lunes, 30 de noviembre de 2020

Los suicidios japoneses

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



El titular de la CNN es bastante dramático: "In Japan, more people died from suicide last month than from Covid in all of 2020. And women have been impacted most". A veces ofrecer los datos de forma comparativa nos hace comprender de un vistazo una situación como la japonesa en lo que respecta al suicidio.

Hemos tratado aquí la cuestión del suicidio en varias ocasiones. Lo hicimos, por ejemplo, cuando saltó la noticia de los suicidios de ejecutivos en una serie de empresas francesas o cuando las cifras de las muertes anuales de veteranos mediante suicidio en los Estados Unidos eran superiores a las muertes en combate en el ejército.

Pero los suicidios de Japón son otra cosa, una enfermedad social. Ya no son tanto las acciones individuales las que llevan a cometerlo, sino una presión combinada con una percepción social que actúa como un red envolvente. En estos meses de pandemia, las suicidios de celebridades han sacudido también a las audiencias japonesas. La tentación de la muerte está muy repartida y produce sus efectos.



En estos días de encierro y miedos, la resistencia mental de muchos flaquea. Hay tensiones de muchos tipos, desde las económicas por la crisis hasta las que se producen por el aislamiento. La vida de muchas personas se sostiene por los pilares de la rutina, que actúan de forma protectoras. Privados de esos pequeños medios de contención de la depresión, algunas personas empiezan a perder el sentido de lo cotidiano y se enfrentan a momentos que les arrastran a todas horas del día.

El artículo de la CNN nos advierte sobre lo que ocurre en Japón con más intensidad que en otros lugares, pero que creo que no es excluyente:


Experts have warned that the pandemic could lead to a mental health crisis. Mass unemployment, social isolation, and anxiety are taking their toll on people globally.

In Japan, government statistics show suicide claimed more lives in October than Covid-19 has over the entire year to date. The monthly number of Japanese suicides rose to 2,153 in October, according to Japan's National Police Agency. As of Friday, Japan's total Covid-19 toll was 2,087, the health ministry said.

Japan is one of the few major economies to disclose timely suicide data -- the most recent national data for the US, for example, is from 2018. The Japanese data could give other countries insights into the impact of pandemic measures on mental health, and which groups are the most vulnerable.

"We didn't even have a lockdown, and the impact of Covid is very minimal compared to other countries ... but still we see this big increase in the number of suicides," said Michiko Ueda, an associate professor at Waseda University in Tokyo, and an expert on suicides.

"That suggests other countries might see a similar or even bigger increase in the number of suicides in the future."*



Creo que todo ello muestra la fragilidad de lo cotidiano, el precario equilibrio mental en el que vivimos y lo fácil que resulta desestabilizarlo. No se trata aquí de los enormes dolores o padecimientos que nos llevan a problemas como la eutanasia. Hay mucho en Japón de un sentimiento de vergüenza, de incapacidad de mirar a la cara a los demás cuando se acerca la pobreza, el desempleo, el aparente fracaso social.

Eso hace la vida mucho más dura porque no se trata de una situación depresiva, sino agresiva. El suicida se siente mal ante una sociedad que lo etiqueta como "fracasado", la palabra favorita del presidente Trump.

Las sociedades de éxito no perdonan. Crean un nivel de exigencia brutal que lleva a las personas a vivir lo que consideran fracaso como un mal terrible que les arrastra. Hay muertes por soledad, pero es probable que sean muchas más las que se producen por vergüenza, por falta de valor para la exposición ante el mundo.



El problema en Japón, se nos dice, se había logrado controlar, pero la aparición de la pandemia está aumentando de nuevo y de forma intensa entre las mujeres:


While the reasons for Japan's high suicide rate are complex, long working hours, school pressure, social isolation and a cultural stigma around mental health issues have all been cited as contributing factors.

But for the 10 years leading up to 2019, the number of suicides had been decreasing in Japan, falling to about 20,000 last year, according to the health ministry -- the lowest number since the country's health authorities started keeping records in 1978.

The pandemic appears to have reversed that trend, and the rise in suicides has disproportionately affected women. Although they represent a smaller proportion of total suicides than men, the number of women taking their own lives is increasing. In October, suicides among women in Japan increased almost 83% compared to the same month the previous year. For comparison, male suicides rose almost 22% over the same time period.

There are several potential reasons for this. Women make up a larger percentage of part-time workers in the hotel, food service and retail industries -- where layoffs have been deep. Kobayashi said many of her friends have been laid off. "Japan has been ignoring women," she said. "This is a society where the weakest people are cut off first when something bad happens."* 



La pandemia es solo una parte. Podemos disponer de vacunas, pero las vacunas sociales no son fáciles de elaborar. Hay demasiados apóstoles del éxito en nuestras sociedades que han comenzado a malentender el progreso como desafección. Las cosas que se ven y se escuchan en los entornos laborales dejan mucho que desear. Los discursos de la "eficiencia" pueden llegar a ser de una crueldad infinita y, como se nos dice de Japón, se empieza a cortar por los más débiles.

Nos hemos convertido en sociedades que apenas toleran al que no produce ya sea por la edad o por cualquier otra circunstancia que haga que esté al margen del sistema. La japonesa, según se indica, estigmatiza a las personas que no producen por las causas que sean. Si las mujeres, como ha ocurrido en otras ocasiones en muchos países, son las primeras de las que se prescinde, serán las primeras en sentirse al margen. En una sociedad como la nipona se puede pagar con la vida.

Es triste, muy triste que hayamos sido capaces de crear unos entornos tan deshumanizados en nombre del éxito y del rendimiento. Si las sociedades industriales no dan un giro humanizador, esta propensión al suicidio será la alternativa más frecuente a todo lo que se considere fracaso, algo que los suicidas podrán leer en las miradas de rechazo social. Cuanto más se valore el éxito y más avergüence no tenerlo o perderlo, más probabilidades tendrá el suicidio de avanzar.

El que esto esté afectando de una forma más intensa de lo que era habitual a las mujeres es también un indicador social preocupante porque muestra un desvío de la tendencia que redirige a las mujeres hacia el peor sendero masculino.



