Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
hecho de que el ministro de Educación sea el peor valorado en todos los sondeos (los llamados por algunos "casondeos") realizados hasta la fecha, ¿es un signo de la buena o mala educación de los
españoles? A lo mejor no estábamos tan mal como pensábamos. Puede que el
ministro que el rechazo suscitado a todas sus medidas sea un síntoma del propio
deterioro educativo que hay que remediar y que la cima de la buena educación
sea el comprender sus acciones, declaraciones y decretos. Al fin y al cabo,
siempre decimos que los más inteligentes son los que piensan como nosotros, es
decir, que para el ministro el mundo debe estar lleno de idiotas por redimir. La
estupidez debe ser contagiosa y ha alcanzado ya a Bruselas, que también
confiesa no entender cómo el ministro español de Educación interpreta los textos
comunitarios. Para ellos quizá la falta de comprensión lectora del ministro
sea una verificación del Informe Pisa, que detecta nuestras carencias y defectos
en esto de enfrentarnos con los textos.
El hecho de que el ministro Wert comience muchas de sus respuestas a la prensa con su ya característico "yo en ningún momento he dicho...", debería hacerle reflexionar sobre esa condena a lo que algunos camusianamente han llamado "malentendido". Pero son demasiados ya. Todo esto nos aboca a elegir entre que el ministro lee mal o que se expresa mal, lo que no deja de ser triste existencialmente hablando pues nos condena a la incomunicación, como en una película de Antonioni.
Dice el diario Público* —y eso les honra— que, en realidad, no lo dijo él directamente, pero que sí las fuentes oficiales del Ministerio. Y aquí cuando se está al frente de un ministerio se asume lo que la institución dice porque supone que sale con tu conocimiento y consentimiento. Y si no es todavía peor. Lo que parece evidente es que el "malentendido" fue una ligereza intencionada para justificar las anteriores meteduras de pata ministeriales dejando a los Erasmus españoles sin parte de la dotación a mitad de curso. Y pasa luego lo que pasa.
En el
blog educativo del diario El País, la cuestión del ministro se aborda sin
tapujos, "Pero, ¿qué le pasa a Wert?"**, una cuestión que además de
preocuparnos a nosotros, también parece que comienza a preocupar en Europa.
Susana Pérez de Prados se hace eco de esa cuestión compleja comenzando así su
texto:
¿Qué posibilidades hay de que se aplique una
ley, antes de que otro la cambie, que lleva el nombre de un ministro que
suscita rechazo visceral en todo el mundo? En los miembros de su Gobierno, en
el partido que le ha confiado la educación, en la comunidad educativa en pleno
(incluso en las organizaciones educativas próximas ideológicamente a su
partido). Y ni qué decir de la ciudadanía, que lo ha votado como el peor
valorado del Gobierno, aparte de abuchearle allí por donde va como ministro de
Educación, Cultura y Deporte (sea en la ópera, al lado de la Reina; en los
eventos cinematográficos, o en cualquier universidad). Un ministro, José
Ignacio Wert , que incluso desagrada a intelectuales que nada tienen que ver
directamente con la política educativa, como el escritor Juan Marsé (“El
Wertiginoso educador me ofende”) o José Luis Sampedro (“Wert es una amenaza
para la educación española”).**
A pesar
de todo ello, Rajoy le ha mostrado su confianza. Después de darle muchas
vueltas a porqué se mantienen esos apoyos con las mareas negativas que le
llegan desde todas partes, la clave me la dio José Bono el otro día con un
comentario sobre la reunión —no sé si tuvo que ver con la educación, la cultura
o el deporte— de los socialistas. Explicó Bono que, entre tanto aplauso y
aclamación, los silbidos y abucheos que se habían producido al mencionarse la
Monarquía "no eran por la Monarquía, sino por Urdangarín", que es el único de la
familia que ni es "de sangre real" ni es "monárquico",
sobre todo después de hayan salido a la luz correos y comentarios de esa joya
de yerno que la familia real introdujo en palacio por la vía marital.
Lo
mismo en el gobierno piensan que necesitan un "Urdangarín
ministerial" —un ministro señuelo— que les sirva de blanco de los abucheos y tomates con los que
el pueblo que no les vota ni tiene intención de hacerlo o que les ha votado pero no lo hará otra vez, los recibe. Si vas tú
solo, te abuchean; pero si vas con Wert puedes decir, siguiendo la "doctrina
Bono" con efecto retroactivo, que no te abuchearon a ti sino a Wert. Este
efecto compensatorio hace que el presidente del gobierno o los otros ministros, en vez de hacerle el vacío, le inviten a actos y presentaciones, desfiles y
chirigotas ministeriales. "¡Que no falte Wert, por favor"!, nos
parece escuchar en los ministerios. "Get
Wert!", diría un Cameron en horas bajas si tuvieran la suerte de tener un
ministro equiparable.
