Joaquín Mª
Aguirre (UCM)
Larry Diamond
ha publicado en The New York Times con el título "Timeline: Democracy in
Recession". La idea está claramente expresada en el título mismo.
Desarrolla una teoría en la que se habla de oleadas democráticas. Nos
encontraríamos en el reflujo de la "tercera ola", la que según su cronología
habría comenzado con la "Revolución de los claveles" en Portugal.
Explica Diamond:
The “first wave” began with the American and
French revolutions, and 29 countries became democracies in the period up to
1922. That number shrank to 12 with the rise of Communism, Fascism and Nazism.
The “second wave” arrived at the end of World
War II, when decolonization brought democracy to countries like India and Sri
Lanka, and ebbed with events like the military coups in Bolivia and Brazil in
1964, and Argentina in 1966.
In the thirty years following the Carnation
Revolution, democracy expanded around the world like never before. But around
2006 it came to a halt. Though the total number of democracies has not sharply
declined, space for civil society is shrinking. Freedom and democracy are in
recession. This timeline charts the spread, regression, and sometimes even
collapse, of democracy in the last 40 years.*
Toda teoría sobre el desarrollo histórico que se basa en oleadas o cualquier otro tipo de etapas que obedecen a impulsos es, por definición, engañosa. Crear esas grandes unidades
explicativas —las "olas" en este caso— acaba eliminando demasiadas cosas. Da la impresión de que existen realmente esas fuerzas de la
Historia y que rigen el mundo. Si se produce oleaje en un momento de la Historia,
no es Luna desde luego la responsable.
Es quizá más clarificador mirar las respuestas de apoyos y
solidaridades que se producen cuando los pueblos desafían a sus dictaduras y
desean cambiar de estado hacia la democracia esperando ser más libres.
Las revoluciones de la primera ola, como las de la
segunda y la tercera recibieron apoyos de quienes tenían en ese momento de la
Historia la posibilidad de apoyar o frenar los procesos. El papel de la
diplomacia o de las alianzas en el siglo XVIII no es el mismo que el XIX o el
XX. La descolonización que se ha producido en la segunda ola,
tiene su origen en la colonización tras la primera, en la que potencias
democráticas no tenían reparo en oprimir a otros pueblos debido a su sentido
propietario de la democracia. Ya fuera porque se les considerara inferiores o faltos de una tradición democrática (que casi nadie
tenía, por cierto hasta hace muy poco), esa segunda ola se consigue
enfrentándose a naciones coloniales democráticas en la mayoría de los casos. Que un país se ademócrata entre sus fronteras no significa que lo sea más allá de ellas, algo muy peligroso y para mí decisivo para evaluar la calidad de una democracia. Las verdaderas democracias quieren la democracia de otros. Y por eso las apoyan y les ponen la zancadilla acuática entre ola y ola.
La tercera ola es también muy diversa y diferente a las
anteriores. En ella entran Portugal, España y Grecia, Polonia y los países del
Este de Europa, Brasil, Chile, etc. Como oleada, está también marcada por la
solidaridad o intereses egoístas de los que podían prestar un mayor apoyo a la
democracia en cada espacio en que fuera necesario.
Creo, como el autor del artículo y de la obra reciente “In
Search of Democracy”, que la democracia está en retroceso, pero no solo en términos cuantitativos, sino de calidad de esa democracia, que se nos
está llenando de demagogia y falta de sentido cívico. Vamos descubriendo, por
experiencia, que la democracia no es solo la elaboración de constituciones y
leyes derivadas, realización de elecciones, etc., sino esencialmente una voluntad,
un deseo común por encima de los legítimos deseos diversos. Los procesos no terminan con la redacción de las constituciones, sino
que marcan los compromisos en los que hay que profundizar y avanzar
solidariamente. Si no ocurre así, las democracias envejecen y se vuelven achacosas y aburridas por contar su viejas batallitas.
En su breve repaso del asenso de la democracia en la tercera
ola y el posterior retroceso de algunos, la descripción más breve es la de
España, de la que se dice: «In
Spain, following the death of the long-time dictator Francisco Franco in 1975,
elections in 1977 completed a democratic transition.»* Causa un cierto complejo de inferioridad cuando se
lee frente a otras descripciones más extensas y detalladas, hasta con cierto
tono épico algunas.
Aquí se nos resume en que Franco se murió, que hubo elecciones y se
completó la transición democracia. Fin de la historia. Una frase tan breve como esa ya suscitaría
las protestas de algunos, que elaborarían complejos libros (ya lo han hecho)
explicando que se tuvo que morir para que llegara la democracia; otros (como escuchamos todos los días) criticarían el
"completed" de la "democratic transition", etc.. El país se nos
dividiría en al menos cuatro grupos de hermeneutas de la breve frase y hasta se
organizarían congresos para explicarla o negarla.
