Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
Estado Islámico y el terrorismo que proviene de sus raíces está descolocando
nuestros diccionarios al enfrentarnos a nuevas formas que no encajan en las etiquetas
nacionales (ellos contra nosotros) como en las guerras entre
estados, en las patológicas (enfermedades psíquicas) ni en las religiosas. La
base de todo ello creo que es el desconocimiento de los procesos en las tres
líneas y, especialmente, las interacciones entre ellas que configuran unas
identidades muy diferentes a las que estamos habituados a contemplar y
comprender.
Hay una
gran diferencia entre los terroristas que se encuentran en los países árabes y
los que están surgiendo, como Omar Mateen, en la retaguardia, criados en Occidente y de segunda generación, por
decirlo así. Su proceso de gestación tiene elementos comunes con otros casos pero
mucho más, creo, diferentes.
Las
amenazas vienen de unos y otros, pero la forma de intentar detectarlos es muy
diferente ya que lo que sirve de aviso en unos casos no sirve en otros. También
creo que existen diferencias entre los casos norteamericanos y los que se han
producido en Europa, con alguna excepción. Esto no debería ser una novedad pues
el terrorista es también un producto de su entorno,
entendiendo que las motivaciones son
formas de respuesta ante los que nos rodea. Hay que estudiarlos sistémicamente, como parte de unidades
(comunidades, familias, etc.) más amplias.
Los Angeles Times recoge estas declaraciones de
la autoridades de Orlando:
“This was an act of a hate-filled murderer,”
Orlando Mayor Buddy Dyer said during a Friday briefing at an assistance center
for victims’ families. “People have different definitions of acts of terror,
but it was certainly an act of hate.”*
En efecto, muchas definiciones de terrorismo y una de odio. Sin embargo, las consecuencias son las
mismas. Da igual lo que haya habido en la cabeza de Omar Mateen, lo
importante es lo que hizo y cómo es posible evitarlo.
El sentimiento de odio puede obedecer a muchos motivos y va
moldeando la personalidad de quien se deja poseer por él. El odio destruye al
que lo tiene y contra quien se dirige. Los motivos que las personas eligen para
dar salida a su odio pueden ser caminos de salida, racionalizaciones para poder
justificar sus propios sentimientos negativos. Unos los encontrarán en la
política, otros en la religión, otros en ambas cosas. Mateen eligió dar una
forma a su motivo: el juramento al Estado Islámico y tratar de ser lo que
consideraba que nunca había sido, un verdadero
musulmán, ni sus propios ojos ni a los de los demás. Después usó lo que la
armada sociedad norteamericana le permitía: comprar armas de asalto.
Da la impresión de que se trata de hacerle un test post mórtem
para ver si supera nuestras pruebas del "buen terrorista". No es a
Omar Mateen al que hay que examinar sino nuestros protocolos de detección de
casos, algo que ha fallado estrepitosamente de nuevo.
Cada vez que se produce una matanza de este tipo, los
registros muestran que las personas en cuestión estuvieron bajo vigilancia,
habían sido controladas durante un tiempo, etc. Esto implica la producción de
una serie de discursos exculpatorios de diverso tipo. Nadie entiende que unas
personas determinadas hayan sido investigadas, interrogadas, incluso detenidas
y posteriormente hayan sido capaces de perpetrar un atentado o masacre de este
tipo.
The Washington Post titula su amplio perfil de Omar Mateen: "Troubled.
Quiet. Macho. Angry. The volatile life of the Orlando shooter". De
todas las consideraciones, la esencial es la volatilidad de su vida, de esos 29 años llenos de contradicciones que
finalmente se canalizaron hacia una decisión: jurar fidelidad al Estado Islámico y matar. Mateen es un tipo de
terrorista que difiere del modelo oficial, el yihadista que se han entrenado en
la guerra de Iraq y Siria, que pertenece a un grupo, asiste a centros
radicales, etc.
Para ellos habrá que crear una nueva categoría que acabe con
las discusiones estériles que se producen tras casos como estos. Entenderíamos
que hubiera atentado contra una comunidad cristiana haciéndola saltar por los
aires, entenderíamos que hubiera hecho volar el Capitolio, que hubiera matado
soldados norteamericanos, etc. ¿Por qué cuesta tanto creer que como terrorista haya atentado contra la
comunidad gay? ¿No persiguen a los gais en los países musulmanes, no los condenan,
azotan o ajustician en algunos países aliados? ¿No los decapitan los ocupantes
del Estado Islámico allí donde llegan? ¿Dónde está la rareza pues?
De todos esos objetivos posibles —religiosos, políticos,
militares...—, Omar Mateen seleccionó el que le generaba más odio: la comunidad
homosexual. ¿Porque él mismo lo era o sentía esos deseos que en su casa le enseñaron
que eran perversos y dignos de ser castigados por Dios y por sus más piadosos
seguidores? ¿Y qué? Cuarenta y nueve muertos y decenas de heridos no necesitan
hacerse esta pregunta. ¿Que se le describe como un "enfermo mental"?
¿Hay algún terrorista "sano"?
