Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En un
país que cada vez depende más del "buen tiempo", quedando este
concepto en interpretaciones diferentes, como ha quedado demostrado con estas
intensas lluvias, buenas para el campo, malas para la hostelería, o como se ve
con los conflictos en el Mar Menor por los vertidos de la agricultura que llega
hasta los turistas, los cambios climáticos globales deberían tomarse más en
serio.
Al
decir "en serio" me refiero a ser consciente de la trascendencia
global, pero también de los cambios que pueden suponer para nuestra forma de
vida, nuestros espacios y, en especial, nuestro modelo turístico, sobre el que
giran muchas cosas. Nos dicen que las temperaturas de este día y los siguientes
están más de diez grados por encima de lo que sería habitual en esta época. Si
superamos los 30º en muchas zonas, cabe preguntarse que tendremos en verano. Ya
tuvimos unas experiencias tórridas el verano pasado y las previsiones para este
verano son tema de estado y apenas se mencionan.
La celebración en Barcelona de una semana de encuentros con el tema de la situación de los océanos deja el siguiente titular "Temperatura récord, acidificación, plásticos y químicos... "Los océanos se encuentran en un punto crítico"". En absoluto se puede considerar un titular sensacionalista, sino una descripción bastante ajustada a lo que pueden ser la realidad:
"No sabemos qué va a pasar, es algo que está en debate, pero cada vez hay más artículos científicos que confirman que se está produciendo una ralentización de la corriente global", añade, y subraya que "si las corrientes cambian, o cambia su velocidad, es muy probable que vaya a cambiar el clima en todo el planeta, lo que va a tener un impacto enorme en el ser humano", aunque en todo caso reconoce que en este proceso "aún hay mucha incertidumbre". *
Eso del "ser humano" parece que nos queda demasiado lejos. Necesitamos poner el dedo en el mapa, señalar dónde y cómo va a afectarnos directamente, de otra forma es un brindis al sol. La fuerza que necesitarían emplear los políticos para intentar evitar desastres chocaría, como ocurre, con las resistencias a cambiar el modelo, a dejar de construir un presente que tiene poco futuro. Así somos y poca esperanza. Los ejemplos citados del Mar Menor, con un abierto conflicto de intereses entre dos sectores económicos dejan claro cuál será el futuro. Los ejemplos o similares se pueden repetir por toda la zona turística costera española
diciembre 2012 |
Esas cosas del "planeta" y del "ser humano" son demasiado vagas, nadie se pone en su lugar y máxime si la venda de los intereses no se acaba de caer. Creo que los negacionistas del cambio climático tienen poco que decir ante la evidencias, pero —por contra— adquieren más fuerza precisamente porque la realidad que tienen que negar es cada vez más evidente. No es casual que uno de los pilares más sólidos del trumpismo sea precisamente la negación del cambio climático, un "invento chino" para frenar el desarrollo industrial norteamericano según los negacionistas. Aquí tenemos sus émulos, los que repiten sus argumentos y consiguen interesados seguidores, los que ven afectados sus negocios y que les respaldan.
En el artículo se señala:
Así, los océanos de todo el mundo se ven acosados por múltiples amenazas, a las que hay que añadir otras como la contaminación por plásticos y químicos, la acidificación, la modificación de la línea de costa, la sobreexplotación de los recursos pesqueros, la presión turística, el impacto del tráfico marítimo, la pérdida de biodiversidad... Demasiados frentes abiertos para este medio tan frágil, maltratado sistemáticamente por un ser humano cuyo futuro depende en buena medida de su salud.*
Todos esos puntos afectados importan poco a los que ven peligrar sus negocios. La construcción, por ejemplo, a orillas del mar, un recurso turístico que ha atraído a mucha gente, se verá afectada por esa modificación de las líneas costeras por efectos de las subidas del nivel y por las avalanchas torrenciales, fruto de las intensas lluvias cuyas aguas acabarán en el mar. Las construcciones en lugares donde no se debía construir en previsión de riadas serán las primeras en verse afectados, urbanizaciones enteras anegadas.
