jueves, 3 de mayo de 2018

El cavernícola y la pluma sangrante


Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La viñeta dedicada por mi estimada Doaa Eladl al día de la Libertad de Prensa —que se celebra hoy— nos presenta a un cavernícola arrastrando una pluma estilográfica que va dejando un rastro de tinta roja a modo de sangre de su presa. Como siempre, su agudeza periodística y su capacidad gráfica se unen para darnos esa chispa reveladora que se produce ante la buena imagen, la que nos explica en un golpe de vista una situación determinada.
La relación entre el cavernícola, la pluma y la caza es la existente en estos tiempos en los que la prensa y los periodistas son perseguidos, presionados y difamados incluso en los países democráticos. Que esto ocurra en países autoritarios entra dentro de lo normal, pues no aceptan ni la crítica ni la realidad que no les satisfaga. El escándalo se produce cuando países democráticos atacan a su prensa desprestigiándola y debilitando sus fundamentos. El escándalo se produce cuando el cavernícola es Donald Trump y la prensa la norteamericana. Se le ha reprochado en más de una ocasión desde distintas instituciones el negativo efecto del presidente de los Estados Unidos sobre otros dirigentes que aprovechan sus palabras y actitudes en contextos políticos menos protegidos por el derecho, con lo que sus consecuencias son mucho más duras que la palabrería de Trump. La prensa tiene la capacidad de defenderse en los Estados Unidos; no ocurre lo mismo en muchos lugares.
Ayer tratábamos aquí de la muerte de diez periodistas en Afganistán en una explosión provocada por un terrorista suicida del Estado Islámico camuflado de cámara que se metió entre ellos cuando cubrían la información de otro atentado. Otros días a tras, dedicábamos un par de entradas al caso del fotoperiodista egipcio, conocido como Shawkan, detenido en 2013 por el régimen y acusado de terrorista por estar cubriendo con su cámara la matanza siguiente al golpe de estado egipcio. En Afganistán, la prensa es castigada por los terroristas; en Egipto, por el poder. Distintos cavernícolas, la misma pluma.


La prensa se encuentra siempre en el punto de mira de la intransigencia y suele ser una de las primeras libertades que caen. La preocupación viene hoy en día de la facilidad con la que se restringen sus actuaciones en entornos como la propia Unión Europea, en donde han ido prosperando gobiernos que no ven con buenos ojos las críticas que les puedan llegar a través de los medios. Esa alergia a la prensa se manifiesta mediante leyes que recortan sus capacidades y la creación de barreras de cristal en unos casos de opacos ladrillos en otros.
El tercer elemento que ataca la libertad de prensa son las noticias falsas. Como toda libertad, debe estar al servicio de la verdad o de perseguir bienes para todos. Una libertad contra los demás no es libertad. Y la mentira de las noticias falsas es un arma de una guerra cuyas explosiones no se escuchan y sus heridos no sangran, pero sus efectos son demoledores.
La libertad de prensa e información tiene una función dentro de un complejo sistema político que busca el máximo conocimiento para la mayor autonomía de las personas. La prensa es hija de la Ilustración; se opone a lo revelado e inmutable y pone al ser humano en el centro de las decisiones. El periodismo muestra y explica, da sentido a lo que ocurre a nuestro alrededor al ofrecernos la información necesaria para completar los huecos de nuestro conocimiento. El ser arrojado al mundo compensa su desvalimiento ante las grandes corrientes de los acontecimientos gracias a  su conocimiento del entorno. La prensa no es un "poder", pues no es ese su fin; es un servicio vicario, una ampliación de nuestra necesidad de comprender el mundo en el que estamos inmersos. Si la Ciencia nos habla de las leyes del universo, de su composición, la prensa trata de explicarnos el presente incompleto, resolver nuestro estado carencial en el flujo de los acontecimientos.


Por eso el uso de los medios de información para la intoxicación constituye un atentado a nuestro propio estado de conocimiento. El error es admisible; la mentira no lo es. El error es un hecho natural; la mentira es, por el contrario, la creación de un estado de percepción anómalo, va contra su propia esencia.
Todos los indicadores internacionales muestran un ataque continuado contra la prensa y los periodistas. Hay regímenes que ya están caracterizados por la represión de la información. Se les persigue a través de uno de los mecanismos más perversos de la historia humana, la "verdad oficial". A los regímenes autoritarios o dictatoriales les disgusta profundamente ser acusados desde el exterior que no controlan. Para ello han tejido un sistema de defensa de una verdad oficial, creada por ellos mismos, incuestionable y de cuyos enunciados discrepar es un delito. La acusación es un auténtico sarcasmo: "expandir noticias falsas".
La arrogancia del cavernícola se hace inmensa. No desea que la pluma le describa, que indague en sus acciones, que difunda sus defectos. Hoy hasta el diablo tiene agente de comunicación dispuesto a hacerle la campaña mediática. El cavernícola quiere aparecer como un gentleman.


Afortunadamente, la prensa se ha hecho más solidaria y han surgido los movimientos de defensa para asegurarse que los periodistas que desaparecen o son condenados al silencio no caigan en el olvido. Campañas de defensa hacen que la opinión pública sea consciente de quiénes son los que no quieren más verdad que la suya.
Como contrapartida, estos tiempos exigen periodistas mejor formados, más conscientes de la importancia de su papel social y menos narcisistas, más comprometidos. En esta sociedad mediática es fácil llegar al éxito por el camino de la trivialidad. La tentación es muy grande para algunos que desean situarse ante las miradas y no ayudar a ver. Es el mal del periodismo pagado de sí mismo y que elude los conflictos para centrarse en el espectáculo.
La imagen de Doaa Eladl representa bien la escritura periodística mediante la pluma. Hoy esa pluma es un micrófono, una cámara, una videocámara, un ordenador, un teléfono, etc. todas las herramientas que se usan para convertir el mundo en texto. La pluma sangrante es la fusión retórica del periodista con las herramientas de su trabajo. Las herramientas son importantes, pero la sangre del periodismo es el periodista.  
El cavernícola, representación de toda la brutalidad que se opone a la palabra libre, gana muchas batallas, pero cada una de sus victorias son provisionales. Lo que una pluma no cuenta, lo cuenta otra.


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