jueves, 4 de abril de 2024

La temporalidad no es un éxito

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En 20minutos se echan las campanas al vuelo con un nuevo récord de esta "mágica" economía española, esta economía de una sociedad en la que aumenta la "infelicidad", pero los gobiernos cantan sus milagros, donde aumentan las personas en riesgo de exclusión pero aumenta el consumo. Esta economía mágica es, por supuesto, la que se deriva de la hostelería, de la que dependa ya el 15% de PIB.

El titular del diario señala "Una hostelería de récord: aporta casi la mitad de los casi 200.000 nuevos puestos de trabajo creados en marzo", en un texto firmado por Jorge Millán. 

La hostelería fue el gran protagonista del fuerte crecimiento del empleo registrado el pasado marzo. Los datos publicados el martes por la Seguridad Social lo certifican: si en España se crearon 193.500 nuevos puestos de trabajo el mes pasado, 84.000 de ellos —casi la mitad— procedían de este sector, que supone algo más de un 10% del PIB del país. Sin embargo, nunca antes se había visto un aumento del empleo tan fuerte en hostelería en un mes de marzo como este año. El récord anterior se estableció en 2023, cuando se incorporaron 73.926 a trabajar al sector. Este año el incremento ha sido un 13,5% superior al del ejercicio previo.*


 

El peso cada vez mayor de la hostelería está creando (ha creado ya) un modelo distorsionado de lo que es el empleo, de para qué trabaja uno y de la distancia entre los dos conceptos. Según lo dicho, los españoles somos seres que vivimos para sostener la hostelería. Según el otro punto de vista, los españoles trata de sobrevivir con lo que el sector les ofrece en diversos momentos del año regido por el propio sentido temporal de las actividades propias.

Cuando un sector adquiere tanta fuerza, tanto peso en la economía, deja de servir al conjunto y es capaz de imponer sus reglas al sistema amenazando con efectos negativos si se le contradice. El ejemplo más claro de esta distorsión es la creación de esos contratos del llamado "fijo discontinuo" con los que ya se da por hecho que "entras y sales" de la actividad en función de eso llamado "estacionalidad".

El "drama" que se nos cuenta en el artículo es que las expectativas de los empresarios del sector les llevaron en marzo a contratar de forma de récord pero que la maldita lluvia les ha arruinado las expectativas. Muchos contratos, pocos ingresos. Es el lamento previo a la masacre. Ahora los contratos llevarán a los despidos de las vacas más flacas hasta el verano, los puentes y festivos en los que deberá acompañarnos el buen tiempo y el optimismo de los europeos que decidan venir a ser felices mediante pago. En resumidas cuentas, los "récords" de contratación en el sector hostelero son como globos a los que se pincha para volver a hincharlos cuando toque y el tiempo lo permita.

En el artículo se señala este funcionamiento "normalizado":

En marzo es habitual que las contrataciones despunten en hostelería. La llegada del buen tiempo fomenta las contrataciones de personal en un sector con una fortísima estacionalidad que concentra su actividad entre los meses de marzo y agosto. Después, en los en otoño e invierno, el empleo se reduce drásticamente.*



La clave está en ese "fortísima estacionalidad". Ese ser y no ser, estar y no estar contratado al que la población debe someterse porque quien contrata manda y los políticos lo saben. Esto supone que sus puestos dependen en gran medida de no enfrentarse a las patronales dominantes.

¿Pero puede sobrevivir un país a este ritmo, puede tener futuro? Entonces los problemas se invierten. Hace unos días se nos habla del "problema" de la sobrecualificación, es decir, tener que contratar licenciados, doctores, ingenieros, etc. para puestos de camareros, que es lo que más ofrece, como se reconoce al señalar al sector como la máxima fuente de contratación. Más vale trabajar de camarero que no trabajar dirán algunos con razón. Pero el problema está en la incapacidad de tirar de otros sectores, de producir algo más que pinchos y platos, de esperar a ver si viene el buen tiempo.

Los demás sectores tienen su propio funcionamiento, del becario a los despidos cada cierto tiempo y nuevos contratos, que acaban acumulándose en periodos muy cortos de tiempo. Por mucho que el presidente del gobierno vaya a hacerse fotos a la importante fábrica en Valencia para producir coches eléctricos, son las excepciones que sirven para tapar el escándalo laboral que supone esa falta de alternativas.


España tiene otro récord desde hace años, el del autoempleo, disfrazado de micro empresas, ya que las pequeñas y medianas apenas pueden formarse. Es más barato comprar fuera. La alternativa es crearse el negocio propio y poco más.

La acción de los políticos debería centrarse en la mejora del país, en crear nuevas oportunidades de desarrollo empresarial. Sin embargo, no hay ya alcalde que no quiera "atraer turistas" a su pueblo, convertir sus casas vacías en urbanizaciones y sus sembrados en campos de golf. Les parece la vía más segura hacia una modernidad de chiringuito.


Dependemos no solo de si llueve o no, como se ha visto estos días. Sino de si vienen desde fuera o no, lo que implica que cuando haya una crisis europea, lo primero que se resentirá en es turismo, por lo que habrá que ir rebajando las expectativas. Lo ocurrido con la pandemia es muy ilustrativo: España debía rebajar sus medidas de protección para no "perjudicar al turismo". En palabras de un joven francés que venía en uno de esos trenes de alta velocidad que los dejaban en Madrid para el fin de semana: "Podemos hacer lo que no nos dejan en nuestro país".

Si empezamos a ver estas cifras como un "auténtico éxito" es que hemos aceptado demasiado fácilmente este destino temporalizado, que quiere reducir el nivel de estudios por la llamada "sobrecualificación" (¿para qué hacen falta tanto universitario?) y que reduce las empresas a mínimos, estamos en un camino que cada día será más irreversible.

Perdemos tejido industrial, investigador real, por mucho que las noticias no lleguen con cuentagotas sobre esos otros éxitos. No se ve en la clase política ningún deseo de cambiar ese destino hostelero de la población, les guste o no. Creer que no hay otro es una forma de renuncia que perfila un futuro cada vez más "soleado". El cambio climático nos seguirá jugando malas pasadas, pero seguimos dando por seguro que el sol no nos fallará.


Dentro de unos días, las cifras récord serán las de los despidos de los contratos. De récord a récord. Ya nos parece normal y seguimos en la senda. La hostelería existe, el problema es si distorsiona todo el marcado laboral y la oferta se reduce. Hay que crear alternativas que vayan hacia empleos estables, que es lo que la gente quiere con su trabajo, estabilidad. La angustia que produce la temporalidad es la causa de mucho estrés, del crecimiento del suicidio, de la violencia social, del aumento de la delincuencia, como nos dan los datos que cada día se nos ofrecen.

Si no está usted bastante deprimido al ver la cantidad de sinvergüenzas, corruptos, desalmados que salen a la luz últimamente, por ver lo fácil que es enriquecerse para algunos si tiene los contactos adecuados y dar pelotazos de millones de euros con solo una llamada telefónica, el ver el sufrimiento, la angustia acumulada por millones de personas por esta temporalidad impuesta por el modelo le debería resultar irritante. Aceptarlo como destino de un país, como modelo de desarrollo, etc. se sigue haciendo muy difícil, pese a las sonrisas políticas.


 

* Jorge Millán "Una hostelería de récord: aporta casi la mitad de los casi 200.000 nuevos puestos de trabajo creados en marzo" 20minutos 03/04/2024 https://www.20minutos.es/noticia/5232629/0/hosteleria-se-anota-mejor-marzo-historia-empleo-aporta-casi-mitad-los-nuevos-puestos-trabajo-mes/

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