Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
ocasiones en que se oye hablar del yihadismo como si se tratara de una gripe para
la que es posible elaborar una vacuna precisa o poner en cuarentena unos días a
los afectados a ver si se le pasa o si desarrolla nuevos síntomas.
Cuando
no comprendemos bien un fenómeno, lo tratamos a través de analogías mediante
las que nos aproximamos. Sin embargo el uso de este tipo de recursos no tiene
ningún tipo de garantías reales de funcionamiento. Son solo formas de aprehensión
defectuosas que pueden alejarnos de enfoques más adecuados. Los medios de
información son en este caso decisivos pues contribuyen con la aplicación de
esas analogías a la extensión de fenómeno.
En el
diario El Mundo podemos leer el
siguiente titular: "La coalición anti IS propone 'programas de
desenganche' para los yihadistas retornados"*. Cuando se enfrenta la
cuestión de yihadismo, su tratamiento se acerca al de las toxicomanías o las
sectas, campos de los que toman el repertorio discursivo. Por mucho que se
entrecomille "programas de desenganche", no se pierde ese efecto analógico
causado por la idea del "estar enganchado", como si de una droga se
tratase. Y esa es la cuestión. El planteamiento de la cuestión como enfermedad, lavado de cerebro, etc. abre
un repertorio específico de recetas para "curar" a los
"enfermos" de yihadismo. El yihadista parece padecer algún tipo de
enfermedad o desequilibrio que es posible "tratar" con los remedios
adecuados, ayudas de personal especializado, etc.
El
fenómeno del Estado Islámico sigue sin comprenderse en su origen, objetivos y
alcance. En gran medida ocurre por la enorme cantidad de tópicos acumulados
para la interpretación de un fenómeno que se trata desde unas coordenadas y no
de otras.
Hace
unos meses, la prensa española recogió la noticia de dos
"voluntarios" españoles que iban a luchar a Ucrania al lado de las
fuerzas separatistas. El diario Público los mostraba como si se tratara de dos
jóvenes que fueran a un partido de la Champions en campo contrario, abrazados y
luciendo la bandera de su equipo, con el titular: ""Brigadas
internacionales" españolas se unen a los rebeldes en el este de
Ucrania". Esta vez la analogía escogida es la de las "Brigadas
internacionales", que en el contexto del que se habla se les ve como
combatientes por la "libertad". Los ucranianos, por supuesto, son los
"peligrosos fascistas" a los que hay que combatir con las armas.
Nadie ve peligro en que regresen a España, en donde serán celebrados por los
amigos y correligionarios, y serán convocados por Público para que nos cuenten
sus hazañas por tierras ucranianas matando "fascistas" y defendiendo
al pueblo. A su manera y salvando algunas distancias, son lo que entendemos como yihadistas. La ideología es
diferente, pero la estructura es la misma. Nadie teme, por supuesto, que
regresen radicalizados (se fueron a Ucrania porque ya lo estaban) o que puedan cometer
atentados. Al menos nadie lo ha manifestado. Es interesante ver cómo los
describía el diario:
Al menos dos jóvenes españoles están en
Ucrania, en la región de Donbass, combatiendo codo con codo con los milicianos
independentistas alzados contra el Gobierno de Kiev. Llegaron recientemente a
la capital ucraniana tan solo con "500 euros y una mochila" y desde
allí viajaron hasta el este, donde se alistaron en las "brigadas
internacionales" que está organizando la milicia de la República Popular
de Donetsk, a imagen y semejanza que las que vinieron a luchar a España contra
los ejércitos de Franco en España.