* Selina Wang, Rebecca Wright y Yoko Wakatsuki "In Japan, more people died from suicide last month than from Covid in all of 2020. And women have been impacted most" CNN 29/11/2020 https://edition.cnn.com/2020/11/28/asia/japan-suicide-women-covid-dst-intl-hnk/index.html


domingo, 29 de noviembre de 2020

El futuro empezó ayer

Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Nos hemos quejado aquí de la falta de previsión, de la falta de adaptación y ahora  habrá que hacerlo de la más necesaria de las virtudes, más allá de la decencia y la sinceridad. Me refiero a la incapacidad de replantearse el futuro a tenor con lo que ocurre a nuestro alrededor.

Los políticos siguen escuchando las voces de los damnificados de hoy, pero ignoran las de los damnificados futuros por su incapacidad de adaptarse a lo que ocurre y establecer un modelo acorde con lo que ocurrirá. Enfermos de presentismo, nuestros políticos prefieren quejarse del golpe del piano que les cae desde un quinto piso a mirar hacia arriba y apartarse.

Mientras leemos en la prensa todo tipo de augurios, readaptaciones, vaticinios de cambios inmediatos, a medio y a largo plazo, los responsables siguen improvisando respuestas en corto, lo que da cuenta de la pobreza mental en la que estamos metidos. Entre salir de los problemas que nosotros mismos fabricamos y enfrentarnos a los que nos llegan de fuera, vivimos entre improvisaciones ya sea de UCI o de centros de acogida de inmigrantes. Parece claro que esta clase política que disfrutamos carece de memoria a largo plazo, por un lado, y de capacidad de prevención, viviendo en un extraño paréntesis. Y es que el insulto, los desprecios, los desplantes, etc. quitan mucho tiempo  a nuestra clase política.


¿Cómo pueden acertar en algo unos políticos que solo piensan en términos de puentes y festivos, de campañas de navidad o de verano?  ¿Cómo pueden acertar en algo si dejan sin pensar el futuro del trabajo, de la educación, de las relaciones laborales, de la investigación científica...? Parece que no han entendido que lo que llega no es lo de antes, sino algo nuevo, que no ha sido un accidente, sino una crisis transformadora, una patada hacia el futuro. Por otro lado, ¿cómo habrían de entenderlo si ellos mismos son un resto del pasado, algo que quedará atrás en poco tiempo? El pasado te atrapa, te absorbe si no corres más que él. Pronto dejas de entender lo que pasa y aplicas viejas soluciones a nuevos problemas, por lo que todo se acaba agravando.

Hay un consenso cada vez mayor en considerar el COVID-19 como un acelerador de cambios, una forma de depuración de la realidad, como ha ocurrido con otras grandes catástrofes en la historia. La diferencia es que ahora ocurre en un mundo de cambios veloces, en donde retrasarse es perder el tren de la Historia.

España se ha empeñado en recurrir al mismo modelo al que están llegando ahora los países que están por detrás, el modelo turístico. Sin producción y sin invención no se va a ningún lado. O lo uno o lo otro, pero tener que importar hasta las mascarillas y depender de lo que otros investigan es condenarnos a ser dependientes, sumisos y atrasados por mucho que vendamos modernidad.


Nuestro modelo se basa en la explotación de recursos que necesitan de forma absoluta de terceros. Hemos tenido "suerte" de que este modelo no nos estallara antes debido a un hecho desgraciado, el terrorismo, que ha supuesto la ruina del turismo en los países del norte de África que lo habían emprendido (Túnez, Argelia, Marruecos...) como forma rápida de desarrollo, lo mismo que hicimos nosotros en los años 60.

Nos explican los expertos que las oleadas de inmigrantes que se lanzan a la mar han cambiado su origen. Ahora nos llega de Marruecos por la crisis brutal de turismo que la ha afectado. Hay poco más que hacer, quizá un "poco de guerra" con los saharauis para mantener el orden.

Pero parecemos incapaces de sacar provecho a la experiencia propia y ajena. Tenemos que dejar de quejarnos por Halloween y similares, de preguntarnos por la cabalgata, etc. y empezar a cambiar el modelo proponiendo las inversiones de futuro necesarias. Seguimos con este modelo suicida que no necesita de formación, que hace emigrar a los más cualificados (ya sean médicos, ingenieros o científicos), que tanta falta nos hacen, que precariza hasta límites miserables a nuestra juventud, carne de bar y botellón, que es para lo único que se la requiere. Sí, España es el país donde mejor se vive, pero donde se cobra muy mal y por poco tiempo.


Necesitamos "futuro" y no un pasado prolongado. Nada va a volver a ser igual. Todos lo dice. Nos empeñamos en volver a la "vieja vulgaridad", como la califique un día, como una engañosa Edad de Oro. Para eso necesitamos que las personas que piensan hablen y que las que hablen piensen antes de hacerlo.

El modelo en el que vivimos se agotó hace tiempo. No lo aceptamos porque los que viven bien con él lo hacen realmente bien. No necesita de gran conocimiento y necesita de mano de obra barata, de ese escandaloso abandono escolar que padecemos sin hacernos la pregunta ¿para qué estudiar, para qué aprender si el futuro no llega? Se trata de elegir de qué lado de la barra quieres estar.

Hay que cambiar; hay que salir de este pasado opresivo y de sus necios custodios. No sé si nos lo merecemos, pero sé que está ahí, que hay un futuro que empezó hace tiempo y al que nos resistimos a subir.



sábado, 28 de noviembre de 2020

La política de últimas oportunidades

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Lo primero que tendrá que hacer Joe Biden cuando acceda a la presidencia será hacer una evaluación de daños reales y morales causados por Donald Trump en su mandato, del que será difícil hacer un primer repaso. La profundidad de las heridas está por descubrirse cuando los médicos políticos las laven y vean el daño real que este hombre ha causado en su pesadilla.

Algunos consideran que su salida de la Casa Blanca posibilitará una reconstrucción de lo que se ha llevado por delante, mientras que otros no están tan seguros que el terremoto trumpista no tenga réplicas y que haya grietas no perceptibles en muchos de los edificios institucionales. Se habla más de la división social, pero hay otros muchos campos en los que Trump ha creado conflictos de difícil resolución y no hay garantías de que Biden y Harris no les toque ir desactivando minas dejadas en su retirada. Muchos consideran inevitable esta inspección preventiva y la negativa a informar al presidente electo de lo hecho en la Casa Blanca, de sus secretos de estado es preocupante.



