Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos últimos tiempos han proliferado los consejos para prevenirse de las
denominadas "fake news". Desde todas partes surgen recetarios sobre
cómo defenderse al igual que al llegar la primavera nos hablan de las alergias
y en veranos de cómo protegernos de los efectos de la exposición excesiva a los
rayos solares. En breve: las fake news
son ya un clásico de la información. Son ya un tópico, un lugar común. Pero las
mentiras más peligrosas son las que se esconden entre verdades, por lo que no
son fáciles de detectar. No son noticias increíbles; las buenas fakes news son más fáciles de creer.
El
diario El Mundo, por ejemplo, ha consultado con un profesor universitario, que
ha dado el siguiente recetario para la prevención:
- Desconfía de titulares impactantes, ¿es real o sólo ‘clickbait’?
- Consulta la fuente, ¿es de un medio fiable?
- Lee el resto del artículo, ¿se corresponde con el titular?
- Fíjate bien… ¿puede tratarse de un artículo satírico?
- Busca la misma noticia en otras fuentes
- Acude a los ‘fact-checkers’ y descubre si es un bulo*
En realidad, las cinco primeras apenas nos solucionan nada. Hoy casi todos usan "titulares impactantes" o extrañas cuestiones que excitan la curiosidad de los lectores. El hecho de estar consultando un medio fiable o no también es relativo; para algunos, son completamente fiables ya que creen en ellos. Las fake news se adentran a través de nuestros contactos la mayoría de las veces. Alguien las hace circular porque las da por buena y nosotros damos por bueno al contacto que nos las trae. El consejo de leer los artículos completos es mucho pedir ya que la gente que lo hace no es de la categoría que se señala.
Los
consejos dados son los que seguiría una persona que no se dejaría engañar. El
engaño, por el contrario, va destinado principalmente a la gente que incumple
por norma todos esos principios. La cuestión central es psicológica: ¿te
chirría algo en la cabeza cuando lees algo? Si consideras "normal" lo
que te están contando, es que ya estás dentro de la trampa. Muchas fake news no
buscan tanto "engañar" como reforzar creencias en quien ya considera
normal que algo así ocurra. El límite entre lo creíble y lo increíble lo
aporta, por tanto, la credulidad del receptor.
¿Por
qué nos extraña que la gente sea receptiva a ciertas noticias cuando hay
millones que creen que no hemos llegado a la Luna, que la tierra está hueca,
etc.? En el fondo, lo que nos cuesta más creer es la inflexibilidad mental de
muchas personas, que se aferran a creencias infundadas o que son impermeables a
las pruebas y demostraciones de cualquier naturaleza.
Los
datos falsos sobre inmigración que se dieron en Italia durante las últimas
elecciones, por ejemplo, estaban destinados a reforzar a los populistas y a
recoger dudosos, personas temerosas de la llegada de extranjeros. Basta con
subir unos cuantos puntos los datos y ya tenemos una situación preocupante. El
que quiere creerlo, lo cree.
Por su
parte, Facebook, uno de los medios sociales en el ojo del huracán, también los
previene sobre las noticias falsas y nos da más consejos:
- Desconfía de los titulares. A menudo las noticias falsas tienen titulares llamativos en mayúsculas con signos de exclamación. Si el titular contiene afirmaciones impactantes que resultan inverosímiles, lo más probable es que sean falsas.
- Examina la URL. Una URL falsa o que copia una real puede indicar que se trata de una noticia falsa. Muchos de los sitios web de noticias falsas imitan fuentes de noticias auténticas haciendo pequeños cambios en la URL. Puedes ir al sitio web para comparar la URL con las fuentes oficiales.
- Investiga la fuente de la noticia. Asegúrate de que la historia provenga de una fuente de confianza, que cuente con una buena reputación por su veracidad. Si la historia procede de una organización desconocida, consulta la sección “Información” de su sitio web para conocer más detalles.
- Presta atención al formato. Muchos sitios de noticias falsas tienen faltas de ortografía o un diseño extraño. Si detectas cualquiera de estos indicios, lee con atención.
- Presta atención a las fotos. Las noticias falsas suelen contener imágenes o vídeos manipulados. En ocasiones, la foto puede ser auténtica, pero haber sido sacada de contexto. Puedes hacer una búsqueda de la foto o imagen para verificar su procedencia.
- Revisa las fechas. Las noticias falsas pueden tener una cronología sin sentido o incluir fechas que han sido alteradas.
