Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En el
día en que nos acostamos temiendo que Gran Bretaña saliera de Europa y no
levantamos con la noticia de que ya ha salido, en el día en el que hay que
felicitar a Nigel Farage, el admirador de Putin, por la creación pronta del Día
de la Independencia, en el día en el que los mercados bajar acompañando a la
libra esterlina en su viaje a ninguna parte, etc., es decir, hoy, el tema más
interesante y digno de ser tratado desde mi capacidad infinita de elegir me
parece que es este el diario El País nos propone con el titular "¿Comprarías
un coche que elegirá matarte para salvar otras vidas?". La cuestión se me
antoja harto pertinente en un día oscuro, moralmente invernal, del mes de junio:
Imagine que un coche se mueve a 80 kilómetros
por hora por una carretera. En su interior viaja una niña sola, porque se trata
de un vehículo inteligente, autónomo al 100%. De pronto, tres niños se
abalanzan sobre la carretera por error y el coche debe elegir en milésimas de
segundo: seguir hacia adelante y atropellar a tres niños o dar un volantazo y
estamparse contra un muro, con su pequeña pasajera dentro. ¿Qué debería hacer
el coche? Es probable que haya optado por salvar a los tres niños. Ahora, imagine
que el coche es suyo y la niña, su hija. ¿Compraría para su familia un coche
que va a matar a sus tripulantes para salvar otras vidas?
El bien mayor, como la ética, se desliza por
una pendiente muy resbaladiza cuando se lleva a lo personal, como han mostrado
unos investigadores en un estudio que publican en Science. A través de una serie de preguntas, sondearon la opinión
de ciudadanos norteamericanos sobre estos dilemas. La primera conclusión es que
la mayoría de los encuestados quiere que los coches autónomos tengan esta
moralidad utilitarista: mejor matar a un pasajero que atropellar a 10 peatones.
Sin embargo, la mayoría asegura que no compraría un coche con estos criterios
en su algoritmo.
La gran paradoja de los vehículos
inteligentes sería que su perfección a la hora de reducir el número de muertes
provoque que los usuarios no quieran comprarlos. Y cada año que se retrasen
será un año en el que no se estarán evitando accidentes debidos a errores o
negligencias humanas; el 90% de los accidentes actuales, según algunos
cálculos. Pero nos aterra pensar que nuestros coches estén programados para
matar, para matarnos. Preferimos que ese algoritmo esté solo en los de los
demás.*
El
problema, como habrán observado los aficionados a la Ética o las personas
insomnes, no es nuevo. Es una actualización de una cuestión ética al único
comportamiento que hoy nos preocupa: las compras. El gran drama que el artículo
nos presenta es que no vamos a querer comprar un vehículo perfecto porque
nuestra imperfección es la que decidirá si comprarlo o no. Es decir: la
inversión en ingenio, trabajo, tiempo y dinero realizada por miles de personas para
la producción de un coche perfecto choca con una frase que en latín luciría más
pero que los psicólogos evolutivos concretan en un "¡no me da la gana
comprarlo!", acompañado probablemente con algún gesto obsceno que variará
en función de la cultura en la que se haga la encuesta o pregunta aislada.
La
pregunta en otros tiempos no habría sido "cómo vender un coche perfecto a
personas imperfectas" sino "para qué queremos un coche perfecto (después
de lo que sabemos que pasó en Babel)". Antes de que la Ética se estudiara
como obstáculo al Marketing (el yin y el yang), incluso habría pasado por otra
fase crítica e inquisitiva mediante la pregunta "cómo, seres imperfectos,
podemos crear un coche perfecto". Algunos se sumergirían en los
fondos metafóricos del lenguaje y se
preguntarían qué es "perfección" y si no encierra la pregunta un
truco semántico en el que "perfecto" implica que no debe ser
cuestionado.
Algunos
pensarán que la pregunta se puede perfeccionar y transformarían el original "¿Comprarías
un coche que elegirá matarte para salvar otras vidas?" por un más preciso "¿Comprarías
a plazos un coche que elegirá matarte
para salvar otras vidas?". Este argumento me parece decisivo puesto que
nada daría más rabia que el que te mate después de haberlo pagado al contado.
Si Dios está en los pucheros, la verdad está en los detalles. Una Ética de la
Compra no debe olvidar las formas de financiación.
Estoy
seguro que esa pregunta reformulada daría lugar a importantes variaciones que
serían recogidas en Science y causarían asombro, reactivando la fabricación de
coches perfectos que deciden por sí mismos si deben estrellarse contra un muro contigo
dentro.
Después
de lo ocurrido con las emisiones contaminantes y los falsos datos sobre ellas,
debemos estar preparados para un desengaño, que la Ética de serie pueda venir trucada y los fabricantes nos hayan vendido
un coche que dice unas cosas y luego hace otras. Puede que los grandes
fabricantes pidan que los coches pasen por los talleres para reajustarles la
ética que se ha detectado que tiene fallos.
La duda
que subyace a todo lo dicho es ¿para qué queremos un coche perfecto en un mundo
en el que todo es imperfecto, empezando por las carreteras, los peatones que
cruzan por donde no deben o los conductores fumados? Y más: ¿por qué queremos
que un coche tome las decisiones por nosotros si lo único que tenemos es nuestra
libertad de elegir?
La
pregunta que les han hecho a los británicos y que ellos han contestado hoy se
parece bastante a ese "¿Comprarías un coche que elegirá matarte para
salvar otras vidas?". Traducido a "brexit" sería algo así como:
"¿Quiere pertenecer a un grupo en el que le perjudican para salvar a
otros?". Los británicos han dicho que no, claro. "Rule Britannia!".
Se concreta y acaba la peligrosa política de estar en Europa practicando una
política de antieuropeísmo, de uso constante de la Unión como origen de todos
los problemas. Esa ha sido la estrategia de los gobiernos conservadores de Gran
Bretaña y de Cameron en particular, su patética campaña europeísta no tapa los
años de amenazas y excusas tirando de la cuerda hasta que se ha roto.
Los
británicos que han votado que sí a la salida son consumidores de una idea
romántica de Gran Bretaña. El "antes" al que quieren volver ya no
existe; el mundo ha cambiado. Han comprado su coche británico y el derecho de
atropellar. Su pregunta es "¿Comprarías un coche europeo que elegirá matarte para salvar otras vidas?". Lo
malo es que tendrán que hacerlo en sus propias carreteras porque para ellos las
europeas se han vuelto de peaje. Como
les ha advertido Juncker, "out is out".
J.K. Rowling, la autora de la serie de Harry Potter, ha dejado una gran verdad en un twit: "Scotland will seek independence now. Cameron's legacy will be breaking up two unions. Neither needed to happen." Cameron es el hombre que se atropella a sí mismo en su regreso al futuro particular.
Uno de los eufóricos líderes de la salida ha comparado el día con el de la caída del muro de Berlín. Sigue la línea subyacente de Boris Johnson comparando Europa con la Alemania hitleriana. Se les ha vendido a los británicos la Batalla de Inglaterra como marco conceptual: los nazis se han adueñado de Europa, recuperemos nuestra libertad. Está por ver si el muro no se les caerá encima a los que han dado el topetazo.
Lo que sí es cierto es que todos recordarán, para bien o para mal, dónde estaban ayer mientras la libra se desplomaba. Out is out.
*
"¿Comprarías un coche que elegirá matarte para salvar otras vidas?"
El País 24/6/2016
http://elpais.com/elpais/2016/06/22/ciencia/1466610816_591801.html
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