El asesinato de un científico nuclear iraní —el creador de su programa nuclear— ha hecho mirar hacia Israel y al temor de que los países que han seguido las políticas agresivas de Trump, como es el caso con Benjamín Netanyahu, aprovechen las últimas horas de su socio al mando. Si no se tuvo bastante con otros asesinatos provocadores anteriores contra Irán, ahora este es una declaración de nuevos conflictos. La posibilidad de Biden de establecer otra diplomacia más allá de la destrucción de Trump queda en peligro desde este momento. Los que quieran asegurarse la cobertura norteamericana harán lo mismo, tienen menos de dos meses para intentar hacer lo que probablemente no se pueda hacer después, al menos no con el consentimiento norteamericano.

Hemos analizado aquí la política agresiva de Trump en Oriente Medio como una forma de sembrar peligros que creen una mayor dependencia de los Estados Unidos. Trump crea el conflicto en las puertas de Europa y deja que los efectos inquieten a sus "aliados" a los que él ha presentado como débiles parásitos del poder norteamericanos y futuros clientes, no solo de armamento, como ya intentó (Europa contestó con la puesta en marcha de su propio ejército y la fabricación de su material militar, causando la irritación de Trump y su equipo). La vuelta a un modelo de guerra fría, con Europa en medio, explica esta idea de convertir a la Unión en cliente cautivo y obligado. ¿Pensaba alguien que la producción norteamericana, más allá de los ricos dictadores árabes y los israelíes, la iban a comprar otros que no fueran los ricos europeos?


enero 2020

La labor exterior va a requerir una reconstrucción de relaciones. Pero, lo señalan mucho, el mundo no volverá a ser el mismo. Se abre una "era del recelo", por usar el título de una obra de la novelista Nathalie Sarraute. Van a hacer falta muchos gestos de buena voluntad para volver a la confianza.

Tampoco estamos seguros que el camino de Trump no sea seguido en determinadas líneas por la administración de Joe Biden. Es una obviedad resaltar que Trump perdió las elecciones por 6 millones de votos, lo que da un peso social enorme al malestar que llevó a Trump. Esa América que le ha apoyado es el próximo objetivo de los demócratas, hay que rescatar votos de ese inmenso océano de los republicanos y Trump, una distinción que puede ser la clave en este futuro incierto que se abre ahora.

La estrategia política más elemental nos recuerda que no serán los europeos, los chinos o los africanos los que votarán en estados Unidos. La política será recuperar votos y eso solo se puede hacer haciendo concesiones para que se estabilice el electorado. Puede que Biden tenga que usar la mano derecha para unas cosas y la izquierda para otra; quizá reduzca la presión y mejore las formas, pero su electorado está en los Estados Unidos y allí hay lo que hay.

Por eso la idea de que nada volverá a ser igual se ha ido imponiendo. Más allá de las simpatías a Biden, ha sido el rechazo a un presidente agresivo e insultante lo que ha funcionado fuera. Eso está bien en la calle, pero en las instituciones saben que Biden se debe al electorado y que tratará de evitar que el voto republicano se consolide dividiéndolo con propuestas tentadoras. Por lo pronto, según han manifestado cuenta con republicanos para ciertos puestos, según se recogía en la prensa el otro día. Está tratando, igualmente, de conectar con minorías que se pensaba que le votarían masivamente y, sin embargo, no ha sido así, como por ejemplo los hispanos. La simpleza de que las maldades realizadas en la frontera se volverían masivamente contra él no se ha cumplido. El voto latino ha estado muy dividido.


Trump está aprovechando para sembrar en estas últimas horas. Lo hace con perdones presidenciales, una inmoralidad manifiesta ya que está sacando a los que le cubrieron las espaldas, los que le hicieron el trabajo sucio y no quiere que se sientan demasiado descontentos por si les diera por hablar más de la cuenta.

Lo ocurrido en Irán es grave porque es una forma de crear un conflicto y dejárselo en herencia, por un lado, y una bajeza por parte de Israel de cara a Biden, por otro. La política de la violencia y la amenaza se resiste a dejar el campo libre.

Todavía queda tiempo hasta que el 20 de enero Trump salga de la Casa Blanca. Ya manifestamos hace algunas semanas el temor a que algo de este tipo ocurriera, provocaciones que tuvieran consecuencias críticas e irreversibles. La política de Trump es una política de sí mismo, de desprestigio de la victoria de Biden sembrando dudas y mentiras, repetidas una y otra vez, rechazadas y recriminadas incluso por los jueces republicanos. Pero está la política detrás de Trump, la de quienes le llevaron a la Casa Blanca y cuyos intereses solo se han entrevisto. Estos son los peligrosos para la comunidad internacional. Hasta el momento, Trump es un caballo de noria, dando vueltas y más vueltas sobre su rabieta. El problema es lo que este humo está ocultando y si tratará de aprovechar en estos dos meses escasos para crear conflictos, dinamitar posibilidades y rentabilizar al máximo la inversión hecha en Trump.

Las acusaciones contra Estados Unidos e Israel por el atentado contra el jefe del programa nuclear iraní ya están en los medios de los países enfrentados. Están como suposición en los medios de los aliados. Esta forma de actuar no es la más adecuada para hacer amigos o aliados. Un atentado es un atentado.



viernes, 27 de noviembre de 2020

Siguiente pregunta

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


"No me hable así, soy el presidente de los Estados Unidos... Siguiente pregunta" es la respuesta que Donald Trump da a la prensa cuando estos le acorralan en su incongruencia, por su falta de razones o hechos en sus acusaciones de fraude. Lo vemos en un vídeo que nos lo muestra mientras las voces en off de los periodistas lanzan las preguntas cada vez más comprometidas y difíciles de esquivar.

