Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El dibujo de Doaa Eladl mostraba su visión del caso: el cadáver del niño sobre
la arena rodeado de macabros esqueletos fotografiando y filmando.
El diario ABC
de ayer traía los resultados de una encuesta sobre si había que reproducir la
fotografía o no. Los partidarios del "sí" eran más del 60%. "Ojo
que no ven, corazón que no siente", dice nuestro refrán. Y queremos sentir y sentimos a golpe de imagen. Lo
que no consiguió la horrenda muerte de 71 personas hacinadas en un camión
abandonado en una cuneta lo ha conseguido momentáneamente la imagen del cadáver
de un niño recogido de la arena. No es cuestión de establecer la mayor o menor "calidad"
de los muertos, sino de medir nuestra sensibilidad o insensibilidad receptiva,
nuestros umbrales cuando saltan las conciencias como alarmas de incendio
cuando se les coloca una llama bajo los sensores. Son muchos días viendo imágenes terribles, muchos meses, años. Y llega la imagen que da el salto, que se convierte en centro, en la que quisiéramos que fuese la última. Hasta la próxima que azote nuestra piedad, nuestro dolor, nuestro morbo o nuestra curiosidad.
Decapitados,
quemados vivos, ahogados, asfixiados... tenemos todo un repertorio de imágenes
que nos rodean y presionan y nos inducen a pensar de una manera u otra. La imagen
del niño muerto no puede dejar de conmovernos, indignarnos, etc. Pero no es esa
la cuestión, evidentemente.
El
hecho es que, nos las muestren o no, sabemos
que eso ocurre. Por eso la cuestión se acaba convirtiendo en irracional. Deja
de ser importante la cuestión cuantitativa (el número de muertos) y pasa a ser
relevante la cualitativa (quién muere, un niño en este caso). Pero no hay
estética en la muerte ni ética en la imagen de un cadáver. Ante el sufrimiento, lo ético no es conmoverse sino tratar de paliarlo o evitarlo. Lo demás es esteticismo
emocional. Es el dolor de ver.
Es la misma
queja que hacen en los países que tienen miles de muertos y que solo ven que se
le da relevancia cuando es un "occidental" el que muere y se muestran
las imágenes. El Estado Islámico sabe que hay muertos para castigar y muertos para
impactar. De los primeros puede acumular miles sin apenas reacción; son
muertos que saturan. Pero de los que nos hacen sentirnos "incómodos",
"preocupados", etc. con uno basta. Es la guerra por la opinión
pública. En el caso del niño ahogado, se ha logrado la personalización frente
al anonimato de tantos miles de muertos y la reconstrucción de la historia. Le
hemos puesto nombre y el horror adquiere otra dimensión psicológica, pero es
una víctima en un conflicto que no cesa.
No
necesitamos historias, sino
soluciones. Las historias venden
periódicos y discursos; las soluciones son otra cosa. ¿Son las historias las
que traen las soluciones? No lo sé; puede que sí, que se necesiten imágenes así
para conmovernos. Pero solo con ellas no haremos nada. No se trata de nuestro dolor al verlo, sino del dolor
del que lo padece.
Los
refugiados lo tiene más claro: lo que quieren la mayoría es la paz en su
tierra. La abandonan y se juegan la vida por el camino porque huyen de un
conflicto que no se cierra y del que existen responsables. Mientras la
población huye, los yihadistas y quienes les apoyan continúan llegando para
mantener abierta la crisis y crear el gran
conflicto, del que los refugiados son también parte estratégica. Gadafi ya
amenazaba con usar la emigración como arma cuando se le empezó a presionar
durante la Primavera árabe. Hoy huyen de un terror que les expulsa de sus tierras
y extiende las consecuencias del conflicto más allá de sus fronteras.
En Egyptian Streets, Dalia Gebrial pone el
dedo en una de las yagas: "Wealthy Gulf States Have Accepted ZERO Syrian
Refugees":
Egypt: 133, 000. Lebanon: 1.2 million. Turkey:
1.8 million. Jordan: 628,427. Iraq: 247, 861.
These figures denote the number of Syrian
refugees that have been taken in by neighbouring Arab countries. Despite many
facing their own political, social and economic crises, these nations have – to
at least some extent – recognised the refugee situation for what it is: a
humanitarian crisis on a considerable scale, that must be attended to
immediately – both politically and in terms of material relief.
However, it appears a few Arab nations have
counted themselves out of this collective effort to provide some immediate
support. According to Amnesty International, “the six Gulf countries – Qatar,
United Arab Emirates, Saudi Arabia, Kuwait, Oman and Bahrain – have offered
zero resettlement places to Syrian refugees.”*
La ilustración que acompaña a la noticia tiene, como la Doaa Eladel, al niño cadaver. Pero esta vez no le rodean esqueletos cargados de cámaras y teléfonos, sino la indiferencia de otros árabes, los de las monarquías más ricas del mundo, los grandes vividores y compradores de lujo, indiferentes ante el cadáver. Son dos interpretaciones pero las dos resaltan la inhumanidad de los que le rodean.