Lo que hemos aprendido y es lo importante es que los homosexuales
son un objetivo más del radicalismo islamista, además de los objetivos políticos,
religiosos, etc. Eso es lo que no se debe olvidar ni atenuar en ninguna forma o
variante.
El artículo de The
Washington Post es un elaborado retrato del asesino. Su comienzo es un
ejercicio analítico sobre el conjunto de su vida:
After a lifetime of angst and embarrassment,
Omar Mateen was on the verge of realizing a longtime dream in the spring of
2007.
He was about to graduate from a Florida
training academy that would put him on a path to being a police officer. He had
left behind his youth as a pudgy, often-bullied kid to become a bulked-up
bodybuilder. He was learning how to shoot a gun. Now it was all about to fall
apart.
At a class barbecue, Mateen told a fellow cadet
he was “allergic” to pork, and he got teased about it. Mateen blew up, recalled
several cadets who were present, and said he couldn’t eat anything off the
grill.
“I asked him if he was Muslim and he denied
it,” Roy Wolf said. “I said, ‘It doesn’t matter to me if you are.’ . . . He got
mad, really angry.”
A short while later — just a week after the
Virginia Tech shooting that left 32 victims dead — Mateen asked a classmate
whether he would report him if he brought a gun to campus, documents show. The
next thing students knew, Mateen had been kicked out of the academy for a
pattern of sleeping in class, plus the gun threat, which officials described in
documents as “at best extremely disturbing.”
Mateen was never charged, and so the incident
became one more anecdote in a life punctuated by many such moments, outbursts
when his insecurities and inner conflict erupted into rage — a pattern
culminating Sunday at a gay nightclub in Orlando in the worst shooting in U.S.
history.
Mateen appeared conflicted about his religion
and his sexuality, according to dozens of interviews with those who knew him.
He married twice, each time to a woman he had met online, even though he also
seemed drawn to gay life and culture.
Often, he was able to mask his internal turmoil
well enough that some friends and neighbors are now stunned to learn that the
person they knew became a killer.
But over the years, Mateen’s inner conflict
seemed to explode again and again — not only at the training academy but also
toward classmates, toward co-workers, toward his first wife and finally toward
the 49 strangers he left massacred on the bloody floor of the Pulse nightclub.**
El episodio de la barbacoa es recogido como un hecho
esencial en la narración de su vida. Contiene, en esencia, el patrón que se
repite: la continua ocultación ante los demás y la explosión cuando se produce
el descubrimiento.
Omar Mateen ejemplifica los conflictos interiores de la segunda generación, los que se sienten
escindidos entre dos modelos de culturas, dos personalidades incompatibles, dos
formas de vida. La elección de unos u otros será distinta en muchos casos, pero
el desgaste interior que produce es enorme. Esto desemboca en un tipo de
personalidad altamente conflictiva porque puede producirse el mismo resultado
que ya hemos visto en casos anteriores en los Estados Unidos.
El terrorista local —por los casos que vamos viendo— está
guiado en gran medida por el odio puesto que, a diferencia del que ha vivido
lejos de Occidente, ha padecido directamente las contradicciones en un medio
adverso. Ha habido un momento en el que ha tenido que tomar decisiones sobre
qué mostrar o cómo manifestarse. Por eso es tan importante evitar discursos
como los de Donald Trump extendiendo la condena a cualquier musulmán porque lo
que hace es generar islamofobia y entre los afectados nacerá el odio hacia los
que les acusan.
Resalta en las biografías precipitadas de Mateen sus
reacciones exageradas ante los atentados del 11-S en contra las torres gemelas:
On the morning of the 9/11 attacks, one former
classmate recalled a teacher turning on a television and the students watching
as the second plane hit.
“[Mateen] was smiling. It was almost like
surreal how happy he was about what had happened to us,” said the former
classmate, who did not want his name used, because he did not want people to
know he attended a school for poorly behaved students.
After watching the second tower get hit on a
classroom TV, Mateen stood up and claimed that Osama bin Laden was his uncle,
said the classmate, whose account was corroborated by others.
“Back then, we didn’t even really know who
Osama bin Laden was,” he said. “But he talked about shooting AK-47s. . . . He
said he shot them and his uncle taught him how to shoot them.”
The classmate recalled other students becoming
angry. “The teacher could tell we wanted to hurt him, so the teacher grabbed
him” and sent him to the dean’s office, he said.
Mateen’s father was called and came to pick him
up. “I remember his dad walking up,” the classmate said. “And in the courtyard
in front of everyone, the dad slapped him right across the face.”**
Mateen ya había aprendido a descargar su odio contra todos a
través del terrorismo. El hecho podría formar parte de cualquier novela sobre
"Retrato del terrorista adolescente". El momento de la bofetada del padre
ante sus compañeros no se debió olvidar fácilmente. Osama Bin Laden queda como
ese "tío imaginario" dispuesto a enfrentarse a sus enemigos escolares
y eliminarlos. The Washington Post
señala que Mateen fue víctima de un brutal acoso escolar a causa de su
obesidad, algo que eliminó más tarde a base de ejercicio y esteroides.
