.
Son ya muchas las voces que advierten de estas crisis combinadas, sistémicas. Las universidades (especialmente las públicas) deberían dar algún paso para tratar de ofrecer soluciones, pero al igual que los medios disputan por su parte del pastel y no sobre sus ingredientes.
El Periodismo no es la pasión por la "tecnología", que es una herramienta; es la pasión por la realidad, por el mundo y su comprensión. Es una pasión que hay que contagiar, que enseñe a huir de la simplificación y haga adentrarse en la complejidad. No es otra cosa. Ni nada menos.
* Sofía Nicolás "Alfonso Armada reflexiona sobre el rumbo del periodismo: "Necesitamos menos emoción y más razón"" RTVE.es 22/06/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240622/alfonso-armada-reflexiona-sobre-rumbo-del-periodismo-necesitamos-menos-emocion-mas-razon/16156309.shtml
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