Los Estados Unidos acaban de estrechar los lazos de amistad
con los saudíes después de los recelos con Irán y la cuestión nuclear. Pero los
saudíes y demás son intocables hagan lo que hagan en cuestión de derechos
humanos o política en la zona. Su grado de implicación aquí es bastante cuestionable,
como atestiguan las cifras de refugiados: ninguno. Hay que preguntarse también
por qué. Los teólogos saudíes no han dicho nada y suelen ser locuaces.
No se trata de pasarse la pelota, como estamos haciendo. Hay
que ir al origen y para ir al origen hay que entender primero.
La Voz de Galicia entrevistaba al escritor sirio de origen palestino
Salameh Kaileh con el siguiente titular: «Irán y Rusia ahora estarían
dispuestos a que Al Asad caiga». La fecha es el 18 de agosto de 2015. Ha tenido
que haber 250.000 muertos y la consiguiente crisis de refugiados a la que
asistimos para que exista esa disposición:
-¿Se acerca la caída del régimen sirio?
-Necesitamos sacar a Bachar al
Asad del poder, porque es la clave para una solución política. Irán y Rusia,
los dos obstáculos que impedían su caída, parece que ahora están dispuestos a
que esto ocurra. Moscú ya no tiene interés porque ve que el régimen sirio va
perdiendo militarmente en el terreno. Teherán es el único que lo mantiene, pero
con el acuerdo nuclear con Estados Unidos se ha abierto a la influencia de la
comunidad internacional. La semana pasada se presentó una propuesta iraní con
cuatro medidas para reducir el poder de Al Asad: formar un Gobierno nacional,
el alto el fuego, cambios constitucionales y preparar unas elecciones. Es la
primera vez que lo hace y esto indica predisposición. [Ayer, la reunión de los
ministros de Exteriores de Rusia e Irán, Serguéi Lavrov y Mohamad Javad Zarif,
evidenció la sintonía de sus Gobiernos sobre Siria al abogar por una resolución
una solución «pacífica» al conflicto y «sin injerencias» del exterior].
-Y ¿qué ocurrirá con el Estado Islámico?
-Militarmente, el Estado Islámico
ha beneficiado al régimen, porque combatía a los opositores armados. En
realidad, tanto EI como los grupos islamistas -Frente Al Nusra, Yaish al Fatah,
etcétera- carecen de apoyo popular. Responden a los intereses de los países que
los han apoyado en el juego militar. El régimen liberó a presos políticos
islamistas para hacer creer que era una revuelta de radicales. El Gobierno de
Washington permitió que Irán y Al Asad usaran tanto a para desestabilizar tanto
a estos combatientes como la llegada de los yihadistas del califa Abu Bakr al
Bagdadi. Cuando termine, se acabará también la guerra y el EI tendrá que salir.
-¿Existe una oposición política que pueda liderar un futuro diálogo en
Siria? ¿Qué queda de los jóvenes revolucionarios?
-No hay una oposición unida. Son
grupos divididos que están esperando a que los poderes internacionales
legitimen a uno de ellos como representante. En cuanto a los jóvenes, el
régimen desde el principio mató, arrestó y obligó a salir del país a los que
tenían capacidad de cambio, así que la primera generación de jóvenes de la
revolución está casi toda fuera. Se quedaron quienes no tenían experiencia
política, de áreas económicas y socialmente pobres, por eso fue muy fácil para
los grupos islamistas arrastrarles a la lucha. A pesar del caos, se mantienen
grupos pequeños que podrían tener un papel importante en el futuro contra el
régimen y también contra los grupos yihadistas.**
Creo que muchos aspectos del análisis son bastante evidentes.
No tanto la facilidad que de las soluciones a estas alturas. Pero las
responsabilidades están perfectamente definidas para quien las quiera ver. Putin aprovecha para responsabilizar a los Estados Unidos ante Europa. Su cinismo no es nuevo.
El conflicto sirio y su drama, que deja millones de
personas sin hogar y siembra de cadáveres de todas las edades mar y tierra,
tiene como responsables a los que miran al mundo como un tablero sobre el
deslizan sus fichas y hacen sus alianzas. Lo son por acción y por omisión, por
hacer y por dejar de hacer.
Pero el drama en nuestras fronteras, dentro de nuestros
países es responsabilidad nuestra no en el sentido que algunos aprovechados le
dan para dañar la idea de Europa y fomentar las diferencias con los países
próximos (de los antieuropeístas a los islamistas). Es responsabilidad nuestra paliar
el dolor ajeno en la medida en que sea posible a través de lo que esté en
nuestra mano. No es "política"; es "humanidad". En política pintamos poco. Pero lo que
hagamos, nuestros ofrecimientos y recursos, serán siempre insuficientes si no
se ataca la raíz del conflicto: la guerra y las persecuciones sectarias. Y eso
requiere otro tipo de compromisos e implicaciones. Eso ya es política.
*
"Wealthy Gulf States Have Accepted ZERO Syrian Refugees" Egyptian
Streets 4/09/2015 http://egyptianstreets.com/2015/09/04/wealthy-gulf-states-have-accepted-zero-syrian-refugees/"
** "«Irán y Rusia ahora estarían dispuestos a que Al
Asad caiga»" La Voz de Galicia 18/08/2015
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2015/08/18/iran-rusia-estarian-dispuestos-asad-caiga/0003_201508G18P18991.htm
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