Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cuando tengamos que escribir en otros formatos lo que está ocurriendo hoy en Palestina habrá que tener en cuenta los múltiples lugares en los que se manifestaban sus efectos, las otras luchas. Tendrá especial interés mostrar las luchas dentro de las zonas activas del judaísmo en muchos lugares. Uno de ellos será el mundo de la cultura norteamericana, especialmente el del cine, en el que siempre ha tenido una especial relevancia. Es desde Hollywood desde donde se ha mostrado al mundo una visión de Israel, de su destino y su formación moderna.
Ahora
nos llegan las noticias de su división ante lo que está ocurriendo, ante la guerra
y el genocidio que cuenta ya con más de 30.000 muertos palestinos, una parte
importante de los cuales son civiles, niños en especia. Las acusaciones contra
las acciones del gobierno de Benjamin Netanyahu se suceden. Ocurren dentro del
mismo Israel donde lo que se está haciendo recuerda demasiado a lo que el
pueblo judío sufrió hasta llegar al exterminio programado del holocausto.
Decíamos
hace unos días que Netanyahu esta dilapidando el capital histórico judío al ir
más allá de su "defensa" y convertir la destrucción de la Franja y
sus habitantes en una estrategia política y militar. Las presiones internacionales
no consiguen mucho, tampoco las protestas internas contra Netanyahu en unos
movimientos difíciles de evaluar todavía.
Pero
fuera de Israel la situación adquiere ya tintes de condena en los mismos
centros judíos. Se está produciendo un conflicto entre partidarios y
detractores de esta política de exterminio, de violencia sobre civiles, de
destrucción sistemática, incluso de colonización de zonas abandonadas, como se
ha señalado en determinados puntos.
En
20minutos, en su Cinemanía, se recogen los efectos de lo ocurrido durante la
entrega de los premios Oscar:
“Estamos aquí como hombres que
rechazan que su judaísmo y el Holocausto sean secuestrados por una
opción que está llevando al conflicto a tanta gente inocente. Ya sean las víctimas
del 7 de octubre en Israel o del actual ataque a Gaza, ¿cómo
resistiremos?·. Tales fueron las palabras de Jonathan Glazer desde el
escenario, al ganar el Oscar a Mejor película internacional por La
zona de interés. Esta adaptación de la novela de Martin Amis se
centraba en el Holocausto, pero Glazer quería alertar contra el
genocidio de cualquier circunstancia histórica, y no dudó en vincularlo al actual
conflicto de Israel y Palestina.*
La
relevancia del momento lo convertía en un foro de atención mundial, un momento
en el que demostrar la repulsa por los métodos, por las acciones de exterminio
llevadas a cabo por el gobierno de Netanyahu, más allá de lo meramente
defensivo y ajustado al derecho internacional.
Por eso es especialmente relevante que a las protestas internacionales, a las condenas de los hechos le sigan las protestas internas, el rechazo de la propia comunidad judía internacional o, al menos, que una parte de ella deje clara su oposición a estos métodos.
El discurso en los Oscar ha sido recogido por muchos otros miembros de la comunidad de Hollywood que han querido sumar su relevancia, su notoriedad como forma de atracción hacia la condena y dejar claro que no están de acuerdo con lo que se está haciendo. Pero no todos lo han visto con buenos ojos y las cartas con firmas de protesta han aparecido dividiendo a la comunidad.
Pero otros acontecimientos, como el reciente asesinato de los siete cooperantes, bombardeados con toda precisión por el ejército israelí, provocan nuevas oleadas críticas:
No ha sido las únicas muestras de repulsa contra el
genocidio que está cometiendo Israel. Días después de que la muerte de siete
trabajadores humanitarios de World Center Kitchen a manos del ejército
israelí agitara la opinión pública (con un ejecutivo de Joe Biden cada
vez más incómodo ante la conducta de Netanyahu), ha sido publicada una carta
alternativa, en firme apoyo del discurso de Glazer y en contra de que se
utilice la memoria del Holocausto para justificar lo que está ocurriendo en
Gaza. Son 151 los firmantes, según recoge Variety, tratándose de varios creativos de ascendencia judía en
Hollywood.
