Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
De
todas las leyes psicológicas de andar por casa, quizá la más aceptada y
acertada sea la del embudo, llamada así porque establece una enorme desproporción
entre lo que a uno le pasa y le pasa a los demás y viceversa. Con la Ley del Embudo
en la mano, lo que nos dan nos parece poco y lo que se da a otro muchísimo, una
enormidad; lo que decimos nos parece "normal" y lo de los demás
desproporcionado e injusto.
La Ley
del Embudo funciona y te dan el Nobel por ello en el campo de la Economía
afectando a la determinación de los riesgos y de las ventajas explicando euforias
y pánicos, por ejemplo. Funciona igual en casi todos los campos en los que la
mirada humana es socialmente determinante. No somos imparciales y tampoco
tenemos unos deseos locos por serlo, pero nos gusta creerlo y hemos
desarrollado todo tipo de estrategias para convencernos de ello y, si es posible,
a los demás.
Las
constantes quejas recibidas por la Defensora del Lector del diario El País,
Lola Galán, sobre el tratamiento "conspiratorio" y
"vejatorio" que el periódico le da al partido Podemos son una
manifestación de la Ley del Embudo. Los que escriben para quejarse sobre el
trato dado lo hacen por lo que creen una injusticia.
Este fin de semana, el tema volvió a ser Podemos:
Jens Weidmann preside el banco central de
Alemania, primera potencia europea. EL PAÍS le entrevistó en la sede de la
entidad en Fráncfort, y esa entrevista, publicada a toda página el sábado 13 de
diciembre, en la que se le preguntaba sobre el programa de Podemos, ha
provocado inmediatas reacciones.
Varios lectores me han escrito quejándose
porque la interpretan como un ataque a este partido, basándose, sobre todo, en
el titular de primera página: El Bundesbank dice que las propuestas de Podemos
amenazan la economía. Por debajo, el sumario precisaba: “Jens Weidmann, presidente
del banco central alemán, asegura a EL PAÍS que no pagar la deuda pondría en
peligro el ahorro de los ciudadanos”.
No voy a citar algunos de los correos, porque
contienen acusaciones contra Weidmann fuera de lugar, o están redactados en un
tono inaceptable, pero sí quiero abordar la cuestión basándome en otros
mensajes.*
Creo
que un partido político que se refiere a todos los demás llamándolos "la
casta" no tiene mucho derecho a quejarse del tratamiento que los demás le
den. El éxito de Podemos se ha cifrado es su ascenso mediático, desde los
humildes orígenes de las emisoras locales hasta las recientes y peleadas
entrevistas en la Televisión nacional. Gran parte de su éxito se ha debido a no
dejar en ellas títere con cabeza. No deberían extrañarse de que el trato
recibido, la crítica feroz, pudiera ser semejante al que han dado a otros. A menos
que... ¡apliquemos la ley del embudo!
Desde
aquí nos quejamos constantemente de las malas maneras en la política, que nos
parecen condenables. Me parece despreciable que se les llame
"adanes", correcta palabra que apenas se usa más allá de los
crucigramas. Lo han hecho en el Partido Popular y el nuevo portavoz parlamentario
se ha estrenado con aquellos que "van de Don Limpio y están cubiertos de
caca", perla de los discursos políticos. Le parecerá al señor Hernando que ha hecho un
discurso artístico, una memorable pieza de retórica política e ingenio, jugando
con lo de ser adanes y lo de Don Limpio. Incluso ha usado la elegante
palabra "caca", que muestra lo tonto y pueril del asunto. Iglesias, que no se siente en la obligación de ser tan fino, ha respondido directamente hablando de "mierda", como era de prever.
No es
este el camino, pero es por el que van todos. Los que deberíamos quejarnos
somos los ciudadanos, pero no lo hace la mayoría en aplicación de la misma Ley
del Embudo. Nos parecen acertados e ingeniosos los insultos a los demás y nos
indignan los que dirigen a los nuestros.
Es el cuento de nunca acabar. Me
quejo de lo que haga cualquiera, sea de partido nuevo o viejo, grande o
pequeño, aspirante al poder o último clasificado. Gran parte del deterioro de
nuestra política proviene de esta incapacidad de hablar antes que de insultar,
del ingenio faltón antes que de las ideas constructivas. Buscamos que nos jaleen antes que otra cosa.
Lo
fácil siempre es insultar, descalificar, llamar a unos la "casta" y a
los otros "adanes". Es el resultado de plantear la política como una
guerra en la que los demás son "involucionistas", "revolucionarios",
"corruptos", "ladrones,"... ¡hasta "profesores"!,
que pasa a ser un insulto en los análisis propuestos recientemente por el
profesor Félix de Azúa.
No hace
mucho ya dábamos cuenta aquí de la vocación de ciertos lectores de decirles a
los medios cómo y qué deben escribir. Es una pena que lo que vemos con temor en ciertos países lo estemos comenzando a hacer aquí. La Defensora del Lector va a tener que
convertirse en Defensora del Periódico a este paso. Creo que esta vez le asiste
la razón. No se puede pretender que se escriba al dictado de los gustos de cada
uno y menos desde la perspectiva política que a uno le apetece. Los medios no
son neutrales, nunca lo son, aunque sí deben guardar las formas y ser rigurosos
en sus análisis y honestos en sus planteamientos. Pensar que son neutrales es ingenuo.
