Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario El País publica hoy un
durísimo editorial contra el gobierno egipcio por la aprobación por decreto de la
ley antiterrorista y sus consecuencias posibles. En Egipto todas las leyes
"anti" son polémicas, lo ha sido la antiprotesta y lo es la antiterrorista.
Y es que la mentalidad "anti" no acaba con los problemas, solo los
encarcela. La ley antiprotesta ya ha dado en la cárcel con una gran cantidad de
demócratas egipcios que pudieron salir contra Mubarak, pero que lo tienen más difícil
ahora con la nueva "democracia" egipcia. Sin embargo, el editorial
incurre en algunos errores (constatables)
y defectos (opinables) que podrían evitarse o mejorarse.
Este es
el editorial íntegro, con el título "Un Egipto más autoritario":
El régimen egipcio ha dado un nuevo y
preocupante paso en su deriva autoritaria con la aprobación de una ley
antiterrorista que blinda legalmente a las fuerzas de seguridad, crea
tribunales especiales e impone severos límites a la libertad de prensa. Una legislación
que, con la excusa de perseguir la amenaza terrorista del fundamentalismo
islámico que ya actúa en el país, puede servir para barrer cualquier tipo de
oposición y libertad de expresión. Baste como ejemplo que la información
relativa a actividades del Ejército puede ser sancionada hasta con 22.000 euros
de multa. La crítica de las organizaciones defensoras de los derechos humanos a
la ley impulsada por Abdelfatá al Sisi está plenamente justificada.
El balance de dos años de gobierno del
militar golpista convertido en presidente, tras unas polémicas elecciones,
ciertamente queda cada vez más lejos de las aspiraciones con las que decenas de
miles de egipcios forzaron en 2011 la salida de Hosni Mubarak tras 40 años de
dictadura. Además, el establecimiento de una legislación draconiana se ha
demostrado absolutamente ineficaz para frenar el verdadero desafío al que se
enfrenta cualquier egipcio: el terrorismo. Desde el golpe de Estado de 2013
contra el único presidente elegido democráticamente en la historia del país,
Mohamed Morsi, la actividad terrorista se ha multiplicado, experimentando un
incremento sin precedentes del 60% en el último medio año. Por si fuera poco,
en grandes porciones de la estratégica península del Sinaí la presencia del
Estado egipcio es inexistente, y la zona se ha convertido en feudo de
organizaciones como Al Qaeda.
Al Sisi debería entender que la legítima
lucha de Egipto contra el terrorismo no puede enmascarar una persecución
sistemática de toda oposición a un régimen envenenado desde el comienzo, y
cuyas sucesivas medidas antidemocráticas no hacen sino ratificar falta de
legitimidad.*
El
editorial muestra la lógica preocupación por la situación egipcia y la reacción
internacional y de diversas personalidades e instituciones, como el Sindicato
de Periodistas. Sin embargo creo que adolece de varias debilidades
interpretativas.
Vamos a
pasar por alto el error de sumarle diez años más de "dictadura" a
Hosni Mubarak, colgándole "40 años", cuando "solo" estuvo
30. Mubarak se hace con la presidencia tras la muerte de Sadat, en octubre de
1981. Eso son treinta años, por más que a algunos les parecieran tres siglos.
El
epíteto aplicado al expresidente Morsi de ser "el único presidente elegido
democráticamente en la historia del país", una especie de imitación de
"Aquiles, el de los pies ligeros" o similares, está convirtiendo
mediáticamente a Mohamed Morsi en un demócrata,
algo que no fue ni por lo que pensaba ni por lo que hizo.
