Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
¡Se la
llevó! Sin más, la recortó y se llevó una estrella de la bandera de Europa
diciendo que era la de Holanda y que se la lleva a sus lares del alma.
Mi pregunta es: ¿cómo sabe que es la suya? ¿Cómo sabe que no se ha llevado, por
ejemplo, la nuestra y que no vamos a ponerle una denuncia que se va a enterar?
En Euronews nos cuentan así el robo
descarado:
Delante del Parlamento Europeo ha recortado
una estrella de la bandera europea: “No queremos a Bruselas, no queremos a la
Unión Europea y esta estrella me la llevo a Holanda para devolvérsela a los
ciudadanos holandeses para demostrar que no necesitamos esta bandera europea y
que estamos orgullosos de nuestra propia bandera holandesa”, ha dicho Geert
Wilders.*
Si yo
fuera ciudadano holandés le estaría esperando al pie de la escalerilla (o por
donde llegue) para que me devolviera la estrella de marras. Se empieza cogiendo
la estrella diciendo que la va a devolver y luego acaba en E-bay para recaudar
fondos anti Europa, que se le ve venir.
Si ayer
hablábamos de Marine Le Pen —la otra parte de este Pimpinela que se tienen
montado—, se ve que no íbamos demasiado desviados de la cuestión con estos mal
llamados "euroescépticos", más bien "euricidas". El escepticismo es una sana postura ante la
realidad; estos más bien son otra cosa y, desde luego, no viven en un mar de
dudas —como le corresponde a un escéptico, "dudo, aunque exista"—,
sino por el contrario en el mar vehemente de los fanáticos viscerales.
El robo
de la estrella no tiene nada de poético y poco de simbólico. Es más bien un
gesto entre la publicidad y la propaganda, ya que se enmarca en la campaña
electoral. Lo que hace todos los días en Holanda, ha ido a hacerlo a Bruselas.
El número de las tijeritas es un acto de soberbia institucional —no hay más que
verle— en el que se atribuye la representación de los holandeses sin preguntar
a nadie. No es más que una grosería, una impertinencia no a "Bruselas"
o a las "instituciones", sino contra todos los que se sienten
representados por esa bandera como europeos. Sépalo, señor maleducado. No sé si
los símbolos europeos, la bandera, están protegidos como lo están los demás
símbolos nacionales, entre ellos la bandera holandesa, contra actos vandálicos. Supongo que sí, ya que
se colocan en nuestras estancias y balcones oficiales.
Podemos
ironizar o bromear sobre esta parte de la fauna europea, pero hay que tener
mucho cuidado y no infravalorar lo que significan, porque son peligrosos. Hemos
visto en que derivó el nacionalismo en Grecia, en violencia xenófoba y racista y
contra el que no comulga con sus ideas. El ultranacionalismo es fascismo y
pronto encuentra justificación para atacar a los enemigos de la
"patria".
Esta
tonta osadía publicitaria no es más que la punta del iceberg. Si a este señor y
a otros como él se les deja llegar al poder y hacer lo que dicen, es cuando se
habrá acabado con la posibilidad de una Europa de ideales humanistas frente a
estos ultranacionalistas orgánicos trasnochados.
Volvemos
a la idea de ayer. Estas setas nos crecen por la desidia política que teme
enfrentarse a los mensajes del nacionalismo. El señor Geert Wilders es el que
hace pocas semanas causaba gran revuelo en Holanda al declarar que
"sobraban marroquíes" en el país. Los ciudadanos holandeses de origen
marroquí se hicieron fotos para las redes sociales mostrando sus pasaportes que
les acreditaba tan holandeses como el señor Wilder, pero con menos tinte.
Al
igual que Marine Le Pen, Wilders ha encontrado su ídolo político estratégico en
Vladimir Putin y ha sido crítico (es decir, insultante) con su propio gobierno
por la condena a Rusia por su anexión de Crimea y los conflictos para la
desestabilización del este de Ucrania. Putin es el modelo, el espejo de
virtudes.