 A Trump no le funcionan ya ni el argumento de autoridad (soy el presidente), que se convierte en una forma de huida, ni las afirmaciones del "fraude masivo", del "robo" de votos. No tiene más remedio que aceptar que saldrá si el colegio electoral lo decide, pero "sería un gran error porque ha sido un fraude". No puede ir más allá porque no hay nada más allá de sus intentos de deslegitimar lo inevitable, la llegada a la presidencia de Joe Biden, cuyos planes y nombramientos se van haciendo públicos. Trump va quedando solo con su monólogo de club en donde el cómico dice "¿saben aquel del tipo que se cree el presidente de los Estados Unidos?". Todo llegará.

La CNN reproduce la tensión con las preguntas, cada vez más agresivas, de la prensa. Pero Trump no se puede pasar la vida diciendo "siguiente pregunta", hay un límite; cuando dejen de hacerle preguntas, cuando no sea él quien rechace las cuestiones sino que se las hagan a Biden. La estupidez se mezcla con la patología, el narcisismo con la ceguera, Trump camina con firmeza y seguridad hacia el ridículo universal. Y nadie parece que pueda impedirlo.

En la CNN, Paul LeBlanc da cuenta de cómo Trump trata de enredar señalando que él es legal, pero los otros no:

Washington (CNN) President Donald Trump said for the first time Thursday he will leave office if the Electoral College votes for President-elect Joe Biden but made clear he's not prepared to concede.

"Certainly I will, and you know that," Trump said when asked by a reporter about leaving the White House if Biden is declared the winner on December 14. "I will and, you know that."

"It's going to be a very hard thing to concede because we know there was massive fraud," Trump said without evidence.

"As to whether or not we can get this apparatus moving quickly -- because time isn't on our side, everything else is on our side, facts are on our side, this was a massive fraud."

The President falsely added that if Biden is declared the winner, the Electoral College, "made a mistake, cause this election was a fraud." Pressed on his comments, Trump snapped at the reporter. "Don't talk to me that way. I'm the President of the United States. Don't ever talk to the president that way," he said.*

Trump parece no entender que una vez decreten su salida mediante los mecanismos institucionales dejará de ser el presidente de los Estados Unidos. En su mente hay una caja fuerte en la que se encierra y resiste, pero pronto dejará de escuchar esas voces a su alrededor a las que poder mandar callar. Pronto serán voces fantasmales, ecos del pasado o, peor, alucinaciones a las que mandará callar. Y Trump, como hemos señalado, las necesita para mantener viva su ficción, para poder seguir reinando en la irrealidad. El drama del narcisista es que necesita que le miren para mantener su realidad y a Trump pronto solo le quedará el espejo.

O no.

Trump es algo más que el "presidente" es el motor de un gigantesco negocio con una base mediática, sí, pero también un capital personal de fanáticos que consumen noticias y consigna sobre él, que creen en él y en lo que dice. Eso nos muestran los sondeos realizados sobre los votantes republicanos, que muchos han adoptado la teoría conspirativa del fraude en todo tipo de paquetes, desde las conspiraciones venezolano chavistas hasta las rusas, chinas y demócratas. Lo bueno de las mentiras es que tienen un amplio repertorio y se hacen a medida. Frente a ellas, los pasos firmes de la justicia y las instituciones que no han logrado encontrar una sola señal de fraude en los 80 millones de votos recibidos por Joe Biden.

Trump es un presidente que ha trabajado siempre para sí mismo. Eso es lo que ha hecho con sus tuits y sus incontables mítines a lo largo de su mandato. Cada fin de semana estrechando contactos por todo el país. Eso no se lo puede negar nadie. La pregunta ahora es ¿qué hará con ellos?

En la misma CNN, Brian Stelter realizaba hace un par de semanas un análisis sobre las posibilidades de sus relaciones con los medios:

New York (CNN Business) The leaders of Fox News will never say this out loud, but they believe that their media empire is bigger than President Trump.

And they have billions of reasons to think so: Billions of dollars in revenue along with millions of loyal viewers.

Fox employees are confident that the Biden years will be prosperous for the network, and they're not losing sleep over the prospect of "Trump TV," according to numerous sources at the company.

But some observers think they should be concerned. It is possible that the outgoing President could damage the Fox brand and peel away disillusioned viewers if he launches a media company of his own. It is possible that the right-wing media map, long controlled by Fox, is about to become balkanized.

In the days since Fox and the other major networks called the election for President-elect Joe Biden, Trump has been stoking anger at Fox and promoting the much smaller and often more conspiratorial right-wing networks Newsmax and One America News.

Then again, he has also been watching Fox, tweeting quotes from favorable commentators, and seeking counsel from Fox's 9 p.m. host, Sean Hannity.

Here's the best way to interpret what's going on: Trump and Fox patriarch Rupert Murdoch have had a corporate marriage of convenience for five years. Trump is threatening to break up, but Fox has been through plenty of these rough patches before.

The question now is what Trump might do after he leaves office. A Trump-branded streaming service appears more likely than a "Trump TV" cable channel. But almost anything is possible: A radio show hosted by Trump, an expansion of the Trump campaign's current webcasts, or a licensing deal with a company like Newsmax.

What about a "Donald Trump Tonight" talk show on Fox? Is that out of the question?

The answer is no, at least not entirely. There are almost always pieces that could be moved. For example: Hannity's been at Fox for almost 25 years now. Maybe he could retire and let Trump take his place.** 

La única realidad por el momento es que Trump no permanecerá callado o al margen. Dejaría de ser Trump si así lo hiciera. Los intentos del presidente electo Biden por reunificar al país normalizando las relaciones chocarán con los beneficios de la división radical que tanto han favorecido a Trump, a los republicanos en general y a la extrema derecha en particular. La cuestión es si Trump será el buque estrella en la remontada para dentro de cuatro años o si se mantendrá en un segundo plano. Hay otras cuestiones: si se le deja al margen, ¿lo aceptará? Es poco probable a menos que la sucesión se estableciera como algo "natural", es decir y tal como él ha insinuado, saliera de la familia, en donde el protagonismo dado a su hija hallaría fundamento. Pero eso, hoy por hoy, no es lo que está sobre la mesa, aunque estén saliendo familiares dispuestos a la carrera política.