En ElDiario.es podemos leer tras el titular "La España inundable: más de un millón de viviendas se levantan en zonas de riesgo", con fecha del cuatro de septiembre pasado:
Diez minutos bastaron para que la tromba de agua que descargó sobre Javalí Viejo, una pedanía de la ciudad de Murcia, arrasara con decenas de viviendas. Ocurrió en septiembre de 2022. Los vecinos de la calle San Nicolás, paralela a la rambla de la Ventosa, se llevaron la peor parte. El agua atravesó los hogares y arrastró muros, mobiliario y vehículos. También a Antonio, el hombre que fue hallado muerto a 300 metros. “Pensé que íbamos a morir”, cuenta, todavía asustada, Josefa Santiago. Ella es una de las habitantes de la España inundable, un censo nunca elaborado al detalle pero que abarca al menos 1,03 millones de viviendas en todo el país. Nada menos que el 4,3% del total.**
El
negocio ya está hecho: compras de los terrenos peligrosos, construcciones donde
no se debe... Ayuntamientos que han visto hecho su agosto, constructoras
enriquecidas, inversores, etc. No importa nada más; ya está todo. Solo queda la llegada de las
trombas de aguas. Décadas de políticas permisivas y oportunistas le han sacado
dinero a la situación que estalla con la llegada de estas lluvias que se
esperaba que nunca cayeran, pero que lo han hecho. ¡Qué fastidio de Naturaleza!
Lo
hecho en los Estados Unidos de Trump, el descrédito de la ciencia, el control de
los medios, etc. lo vemos repetido en muchos lugares. Lo ocurrido con la
pandemia ha sido otro aviso de lo que significa menospreciar los avisos y, sobre
todo, poner en la balanza vidas humanas y economía, como se ha hecho. Muchas
muertes se podrían haber evitado si no hubiéramos antepuesto la rapidez de las
aperturas, el relativismo de las condiciones restrictivas, etc. a la realidad
de una pandemia, una realidad contagiosa y destructiva.
Nada nos afecta más que el cambio climático ya que este afecta a todo, a las condiciones de supervivencia, lo que permita que la vida se desarrolle. A nosotros, que dependemos tanto de la climatología, algo que va de la ocupación de las playas a las terrazas de los chiringuitos y terrazas, de que la gente venga o no, nos debería interesar todas esta información ya que va en ello nuestro modelo; que basta con que llueva en una procesiones para que salga un mar de lágrimas, si esto se extiende a puentes y festivos, a periodos vacacionales, etc. podemos empezar a saborear el desastre en poco tiempo. Además todo esto acaba teniendo repercusión importante en la economía (que se vuelve inflacionaria), en el empleo (que se vuelve estacional y precario); en la vivienda se vuelve inalcanzable, por un lado, y en inversión especulativa, por otro... Pero la acusación a científicos y medios de "alarmistas", de crear un sentido negativo para el desarrollo económico da miedo a muchos.
En fin,
que vamos a estar mirando al cielo por muchos motivos. Sería deseable que
nuestros políticos dejaran de discutir, de hacer favores a los sectores más
influyentes y se preocuparan por un futuro más allá del suyo.
El cambio climático, sus efectos, son innegables; sin embargo crece y seguirá creciendo el "negacionismo" en la medida en que proteja los intereses de unos y otros. Por eso es fundamental ir buscando otro modelo, otras reglas.
* Samuel A. Pilar "Temperatura récord, acidificación, plásticos y químicos... "Los océanos se encuentran en un punto crítico"" RTVE.es 13/04/2024 https://www.rtve.es/noticias/20240413/temperatura-record-acidificacion-plasticos-quimicos-oceanos-se-encuentran-punto-critico/16056173.shtml
** Pau
Rodríguez, Victoria Olivares y Raúl Sánchez "La España inundable: más de
un millón de viviendas se levantan en zonas de riesgo" ElDiario.es
4/09/2023 https://www.eldiario.es/sociedad/espana-inundable-millon-viviendas-casas-zonas-riesgo-inundacion-riadas_1_10485675.html
The Guardian 6/02/2024 |
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