Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Una de
las cosas más difíciles de medir, en estos tiempos en que lo medimos todo, es
la reputación. El escándalo Volkswagen solo acaba de empezar y ya ha sido un
terremoto en muchas partes. The Washington
Post indica que la marca da empleo al 1'5% de la población alemana. En
España, en México, allí donde hay factorías, se preguntan qué les va a ocurrir.
Construir
durante décadas la reputación alemana
como fabricantes de cualquier cosa hasta señalar que "made in
Germany" significa algo por sí mismo, que es una garantía de la que otros
no disponen, tiene sus efectos reactivos.
La reputación
alemana se basa en la combinación de "calidad" más
"honestidad". El fraude de Volkswagen, con más de 11 millones de
vehículos afectados en todo el mundo, es un problema que corroe ambos
conceptos. La idea de calidad se ve afectada por la incapacidad de resolver un
problema, la polución, que es resuelto solo en apariencia mediante un truco que
engaña las mediciones. La de "honestidad" se desmorona porque se ha
recurrido al engaño a los compradores, que se sienten estafados.
The
Washington Post recoge algo que está en la mente de muchos clientes de la
marca:
That attraction has evaporated for many
consumers. Drawn by the promise of an environmentally friendly car, they now
fear the cars’ tarnished reputation will weigh on resale values.
“The CEO resigning, it doesn’t really impact
me. I want to know what they’re actually going to do for all of these
supposedly clean diesel car owners,” said Christa Mrgan, 34, of Portland, Ore.
Mrgan bought a 2011 Jetta SportWagen because it
promised low emissions and enough room for her two kids. Now, she’s planning to
buy a cargo bike this week. “I don’t want this car,” she said. “It makes me
feel sick that I’ve been driving this car for about four-and-a-half years and
belching all these toxic fumes into the atmosphere.”*
Es la reconversión negativa de todo lo que había llevado a
comprar el coche. La insistencia alemana en su garantía por el simple hecho de
serlo hace que, como esta señora defraudada, se sienta enferma, un nivel superior al sentirse meramente enfadada o estafada. Ese rechazo se fundamenta
precisamente en haber estado haciendo inocentemente lo que voluntariamente
querían evitar: contaminar la atmósfera del planeta.
Todas las tintas publicitarias y promocionales se han
cargado precisamente en que es esa capacidad mágica del "made in
Germany" la que iba a solucionar un problema de dimensiones planetarias.
New York magazine
titula "VW’s Clean Diesel Ads Now Make Us Feel Dirty"** y nos trae la
publicidad limpia de la marca que ahora causa irritación por sentirse engañado
el usuario. Repasar los anuncios en los que los niños corren felices o en el
que los barriles de crudo se vuelven a subir al barco que los trajo por el
ahorro que suponen es un ejercicio de masoquismo. Leer al final del anuncio de
Audi, otra de las marcas afectadas, el lema "Truth in engineering"
hace sentirse francamente idiota. Lo peligroso de la publicidad es que los sueños
vendidos se pueden volver contra ti. Hay marcas que no se ha recuperado nunca
de un buen eslogan fraudulento. "Truth in engineering" puede ser uno
de ellos. A mayor simplicidad y elegancia retórica, mayor calado.
Por supuesto, el fraude de Volkswagen tiene también sus beneficiarios,
todos aquellos que han estado compitiendo con ellos. Las falsas cifras
conseguidas en la emisión de gases en sus motores diesel habrá estimulado a los
competidores, que desesperados por no alcanzar su grado de eficacia se habrán
esmerado en sus motores. Los fabricantes norteamericanos, japoneses, chinos,
los europeos que hayan sido comprados por los alemanes. Muchos de sus motores,
de golpe y porrazo, son probablemente más limpios que los de su aplastante
rival, el más limpio.
Los más duros serán los norteamericanos, que tuvieron que
soportar publicidades en las que se mostraba a un ingeniero de Detroit que se
compraba un Volkswagen. Cuando engañas de esta manera, todos a los que has dejado
por el camino se vuelven contra ti.
Ahora Alemania, la que cree firmemente en el "Made in
Germany", es la que tiene que recuperarse del trauma psicológico
colectivo. El orgullo nacional se ha visto pisoteado por los que han engañado
tomando el nombre de Alemania en vano. Pronto los juzgados se llenarán de
denuncias de ciudadanos alemanes contra los que han dinamitado la reputación
del país.
Uno de sus viejos anuncios mostraba a un hombre empujando un viejo escarabajo. El eslogan publicitario era "Si te quedas sin gasolina, es fácil de empujar". No ocurre lo mismo con las reputaciones.
* "The
Volkswagen scandal threatens to undermine the reputation of ‘German
engineering’" The New York Times 23/09/2015
http://www.washingtonpost.com/news/wonkblog/wp/2015/09/23/what-the-volkswagon-scandal-means-for-germanys-economy-and-the-rest-of-europe/
**
"VW’s Clean Diesel Ads Now Make Us Feel Dirty" New York Magazine
23/09/2015
http://nymag.com/daily/intelligencer/2015/09/vws-clean-diesel-ads-now-make-us-feel-dirty.html
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