Joaquín Mª Aguirre (UCM)
De nuevo Egipto ha tenido que escuchar críticas subidas de
tono respecto a la política de Derechos Humanos. Esta vez el embajador ante la asamblea
de Ginebra, que ya debe estar acostumbrado, se ha permitido las ironías y
críticas sobre quienes criticaban lo que sucede en Egipto. Al-Araby señala:
Cairo's permanent representative at the UN
office in Geneva has rejected to EU criticism of the dire human rights
situation in Egypt, describing the EU stance as "double standards".
The permanent representative of Egypt to the
United Nations Office at Geneva, Ambassador Amr Ramadan, has used the right of
reply to respond to allegations and criticism made by European Union
delegations during the 30th session of the United Nations Human Rights Council,
taking place from 14 September to 2 October 2015 in Geneva.
Ramadan rejected the concerns expressed by four
European delegations regarding the situation in Egypt, describing them as
repeated statements that have already been made and contested in previous
sessions.
Among those who expressed concerns about human
rights violations in Egypt was the UK Mission in Geneva.
"We are concerned about detentions of
civil society activists and journalists, and restrictions on human rights
organisations," the UK Mission statement said on 14 September.
"Implementing Egypt's constitutional
protections for the media and civil society is fundamental to long-term
stability. It is vital that activists are released and human rights
organisations can work freely."*
Pero las respuestas oficiales egipcias son siempre las
mismas: si se detiene a un periodista no es por ser periodista, sino por dar
una imagen distorsionada de Egipto, por ejemplo; si se detiene a un ciudadano
por protestar, son los jueces los que lo han decidido. El argumento de "la
ley" no deja de ser una muestra de cinismo cuando esas leyes están hechas
ignorando muchas veces la propia constitución.
Si las leyes son justas, el presidente en cambio es
magnánimo. Su visita a las Naciones Unidas en unos días con motivo de la
Asamblea General ha sido acompañada de un generoso "perdón",
justificado por la celebración del Eid, en la que se ha quitado de encima el
problema de algunos periodistas y de activistas señalados, encerrados desde
hace tiempo por ejercer el derecho de expresión y manifestación que la propia
constitución egipcia les reconoce. Entre los cien liberados están dos de las
más reclamadas, Yara Sallam y Sanaa Seif.
Con motivo de esta liberación, surgen algunas preguntas y
más demanda. En Daily News Egypt, la activista Semanur Karaman se cuestiona la
esencia de estos perdones. Titula su artículo "Yara and Sanaa are out, now
release the rest!"** para que no se olvide a los muchos otros que siguen
en prisión. Karaman señala:
Immediately, I had mixed feelings about the
news. Although the pardoning of such a large number of activists, including the
likes of Yara Sallam and Sanaa Seif, was enough reason to feel ecstatic and
overjoyed, I could not stop thinking: “Pardoned for what exactly?”
One hundred political prisoners were pardoned
for a crime they did not commit in the first place. Most importantly, they were
pardoned after most of them served two-thirds of their prison time. The time
and life taken away from their youth is absolutely unforgivable.
Most of the activists released were defendants
in the following infamous cases: The Shura Council protests and the Ittihadiya
Palace clashes, both of which received widespread international condemnation. A
majority of the prison sentences were issues for violating the notorious
Protest Law (Law no. 107) which is in contradiction with Egypt’s own
constitutionally-guaranteed freedoms pertaining to the right to assembly and
its international obligations outlined by the International Covenant on Civil
and Political Rights.
Most of these socially conscious women and men
had been branded as terrorists or a threat to the national security of Egypt,
all merely due to their work on what are deemed as contentious issues by the
government of Egypt: civil rights, women’s rights and transitional justice.
They were all both the makers and the products of the 25 January Revolution,
struggling so committedly for a just, equal and free society, and an end to
escalating authoritarianism. The political activists pardoned in the 23 September
decree are not only defiant of one of the most scandalously repressive regimes
in the world, they also look like they won’t back down on their demands to
struggle for a free and democratic Egypt any time soon.**
Llamar perdón y considerar un gesto magnánimo lo que no es
más que una escandalosa injusticia la que les ha condenado es una muestra más
del desprecio hacia esos derechos humanos que se critica a los demás. Es tan
arbitraria la detención como la liberación. Y es la arbitrariedad la que define
la inexistencia del estado de derecho. La contestada ley anti manifestación
sirvió desde el principio para acallar las protestas contra las violaciones de
derechos humanos y se ha aplicado a los que se manifestaban contra la detención
de los que protestaban creando una espiral perversa.
