miércoles, 9 de abril de 2025

Salud mental, salud social

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

La estrategia de presentar lo que son problemas sociales como problemas "personales" continúa cada vez que se nos dan datos sobre estas cuestiones. Pareciera que con llamar "enfermedad" a los problemas todo se vuelve... y se disuelve en unas generalidades de límites borrosos. Hay ocasiones en las que, obviamente, no se pueden eliminar, que se notan demasiado.

La confusión entre "felicidad" y "salud" es propia de unas sociedades que son incapaces de mirar en el interior de las personas, que se conforman con sonrisas y creen en los selfies como documentos reales, como muestras de un estado interior que, sin embargo, ha sido generado artificialmente para provocar una reacción en los demás. Vivimos en la sociedad de la apariencia, del selfie, por expresarlo metafóricamente.

Hace unos días hablábamos aquí  sobre un tema relacionado, convertir el dormir mal en un obstáculo para la salud sin preocuparnos de qué es lo que nos quita el sueño (falta de empleo, volatilidad, incapacidad de cumplir con los préstamos, etc.). Ahora en RTVE.es nos ofrece el siguiente titular "El Teléfono de la Esperanza atiende más de 173.000 llamadas y su chat crece un 27% en el último año". Se nos ofrece una perspectiva alrededor de otro concepto ya viejo, el de "esperanza", hijo de otra época, con otra visión implícita de los problemas y de lo que nos falta.

Se nos dan los siguientes datos en su inicio: 

El Teléfono de la Esperanza registró 173.264 peticiones de ayuda en 2024, de las cuales 129.880 correspondieron a atenciones en crisis, frente a aquellas de tipo informativo o no completadas. Aunque ha habido una ligera disminución respecto a años anteriores, las necesidades de apoyo emocional siguen siendo elevadas, manteniéndose por encima de los niveles prepandemia.

El servicio de chat (de lunes a domingo, entre las 18:00 y las 00:00), implementado en 2022, ha registrado un aumento del 27% en un año, de 3.194 peticiones de ayuda en 2023 a 4.059 en 2024. Este canal se ha afianzado como una opción preferida por la población joven, convirtiéndose en un pilar clave en la estrategia de atención.

Por otro lado, el servicio telefónico, canal más utilizado por mayores de 46 años, experimentó una reducción del 5,7% en las demandas. Esta tendencia podría estar relacionada con la menor presión emocional tras la pandemia y la expansión de servicios alternativos, como la línea 024 de atención a conductas suicidas, puesta en marcha por el Ministerio de Sanidad en 2022.* 

La misma forma de la expresión nos dice mucho sobre los enfoques, la falta de indagación en las causas y su reducción a cifras. Con expresiones como la "opción preferida por la población joven", "expansión de servicios alternativos" o la "presión emocional" se está dando una perspectiva que muestra que la cuestión es si "suben" o "bajan" más que otra cosa. La idea de "tendencia" automatiza el problema y lo reduce al ámbito numérico.

De nuevo, cuando se nos ofrecen los datos, se recurre a un lenguaje "técnico" que busca la clasificación de los problemas desde ciertas posiciones, ya que toda clasificación lleva implícita unos valores específicos y una forma de entender lo clasificado.

El texto señala:

Los datos muestran que las principales problemáticas gestionadas por el Teléfono de la Esperanza se relacionan con la soledad e incomunicación, el estado deprimido, la ansiedad y el riesgo suicida. Este último llegando a alcanzar los 14.064 casos, entre los que se incluyen crisis vital, ideación, crisis y actos de suicidio en curso.

Las cifras vinculadas al suicidio han disminuido respecto al año anterior, un descenso que podría estar relacionado con la primera reducción de muertes por suicidio registrada por el INE en 2023, así como con la disponibilidad de otros recursos de atención en crisis. No obstante, continúa siendo motivo de preocupación, especialmente cuando una parte significativa de estas intervenciones se realizaron a través del chat, donde se gestionaron el 16,3% de los casos de ideación suicida y el 15,4% de las crisis.

Estos datos refuerzan la necesidad de una estrategia integral a nivel nacional que ofrezca una respuesta efectiva ante los desafíos de salud mental que enfrenta nuestra sociedad.* 

Los datos sobre el suicidio lo reducen a un problema específico: se han reducido las llamadas, pero puede que sea porque hay otros tipos de atención, por lo que las llamadas se repartirían.


La propia clasificación del suicidio como "crisis vital, ideación, crisis y actos de suicidio en curso" nos dice mucho sobre el problema. El párrafo final citado demanda una "estrategia a nivel nacional", pero lo presenta como "desafíos de salud mental", sin entrar en lo que ese concepto implica: ¿es un problema individual (salud) o es una cuestión del estado de la sociedad (deshumanización generalizada)? ¿Uno "enferma" de suicidio o es presionado desde el exterior por las condiciones sociales y lo acaba realizando? 

Los casos tratados se incluyen en la categoría de "soledad e incomunicación, el estado deprimido, la ansiedad y el riesgo suicida", según indican la categoría de las estadísticas, pero ¿no llevan las tres primeras a la última, al suicidio?

Si pensamos en ellas vemos que afectan a jóvenes y mayores, que la soledad y la incomunicación se producen en una sociedad híper comunicada que cada día, sin embargo, produce más soledad y aislamiento.

Mi admiración y respeto por todos esos voluntarios que dedican horas diarias a tratar de frenar los efectos de esta sociedad maquinal y deshumanizada en sus raíces. Dan sentido pleno a su vida y permiten que sigan las de otros.

Albert Camus escribió en la primera mitad del siglo XX que el suicidio era el tema filosófico más relevante, pues se trata de valorar la vida que llevamos y la forma en que la vemos. Nuestros suicidios y crisis no son camusianos, son resultado de esa "sociedad feliz" que mostramos y a la que llamamos desde todos los rincones a través poderosas herramientas para descubrir después su vaciedad. Somos robinsones mirando al horizonte, esperando alguna llegada que dé sentido a nuestras ruidosas vidas.

Hay que cambiar lo que tenemos para poder vivir con plenitud, algo que hoy se define materialmente. Hay que desoír los cantos de las sirenas y empezar a escucharse a uno mismo y romper los silencios y soledades. La "esperanza" debe ser en algo posible, no autoengaño, y no dura siempre. 

* "El Teléfono de la Esperanza atiende más de 173.000 llamadas y su chat crece un 27% en el último año" RTVE.es 8/04/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250408/telefono-esperanza-crece-chat-suicidio/16532078.shtml

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