El caso de Egipto, contado por Diamnod como parte de la tercera ola, es diferente, por citar uno del que
hablamos habitualmente:
Egypt’s political transition imploded when the
chief of the army, Gen. Abdel Fattah el-Sisi, overthrew the elected president,
Mohamed Morsi, and suspended the Egyptian Constitution in response to
widespread protests against Mr. Morsi's Muslim Brotherhood government.
General Sisi proceeded to launch the most
severe campaign of political repression in Egypt in decades: killing hundreds
and sentencing hundreds more to death. According to Human Rights Watch, more
than 41,000 people have faced arrest or criminal charges. Democracy has been
set back for the foreseeable future in Egypt, and many members of the Muslim
Brotherhood have turned to violence in the belief that peaceful methods have
failed.*
Vemos que la mayor extensión de la frase y los datos que
aporta, no eleva la claridad sino que eleva el nivel de las discusiones. Si la
breve frase española nos dividiría probablemente en cuatro, los dos "párrafos
egipcios" dividiría en tres a los hermeneutas, lo que implica mayor enfrentamiento y radicalidad interpretativa, como vemos. Los que estuvieran de
acuerdo (los islamistas, que consideran que con Morsi se llegó a la culminación
de la democracia en Egipto) y dos tipos de discrepantes, aquellos que están de
acuerdo con el régimen actual y dicen ir camino de la democracia, y los que se
han quedado en medio, ni están de acuerdo con llamar democrático a lo que hizo
Morsi con los islamistas ni con lo que está haciendo ahora Abdel Fatah el-Sisi. Los dos primeros grupos son los mayoritarios y el tercero son los
que tienen un sentido más ecuánime de lo que debería ser una democracia, la que echan en falta.
Lo que me interesa en ambos casos (y el resto, por supuesto)
es que una democracia requiere de esa voluntad común que una elecciones no
garantizan.
Estudiar desde los Estados Unidos lo ocurrido en Egipto ignorando
el papel que los propios Estados Unidos han tenido para hacer llegar a los islamistas
al poder es realmente ingenuo. Decir que la democracia en Egipto retrocede es
dar por supuesto que esa democracia existió en algún momento, algo que es
rotundamente falso, pues fue un proceso perverso y manipulado desde el interior
y también desde el exterior.
Fueron en parte los errores políticos estadounidenses los
que llevaron a dos candidatos: los islamistas a los que habían
protegido fuera y al candidato de los militares a los que habían financiado dentro. Se
comprende la expresión de Obama cuando se le responsabilizó del apoyo a Morsi
diciendo que hiciera lo que hiciera se le consideraría responsable y que él se lavaba las manos. Había mucho de cierto en
ello.
La explicación "final" de que los Hermanos Musulmanes regresan a la violencia después de ver
que no se consigue nada con medios
pacíficos y democráticos es de un cinismo apabullante. Al final los
terroristas yihadistas van a resultar demócratas
frustrados. En efecto, es la explicación que ellos dan, pero no deja de
sonar chocante en boca de un "senior
fellow" en la Hoover Institution
y en el Freeman Spogli Institute at Stanford
University.
Teorizar desde los Estados Unidos sobre las oleadas históricas
de democracia ignorando que el gigante americano ha estado chapoteando en el
borde de la piscina mundial es ser demasiado ingenuo. A Estados Unidos le gusta
verse como el paladín de la democracia y exportador de la misma, pero no
siempre suele ser así, como atestiguan muchos casos, incluidos algunos de esos
países cuyas dictaduras mantenían acuerdos con los Estados Unidos antes de
intentar ser democracias. España y las bases americanas es un ejemplo de ello
y Egipto, cuyo ejército sigue financiado por los Estados Unidos, exactamente
igual.
Por eso creo que mejor de hablar de oleadas, como si fueran
impulsos de la Naturaleza caprichosa, deberíamos hablar del compromiso real
con la democracia de aquellos que lo son y desean realmente que otros lo sean.
La doctrina norteamericana de los "intereses
norteamericanos" no siempre ha trabajado por la democracia. Lo triste es
que los gobiernos consideren que la democracia de los demás no es importante si
entra en colisión con los intereses propios. Hay mucho de eso en la
clasificación y valoración que hace Larry Diamond en The New York Times.
Podríamos hablar igualmente de "olas" autoritarias en términos de alianzas y contagios, de lo que hemos tenido ejemplos en Europa o América Latina. Las dictaduras han sabido mantenerse unidas mejor que las democracias en muchas ocasiones. La famosa foto de los dictadores árabes no es una mera anécdota.
La pregunta de si la democracia se reduce o no, debe continuarse preguntándose por qué ocurre eso. Si no se hace la pregunta es cuando es irresponsable hablar de "oleadas" como si estuviera escrito en las estrellas. ¿La democracia retrocede? Sí. Y ahora preguntemos por sus causas para evitar que ocurra.
"
Larry Diamond: 'Timeline: Democracy in Recession'" The New York Times
15/09/2015
http://www.nytimes.com/interactive/2015/09/13/opinion/larry-diamond-democracy-in-recession-timeline.html
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