No lo fueron los medios que acogieron a Podemos y les dieron espacio para que
atacaran a los demás. Eran los tiempos de la política a cara de perro; ahora toca vender simpatía, dentro de la correcta estrategia comunicativa. Es la segunda fase. Primero, se canaliza la ira y el descontento; segundo, se vence el miedo.
Las
estrategias políticas respecto a Podemos son dos: se les ataca o les ignora. Al
principio se tenía serias dudas sobre si lo recomendable era darles cancha o
era mejor que se apagaran solos haciendo un cortafuego de silencio a su forma
de hacer política, que vive de la polémica. Hoy parece obvio que la estrategia
ya no es el silencio. Pero la crisis económica ha durado demasiado y sus estragos sociales y de perspectiva son muchos, sembrando la visión negativa de una política que no ha respondido ni con la celeridad ni con la eficacia deseada. Unos gestionan la esperanza; los otros, la ira.
Podemos
es un partido mediático, surgido de una teoría de la Comunicación Política de
manual, puesta al servicio de sus propias ideas, que se van colocando según se
necesitan. Podemos fue "titulares" antes que "artículo" en
una deliberada ambigüedad para la captación del descontento.
Ahora es una
máquina como las demás a la búsqueda de conseguir su parcela, como lo hizo ya
en las elecciones europeas. La lucha por participar en la municipales o no es
una muestra muy clara por parte de los que temen que, si no obtienen un buen
resultado, se malogren las perspectivas de dar un zarpazo suficiente en las generales, una prueba de fuego. Lo que ocurre es que las expectativas,
si son fiables, desbordan sus planes y, lo que es peor, sus capacidades y hay temor a que se
les vaya de las manos a los "fundadores". No hay que sacar el suflé
del horno hasta que esté bien cocinado, no sea que se deshinche. Y ese es el temor.
Que
haya una batería de cartas de protestas contra los medios que les critican
entra dentro de lo normal. También que los medios hagan su labor. Ya tienen bastantes condicionantes habitualmente. Lo
peligroso es que se empiecen a perseguir medios considerándolos como parte de la "casta", algo que no es nuevo. Invocar
a la "casta" lo explica todo; es una macroteoría. Soy yo
y los demás, un mundo en blanco y
negro.
Lo
preocupante no son los correos que Lola Galán comenta en su artículo, sino los
que dice no poder ni comentar por su tono y contenido. El señor que estrelló un
coche con dos bombonas de butano y varios sacos de fertilizante contra la sede
del Partido Popular decía que iba contra la "clase política", a la
que responsabilizaba de lo que le había pasado en la vida. No sé si tiene razón
o no, ni de dónde ha sacado esas ideas, pero sí sé que está mal estrellar
coches contra la sede de cualquier partido, incluido Podemos. A algunos, en
aplicación de la Ley del Embudo de nuevo, les ha parecido hasta divertido el caso y lo han jaleado. Mal hecho.
Al jugador de Fútbol Roberto Soldado, ahora en las filkas del Tottenham, se le ha ocurrido dar su opinión en un tuit en contra de Podemos llamándoles "cuadrilla". Inmediatamente se ha desencadenado el furor. Ha entrado a formar parte de la "casta futbolera", es un "psicópata", un "clon de Camps", "¿un futbolista que piensa?", "otro millonario" y demás lindeces que se le dedican. ¿Nadie puede criticar a Podemos sin sufrir las iras? ¿Y las quejas de las críticas contra Podemos? Roberto Soldado no es un "político"; es un ciudadano más. ¿Tampoco puede? Estamos enrareciendo demasiado el panorama, es decir, la convivencia. Ya es malo que estemos condenados a este espectáculo barrio bajero de la política para ahora extenderlo por todo el espectro social. No es bueno que se alimente la intransigencia por parte de nadie.
No
somos responsables de lo que hacen ciertos tarados, pero sí del calentamiento político
global. El señor del coche lo estrelló porque le puso cara a su desgracia, que
es lo que algunos tratan de hacerse mutuamente desde los diferentes puntos del
espectro político. Los desequilibrados los carga el diablo.
Escuchar
lo que dice el presidente del Bundesbank sobre Podemos es natural y más siendo
un partido que tiene representación en Europa. Podemos tiene una opinión negativa sobre
Angela Merkel y su política y a nadie le extraña que la tenga. A la vista de lo que tenemos delante, Roberto Soldado debería opinar lo que quiera en su cuenta sin sufrir las iras insultantes de ciudadanos que consideran conspiratoria cualquier opinión en contra.
Es preocupante
que las críticas se consideren agresiones
y que las agresiones se consideren normalidad.
*
"Sobre el Bundesbank y los Premios Darwin" El País 21/12/2014
http://elpais.com/elpais/2014/12/19/opinion/1419009351_581863.html
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