Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Una de
las tareas más importantes de la profesión periodística es determinar la
relevancia de los acontecimientos. Las cosas ocurren, pero no todas merecen ser
contadas. Cada día, el que escribe necesita seleccionar sobre qué lo hace entre
un mar inmenso de hechos que tratan de llamar su atención. Ese momento es
importante. Es el momento en el que se pone en la piel del lector y piensa en
qué le resultaría más interesante para sus intereses, sea consciente de ellos o
no. El qué sean esos intereses es algo confuso, que antes requería la intuición
del informador y que hoy nos viene determinado por múltiples estudios y estadísticas.
Se han creado unas categorías en las que se encuadran los acontecimientos a
sabiendas de que tienen capacidad de atracción de la atención lectora.
El
problema está en que se crean una serie de rutinas de presentación —¡es
increíble la falta de originalidad de los que quieren ser originales!— y una
serie de temas que acaban siendo buscados porque no "fallan". Se
busca la emocionalidad antes que el conocimiento. Las cuestiones se enfocan
desde el ángulo que pueda ser más impactante, eliminando las diferencias de tono que las noticias puedan requerir,
se trivializan aspectos relevantes centrándolos en cuestiones atractivas y se
elevan a la categoría de noticias hechos sin relevancia alguna.
The New York Times publicaba ayer un artículo sobre las
tensiones que esto está generando en el interior de los medios y la profesión
así. Lo titulaba "Where Clicks Reign, Audience Is King", centrando la
cuestión en la introducción de la web y los mecanismos de atracción que
desencadena a través de las redes sociales.
Poco se podían imaginar los que empezaron usando la red en
los años 80 como una alternativa a la trivialidad de la Televisión, el medio
que representaba la alienación más notoria (¿cuánto tiempo hace que no lee el
término "alienación"?). La red permitiría salir de la vertical
televisión creando una especie de ilustrada república
de las letras tecnológica, con una biblioteca universal que permitiera el
acceso al conocimiento verdadero y valioso frente a las francachelas que
ofrecía la televisión.
The New York Times señala en su artículo:
Since the days when most major cities supported
multiple newspapers, the news media has long been subject to groupthink, and
prone to search for sensation. But as more readers move toward online social
networks, and as publishers desperately seek scale to bring in revenue, many
have deplored a race toward repetitive, trivial journalism, so noisy that it
drowns out more considered work.
Reading disposable web journalism is “like
eating a whole bag of Doritos,” Joshua Topolsky, a founder of the technology
website The Verge, said in an interview. “You look up and think, ‘What am I
doing?’ ” Mr. Topolsky recently left his job overseeing Bloomberg’s web
properties, and afterward posted an essay that in part expressed frustration
with what is published online.
He is not alone. In recent weeks, there have
been complaints from various corners of the media world that online news has
deteriorated, and that it is now focused on the viral at the expense of the
substantive.
Others are not nearly as troubled.*
Como se insinúa en la última línea, a muchos no les parece
mal. Pero esto ha supuesto un cambio radical en la forma de percibir la
profesión periodística, la función de los medios e incluso la forma de percibir
al público.
En el siglo XIX se hablaba de la "tiranía del
gusto", es decir, la imposición por parte del público de cómo y de qué había
que escribir, pintar, etc. Lo contrapuesto era la denominada "torre de
marfil", el aislamiento del autor para poder centrarse en su arte sin
interferencias. El efecto de las redes sociales como forma de ordenarse la
demanda ha sido lo que podríamos rebautizar como la "tiranía del mal
gusto".
Lo que plantea el artículo de The New York Times no es más que eso, el "deterioro" de las noticias
online en su afán por conseguir el mayor número posible de "visitas", un objetivo prioritario para muchos, les guste o no.
El artículo comienza con el número de artículos recogidos sobre la muerte de
"Cecil the Lion":
Early last month, a lion known as Cecil was
killed by a hunter near Hwange National Park in Zimbabwe.
The first international news articles on his
death appeared in mid-July. By the end of the month, once it had emerged that
the man who killed Cecil was an American dentist, the global news media had
claimed its own trophy.
The phrase “Cecil the lion” now returns about
3.2 million Google News results. Among those are celebrity takes (“Jean-Claude
Van Damme Responds to Cecil the Lion Outrage”), emotional takes (“Like All Lions,
Cecil Had a Huge Capacity to Love”) and contrarian takes (“Eating Chicken Is
Morally Worse Than Killing Cecil the Lion”). There were local takes, millennial
takes, arguments that other global concerns were more pressing, roundups of
previous stories and condemnations of the amount of coverage. (Not to mention
articles like this one.)