La
publicación Business Insider señala:
Dutch Freedom Party leader Geert Wilders has
echoed the Kremlin's line, saying Ukraine's pro-Western government is run by
"National-Socialists, Jew-haters and other anti-democrats." In a
speech last month to parliament, he blamed "shameless Europhiles with
their dreams of empire" for prompting the crisis.
"We have always been told the EU stands
for peace," Wilders said. "Now... we know better, the EU stands for
war-mongering."
He condemned the Dutch government for
supporting an EU financial package for the cash-strapped Ukrainian government,
saying the money would be taken from Dutch nursing homes and sent to a
"bottomless pit of corruption."**
Los números habituales de Wilders suelen ser grandes golpes
de efecto para llamar la atención, demagogia a raudales e insultos a los que le
toque, que suelen ser siempre los mismos. La astucia de Le Pen, su precisa
manipulación de los símbolos y sentimientos nacionales, contrasta con las
zafias declaraciones de Wilders, un provocador irresponsable. Carente de
sutilezas, Wilders tiene que ir a Bruselas a robar una estrella. El personaje —Wilders
es un "personaje", como lo es la "neojuana" de Le Pen— tiene ese toque desmelenado a lo "pequeño
príncipe" decolorado, de niño eterno en formol, armado de espada o
tijeras, robando estrellas desde su otro planeta mental.
El modelo de los líderes del ultranacionalismo, la ultraderecha
y el euroescepticismo es —como ayer con el Frente Nacional francés de Marine Le
Pen— Rusia y Vladimir Putin. ¿Qué admiran de Rusia y su cabeza visible? Pues
evidentemente esa capacidad resolutiva que solo el autoritarismo galopante
puede ejercer; sus malos modos y su parafernalia patriótica. El "modelo
Putin" incluye los elementos retrógrados de la política visceral que cada
vez se extiende más por su eficacia por todo el mundo. Funciona, sirve para
crear esos vínculos emocionales con el mundo simple. Primero se les aglutina
como "pueblo" en vez de considerarles "ciudadanos", es
decir, se les sube en el carro común de la Historia, pasada y futura,
apeándoles de la individualidad racional de decidir su propio destino, que pasa a ser el colectivo, el de la unidad de destino, y después se
inicia el proceso de portavocía en donde se convierten en su voz. Wilders
arranca la estrella para devolvérsela a los verdaderos holandeses —no a los
bastardos traidores, vendidos a Europa, que la entregaron— tal como Prometeo
robó el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres.
La complejidad del mundo global, con el afianzamiento de las
instituciones supranacionales ha dado argumentos a estos líderes personalistas
que se presentan como ciudadanos "comunes", personas corrientes que
sienten la necesidad de salvar las identidades de los que creen haberlas
perdido. Nada es más fácil de decir que Francia ya no es Francia, que Holanda
ya no es Holanda, que Reino Unido no es Reino Unido o que en Finlandia ya no
hay finlandeses de verdad, solo un puñado de patriotas. No es que triunfe su
inteligencia, es que avanza la estupidez. En un mundo complejo, ellos lo hacen
todo sencillo, arropados por la psicología de las emociones, el marketing
político y la manipulación de los símbolos comunes. Ellos son
"naturales"; los opositores "artificiales", en un sentido
schlegeliano, romántico y racial. Por eso calificamos a Vladimir Putin como
"líder orgánico", al que hay que explicar más desde la biología
rudimentaria que desde la ciencia política, más desde el papel del macho alfa
que desde la racionalidad. En ellos se admira o teme el poder, el desafío, la
osadía, su capacidad de doblegar antes que la de convencer. Lo de Crimea es una
"machada"; tomo lo que es mío y
es mío porque lo tomo. Así de sencillo.