No creo que Trump se auto silencie. Tampoco es difícil imaginarse el discurso que vendrá si lo pone en marcha.  La cuestión, una vez más, está en el partido Republicano, en sí se sentirá amenazado desde alguien incontrolable cuando estaba en el poder y más incontrolable si decide convertirse en ruidosa oposición cuyos resultados podrían ser catastróficos al dividir el voto. Han sido más de 70 millones de votantes los que han respaldado a Trump. Aunque haya perdido, no se puede ignorar. Y es poco probable que lo consienta.

Las preguntas son muchas, tantas como las posibilidades. Puede ser más difícil sacar a Trump de las pantallas que haberlo hecho de la Casa Blanca. A los republicanos les puede interesar tener una crítica salvaje contra los demócratas y Biden, pero dejará de interesarles si perciben, como señalaba Brian Stelter, una "balcanización" del espectro republicano. Pero, ¿puede jugar a la unidad alguien cuya especialidad es la división?

Parece que Trump no va a renunciar al protagonismo. Pero eso puede cambiar drásticamente si, como señalan algunos analistas, comienzan a salir escándalos o denuncias, como algunos ya prevén, escándalos futuros de diferentes órdenes que den con el expresidente en los tribunales. Allí, cuando le pregunten no podrá saltarse la pregunta y pedir la siguiente. 

* Paul LeBlanc "Trump says for first time he'll leave office if Electoral College votes for Biden" CNN 27/11/2020 https://edition.cnn.com/2020/11/26/politics/trump-leave-office-electoral-college/index.html 

** Brian Stelter "The Trump-Fox News relationship is coming to a head. Here's what might be coming next" 14/11/2020 https://edition.cnn.com/2020/11/12/media/fox-news-trump-future/index.html

jueves, 26 de noviembre de 2020

Nadeen Ashraf o la visibilidad de las mujeres egipcias

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


No es fácil la causa de las mujeres en Egipto, por lo que la noticia recogida por Egyptian Streets produce una gran alegría a todos los que se sienten comprometidos en el empeño. El titular del periódico nos informa: "Egypt’s Nadeen Ashraf on BBC’s ‘100 Most Influential Women’ of 2020". Es un reconocimiento simbólico, sí, pero en este caso merecido por un lado y eficaz por otro ya que ha conseguido atraer la atención internacional sobre un problema que permanece en la cada día más conservadora sociedad egipcia, polarizada entre los grupos de jóvenes empeñados en transformar el país modernizándolo y aquello otros que se empeñan, por el contrario, en retroceder hacia posturas tradicionalistas que limitan las capacidades de las mujeres.

No hace mucho, uno de estos artículos en Egyptian Streets, lucía un solo comentario al final, un quejumbroso "¡está lleno de artículos sobre mujeres!". El comentario no es algo casual, sino el reflejo de esa mentalidad que ha acabado amparando el gobierno de al-Sisi que ha seccionado el desarrollo de un pensamiento moderno creando un tradicionalismo arrebatándolo a los islamistas. Con esto no ha conseguido liberalizar la sociedad, hacerla más transigente o modernizarla, sino lo contrario: polarizarla entre dos formas de radicalismo conservador que empareda a las mujeres por un lado con un conservadurismo de un tipo y por el otro lado de otro. Los efectos sobre las mujeres son los mismos por ambos lados.

En la publicación se nos cuenta el reconocimiento a la joven egipcia: 

Nadeen Ashraf, founder of Instagram account page ‘Assault Police‘ which helped spark the #MeToo movement in Egypt, was featured on BBC’s list of 100 most influential women of 2020.

“Nadeen is now seen within the feminist movement as a linchpin for social change in the fight against sexual harassment,” the BBC said on its website.

Initially, the account started out as a platform to allow women to come forward with their testimonies and share their stories openly Initially, the account started out as a platform to allow women to come forward with their testimonies and share their stories openly  without feeling threatened. However, it later grew into a wider campaign that propelled other movements and more women to come forward, such as female students at Egypt’s higher institute of cinema.

“I grew up surrounded by women who dedicated their lives to pushing for change; I never thought I would be in a position to amplify their voices. It’s never too late to do something you believe in,” Ashraf told BBC.*

 

El acoso y el maltrato es un mal demasiado extendido en Egipto, según todos los informes nacionales e internacionales. Pero cuando se llega a ciertos niveles, el hecho de denunciar las situaciones o apoyar a las víctimas se convierte en un elemento de riesgo. Lo hecho por Nadeen Ashraf es un acto valiente; ha puesto voz a las víctimas y ha denunciado la situación haciendo que queden al descubierto los agresores.

El sistema egipcio se basaba en la sanción social. La mujer es siempre culpable por defecto, lo que lleva a una presión hacia el silencio para evitar los ataques tras la exhibición pública que implica la denuncia.

Como efecto de las acciones de visibilidad del problema, denuncia de los agresores y la voz dada a las afectadas, la página de Nadeen Ashraf dejó al descubierto lo que la sociedad tapaba con su silencio mirando hacia otro lado: 

Since the beginning of July, a wave exposure of sexual predators was occurring on Egyptian social media, following the case of Ahmed Bassam Zaki who was accused of rape, sexual assault and sexual harassment of more than 50 Egyptian and foreign women.

After Zaki’s arrest, Egypt’s Prime Minister Mostafa Madbouly approved a legislative amendment in the criminal code to protect the identities of victims of harassment, rape and assault during court cases. The amendment enables prosecutors to conceal the data of victims coming forward with their reports in order to protect them from possible retribution from perpetrators or external parties.*

Aquí hemos tratado varios de esos casos señalando precisamente el valor de la denuncia en una sociedad que considera que cualquier denuncia del machismo es un atentado a los "valores sagrados de la familia egipcia". El "feminismo" es visto como parte de una conspiración para la destrucción de los valores de una sociedad que no quiere mirar su situación real, las cifras de acoso y violencia, que se refugia en una imagen idealizada de sí misma negándose a ver lo que ocurre en sus calles, lugares de trabajo y hogares. Los tradicionalistas no quieren perder el control sobre las mujeres, al igual que los islamistas. El régimen de al-Sisi es profundamente conservador y mantiene esos tópicos sobre la mujer que no se sostienen en la realidad.