More than 2,100 articles had been posted to
Facebook by mid-August, according to data from the social media tracking firm
CrowdTangle, where they were shared about 3.6 million times, and liked 1.3
million times. According to Twitter, mentions of Cecil peaked at nearly 900
tweets a minute, for a total of more than three million.*
La historia de Cecil —como señalamos irónicamente en el post
"¡Salvemos a los dentistas!"— tenía todos los requisitos para
convertirse en ese tipo de noticia que se convierte —¡la palabra mágica!— en
"viral". Y es esa misma viralidad —que ya hay profesionales
especializados en crear— es la que arrastra o hace arrastrarse, dirán algunos,
a los medios poniendo a sus profesionales a la caza de este tipo de reacciones.
Desde editoriales advirtiendo de la histeria colectiva contra el cazador hasta "precuelas" como las del diario El
Mundo ofreciéndonos las cacerías del dentista mataleones por España.
Quizá no hay mejor forma de entender este cambio en los
medios —con todo lo que tiene de creación destilada— que la reciente película
Nightcrawler (2014)—, la historia de un buscador de imágenes impactantes para
venderlas a los canales de televisión. Este psicópata merodeador de la noche
acabará entre accidentes y tiroteos aumentando los niveles de sangre para
satisfacer a unos medios enfermos de audiencias que satisfacen a los
insaciables públicos que quieren que los noticiarios se abran con noticias de crímenes,
accidentes, desastres, etc., algo perfectamente calculado y que hacen todas las
cadenas y medios en la actualidad.
El crimen de de dos jóvenes en estos días ha
servido para atizar los mismos principios. El diario El Mundo tuvo el mal gusto
de publicar las fotos de pareja del asesino y la víctima. Gran foto en la
edición impresa y galería fotográfica en la edición online pisoteando varios
principios de la ética periodística y asestando un nuevo dolor a la familia.
Pero eso no cuenta. Lo que importa es la rentabilidad que se le saca a estos
acontecimientos.
The New York Times
mencionaba al periodista de Bloomberg y su retiro después de un año de éxitos frustrantes. Joshua Topolsky lo explica así en su site personal:
The reality in media right now is that there is
an enormous amount of noise. There are countless outlets (both old and new)
vying for your attention, desperate not just to capture some audience, but all
the audience. And in doing that, it feels like there’s a tremendous watering
down of the quality and uniqueness of what is being made. Everything looks the
same, reads the same, and seems to be competing for the same eyeballs. In both
execution and content, I find myself increasingly frustrated with the rat race
for maximum audience at any expense. It’s cynical and it’s cyclical — which
makes for an exhausting and frankly boring experience.
I think people want something better, something
more meaningful. Something a lot less noisy.**
Comparto lo dicho aunque dudo sobre lo expresado en la última
línea. Los medios crean "hábitos" de consumo. Lo hemos experimentado
en todos los demás campos en los que la trivialidad y el mal gusto, la
emocionalidad truculenta y las amplificaciones: el público aprende
negativamente cerrándose a las experiencias que pasa a considerar elitistas y distantes. Se han convertido en consumidores de experiencias
intensas. Le cuesta recibir lo que no vaya empaquetado de esa forma.
La pedagogía de los
medios pasa porque formen a sus propios lectores, que les exijan textos de
más calidad, desear más y mejor información sobre lo que es interesante. Eso es
lo estimulante para el profesional y para el medio. Lo beneficioso para el lector.
Sin embargo, el camino emprendido por la prensa digital ha servido para
distanciar a ese tipo de lector, que ahora quiere que le entretengan, algo que puede ser muy barato si, como hacen algunos
sin tapujos, se limitan a recoger lo viral o a aplicar el barniz trivial a
mucho de lo que publican.
La desgracia es que mucha gente acude a las facultades de
Periodismo con esa deformación ya en mente. Han sido formados por los propios
medios en unos conceptos triviales de información y en la preocupación por las
audiencias y no por la realidad, que es el centro del que todo parte. Han
dejado de mirar lo que ocurre y les preocupa simplemente el número de visitas o
de "me gusta" que puedan acumular. Eso es para ellos el indicador de
un buen trabajo de información. Han dejado de querer ser informadores y muchos
han pasado a querer ser manipuladores sociales. Las redes son su "realidad",
el mundo que estudiar para obtener las mejores cifras. Ya no se trata de
estudiar Historia o Economía, sino neurociencias y psicología social; no se
trata ya de saber cómo funciona el mundo para explicarlo, sino de saber cómo le
funciona el cerebro a los lectores, ese cerebro emocional que acabará mandando
una orden al dedo para que haga el gesto gratificante de marcar el "me
gusta". ¡Misión cumplida! Como dice el lema del blog de cine "Nafeees Speaks": It is perfectly okay to write garbage—as long as you edit brilliantly.
No se trata, como dicen algunos, de la muerte del periodismo, sino de su suicidio.
*
"Where Clicks Reign, Audience Is King" The New York Times 16/08/2015
http://www.nytimes.com/2015/08/17/business/where-clicks-reign-audience-is-king.html
**
"Hello again" Joshua Toplsky
http://joshuatopolsky.com/post/123817628197/hello-again
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.