Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Sin que
se retire ninguna, una nueva polémica aparece en el horizonte egipcio. Esta vez
afecta a una de sus figuras intelectuales. Nos referimos a la polémica
suscitada por la traducción al hebreo de la novela de Alaa al-Aswany, El edificio Yacobián, un bestseller
internacional, traducido a multitud de lenguas. En Egypt Independent aparece recogida la cuestión problemática:
The Israeli newspaper Yediot Aharonot announced the recent printing of Alaa al-Aswany's
"The Yacoubian Building" in Hebrew. The celebrated novel, written by
the 58 year old writer and dentist, will now be available in translation for an
Israeli readership.
In 2010, the novel was illegally translated and
printed in Israel by the Israel-Palestine Center for Research, after which
Aswany announced he would litigate the publishers for theft of intellectual
property, he told AP at the time. The novelist rejected the translation in a
stance against cultural normalization with Israel.
But according to Yediot Ahronot, as of March
2016 the Egyptian's novel has been newly translated and put on the market in
Israel. The work was published by an American publishing house in coordination
with Israeli publishers.
Israeli army spokesman Avichay Adraee took to
Twitter on March 30, congratulating Aswany in Arabic for the first print of his
novel in Israel.
Aswany, however, has denied on Twitter that a
Hebrew copy of "The Yacoubian Building" has been printed, claiming
this to be yet another unauthorised attempt to publish his famous work in
Hebrew.
A statement published by Aswany's office on
Twitter read, "Dr. Alaa al-Aswany stresses that he did not — at any time —
sign any contract with any Israeli publishing house to publish his works".*
Puede que a algunos la cuestión les pueda parecer sorprendente,
pues va más allá de una cuestión meramente de derechos de autor: se trata de
considerar el hebreo como una lengua
prohibida. En términos absolutos: El
edificio Yacoubian —o cualquier otra obra de Alaa al-Aswany— puede aparecer
en cualquier lengua menos en la hebrea.
Las esperanzas de que algún día se llegue a solucionar este
conflicto enquistado son prácticamente nulas. El parlamento egipcio ha
expulsado mediante votación a uno de sus diputados, el controvertido Tawfiq Okasha,
por encontrarse con el embajador israelí. La decisión es insólita, pero refleja
un clima específico. A Okasha se le ha expulsado por casi unanimidad. Da igual
que Egipto tenga firmados unos acuerdos de paz con Israel.
Uno puede pensar que la cultura es una herramienta
importante para llevar hacia una mejor comprensión del otro, que estaría por
encima de cualquier otra circunstancia. Sería engañarse. La sola idea de que un
texto en árabe aparezca impreso en caracteres hebreos es vista como una traición, como una infamia. Se nos llena la boca de islamofobia, pero no nos bajamos del antisemitismo. Estar contra un gobierno y sus acciones puede ser comprensible; estar contra una lengua es
irracional.
La cuestión con Alaa al-Aswany es más compleja porque es una
figura crítica con el régimen de El-Sisi, al que retiró su apoyo al alejarse de
la democracia. Eso quiere decir que deberá hacer todo tipo de demostraciones de
indignación y recurrir a todas las vías de denuncia para no ser acusado de
"traidor", algo que encantaría a muchos dado su protagonismo. A
Al-Aswany se le prohibió no hace mucho, alegando motivos de seguridad, una
conferencia. Aquí dimos cuenta de ello.
La segunda parte de la noticia recogida por Egypt
Independent trae la polémica sobre la autorización de la traducción y
publicación:
The statement came in response to news of the
publication circulated in the media. According to Yediot Aharonot, voices in
the Egyptian media have harshly criticized Aswany for authorising the book's
translation and publication in Israel.
