Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Ucrania
había entrado en una dinámica de sangre muy peligrosa en la que las estrategias
eficaces y las que llevan al desastre se vuelven oscuras. Hemos insistido mucho
en que la clave no era tanto si Rusia "estaba detrás", sino, por
decir así, si "Rusia estaba delante". Igual que para encontrar los
restos del avión malayo antes hay que saber si querían que los encontraran,
para iniciar unas acciones que no llevaran al desastre era esencial saber si
los secesionistas prorrusos contaban con el apoyo real, no retórico, de Rusia.
Esto es esencial porque la única forma de evitar un baño de sangre y una salida
que solo lo parezca es saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar en su apoyo
el Kremlin, más allá de maniobras militares y demás parafernalias destinadas a
su propio consumo interno, a justificar las declaraciones anteriores.
Ahora
Rusia se ha visto obligada a mandar un mensaje directo y no en clave, como los que
ha estado mandando. Los prorrusos que se han atrincherado en plan numantino en
distintos focos no interesan a nadie, ni a los habitantes de las ciudades en
que se encuentran que ven avanzar el tiempo y no avanzar las tropas rusas que
esperaban que entraran a rescatarlos del "fascismo", del
"imperialismo" y del "perverso occidente". Sigo pensando lo
mismo: no entiendo qué ventaja objetiva saca Rusia de perder clientela, dejar
de cobrar facturas pendientes y tener una guerra al otro lado de la frontera en
la que ni siquiera logran ponerse de acuerdo si es "civil" o entre
estados vecinos.
La rapidez
de la absorción de Crimea (llegada, referéndum, integración... y ya estamos en la
Federación Rusa) aprovechando las dudas de los recién llegados al gobierno, no
es la situación actual, de altos riesgos. Aquí ya ha pasado esa posibilidad, la
del paseo de Crimea, y cualquier movimiento se traduce en conflictos en cadena
y el aumento de la influencia de la OTAN en los que se sienten presionados por
futuros movimientos rusos, que una vez que empieza no sabes dónde ni cuándo
acabarán.
Las
noticias de hoy nos traen un cambio esperanzador respecto al futuro: las
declaraciones de Vladimir Putin apoyando la realización de unas elecciones en
Ucrania como forma de salida de la situación y la petición de suspensión del
referéndum secesionista, dejándolo para mejor ocasión. El diario El País
señala:
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha dado
un giro radical e inesperado sobre las elecciones presidenciales en Ucrania del
próximo 25 de mayo. Hasta el pasado martes los comicios ucranios eran visto
como "absurdos" por los representantes de Moscú, pero este miércoles
el presidente de Rusia ha afirmado que constituyen un paso "en la
dirección correcta". “Celebrar elecciones en un momento en que el Ejército
está desplegado contra una parte de la población es bastante inusual”, ironizó
el martes el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov.
Putin ha instado también a los activistas
prorrusos de las regiones ucranias de Donetsk y Lugansk, en el este del país, a
que aplacen el referéndum independentista previsto para el próximo domingo para
crear "las condiciones necesarias para el diálogo".*
La
cuestión, evidentemente, va más allá del "giro radical", pues es un
mazazo a las esperanzas de los atrincherados, que se han negado a entender los
mensajes anteriores que se les ha ido mandando con la necesaria oscuridad que
le interesaba a Putin en su estrategia. La liberación, con la mediación directa
rusa, de los observadores de la OSCE, sin contrapartida alguna, frente a la
idea descabellada del canje de prisioneros —¿Check-Point
Charlie?— de los rebeldes secesionistas era una señal clara de que Putin no
estaba por la labor en el este de
Ucrania, que no había coincidencia, sino disparidad de objetivos, que a los
prorrusos le podía interesar entrar en Rusia, pero a Rusia no, al menos a ese
coste, el de abrir otra vez la Guerra Fría y otras templadas.
La
insistencia en mensajes sobre subidas de precios, facturas, etc., forman parte
de un extraño sofisticado lenguaje diplomático y trataban de mostrar el deseo
de no producir una mayor ruptura. Los ucranianos quedarán condenados para los
restos, como los españoles por Gibraltar, a quejarse por Crimea a la espera de
tiempos mejores en los que se vaya normalizando la situación. Se acusarán
periódicamente y se mandarán mensajes subidos de tono, que es lo que hacen los
estados civilizados.
El
peligro ahora es, cómo lo ha sido siempre, las reacciones de los incontrolados
por un lado y por otro, que se vaya de las manos. Kiev tiene que apartar a los
elementos peligrosos que pueden lanzar gasolina a fuegos mal apagados, que
durarán tiempo porque estas heridas no se cierran con paños calientes.