Uno de ellos es Rafael Muñoz Pérez, un
madrileño afincado en Asturias desde 2010 y que ha militado en las juventudes
de IU de Gijón. El otro se llama Ángel y es militante de los Colectivos de
Jóvenes Comunistas de Cartagena, la rama juvenil del Partido Comunista de los
Pueblos de España. En vídeos difundidos en Youtube y fotos a través de las
redes sociales se les puede ver junto a las milicias prorrusas, ya armados con
fusiles y orgullosos de estar "combatiendo al fascismo". "Somos
dos jóvenes españoles y estamos aquí para que el mundo vea que lo que dicen las
televisiones españolas y norteamericanas no es verdad. Esta gente no son
terroristas, no son criminales, están defendiendo sus hogares y familias",
aseguran en uno de los vídeos.
Aseguran que las milicias "no son
terroristas, están defendiendo sus hogares y familias"**
No trato de comparar los dos fenómenos, pero sí la forma de tratar este y cómo ese romanticismo con el que se presenta, otros lo usan igualmente en su beneficio. Sustituyan donde pone "Ucrania" por
"Siria" y así sucesivamente y verán cómo aumenta la preocupación y se
lee de otra manera. Aquí se les presenta como luchadores por la libertad. Los yihadistas auténticos hacen lo
mismo. Los que abandonan sus casas lo hacen siempre por "buenas causas" y
también tienen su perfecta "justificación" para matar, degollar,
esclavizar o, como es la última amenaza del Estado Islámico, realizar la
ablación de todas las mujeres en los territorios que han conquistado y están
bajo su cruel dominación.
Los países preocupados, afectados, etc. se han reunido en
Marruecos para tratar de tomar medidas para combatir este fenómeno de
contundente realidad pero de difícil clasificación, por lo que vemos. No parece
que haya servido de mucho, por las informaciones que llegan. La Vanguardia nos
señala algunas medidas y propuestas:
Una de las medidas más sencillas
y que países como Francia o Australia ya han comenzado a aplicar es la
confiscación de pasaportes o la prohibición de salida del territorio para
ciertas personas que dan señales evidentes de radicalización.
El problema, como expuso el
representante francés en la conferencia, es "la rapidez en el proceso de
radicalización" y la "diversidad de perfiles" (por ejemplo, un
22 % de los casos franceses son conversos al islam), aspectos que dificultan el
seguimiento de los nuevos yihadistas.***
¿Se va a privar del pasaporte a alguien que dé "señales
evidentes de radicalización"? ¿Qué es eso? Por otro lado, para el que
tenga ganas de salir, el pasaporte no será mucho problema. Hay millones de
personas que lo hacen. Será una dificultad más, pero no un impedimento, a menos
que se piense que son ciudadanos respetuosos de la ley, en cuyo caso dejarían
de ser radicales. El ejemplo de los crímenes que se comenten existiendo órdenes
de alejamiento nos muestra que la ley la respeta el que quiere respetarla. Los
que se consideran en tierra de infieles,
no tienen demasiada preocupación por sus leyes; burlarlas es un mérito más.
Para ellos ya solo hay una.
Pensar que el que da "señales evidentes de
radicalización" es el peligroso es obviar el arte del disimulo. Lo cierto
es que esa vía no parece muy eficaz y sigue considerando los síntomas de la
radicalización como los síntomas de la gripe, con sus fiebres, algo que se
detecta con un termómetro.
El dramático caso de Sidney de ayer nos muestra como el
tenerlo "clasificado" como radical sirve de muy poco. En este caso no
solo lo estaba por sus manifestaciones, sino como sospechoso de inductor del
asesinato de su esposa. Un candidato perfecto que, sin embargo, ha causado dos
muertes. Los dos jóvenes chechenos del maratón de Boston también estaban en la
lista de observados, pero tampoco sirvió de nada.
Los expertos se vuelven a contentar con dar estadísticas y
más estadísticas pero poca sustancia, una manía heredada de la mala praxis
académica en las Ciencias Sociales. Dar números no basta; es solo el principio.
Los participantes en la conferencia de Marruecos son
expertos, pero también políticos. Están interesados en reunirse y decir que
están en ello. Pero por lo que se nos transmite están muy lejos de acercarse al
problema más allá de los tópicos al uso.