La realidad es la que muestran las asociaciones como la creada por Nadeen Ashraf para mostrar la situación real de las mujeres y crear instituciones que las ayuden y preparen.

La medida del gobierno llega tras miles de mujeres que han renunciado a denunciar porque se las exponía a la humillación pública, al ataque físico o a la violencia del "honor familiar" por el hecho de ser atacadas.

Recordemos que en Egipto se ha llegado a hablar de "terrorismo sexual" en la medida en que los ataques a las mujeres —como ocurrió en Tahrir en 2011— tenían como objetivo sacarlas de las calles. Las violaciones y el acoso formaban parte de un plan para evitar su participación en los movimientos de protesta. Los "exámenes de virginidad" perpetrados por los médicos militares tenían el mismo objetivo. Quien los autorizó es el actual presidente egipcio, persona encargada entonces de la inteligencia militar y de la represión.

El valor de lo conseguido por Nadeen Ashraf es grande, aunque el reconocimiento ahora le sea dado desde el exterior, por la BBC. Pero este reconocimiento —al que nos sumamos— tiene una gran importancia porque pone el dedo en el aspecto que más le preocupa al régimen, la imagen internacional. La presencia de Ashraf va de The New York Times a The Indian Times (que la llama "#MeToo Warrior"), recorriendo el mundo, recordando que las cosas no funcionan y que son los ciudadanos los que tienen que luchar por los derechos y seguridad de las mujeres.

La Universidad Americana de El Cairo, de la que es estudiante, la ha incluido  junto a personas muy conocidas, como una voz pertinente y autorizada, algo que no está mal con sus poco más de veinte años. Escriben en la página institucional de la universidad: "AUC formed an Advisory Board of distinguished leaders to help shape the topics, speakers, sequence and direction of the series." Ella está entre esas personalidades. Es un reconocimiento importante, como líder, en su propia universidad.

La visibilidad de estos esfuerzos es esencial porque sirve para que reciban una inyección de ánimos, la fuerza que da el saber que su trabajo sirve para algo, pero también que es reconocido. Una parte de la juventud egipcia se desengañó tras el retroceso del gobierno islamista de Morsi, el "no-coup" posterior y la ola de tradicionalismo que ha traído. Los encierros de activistas y el cerco a sus posibilidades de trabajo mediante las presiones, intimidaciones y silencios hacen que se necesite un gran valor. Nadeen Ashraf lo tiene y desde aquí lo aplaudimos. Egipto necesita muchas personas como ella. 

* Mirna Abdulaal "Egypt’s Nadeen Ashraf on BBC’s ‘100 Most Influential Women’ of 2020" Egyptian Streets 24/11/2020 https://egyptianstreets.com/2020/11/24/egypts-nadeen-ashraf-on-bbc-100-100-most-influential-women-of-2020/

miércoles, 25 de noviembre de 2020

El dilema del pavo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Las apabullantes cifras de contagios en Estados Unidos —serán la estela de la era Trump por mucho tiempo— no frenan el deseo irresistible de compartir el pavo esta semana por Acción de Gracias, la fiesta más hogareña específicamente norteamericana. No hay campaña, ni instrucción que consiga frenar esta tendencia, según recogen las noticias en el boletín de la CNN.

En la página web de la cadena, la analista de temas sanitarios Shelby Lin Erdman titula de forma directa sobre el problema que se plantea "Thanksgiving could be the "mother of all super spreader events," health expert warns". Desde allí advierte: 

With millions of Americans ignoring guidelines against holiday travel, the United States could see an explosion of Covid-19 infections in the weeks following Thanksgiving, CNN medical analyst Dr. Jonathan Reiner said Tuesday.

“One of the ways we think the Midwest was seeded with virus during the summer was with the Sturgis, South Dakota, motorcycle rally where people were infected and then dispersed out through the Midwest."

“Now imagine that on a massive scale -- people leaving from every airport in the United States, and carrying virus with them,” he added.*

¿Exageración? Probablemente no, sino la constatación de varios factores: el primero es que el COVID19 no entiende de ciclos o temporadas, los ciclos se los marcamos los humanos con nuestros actos sociales, concentraciones y desplazamientos; el segundo —más duro— es que los humanos no somos capaces de asumir una dimensión razonable del peligro.

Nos empeñamos en hablar de "olas", como si fuera algo exterior, pero lo cierto es que somos nosotros quienes las provocamos en esta piscina social. No hay mar, sino alberca en la que nos contagiamos por esta especie de baño de multitudes (nunca mejor dicho) que suponen la estructura festiva, base de la economía del consumo.


Si uno tiene la santa paciencia de ver nuestros informativos —lo españoles— se da cuenta que no hablamos de otra cosa que de compaginar el ocio, la base del negocio, para lo que hemos creado una estructura festiva sobre la que se asienta la economía. Desde que comenzó la pandemia el mensaje se repite, primero con la Semana Santa, luego con los puentes de mayo, después con la llegada del verano, los puentes de octubre, noviembre y diciembre y, finalmente, la navidades. A esto le añadimos las fiestas locales, como ferias sevillanas, fallas valencianas, sanfermines, tomatinas... y toda es larga ristra de momentos en los que debemos celebrar algo.

Percibimos la presión frente a la prevención. Esa presión es sutil a veces y otras descarada. Los políticos hacen cada vez más concesiones reduciendo la seguridad porque siempre habrá otro que aproveche y canalice la ira popular. Fue lo que ocurrió cuando se consiguió aplanar la curva por la medidas tomadas en marzo. En cuanto que se vio próxima la "desescalada" arreciaron las críticas. El gobierno no ha hecho muchas, mucha cosas bien, pero las oposiciones en los distintos niveles lo han hecho mucho peor. Del "¡España nos mata!", de Torra, a las diatribas de Díaz Ayuso, pasando por la mayoría opositora al margen de su color. Los efectos de la desescalada persiguiendo el turismo veraniego, con todas las autonomías declarándose seguras y vigilantes, llevó a la destrucción inmediata de lo que se había tardado mucho y con mucho esfuerzo en conseguir.