Meanwhile, in a lengthy report published in
Maariv newspaper, Israeli journalist of Iraqi origin specializing in Arab
affairs Jackie Hoji contradicted Aswany's official publicity statement. He said
that Aswany had indeed signed a contract legally consenting to the translation
of the work into Hebrew by US publishing house Toby Press. Toby Press, he went
on, served as an intermediary for the transfer of those rights to Israeli
publishing house Kinneret Zmora, which printed the novel in Israel.
Aswany "is not just a successful author,
but rather a political icon", Hoji wrote on Facebook.
He pointed out that The Yacoubian Building has been translated to more than 30
languages since it was first published in 2002 in Cairo.*
El carácter de "icono político", como se señala en
la información aparecida en Israel, es lo que hará que Al-Aswany tenga que
esmerarse en su propia defensa, ya que sobre él recaerá la carga de la prueba. La información de que pudiera haber firmado
un acuerdo con la editorial hebrea norteamericana Toby Press y que esta haya
cedido los derechos es poco probable dado la naturaleza de la editorial,
centrada en autores hebreos, por lo que he podido comprobar en una visita a su web.
La editorial que ha sacado el libro, Kinneret Zmora, es una
de las más importantes de Israel, con más de 300 libros al año y una larga
historia desde que sus fundadores en Odessa, en 1919, salieron de Rusia y
recorrieron media Europa. Es una editorial que busca traducir las novedades
mundiales. Por el contrario, Toby Press es una editorial "hebrea",
dedicada a la difusión de los autores hebreos. Es poco probable (o de una
ingenuidad pasmosa) que los representantes de Alaa al-Aswany —de ser cierto— no
se hayan dado cuenta de qué editorial se trataba, algo que salta a los ojos. El edificio Yacoubian no tendría sentido
en sus colecciones.
Pero todo eso, que será tan esencial para muchos y que usarán para desprestigiar a al-Aswany,
es indicador de una intransigencia cultural desoladora. La cultura debería ser
una herramienta de "normalización" y porque lo es se vigila e impide
su desarrollo. No hay interés en ningún tipo de normalidad, como claman los exacerbados comentaristas de la página
del portavoz israelí en lengua árabe, Avichay Adraee. Fue él quien dio la
noticia congratulándose de la traducción del libro. Los comentarios a la
noticia dejan ver el odio y los niveles a los que se puede llegar.
Lo terrible es que se exija ese nivel de odio a todos, que
cualquier intento de encontrar un camino de diálogo —aunque sea a través de los
libros— se vea como una traición imperdonable, que un encuentro con un
embajador suponga la expulsión del parlamento. Independientemente de que haya
sido una maniobra para expulsar al impresentable Okasha, se ha elevado a condena política el simple contacto.
Esto no es nuevo. Repasando la prensa hebrea en busca de
noticias sobre la publicación de al-Aswany aparecen varias recientes relacionadas
con el mundo de los libros. En el medio israelí Ynetnews, con el titular "Israeli
book at center of Cairo controversy", encontramos que el conflicto se
produce no solo porque se traduzcan al hebreo libros egipcios, sino también si
libros de autores israelíes se traducen al árabe y aparecen en los estantes de
la Feria del Libro de El Cairo:
Egyptian officials were outraged when they found
out that a book by Army Radio Arab
Affairs analyst Jacky Hugi was on display at the Cairo book fair.
The book, Arabian
Nights.com, analyzes Egyptian society and politics. After its
Arabic-language version came out around two weeks ago, Hugi and the translator
gave an interview to Yedioth Ahronoth in which they explained the complex
relationship between Israel and Egypt, even in peacetime, as well as the fear
in Egypt regarding Israeli books. The translator explained that there is a
concern by literary institutions in Egypt of being labeled as someone who
supports normalization of relations with Israel, and thus there's a fear of
handling Hebrew-language books.
"If I get a phone call from Israel and I'm
on public transport, I don't answer. I don't carry Hebrew books on public
transportation either," the translator said.
When the interview was published, it was
immediately translated by the Egyptian media, sparking a lively debate. The
public discussion even reached the country's parliament, with one member,
Mohamed Al-Masoud, demanding that the Culture Minister examine the
publications.