¿Es una coincidencia la estrategia electoral de la pandilla de los "euricidas",
la manifestación coral de su admiración por Putin? Business Insider va más allá de la "coincidencia":
Putin has a clear interest in encouraging such
opinion as he seeks to counter pressure from European governments that have
joined the United States in condemning his land grab in Crimea and military
build up across the border from eastern Ukraine, where pro-Russia agitators
this week seized government buildings in several cities.
"During the Cold War, the Soviet Union
sponsored communist parties, far-left parties around Europe which basically did
the bidding of Moscow and tried to spread certain types of propaganda,"
says Mitchell Orenstein, political science department chair at Boston's
Northeastern University. "Russia today is using a lot of the old Soviet
techniques, but this time is finding the far right a better partner than the
far left."
Many on Europe's radical right admire Putin's
strongman image. Nigel Farage, leader of the United Kingdom Independence Party,
last week said Putin was the world leader he most admired. "Compared with
the kids who run foreign policy in this country, I've more respect for him than
our lot."
Russian media have widely reported his comment
that the EU has "blood on its hands" by meddling in Ukraine.
Although Farage has sought to distance his
party from some far-right counterparts in continental Europe, UKIP shares their
views on rolling back European integration, halting immigration and opposing
gay marriage.**
¿Es posible? ¿Por qué
no? Es lo que tenemos delante, lo más sencillo. ¿Por qué no iba a jugar Putin con Europa cuando lo hace
claramente en otros escenarios internacionales? ¿Es su forma de devolver las sanciones? Volvemos a la
argumentación de ayer: no interesa una Europa unida a todo el mundo. Y menos a
Rusia. Si la Unión Europea sanciona a Rusia, ¿por qué no hacerlo él a su manera? ¿Por qué
no practicar un poco de quintacolumnismo? Se ha hecho toda la vida y lo han
practicado todas las potencias debilitando a sus rivales o enemigos estableciendo extrañas amistades.
Los países que han sido más duros con la intervención rusa en Ucrania y con los
acontecimientos derivados han sido los que han padecido el dominio ruso soviético al otro
lado del telón, los que saben lo que significa Rusia y lo que es tenerla como
vecina. Los admiradores ultranacionalistas ven en Putin un enemigo de la Unión
Europea y por eso le apoyan, algo que él aprovecha internamente, como los
abrazos a Depardieu, y externamente, pues todas estas cosas tienen sus repercusiones
política y económicas, generan desconfianza, debilidad e inestabilidad, como
tendremos ocasión de ver si se cumplen los pronósticos de que alguno de estos
partidos consiga quedar en primera posición en las elecciones europeas. Si a
Europa le costó recuperarse del golpe del fracaso de la "constitución
europea" en cuanto que dejaron de apoyarla, veremos cómo se utilizan ahora esas posibles victorias en la política interna —de Holanda, de Francia, de Reino Unido...— y
externamente, en el propio Parlamento europeo.
Hay que concluir, como ayer, con lo mismo: hay que modificar
la política europea de los estados para que los que juegan al euroescepticismo
para hacer crecer el nacionalismo populista (con sus ingredientes en la receta
de xenofobia, racismo, homofobia, etc.) y hay que modificar la forma
en que funciona y se presenta la Unión para evitar que se siga percibiendo
distorsionada su imagen y su realidad.
Ser críticos con Europa es una acción necesaria para poder preservar lo valioso del proyecto. Como ayer, igualmente, advertir sobre la necesidad de más dosis de ilusión, porque necesita tener su propia energía comunicativa y simbólica. Ilusión, ilusión.
La materia prima europeísta es abundante y de calidad, pero necesita el correcto procesado para que haya esa ilusión del proyecto común. Europa tiene que ser solidaria para poder crecer, sentirse responsables unos de las mejoras de otros para evitar problemas futuros por los crecimientos desiguales. Necesita cooperar antes que rivalizar; aunar antes que competir. No nos unimos para vernos como amenazas mutuas sino justo para lo contrario, para ganar en seguridad y prosperidad. Europa necesita la nitidez de su ideal para poder hacerse realidad, marcarse un camino no a golpe de problema sino con fe en sí misma, en el camino elegido.