Las
declaraciones de Putin deberían minar la moral y vaciar los ánimos de lo que no
era más que una locura, llevar una guerra civil —en el mejor de los casos— al
centro del continente, cerrar todas las puertas a Rusia y frenar en seco
ascenso e influencia, porque ya es triste que solo te apoyen Maduro y Al-Assad.
Uno de
los argumentos rusos que se fueron dejando caer al inicio del conflicto era que "no merecía la pena" un
conflicto "por" Ucrania. Resalto el "por" y no el
"con" porque creo que el matiz es muy importante. La disparidad de
fuerzas y las humillaciones sufridas hacen ver que lo que más ha pesado en el
ánimo ruso no era un conflicto con una Ucrania a la que no ha respetado nunca
(ni antes ni después), sino un conflicto de otro orden con el resto de la
comunidad. En este sentido, creo que sí le han hecho daño las sanciones (no
tanto directa como indirectamente) y, sobre todo, la perspectiva de aislamiento
internacional real. En este sentido, la abstención china en el Consejo fue un
mazazo porque había sido un apoyo claro en el caso de Siria. Rusia se quedó
sola. En ese sentido, creo que han sido eficaces.
Los
mensajes sobre la necesidad de contar con Rusia en otros escenarios importantes,
como Irán y Siria, han sido lanzados desde la diplomacia de Estados Unidos. En
lenguaje diplomático, una vez más, han sido invitaciones a que contribuyera a
parar lo que se iba de las manos a todos. Creo que los "prorrusos"
han dado señales suficientes de descontrol como para temer cualquier desastre.
Putin
dice haber dado la orden de retirada a las tropas rusas en la frontera con
Ucrania. El País señala:
Al igual que la OTAN, el
Departamento de Defensa de EE UU ha asegurado que no percibe cambios en la
posición militar de Rusia en la frontera con Ucrania. "No hemos visto
ningún cambio en la posición de fuerza rusa", ha afirmado el portavoz del
Pentágono, coronel Steve Warren. En este sentido, y en relación a si Moscú
podría replegar a sus tropas sin que Washington lo supiera, ha apuntado: "Lo
sabríamos".
El presidente ruso ha entendido
que este despliegue es un motivo de "preocupación" para otras partes
y, por tanto, ha ordenado su repliegue. "Hoy ya no están en la frontera
ucrania, sino en lugares donde realizan tareas normales en campos de
entrenamiento", ha declarado, según Interfax.*
Es
preocupante ese "lo sabríamos" norteamericano porque muestra poco
sentido común, cierto interés en mostrar que "se ha plantado cara a
Rusia", que "no hay que fiarse", con lo que creo que se sigue
produciendo la incomprensión de los lenguajes por parte de los diplomáticos o
de que Barack Obama necesita que todo el universo entienda que ha "hecho
retroceder las tropas rusas". No es necesario. Lo importante es que el
mensaje va destinado a quien va destinado, a los prorrusos que siguen con la
idea de que Moscú enviará sus tanques a liberarlos. Es un paso clave. Todo esto
no exime, por supuesto, la responsabilidad histórica rusa en este desastre en
cadena desde la negativa a dar a Ucrania la posibilidad europeísta.
No se
ha parado todo, pero las declaraciones de Putin son importantes. Ahora queda
que las partes sobre el terreno las tengan en cuenta, aunque la complicación es
entenderse con gente como el célebre "autoproclamado alcalde" de
Sloviansk o figuras locales similares. El mensaje de Putin es contundente: arregladlo
políticamente. El doble mensaje de apoyo a las elecciones y el cese del
referéndum abre una alternativa de intercambio que permita salir a las partes
de sus cuarteles y entrar en otra dinámica más allá de la violencia. El ejército
ucraniano pudo guardar las distancias con los rusos que tomaron Crimea; lo
entendió todo el mundo. Pero lo que no entendería ni los ucranianos ni nadie,
es que un país soberano consienta una sublevación independentista armada
mientras se cruza de brazos.
Esperemos
que se pueda cuanto antes, aunque no será fácil, reconducir las aspiraciones
legítimas de todos los ucranianos hacia derroteros pacíficos; que se puedan
cumplir sus aspiraciones europeístas con la tranquilidad de que ser
"europeos" no significa ser enemigos de nadie si los escenarios son
de concordia. No sabemos episodios del conflicto quedan por delante, pero como
diría algún ministro, se ha cambiado la
tendencia.
La Historia
es maestra de la vida, pero no somos buenos alumnos. Eso también forma parte de
la Historia.
*
"Vladímir Putin apoya las elecciones ucranias del próximo 25 de mayo"
El País
http://internacional.elpais.com/internacional/2014/05/07/actualidad/1399473527_401405.html
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