Al-Masoud said that the visitors at the book
fair were enraged, claiming that "the presence of this Israeli book
constitutes normalization with the Zionist enemy." He demanded that the
Culture Minister say how the book was given entry to the fair, "especially
since its author work[e]d as an Arab affairs analyst for the Israeli
military." Al-Masoud added that anyone who brought that book into the
Cairo International Book Fair should be indicted.
Arabian Nights.com's translator said in response:
"If we don't translate Hebrew-language books, how will we know what's
written about us? How long will we keep burying our heads in the sand?"**
Se puede observar que el nombre del traductor permanece
oculto en la información. Si se pide el procesamiento de todo aquel que compre
el libro, ¿qué pena se solicitaría para el traductor?
Cerrar los caminos de la cultura, es decir, impedir que se
pueda leer El edificio Yacoubian en
lengua hebrea o que se puedan leer libros hebreos en lengua árabe, es una
aberración y es una condena a la intransigencia de por vida. Difícilmente se
puede aspirar a algún tipo de democracia si se carece de un mínimo de capacidad
de diálogo.
Los que claman contra la islamofobia
pueden ejercer sin rubor el antisemitismo.
Cualquiera que se arriesgue a intentar romper esta dinámica se verá sometido a
los ataques más brutales desde todas partes. Desde el parlamento hasta las
calles, el sentimiento es el mismo.
La intolerancia es una enfermedad que tiende a extenderse.
Una vez que uno se convence de que no hay más verdad que la suya, las demás van
cayendo en cadena porque no se encuentra motivo para escuchar a nadie. ¿Para
qué molestarse?
Hace unos días escribíamos aquí que una de las principales
bazas para conseguir movilizar a unas sociedades que se mueven en el pesimismo
y a las que se condena al aislamiento era "traducir, traducir y
traducir". Si no queda ningún resquicio por el que comenzar a avanzar
hacia soluciones posibles, la condena es al conflicto eterno. Y eso es algo que
interesa a muchos.
La cultura es y ha sido siempre una forma de establecer
puentes, pero traducir se ha convertido en un delito por el que puedes ser
perseguido. Siempre ponemos como ejemplo de concordia la Escuela de Traductores
de Toledo.
La cultura árabe tuvo en la traducción un punto de
apertura al mundo, pero esa apertura parece molestar ahora a los "señores
de la cultura". Gracias a la labor de los traductores árabes, se pudo
recuperar la cultura de Occidente perdida. Hoy parece que entre nacionalistas e islamistas
se quieren cerrar todas las puertas para que solo se perciba una parte de la
realidad. Los que se preguntan continuamente por la pérdida del esplendor podrían encontrarla en síntomas como esta falta de interés por la diversidad del mundo y su sustitución por el dogmatismo y el ensimismamiento.
Solo son posibles soluciones desde los diálogos. Quizá la
demostración de la incapacidad absoluta de resolver conflictos que se ve en la
zona no se deba a conspiraciones sino a esta pérdida del deseo de abrirse al
mundo para conocerlo y darse a conocer.
El futuro en paz se puede soñar de distintas formas. Una de
ellas es imaginarse una normalidad lectora,
una libertad de elegir lo mejor de las culturas sin ser considerado un traidor.
Una normalidad lectora es poder pasear por las casetas de la Feria del Libro en
El Cairo sin que nadie llame a la guerra
santa por encontrar libros traducidos del hebreo o que se pida la condena del
autor egipcio traducido a la "lengua prohibida".
Queda mucho por traducir, mucho por andar, y el final está muy lejos.
*
"Translating 'The Yacoubian Building' into Hebrew stirs controversy"
Egypt Independent 3/04/2016
http://www.egyptindependent.com//news/translating-yacoubian-building-hebrew-stirs-controversy
**
"Israeli book at center of Cairo controversy" Ynetnews 02/06/2016
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4762588,00.html
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