Ser críticos con Europa es una acción necesaria para poder preservar lo valioso del proyecto. Como ayer, igualmente, advertir sobre la necesidad de más dosis de ilusión, porque necesita tener su propia energía comunicativa y simbólica. Ilusión, ilusión.
La materia prima europeísta es abundante y de calidad, pero necesita el correcto procesado para que haya esa ilusión del proyecto común. Europa tiene que ser solidaria para poder crecer, sentirse responsables unos de las mejoras de otros para evitar problemas futuros por los crecimientos desiguales. Necesita cooperar antes que rivalizar; aunar antes que competir. No nos unimos para vernos como amenazas mutuas sino justo para lo contrario, para ganar en seguridad y prosperidad. Europa necesita la nitidez de su ideal para poder hacerse realidad, marcarse un camino no a golpe de problema sino con fe en sí misma, en el camino elegido.
Hasta el momento, los estados han exigido el carácter gris
de lo europeo, reducirlo a una serie de instituciones que han podido ser
presentadas como una burocracia distante. Se ha utilizado la Unión Europea como
una especie de gigante contra el que se iba a combatir o a mendigar. Hay que humanizar Europa, dotarla de una identidad
cohesiva que se perciba como integradora. Todo eso falta por hacer y es lo que
tratan de frenar los euroescépticos y ultranacionalistas. Los ciudadanos
europeos tienen que percibir las claras ventajas de serlo. Pero estás se
silencian en beneficio de los ladrones de estrellas que como Wilders se
permiten estos gestos.
Espero que la estrella que ha robado, con gesto desafiante
—uno más— el xenófobo holandés Wilders, a la bandera europea siga ahí mucho
tiempo y que se quede donde está, junto a otras estrellas. Nos hemos olvidado del
poema schilleriano al que Beethoven puso música, el "An die Freude",
que nos sirve de himno común y nos habla de esa "alegría" (Freude) que produce ir unidos por el cielo estrellado: Alle Menschen
werden Brüder / Wo dein sanfter Flügel weilt (Todos los hombres serán hermanos
/ bajo tus alas bienhechoras). Por algo se escogió el poema de Schiller, por
eso tenemos estrellas sobre el azul de la bandera europea.
La "hermandad" y la "alegría" por descubrirla
es el sentimiento inicial de Europa, precisamente lo contrario del nacionalismo
distanciado cuyo modelo lo acabamos de ver en Crimea y que tanto admiran los deslumbrados
por la fuerza. Nos hemos olvidado de nuestro propio himno porque lo
consideramos música de fondo. Quizás habría que interpretarlo al inicio de cada
sesión de las instituciones:
O Freunde, nicht diese Töne!
Sondern laßt uns angenehmere anstimmen,
und freudenvollere.
Freude! Freude!
Sí, ¡amigos, abandonad
esos tonos! y entonemos otros más placenteros y llenos de alegría. ¡Alegría,
Alegría! La Unión Europea tiene que construirse sobre esa alegría de la unión y del
camino conjunto como posibilidad de mejora solidaria. Quizá el papel de todos
estos movimientos negativos, antieuropeos, sea el de avisarnos que nada se hace sin esfuerzos ni sacrificios, que nada es automático y que del papel a la realidad hay un largo
trecho. Europa solo puede crecer y progresar como Unión si lo hace solidariamente, guiada por esa fraternidad
schilleriana. Lo demás es dejar crecer a sus enemigos.
¡Ah, Wilders, devuelve la estrella! ¡Listillo!
* "Wilders refuerza su mensaje antieuropeo en Bruselas" Euronews 20/05/2014 http://es.euronews.com/2014/05/20/wilders-refuerza-su-mensaje-antieuropeo-en-bruselas/
** "Europe's Far Right Is Embracing Putin" Business Insider 10/04/2014 http://www.businessinsider.com/paul-ames-europes-far-right-is-embracing-putin-2014-4
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