La loa a los islamistas como "demócratas"
es un error interpretativo que tiene sus consecuencias. Criticarlos no debe
hacer bajar la guardia frente al régimen autoritario existente en Egipto en
estos momentos. Morsi asumió mediante decreto más poderes que los que había
tenido Hosni Mubarak. Los Hermanos Musulmanes fueron engañando en todos los
pasos del proceso político y electoral desde el inicio mismo, cuando señalaron
que no tenían intención de presentar candidato. Cuando finalmente lo
presentaron, las estrategias para hacerse con el poder llevaron al engaño
haciendo promesas de forma de actuar que luego no cumplieron, sublevando a una
parte importante de la sociedad egipcia que les había votado ante la
alternativa de un nuevo "militar", defensor del régimen anterior,
Shafiq. Cuando llegaron al poder, comenzaron a recortar libertades, sin ampliar
ninguna. La propia Unión Europea, por boca de Merkel, se lo tuvo que advertir
cuando estaban en proceso de redacción de la constitución, en la que los
islamistas —Hermanos Musulmanes y salafistas— tenían la mayoría e ignoraron a
todos. No escucharon a nadie ni respetaron a nadie: ni por ideología, ni por
religión ni por sexo. Aplicaron censura y tribunales a periodistas y a todo el
que llevara ideas diferentes. No son demócratas y hay que decirlo claramente:
Morsi llegó al poder también con muchas irregularidades de control de votos de
las organizaciones islamistas, que se habían adueñado de la vida social ante la
desidia gubernamental. No han sido demócratas ni antes, ni durante ni después.
Es una organización totalitaria a la que se le rebeló parte de sus propios
militantes jóvenes después de la revolución de 2011 porque no compartían los
planteamientos autoritarios de la vieja guardia. Ellos exigían obediencia absoluta
y los jóvenes querían algo más acorde a los tiempos y menos obediencia el líder supremo.
Se
puede criticar al gobierno egipcio sin necesidad de ponderar a los islamistas como demócratas, porque no lo son. Es
importante identificar a los demócratas y apoyarlos, algo que no se hace
habitualmente. Los demócratas egipcios, muchos de ellos en la cárcel por seguir
manteniendo la aspiración de libertades, se enfrentan al ostracismo porque se
les responsabiliza de haber traído la "inestabilidad" y la "ruina"
al país, algo completamente falso e injusto. Esto es otra gran mentira que el
propio régimen actual usa para descalificar la revolución y estimular el deseo
de "seguridad" que el gobierno proclama y que busca mantener a través
de las dos "leyes anti", la antiprotestas y la antiterrorismo. Con
una sociedad civil prácticamente desarticulada, débil, los partidarios de otro
tipo de sistema basado en libertades, se enfrentan a muchos desafíos, entre
ellos los de la ignorancia occidental.
Y es en
ese apoyo necesario donde me deja un sabor agridulce el titular de El País "Un bloguero laico que
lideró Tahrir habla desde la cárcel egipcia"**, un día después de la
salida del editorial sobre Egipto. Ese "un bloguero laico" es una
forma de invisibilidad genérica que
no debería ser admisible como información. Las personas son quienes son y el nombre permite seguir
su trayectoria, algo que esa forma genérica de titular impide. Es necesario
poner caras a la resistencia que está encarcelada porque es la forma de que se
avance en la comprensión del fenómeno histórico y en sus consecuencias. Si El País no ha puesto el nombre es porque
pensaba que no iba a decir nada a nadie, algo de lo que es responsable el
propio diario con este tipo de titulares.
No ha
hecho lo mismo, en cambio, The Huffington Post, que ha titulado «Entrevista a Alaa Abdel Fattah: "Hemos
fabricado a Daesh con nuestras propias manos"»**, traduciendo
la entrevista del Huffington Post Arabi***,
que titulaban que Alaa Abdel Fattah habla
desde la cárcel en Egipto sobre la revolución y los islamistas.
Creo
que las diferencias entre el titular de El
País y el Huffintong Post español son claras, y ambas
mejorables, una por exceso y otra por defecto, dado el desconocimiento que el
público tiene de las personas.
Centrar
en el "Estado Islámico" el titular, como hace el Huffington Post, tampoco ayuda demasiado. En primer lugar, es
confuso al no especificar a quién o como y, sobre todo, lo aleja de lo que
tiene interés en la entrevista: su percepción de la revolución y de su futuro
en Egipto. La frase del titular, como tal, no aparece en la entrevista.
Esta es
la pregunta (la única) que se le hace sobre el Estado Islámico:
La Primavera Árabe
murió y Daesh está prosperando… ¿De quién es la culpa?
No lo sé, tal vez de la historia. Cuando
acciones de diferentes movimientos en diferentes lugares desembocan en un mismo
resultado, es como si hubiera un determinismo que impulsara a estas fuerzas,
como sobre los raíles de una vía, así que no nos queda más que describir quién
tuvo qué papel en la historia.