Lo que vemos hoy es parecido, lo que nos demuestra que no se aprende o que da igual o que los objetivos son mezquinos y engañosos. Por fin comprendemos que no se nos restringen las condiciones por nuestra salud. Se nos reserva para algo llamado la "campaña de navidad", como antes se nos reservaba para la campaña de verano. Somos carne de consumo, cuyo objetivo vital no es sobrevivir, sino que sobrevivan bares y comercios. Se pone el foco informativo en la queja más que en otra cosa.

¿Estamos condenados a este tira y afloja de hacer costosos sacrificios para rebajar muertes y contagios, ingresos en las UCI, para que después se nos lance al consumo? Parece que sí.

El énfasis puesto en que pronto habrá vacunas en España parece precipitado, como señalan los expertos, que tienden a ser prudente sobre fechas de algo que de momento solo está en los titulares. Pero nos advierten que habrá que acostumbrarse a las mascarillas por un tiempo, el año al completo, porque el hecho de que exista una vacuna no significa que no nos contagiemos. Bien podría suceder lo contrario, que su anuncio hiciera bajar las defensas.

Hoy por hoy existe un conflicto entre precaución y la forma de vida que practicamos, altamente social, interactiva y concentrada. Se nos pide, desde muchos puntos, que ignoremos las precauciones o se nos jura que todo es seguro, en un absurdo de deseo de que las cosas sean como queremos que sean. Las medidas de prevención están claras y exigen el distanciamiento, la higiene, las mascarillas y la ventilación; exigen reducir al mínimo las interacciones y las concentraciones, nos piden restringir el círculo de contactos para hacerlo más seguro, etc. Estas medidas son dinamitadas cuando se nos lanza de nuevo a lo contrario en cuanto que conseguimos bajar los números. No los bajamos por salud, sino por interés. La percepción económica es predominante y para por el consumo y la actividad social. El consumo puede tener formas alternativas eficaces, como muchos han seguido; pero son más fáciles la queja y el lamento.

Sectores en los que no les ha importando despedir y volver a contratar varias veces en el año, se manifiestan como defensores del empleo. Insisto en que no he escuchado a nadie, a ningún político, poner sobre la mesa un plan para hacer que la sociedad española tenga tan enorme dependencia de un sector como es el turismo y los vinculados a él, como la hostelería y la restauración. Tenemos nuestras televisiones llenas de programas gastronómicos y otros en los que se nos enseña la provincia de mesón en mesón como si no existiera otra cosa en ellas.

La pandemia debería ayudarnos a ver con claridad que este modelo es de enorme debilidad y altamente sensible a los vaivenes previsibles del futuro. Sin embargo, nadie parece hacerlo más que de pasada. Se nos han mostrado balcones vacíos en los que nadie cantaba una saeta; nos han enseñado calles en las que nadie correría junto a los toros y plazas en las que no se quemaría nada este año. Todos gigantescos dramas mientras siguen dándonos noticias de muertes y de contagios en residencias de ancianos sin que se frenen. Hemos aplaudido a los sanitarios cada tarde, pero no escuchamos su demandas desesperadas de más personal y mejores condiciones de trabajo para salvar más vidas. 

Es fácil entender la angustia de muchos sectores; pero es mucho más fácil entender la angustia de muchas personas a las que se les pide que hagan cosas que no deben. "No se puede vivir sin turistas", decía en un informativo televisivo una mujer en un restaurante. Es comprensible su angustia, pero no es cuestión de insolidaridad que no vayan los turistas, sino de seguridad. Por eso es urgente reestructurar nuestra economía, para depender menos de los demás. Dependimos de los demás para tener mascarillas, dependemos de los demás para que vengan a nuestros espacios de ocio, diversión, restauración. No hay economía de tiempos felices en tiempos como estos. Podemos fingir "normalidad" y "seguridad", pero eso solo funciona para quien quiere creerlo.

En un par de semanas veremos que ocurre con el día de Acción de Gracias en los Estados Unidos y veremos cómo llegamos nosotros a la llamada cuesta de enero, tras un proceso en el que habrá que comprar, comer, regalar, celebrar y visitar. No es cuestión solo nuestra; las cifras europeas no son mucho mejores. Las sociedades más ricas elevan los problemas a dimensiones nuevas porque hemos hecho de lo circunstancial un objeto esencial. 

El dilema del pavo está sobre la mesa.

* Shelby Lin Erdman "Thanksgiving could be the "mother of all super spreader events," health expert warns" CNN 25/11/2020 https://edition.cnn.com/world/live-news/coronavirus-pandemic-11-25-20-intl/index.html



martes, 24 de noviembre de 2020

Más allá de los hechos o la incógnita de la información futura

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Sea cual sea la fuerza del universo empleada, Trump ha empezado a comprender que ha perdido las elecciones. Le ha costado y no descartamos que tenga recaídas en los próximos días y que haya que desalojarlo de la Casa Blanca. Habrá que prepararse para las groserías y desplantes que quedan por venir hasta que Biden pueda entrar. Pero acabará saliendo.

Lo que no tienen tan claro algunos es lo que quedará de la era Trump en el sistema político norteamericano y, más allá, en el resto del mundo, en donde se ha expandido con preocupante facilidad. Desde The Washington Post, Margaret Sullivan, plantea en titulares el fondo de la cuestión: "The disinformation system that Trump unleashed will outlast him. Here’s what reality-based journalists must do about it."

Vivimos en un universo mediático cuya expansión veloz impide detectar con suficiente antelación los cambios. No es un fenómeno nuevo. Cuando pensamos en un problema es más que probable que estemos ya en el siguiente; es la aceleración que crea una estructura "problema-nuevo problema" antes que la deseable "problema-solución". Los problemas no se solucionan, simplemente son desplazados por nuevos problemas como efecto de esa velocidad que nos desborda.

Gran parte de esa velocidad es debida a la aceleración que le imprime una sociedad mediática, que convierte la Historia en el peligroso suelo encerado de una sala de baile en la que intentamos avanzar manteniendo el ritmo. Los medios son aceleradores de la Historia. Así ha ocurrido con cada avance tecnológico, de la escritura a Internet. Nada corre más que la información y la velocidad aumenta cada día que pasa. Nuestra realidad convierte en pasado remoto lo que ocurrió apenas hace unos meses y, por ello, las soluciones se hacen difíciles.