Las discusiones sobre los términos son importantes, pero es
más importante ampliar nuestro repertorio de casos. No es lo mismo prevenir que interpretar a posteriori. Hasta ahora funcionan los filtros en
algunos casos, pero fallan terriblemente en otros. No es fácil. Podemos
encontrar unas personas con una vida muy parecida a la de Matee o a la de la
pareja de terroristas de San Bernardino, pero eso no significa que ellos hayan
traducido sus sentimientos al deseo de matar.
Prevenir es complicado en sujetos aislados que se
radicalizan por sus propios medios, con su propia experiencia, que un día
quieren ser policías y otros acaban como criminales. Mateen tenía un amplio
historial como persona de reacciones violentas, incluida su relación
matrimonial. Sin embargo...
Un episodio reciente se repite también en varios medios
junto con el de la hamburguesa. Los Angeles Times señala:
[...] the owner of a gun shop in Jensen Beach,
Fla., south of Mateen’s home in Fort Pierce and about 130 miles south of
Orlando, told reporters Mateen came in roughly five weeks before the nightclub
shootings asking to buy body armor and about 1,000 rounds of ammunition.
But he left empty-handed after an employee told
him the store didn’t have either. The worker then called the FBI to report a
suspicious person, although he didn’t know Mateen’s name, according to Robert
Abell, co-owner of Lotus Gunworks, who spoke to the Associated Press and others
gathered on his doorstep.
“Unfortunately,
nobody connected the dots, and he slipped under the cracks,” Abell said.
Abell was being interviewed by FBI
investigators at the shop Friday and could not be reached for comment, staff
said.*
Conectar los puntos... Las cosas ocurren como ocurren.
Pensar en un mundo alternativo no tiene sentido, solo podemos aprender de los
errores en cada ocasión y pedir porque haya un caso que se parezca, que sea
claramente detectable.
Lo más decepcionante de este caso es cómo se trata de evitar
clasificarlo como acto de terrorismo. Lo diré de nuevo: el ataque a la
comunidad gay es también un objetivo terrorista islamista. El terrorista
islamista se ve como un guerrero de dios,
como un yihadista y por ello sus objetivos van del apóstata al homosexual, del
judío al cristiano o de cualquier otra religión. Considerarlo como un ataque a
la comunidad gay no debe hacer perder la perspectiva terrorista, sino al
contrario mostrar cómo de amplios son sus objetivos. Odio y terror.
Pero como "objetivo" es incómodo para muchos y por diferentes motivos. El caso ha
desaparecido completamente de la prensa árabe mientras que sigue copando las
páginas de la prensa norteamericana. Es lógico que sea así, pero solo hasta
cierto punto. Las primeras manifestaciones árabes de solidaridad eludían, como
vimos, la dimensión homosexual del asunto; acentuaban el carácter terrorista
del ataque y algunos lo usaban para justificar sus políticas antiterroristas
represivas (por ejemplo, contra las redes sociales). El Estado Islámico reivindicó
inmediatamente a Omar Mateen como uno de sus soldados. ¿Cómo reaccionará ahora
que está saliendo la vida conflictiva
de su héroe yihadista?
Por otro lado, víctimas y supervivientes han sufrido una exposición pública que muchos no deseaban. La privacidad de su vida se ha visto rota como un efecto más del atentado, el mediático. Para muchos será un regreso complicado.
The Washington Post
reproduce el mensaje de reivindicación:
“America and Russia stop bombing the Islamic
state,” he wrote. “I pledge my alliance to abu bakr al Baghdadi . . . may Allah
accept me.”
He added: “The real muslims will never accept
the filthy ways of the west,” and, “You kill innocent women and children by
doing us airstrikes . . . now taste the Islamic state vengeance.”**
Algunos han puesto el acento interpretativo en el "may
Allah accept me". De lo que no cabe duda es que él estaba actuando, que se
veía a sí mismo, como un yihadista
ejecutando una venganza. Qué sentido diera él a "the real muslims" es
una cuestión que muchos otros, millones, siguen debatiendo.
Omar Mateen es historia.
Ya solo produce análisis e interpretaciones, alimentadas por los nuevos datos. Lo
que hay que evitar es que otros sigan su ejemplo de odio y terror y sigan matando.
De entre los casos de terroristas interiores, el de Omar Mateen es el más complejo, el terrorista más incómodo porque hace enfrentarse por su claridad en la selección del objetivo a diversos fantasmas. Nadie tiene la exclusiva de la homofobia —como hemos señalada anteriormente—, es cierto, pero eso no arregla nada. Y a algunos les complica los discursos.
*
"Security videos show killing rampage at Orlando nightclub" Los
Angeles Times 17/06/2016
http://www.latimes.com/nation/la-na-orlando-shooting-investigation-20160617-snap-story.html
**
"Troubled. Quiet. Macho. Angry. The volatile life of the Orlando
shooter" The Washintong Post 17/06/2016
https://www.washingtonpost.com/national/troubled-quiet-macho-angry-the-volatile-life-of-omar-mateen/2016/06/17/15229250-34a6-11e6-8758-d58e76e11b12_story.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.