Perdonar a los que no han cometido ningún crimen es un acto
vacío de sentido o, peor en este caso, un movimiento propagandístico para
allanarle la visita al presidente ante la Asamblea de la Naciones Unidas.
Los argumentos del embajador en Ginebra son de una pobreza
suprema, como lo han sido todos los que su jefe, el ministro de Asuntos
Exteriores ha ido dando a todos para que el mundo se ajuste a la visión de su
gobierno. Pero las quejas exteriores no son tan fáciles de acallar como las
interiores. De no tener que presentarse ante la Asamblea es probable que el
"generoso gesto" de firmar el perdón liberador de algunos de los
detenidos no habría tenido lugar y todo seguiría igual
Por eso es importante que no se produzca un silencio
internacional ante estos casos. Si no se denuncian, continuarán las detenciones
y desapariciones de personas que quieren un Egipto democrático y que para ello
no recurren a la violencia sino a los medios de protesta civiles y su libertad
de expresión. Como ejemplo, el artículo de la propia Semanur Karaman, que es
una activista turca:
A grave concern is also the hundreds of
political prisoners who are still behind bars in Egypt. To give a few examples,
woman human rights defender and lawyer Mahienour El-Massry is still unlawfully
kept in Al-Aba’adeya Women’s Prison, as she is imprisoned under the El-Raml
Police Station Case. I need not mention that Mahienour is an internationally
recognised activist known for her work on civil and political rights, and the
rights of political prisoners.
At the time of the writing of this article,
Salwa Mehrez and Nahed Sherif were also still in prison with a delayed release.
Tragically, Salwa Mehrez’s release is postponed because her name is not written
correctly on the pardon.
I am a woman human rights defender from Turkey.
Although I am not Egyptian I feel solidarity with those in Egypt, and across
the world, who are systematically targeted for wanting to live in free and just
societies, particularly because I, and others in Turkey, are also governed by
an abominable autocrat making his political decisions based on personal
ambitions at the cost of civil rights.**
Karaman critica a los autócratas, al propio —Erdogan— y a los que
ejercen su violencia sobre los demás sin distinción de países. La política de los derechos humanos no
tiene fronteras porque, de ser así, sería inútil. Las torpes defensas de los
diplomáticos egipcios cuando se denuncian las violaciones de los derechos de
las personas revelan en el fondo un concepto aislado de su país, un concepto obsoleto
de las relaciones internacionales, incluso del mundo en el que viven. No es lo mismo la injerencia que la
solidaridad con los pueblos y su sufrimiento. Los derechos humanos son humanos, no de unos países. Donde se incumplan, se debe denunciar.
Cuando los corresponsales extranjeros
fueron a las calles egipcias para informar del valor del pueblo levantándose
contra la dictadura, enfrentándose a los tanques, a los disparos o a los
camelleros, los ciudadanos protegieron con cadenas humanas a los corresponsales
—lo contamos aquí— y les agradecieron que se jugaran la vida por contar lo que
allí ocurría. El ministro de Asuntos Exteriores y otros ministerios acusan a
los periodistas de espías o terroristas por contar lo que ven. El presidente
al-Sisi habla incluso de que la
información es parte de una guerra y que puede destruir los países. Hoy muchos
ya no les protegen, por el contrario, algunos periodistas se quejan de que les
consideran enemigos y les señalan en las calles.
Cuando algunos egipcios —especialmente los gobiernos— le
dicen orgullosamente a los demás que no se metan en sus asuntos, se olvidan que
"sus asuntos" son los que acaban mandando a las cárceles a personas
que luchan por sus derechos, los de todos los egipcios.
En Egipto se pasa
demasiado rápido de "mártir" a "traidor". Más que concederles un perdón habría que pedirles disculpas y darles las gracias. ¡Levanta la cabeza!
*
"Egypt rejects European human rights criticism" Al-Araby 24/09/2015
http://www.alaraby.co.uk/english/news/2015/9/24/egypt-rejects-european-human-rights-criticism
**
"Yara and Sanaa are out, now release the rest!" Daily News Egypt
26/09/2015
http://www.dailynewsegypt.com/2015/09/25/yara-and-sanaa-are-out-now-release-the-rest/
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