La pregunta sobre los medios y la desinformación es capital y problemática, como hemos tenido ocasión de comprobar en España con el simple anuncio de intentos de frenarla. Los nuevos políticos no van contra las olas, surfean sobre ellas. La desinformación es una forma de modificar la percepción de la realidad, concepto en franca retirada ante las alternativas, la realidad de diseño, realizada para el consumo emocional.

Es lo que hemos visto con esos más de 70 millones de votantes de Donald Trump. Han aceptado la realidad que deseaban tener. Como Trump, pueden seguir consumiéndola, realimentándose cada día con la narrativa del robo electoral, del fraude que habría llevado a Biden a la Casa Blanca. Una de las características básicas del nuevo modelo mediático es su efectos sobre la situación política deshaciendo el concepto de campaña electoral. El político actual está en campaña permanente, por lo que necesita la atención constante de sus electores. La forma de hacerlo es la tendencia a la radicalización mediante la creación o fabricación de conflictos permanentemente.

El artículo de Margaret Sullivan habla de un "periodismo basado en hechos", pero los hechos a los que se apela acaban siendo las réplicas a los "falsos hechos" a los que se concede un estatus. Pasan a ser concreciones discursivas del deseo; es la narrativa que se quiere consumir, que acaba despegándonos de una realidad que no es gratificante. Es la realidad deseada la que se nos recrea para asegurarse nuestra atención y permanencia en ella. La falsedad crea adicción precisamente porque se ajusta al deseo, a lo que quiero creer.

 

La resistencia a enfrentarse a los hechos y a lanzarse a la falacia deseada la hemos podido comprobar (y la seguimos comprobando) con motivo de la pandemia del COVID19, donde hemos asistido al mismo tipo de negacionismo que se sigue en la vida política. Los ingenuos que piensan que se ha "politizado" la cuestión de la enfermedad creen que es un hecho circunstancial. Sin embargo, creo que es una tendencia del propio sistema generado, que necesita de una constante absorción y conversión a sus propios términos. El conflicto entre políticos y expertos lo hemos podido apreciar en todas partes. Los intentos de mantener la pandemia en términos de seguridad y salud han sido sistemáticamente subvertidos mediante el descrédito de los expertos, de Fauci a Simón. A ellos les corresponde la carga de la prueba. El deseo se impone y debes crear una realidad que impida la negación, sin márgenes de maniobra, contundente, como para que sea aceptada. Los jueces han tenido que decirle a Trump lo que se negaba a escuchar de las urnas y del sistema de recuento en muchos estados gobernados por los republicanos. Ni eso aceptaba. Tampoco lo acepta ahora; pero permite que se ponga en marcha el proceso de traspaso de poderes.

Los "medios" juegan un papel esencial en esta nueva realidad del deseo. Pueden adoptar dos posiciones, como de hecho ha ocurrido: enfrentarse al deseo, a lo que la gente quiere escuchar —que es el camino fácil— o, por el contrario, interpretar el papel de aguafiestas del deseo y realizar ese "periodismo basado en hechos" del que hablaba Margaret Sullivan.

A Trump le ha derrotado el "fact check", pero no nos emocionemos, es él quien ha jugado con blancas todo el tiempo. La iniciativa ha sido de Trump, quien podía cambiar las reglas del juego cada día con un tuit, hacer que se olvidaran los problemas creando otros nuevos, dando que hablar a los medios críticos, cuyos esfuerzos han sido centrarse en los "hechos" denunciando las mentiras. ¿Pero son los "hechos" lo mismo que la "verdad"? Curiosamente, el concepto de "verdad" es el que ha salido perdiendo, ya que ha quedado como una forma de afirmación frente a los hechos, que introducen un concepto diferente al de la "verdad", el de "lo real" o "la realidad". Hay una muy sutil y esencial diferencia. Los "hechos" configuran nuestro concepto de la realidad, mientras que la verdad es una afirmación que hacemos sobre ella. Los medios, mediante el fact check, no han afirmado; lo que han hecho es señalar que lo dicho por Trump es "falso", que no hay evidencias, que ningún hecho lo respalda. Es más fácil denunciar una mentira que establecer una "verdad" con hechos. Sin embargo, en el discurso de Trump todos son "falsas verdades"

La idea de que estos mecanismos discursivos, esta retórica de lo falso convincente, del deseo satisfecho con lo que quiere escuchar sobrevivirá a Trump es preocupante. Y lo es porque tiene muchas probabilidades de reproducirse. Cualquier idea o método que es capaz de llevar a la Casa Blanca a alguien con las características y limitaciones de Donald Trump ha sido un éxito, aunque no haya durado más de un mandato. Pero el camino está abierto y muchos ya saben por dónde está marcado.

Lo vivido estos cuatro años en Estados Unidos debe ser conectado con lo que hemos visto en países como Reino Unido, una democracia en la que las mentiras sobre el Brexit, como quedó demostrado, no eran más que lo que una parte de los británicos querían creer, que sus desgracias eran causadas por Europa, al igual que los norteamericanos han querido escuchar que la culpa la tenían los latinos, los chinos, los árabes, los europeos. Querían creerlo y se lo dieron.

Hoy el mundo está sometido diariamente a análisis desde todos los ángulos para conocer cuáles son sus más íntimos deseos, sus más profundas frustraciones y odios. Después llegan como informes a las mesas de unos y otros, que planifican cuidadosamente como convertirlo en las metáforas favorecedoras para acceder al poder o conseguir sus objetivos.

Esto no desaparecerá con Trump. Al contrario, será la herramienta de unos y la tentación de otros. Parte del problema es el propio sistema informativo, la pieza que ha sido sustituida por la sociedad de la transmisión aparentemente horizontal, fácil de influir tras ese análisis diario de sus estados. La elección de los medios será determinante para el futuro ya que pueden verse llamadas de nuevo a tener que dejar en evidencia las grandes o pequeñas mentiras con las que nos alimentan cada día.

¿Será la lucha del futuro entre los que inventan la realidad y los que la someten a verificación? ¿Será la futura información un desmentido continuo frente a un torrente de irrealidad? ¿Mitad y mitad, en un escenario de medios polarizado? Parece que es parte de lo que llegará. O quizá ya está aquí.