- Verifica los hechos. Verifica las fuentes del autor para confirmar que son exactas. Si no se aportan pruebas o se confía en expertos cuya identidad no se menciona, es posible que la noticia sea falsa.
- Consulta otras noticias. Si ninguna otra fuente de noticias informa de la misma historia, es posible que sea falsa. Si, en cambio, varias de las fuentes en las que confías informan de ella, es más probable que sea cierta.
- ¿La historia es una broma? A veces es difícil diferenciar las noticias falsas del humor o la sátira. Comprueba si la fuente de la noticia es conocida por sus parodias, y si los detalles y el tono de la historia sugieren que esta se ha escrito en clave de humor.
- Algunas historias son falsas de forma intencionada. Mantén una actitud crítica cuando leas una historia y comparte solo las noticias que pienses que son creíbles.
Como
podemos apreciar, las dos listas son prácticamente iguales. También nos piden
que desconfiemos de los titulares, que comprobemos que no es un artículo irónico, que vayamos a las fuentes, que
comprobemos si está en otras páginas, etc. Finalmente, como nos decía la experta en las noticias falsas
rusas que citábamos ayer, Alina Polyakova, hay que ser "críticos".
Pero, de nuevo insistimos, las noticias falsas no están pensadas para que se
las crea todo el mundo, sino los que están dispuestos a creerlas.
Cuando
Donald Trump dijo en campaña que el cambio climático era un invento de China
para frenar el desarrollo norteamericano, unos le creyeron y otros no. Lo dicho
es falso, pero muchos lo creyeron con gusto. Cuando Scientific American publicó
un editorial rompiendo su neutralidad política a lo largo de su historia
centenaria como revista denunciando que lo que se afirmaba en la campaña
electoral por parte de Trump les preocupaba profundamente como científicos,
unos lo creyeron y otros acusaron a los científicos de ser antiamericanos y
liberales. La revista científica tituló "Donald Trump’s Lack of Respect
for Science Is Alarming" (había titulado previamente "The Tweets We
Hold to Be Self-Evident") y mostraba la preocupación por una campaña
centrada en falsedades que se relacionaban con la ciencia, desde los ataques contra
las vacunas hasta el negacionismo del
cambio climático. No hacía falta que las noticias falsas llegaran de la Rusia
de Putin, estaban ya en el corazón de muchos norteamericanos que llevan décadas
consumiendo su propia basura informativa con agrado y complacencia.
El mayor problema ha sido la deriva de muchos periódicos serios hacia ciertas formas atractivas de periodismo que ahora nos resultan complicadas de distinguir. Me refiero a la selección de "noticias" extravagantes de las propias redes sociales o de las formas de titulación. Lo hicieron ante la pérdida de audiencia y los resultados han sido malos.
De vez
en cuando algún informe nos habla del preocupante retroceso de esa actitud
"crítica" que ahora se nos pide que tengamos ante las noticias que pueden
desestabilizar un país durante un proceso electoral o crear un clima complicado
en cualquier otro momento. Ese retroceso es causa y efecto del deterioro que
hace posible el funcionamiento de las falsedades. El aumento de la ignorancia
facilita la credulidad.
Por
muchos listados que los expertos nos den sobre cómo resistir la influencia de las
noticias falsas, es difícil que la situación varíe. Nuestra constante
exposición a los medios, característica esencial de esta sociedad en la que
estamos, nos hace ciudadanos irritados,
más que críticos. La irritación es un
estado constante de desacuerdo y molestia en el que lo primero que se modifica
es la capacidad de creer. La irritación nos lleva a una situación de desequilibrio
que nos incita a creer unas cosas más que otras. En vez de resolver las irritaciones,
se nos lleva a un punto crítico en un crescendo irritante. En ese estado ya
podemos creerlo todo o casi todo. Trump supo mantener irritados a sus adeptos durante toda la campaña y lo sigue
haciendo. Por eso es el mayor productor de mentiras, tal como dejan en
evidencia los "fact-checks", de los que han ocupado la Casa Blanca.
La
irritación es el estado adecuado para la credibilidad. Hay que enfadar al toro
para que entre bien al engaño.
*
"Guía para identificar las fake news" El Mundo - Impulso Digital
abril/2018
http://www.impulsodigital.elmundo.es/seguridad-tecnologica/guia-para-identificar-las-fake-news
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