Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos días de celebración futbolística española, el punto que atraía las
miradas y comentarios de la prensa internacional era el "plátano"
lanzado al jugador del Fútbol Club Barcelona durante su encuentro con el
Villarreal. Celebraban la llegada a las finales, pero lo que hace dos días
tenía en pantalla una cadena tras de otra —Fox, BBC, CNN...— eran los
comentarios sobre la relajación del deporte español en estos casos. Fotografías
para los goles y editoriales y debates para el plátano y lo que esconde. El
orgullo de las victorias, la vergüenza de las actitudes.
La
cuestión del racismo se puede plantear en diferentes niveles, a veces de una
forma un tanto hipócrita, porque se establecen niveles o categorías, unas más
amplias que otras como reduciendo el fenómeno al espacio o la actividad.
"Racismo en el deporte" es más amplio que "racismo en el
fútbol" o que "racismo en el campo del Villarreal" —que, por
cierto, ha expulsado al lanzador de plátanos de por vida—. Todas estas categorías
son como muñecas rusas, unas dentro de otras, hasta llegar a la más grande del
"racismo en España". Los titulares establecen unos llamativos
"racismo en España" con las preguntas consecuentes: "¿hay
racismo en España?". El propio Dani Alves ha tenido que responder a esta
cuestión en la que el lenguaje se ajusta poco o mucho a la realidad de la que
se quiere hablar. En su entrevista con BBC Brasil, el jugador del Barcelona ha matizado sus palabras:
Este martes, Alves le dijo a la prensa
brasileña que hay racismo en España, declaraciones que fueron refutadas por el
entrenador de la selección española, Vicente del Bosque, y el presidente del
Villarreal, Fernando Puig.
"Yo no generalizo. No quise decir que
España es racista, pero sí hay racismo en España porque lo sufro en
campos"
En varias conferencias de prensa sobre esta
cuestión, Del Bosque y Puig respondieron que en España no hay racismo y que se
trata de casos aislados.
"Yo no generalizo. No quise decir que
España es racista, pero sí que hay racismo en España porque lo sufro en campos
(de fútbol) diferentes. No fue un hecho aislado", aseguró Alves.*
Con
este tipo de polémicas —en las que ambos tienen razón porque no es fácil poner cantidades tras las palabras—, se desvía la cuestión
principal, que son las acciones de respuesta ante los hechos. No tiene mucho
sentido pensar que ese plátano ha sido lanzado por cuarenta millones de
españoles, algo absurdo, o que el que lo lanzó es el único tarado que existe en
este país con intenciones de insultar, algo ingenuo.
Lo que
ha hecho el Villarreal es correcto. Ha tomado medidas inmediatas para que al siguiente que se le ocurra una idea semejante se lo piense mejor. Pero con el racismo
es muy peligroso dejarlo reducido todo a un incidente esporádico, a un chistoso con
maldita la gracia. Cualquier acto de corte racista o xenófobo siempre refleja
una mentalidad y un estado de cosas. No hay que evitar que la gente lance plátanos por temor a las sanciones, sino porque es una infamia. Sin más.
El racismo se combate con ejemplaridad y,
sobre todo, con mucha educación y un gigantesco dedo social que señale denunciando. Eser dedo ha sido el mismo plátano insultante, convertido en arma contra el racismo, para delicia de los semiólogos.
Lo peor siempre es relativizarlo o considerarlo un
hecho sin trascendencia. Todo insulto racista es trascendente porque muestra
una tara social e individual. El racista no ha nacido así, sino que se ha
formado en un entorno —ya sea familiar,
escolar, laboral o de otro tipo— en el que se le ha enseñado y alentado a manifestar esos comportamientos. Se le han reído las gracias racista, forma de atenuación. El racista deja caer con humor las cosas o las lanza, como el plátano.
Cuando Alves dice que lo padece en distintos campos
y él lo sabrá. Cuando a uno le insultan, percibe el racismo; la cuestión
está en cómo lo ven los demás: ¿como un chiste o broma? ¿como una chiquillada?
¿como un déjalo pasar que es un tontería? Esta es realmente la cuestión. Cómo se
sienta Alves o cualquier otro cuando se le insulta es de imaginar, pero la
cuestión social es cómo nos sentimos nosotros, los otros, los que estamos aquí,
en este espacio, seguros de no ser insultados.