Ahí encontramos a Joaquin Phoenix con su hermana Rain, al director Todd Haynes que hace poco estrenó Secretos de un escándalo, al Boots Riley de Perdona que te moleste, al Lenny Abramson de La habitación, al actor David Cross, a la directora de El club de las luchadoras Emma Seligman, a la actriz Debra Winger o al crítico David Ehrlich. También está Joel Coen, Elliot Gould, la directora Eliza Hittman (Nunca, casi nunca, a veces, siempre), a la célebre ensayista Naomi Klein, al cineasta Mike Leigh, a la actriz Hari Nef (vista recientemente en Barbie), a Nadav Lapid e Ira Sachs (directores de Sinónimos y Passages respectivamente), y a Mica Levi, encargado de la música de La zona de interés.*
De
seguir así, cada vez será más difícil "justificar" lo que ocurre en
la Franja, El rechazo miembros destacados de la comunidad judía es relevante
porque no se puede alegar "antisemitismo", como hace ya el gobierno
de Israel para defender su acciones. La dilapidación del holocausto, de la
historia del pueblo judío, es un hecho de incalculables consecuencias que el
gobierno Israel no ha tenido en cuenta.
El
holocausto está empezado a ser utilizado contra el gobierno de Israel, algo que
deja contra las cuerdas a Netanyahu. Ser desposeído de esta poderosa arma es un
duro revés a su pretensión de seguir capitalizando la historia.
El
cierre del artículo deja claro que el gobierno de Israel ya no define los
escenarios del combate. Este se ha trasladado a una opinión pública que se le
enfrenta y donde los defensores de esta violencia se quedan sin argumentos.
Tras el discurso en la entre los premios del cine, la aparición de esa carta abre un segundo frente contra la política de Israel. Se nos explica:
En la carta leemos: “Somos artistas, cineastas, escritores y profesionales creativos judíos que apoyamos la declaración de Jonathan Glazer de los Oscar 2024. Nos alarmó ver a algunos de nuestros colegas de la industria denunciar sus comentarios. Sus ataques a Glazer son una peligrosa distracción de la creciente campaña militar de Israel, que ya ha matado a más de 32.000 palestinos en Gaza y ha llevado a cientos de miles al borde de la inanición. Lloramos por todos los que han muerto en Palestina e Israel durante demasiadas décadas, incluidos los 1.200 israelíes muertos en los atentados de Hamás del 7 de octubre y los 253 rehenes tomados”.
Y continúa: “Somos judíos orgullosos que denunciamos la militarización de la identidad judía y de la memoria del Holocausto para justificar lo que muchos expertos en derecho internacional, incluidos estudiosos del Holocausto , han identificado como ‘genocidio en ciernes’. Rechazamos la falsa elección entre la seguridad de los judíos y la libertad de los palestinos. Nos unimos a todos los que piden un alto el fuego permanente, que incluya el retorno seguro de todos los rehenes y la entrega inmediata de ayuda a Gaza, y el fin de los bombardeos y el asedio continuos de Israel sobre Gaza”.
Y termina: “Honramos el Holocausto diciendo: nunca más, para nadie”.*
Esta frase final concentra toda la polémica tras la defensa de su posición: "somos judíos orgullosos". Entre ambas afirmaciones se abre una nueva realidad judía, una actitud que permita salir del callejón en el que el gobierno de Netanyahu ha metido a la comunidad judía, dentro y fuera de Israel. Esto es importante porque da oxígeno a la oposición interior que necesita argumentos y apoyos que le permitan huir de ser etiquetados como "anti judíos". Les que por delante la compleja tarea de separar a Netanyahu de la esencia judía, evitar que se convierta en un emblema judío, en la única solución posible.
Las declaraciones en diferentes espacios son la señal de que hay otra forma mejor de actuar, que ese "nunca más, para nadie" va más allá de un privilegio, de una licencia de exterminio en nombre de una pasado que Netanyahu está dilapidando contribuyendo a que el antisemitismo tenga excusas para crecer en el mundo.
Ahora en Hollywood se ha abierto una guerra de cartas y firmas, de denuncias y apoyos, en torno a unos sucesos que dividen al mundo justificando que cualquier forma de defensa es posible. Es un Hollywood dividido, llevado a posicionarse en un sentido u otro. Las reticencias iniciales a manifestarse han sido olvidadas ante la magnitud dramática de los hechos que se acumulan. Los que pusieron sus firmas de apoyo a Israel tras el ataque inicial de Hamás, con los asesinatos y secuestros, puede que no todos estén de acuerdo con lo que está ocurriendo después.
La otra guerra, la de la opinión, está abierta.
El Correo - 9/11/2023 |
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