Es algo comparable a la ascensión del nazismo
en los años 30 del siglo pasado en Europa: muchos factores alimentaron esa
corriente de pensamiento años antes de que saliera a la luz como una amenaza
inminente para todos. Es el caso también de Daesh, un monstruo que nuestras
sociedades llevan formando y alimentando desde hace mucho tiempo.**
Creo
que se saca una consecuencia distinta a la lectura del titular. Mada Masr, que
reproduce en Egipto la entrevista publicada por el Huffington Post Arabi, coincide con la misma interpretación: "The
IS is also a monster that our societies have been breeding and nourishing for a
long time." La frase, en cambio, introduce una variación que puede
pasar desapercibida: el cambio de "Daesh" por "Estado Islámico".
The Huffington Post Arabi usa el término "Daesh"
en la pregunta, si bien al principio de la entrevista usa el término
"Estado Islámico (Daesh)".
El
empeño de los gobiernos árabes (en especial el egipcio) en que no se llame
"Estado Islámico" a lo que es el autoproclamado "Estado
Islámico", encubre una reserva "religiosa" que no debe perderse
de vista. Con ello se trata de fundamentar el absurdo de hacer creer que los yihadistas (tampoco se "puede"
usar este término porque tiene un sentido positivo en el Corán) no tienen nada
que ver con el "islam". Entiendo que no es casual que Mada Masr haya
usado en su traducción inglesa el término "IS" por los mismos motivos.
Los que viven en el interior comprenden perfectamente la diferencia y la
estrategia autoexculpatoria, que es precisamente la que Alaa Abdel Fattah
denuncia en su respuesta sobre engendrar el monstruo del fanatismo.
La
prensa internacional, que buscó pronto rostros
para poner a la Primavera árabe, ha perdido la continuidad y ahora ya no
importan los nombres o las personas, se valora como un extraño todo simplificado. De algunas forma se
ha contagiado del reduccionismo de la "sisimanía" y la
"morsimanía", fenómenos paralelos, centrados en esos dos rostros y
olvidando o ignorando las múltiples caras de la realidad y la necesidad
absoluta de distinguirla. Aquí los matices lo son todo.
El País hace un resumen deslavazado, casi con
desgana, de la entrevista. No señala, por ejemplo, que la "entrevista"
ha sido realizada por su propia madre, oralmente, ante la imposibilidad de
acceder a él de cualquier medio de información. La madre ha transcrito lo que Alaa Abdel
Fattah le ha dicho respondiendo a las preguntas del Huffington Post Arabi y esa es la entrevista. Esto es algo relevante porque da cuenta del estado de aislamiento al que está sometido. No se le deja tener libros o material de escritura para evitar
la comunicación y, según señala él mismo, así aislarle intelectualmente. Una parte importante de la entrevista está dedicada a las penosas condiciones de unos y otros en las cárceles egipcias.
Cada
día es más obvio que necesitamos una mejor comprensión de los fenómenos en el
origen y lo primero es identificar a los agentes sociales que pueden tener algo
que decir sobre las situaciones. Polarizar entre los islamistas y el Ejército
el futuro de Egipto no es ayudar a entender lo que ocurre y en qué nos puede
afectar.
Aunque
un "editorial" no es un tratado histórico o político, sí hay ciertas
aclaraciones que se deberían hacer. Sobre todo cuando el régimen egipcio está
usando estos argumentos para alejar a los ciudadanos de la prensa
internacional. Cometer errores históricos sencillos, como los "cuarenta
años", o llamar indirectamente "demócratas" a los Hermanos Musulmanes porque Morsi salió de las urnas e ignorar lo que hizo después es
permitirle fáciles descréditos al gobierno egipcio respecto a los medios internacionales. Algo que hace todos los días.
Los egipcios tienen que saber que se les conoce y nosotros debemos tener mejor información para saber lo que pasa.
*
Editorial "Un Egipto más autoritario" El País 22/08/2015
http://elpais.com/elpais/2015/08/21/opinion/1440177869_380397.html
**
"Un bloguero laico que lideró Tahrir habla desde la cárcel egipcia"
El País 21/08/2015
http://internacional.elpais.com/internacional/2015/08/21/actualidad/1440177331_157780.html
**
"Entrevista a Alaa Abdel Fattah: "Hemos fabricado a Daesh con
nuestras propias manos"" The Huffington Post 21/08/2015
http://www.huffingtonpost.es/2015/08/21/estado-islamico-egipto-al_n_8019786.html?utm_hp_ref=spain
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