La
reacción de la NBA ante los desprecios racistas sostenidos en una conversación
privada por un millonario octogenario, prepotente y bocazas, dueño de un
equipo, ha sido fulminante: No me refiero solo a que le hayan expulsado de por
vida, sino especialmente a los discursos, comentarios y explicaciones que han
realizado desde todas las instancias, deportivas y sociales, señalando el
profundo desprecio que les merece las palabras del millonario. No sé si a él le importa, pero a los demás sí y mucho.
Cuando
se insultó en Italia a la ministra Cecile Kyenge y en Francia a la ministra
Christiane Taubira, señalé que pasaban a ser automáticamente "mis
ministras", a formar parte de "mi particular" gobierno bajo el
que me siento orgulloso de estar, aunque no pueda votarlas personalmente, que es
lo de menos. Tenía razón Christiane Taubira cuando dijo que el racismo era un
"ataque al corazón de la República". Es cierto porque con el racismo echa
por tierra todos los demás derechos universales al establecer que no somos
iguales y que unos son inferiores a otros, merecedores de insulto y desprecio.
Lo que desprecian, sin duda, son los valores de todos.
Por
eso, en vez de minimizar las cosas, hay que reaccionar como lo han hecho en la
NBA, sin importarles que fuera el millonario propietario de un club. No hay
racistas pequeños o grandes. Lo que es mayor o menor es la tolerancia, que debe
ser siempre "cero". Con el racismo, la xenofobia o el sexismo, no hay
chiste gracioso, ni acción esporádica porque todo se convierte en caldo de
cultivo. Lo que se deja pudrir, se pudre.
El
partido que insultó a la ministra Tuabira, el Frente Nacional, ha recibido el
refrendo de los votos crecientes de su electorado. Los que llevan la bandera de
Francia en su mano y su santo nombre en la boca son los que pisotean su
espíritu republicano, porque como bien señaló la ministra, "el racismo no
es una opinión; es un delito". El racismo no es un hecho, es una puerta abierta; por ella van saliendo y entrando
muchas otras cosas. Francia también padece una epidemia antisemita preocupante. Lo que se deja crecer, crece.
En un
gesto de aburrimiento y hartazgo, Dani Alves tuvo la genialidad irónica de
comerse el plátano. Solo con eso ya demostró su superioridad moral respecto al
lanzador bananero, que es quien vive realmente en su jaula mental, pendiente de
que le echen cada día unas risas por sus gracias. Estos días mucha gente se ha
dedicado a comer plátanos en público en programas de televisión o a fotografiarse
haciéndolo y mandando las imágenes por las redes sociales.
La
notoriedad alcanzada por el deporte español hace que el infame gesto del lanzamiento y
el gesto de Alves de comérselo haya tenido trascendencia mundial. El primer
ministro italiano, Matteo Renzi, se ha fotografiado engullendo plátanos. La ONU
se ha manifestado al respecto, la presidenta de Brasil y, como señalé al principio, las cadenas de
televisión y periódicos de todo el mundo. Las islas Canarias, productoras
españolas de plátanos, han reaccionando pronto convirtiendo su producto
estrella en un grito contra el racismo; hay que devolver su dignidad robada a
la fruta, que no tiene culpa de nada.
Están
muy bien los gestos. Pero no me acaba de convencer el argumento de que se trata "simplemente" de "apoyar" a la persona insultada porque —insisto— junto al insulto
que se le ha hecho yo también me siento insultado no de forma solidaria sino
absolutamente directa. Hay que defender a todos los que son insultados porque con
ello nos defendemos nosotros mismos. El lanzador de plátanos nos ha insultado a
todos.
No
basta con mostrar solidaridad como el que da el pésame ante lo irremediable. Hay que tener firmeza y el
compromiso de que en nuestras manos está corregir estas actitudes denigratorias
para la sociedad que las consiente.
*
"Dani Alves defiende #SomosTodosMacacos: "Sí que hay racismo en
España"" BBC Mundo
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140430_cultura_alves_racismo_futbol_entrevista_aa.shtml
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.