Resumen
en el blog sobre temas de educación —aunque ya no tengo claro cuáles son los
temas educativos en España— la trayectoria del ministro que más ha contribuido a
la unión de todos:
En los casi dos años que han pasado desde su
toma de posesión, en diciembre de 2011, ha ido cosechando el rechazo de todo
tipo de organizaciones y personas tanto del mundo de la educación como de la
cultura. Al principio, contestaba a las protestas con comentarios irónicos o
ingeniosos, siempre con un cierto aire prepotente. Después, empezó a echar la
culpa de las críticas que se le hacían a otros (la oposición, los medios de
comunicación…) hasta que, hace unos días, un asunto, el de las becas Erasmus,
se le iba de las manos al atreverse a echar la culpa a la política de la
Comisión Europea, por quien fue luego desmentido.**
En España
—¿no lo hemos comprendido todavía?— la única forma de cargarse a un ministro es
darle la razón. Si yo fuera la oposición, pediría inmediatamente una reunión
con él y saldría media hora después diciendo que habíamos estado completamente
de acuerdo en todo, que los planes del ministro son brillantes y —esto es
importante— que qué pena que no haya más tan dialogantes como él y se le
deberían añadir unas cuantas carteras, además de Educación, Cultura y Deportes,
porque es un hombre bien preparado, deseoso de servir a su país, un gestor
eficaz y conversador amable. Estas palabras se pueden reforzar con una manifestación
—se habla con los sindicatos— frente al Ministerio con pancartas con muchos
corazones. Y si vemos que dudan, se manda a Artur Mas como segunda oleada o al
de Ezquerra si queremos ir a la
seguro. En veinticuatro horas, ¡zas!,
crisis ministerial y Wert a escribir sus memorias.
El
ridículo al que ha quedado expuesto el gobierno ante la UE tras el fiasco
hermenéutico de las Becas Erasmus ha sido demasiado, pero esta forma extraña
que tenemos de "mantener la confianza" en los que ya merecen poca o
ninguna nos pierde. Algunos "imputados" dicen que se dan de baja de
los partidos para no perjudicarlos, en un acto de amor institucional a su
"alma mater", la que les da de comer, el partido. Pero en los
gobiernos en España no se da esa forma de "amor" al país que se
mostraría en una dimisión, aunque solo sea por pacificarlo una vez llegados a
un extremo de diálogo imposible. Es una de nuestra "asignaturas
pendientes" que un ministro de Educación sería bonito que aprobara. Sería
sorprendente que alguien dijera: "Creo que estoy en lo cierto, pero todos
los demás opinan lo contrario; que venga otro a ver si les convence" o
"si suscito animadversión y eso dificulta los objetivos, que venga
otro". Pero esto debe ser demasiado para nuestros políticos, que entiende
que los ministerios son como Sagunto y Numancia y ellos un poco Guzmán el Bueno. Pero en la política no es bueno para nadie este atrincheramiento, este conflicto del llover sobre mojado todos los días. Talante y talento.
Para
colmo del despropósito, el gobierno español ha llamado la atención a la UE
sobre lo feo que es decir a un ministro de un país soberano que se equivoca al
leer. El País entrevista a Dennis Abbott,
portavoz de Educación de la Comisión Europea, quien manifestó su sorpresa al
escuchar las interpretaciones que nuestro ministerio había hecho de las
decisiones tomadas sobre la Becas Erasmus:
P. ¿Ha recibido alguna queja del Gobierno
español?
R. Sí, me han llamado hoy.
P. ¿Y qué le han dicho?
R. Que lo que estaban diciendo los medios
sobre las palabras del ministro no era cierto. Pero mi trabajo no es comprobar
la veracidad de cada información que sale publicada. Mi trabajo es hablar en
nombre de la Comisión Europea y presentar los datos tal y como son. Y los datos
dicen que la financiación del programa va a aumentar un 40%. El 90% de la gente
ha entendido cuál era el mensaje que queríamos transmitir.
P. Pero muchos consideran que la palabra basura [rubbish] sí es ofensiva.
R. Con esa palabra me refería a la pregunta
que me hacía un periodista sobre la posibilidad de que se redujeran los fondos.
No al ministro. Si quisiera meterme con él lo habría dicho claramente. Vengo
del norte de Inglaterra y ahí nos gusta llamar a las cosas por su nombre. Prefiero
hablar con un lenguaje que entienda la gente y no con tecnicismos. Además,
luego me han explicado que la palabra basura
en español suena mucho más dura que en inglés. Algún colega me ha sugerido que
la traducción más adecuada sería sinsentido.***
Con
Madrid cubierto de basuras como consecuencia de más falta de diálogo, la
palabra tenía que herir sensibilidades,
como dicen los cursis. Este hombre —que proviene del Norte de Inglaterra y le
gusta llamar a las cosas por su nombre, como él dice— no se anda por las ramas:
si quisiera meterme con el ministro lo habría dicho claramente. No sabe que eso
hubiera prolongado algunos meses más su vida ministerial para tranquilidad de
aquellos a los que les toque inaugurar con él que podrán volver a casa diciendo
"¡Cómo se han puesto con Wert!" y descansar tranquilos.
*
"Wert recula otra vez sobre las Erasmus: 'Nunca he dicho que fuera a haber
un recorte desde Bruselas" Público 12/11/2013
http://www.publico.es/481644/wert-recula-otra-vez-sobre-las-erasmus-nunca-he-dicho-que-fuera-a-haber-un-recorte-desde-bruselas
** "Pero, ¿qué le pasa a Wert?" Blog Escool El País 13/11/2013
http://blogs.elpais.com/escool/2013/11/pero-qu%C3%A9-le-pasa-a-wert.html
*** “No
volveré a decir la palabra ‘basura’ en una rueda de prensa” El País 12/11/2013
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/11/12/actualidad/1384285952_386473.html
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