El representante marroquí se
preguntó además si son únicamente religiosas las motivaciones que llevan a un
joven a sumarse a la yihad, en alusión a la búsqueda de aventuras o de una
identidad que pueden llevar a algunos a sumarse a una guerra en un país ajeno.***
Los países musulmanes tratan de evitar dos cosas: que les
estalle en las manos y que se piense que no hacen nada. Durante décadas se han
preocupado de la radicalización no como una cuestión
religiosa en sí, sino como un problema de su propia estabilidad. Han dejado
crecer los grupos mientras no les afectara a su propia seguridad. En el caso de
hacerlo, la represión ha sido brutal, con lo que han causado una radicalización
mayor. Ahora se les va de las manos porque los grupos han logrado lo que no
parecía posible, una actuación conjunta, un sentido de unidad, que fue lo que aportaron
Bin Laden y Al Qaeda. Con ellos, el fenómeno dejó de ser local y pasó a
convertirse en una red articulada internacional. Los demás pensaron que nunca
saldría de los países musulmanes, pero desde el 11-S sabemos que esa barrera se
rompió. Ya no están solo allí, sino en todas partes.
El discurso marroquí trata de desligar lo religioso del
yihadismo, señalándolo como "afán de aventuras" o un problema "identitario",
algo que se pase con la edad, no deja de ser conmovedor. La islamofobia, en
efecto, es un fenómeno creciente que hay que tratar de evitar porque son mucho
millones los musulmanes que reniegan del yihadismo
actual. Quizá la pedagogía sobre el concepto de "yihad", discutido
siempre con profusión, deba intensificarse. Pero la propia estructura del islam,
sin un centro real, abierto a las interpretaciones en lucha, hace que esto sea
una vía relativa y lenta. Es de agradecer en este sentido, por ejemplo, la
rápida condena que el Gran Muftí de Egipto, Shawqi Allam, hizo del caso de
Sidney, antes de su desenlace cruento: «The
mufti warned against “using this terrorist act to spread hatred towards
Muslims” in Australia and elsewhere.»****
Tiene, por supuesto, su propia clave egipcia, pero no deja de ser un impulso institucional
en el sentido condenatorio.
Por eso
son los radicales los que se dedican ahora a erosionar a las instituciones que
les critican acusándolas de vendidas a los infieles occidentales o a los
apóstatas. El conflicto se da en el seno del islam, aunque las consecuencias se
den también en el exterior. Es importante comprender que el proceso de radicalización
se intensifica por el intento de evitar que el movimiento liberalizador de las
primaveras árabes aleje de las fuentes islámicas. La radicalización revolución
siria, desbordando a los revolucionarios que inicialmente piden una
democratización es por miedo a la democracia, que es el verdadero enemigo del
yihadismo, que no es más que el brazo ejecutivo del islam totalitario. La
concentración internacional en Siria
y el desplazamiento de los liberales y demócratas, cuando no su aniquilamiento,
es el intento por evitar que prosperen democracias que se les escapen de las
manos. Esa es la lucha y el origen del problema al haberse resistido los países
con gobiernos autoritarios a las peticiones de democratización.
Seguimos
considerando el conflicto como regional o internacional, señalando los
"yihadistas" de cada país. Es un error. No son, como el caso, de
Ucrania "separatistas nacionalistas", sino verdaderos
"internacionalistas": lo primero que han perdido es su sentido de la
nacionalidad (país) para pertenecer a una unidad que entienden no local, sino
espiritual.
La creciente importancia de la
radicalización o el reclutamiento a través de internet llevó a varios
participantes a demandar una mayor colaboración entre los servicios policiales
y los responsables de redes de internet para ver el modo de que un contenido
considerado como violento o favorable al terrorismo pueda ser eliminado lo
antes posible.
Al respecto, el coordinador
antiterrorista de la UE, Gilles de Kerchove, puso como ejemplo el modelo
británico, donde Scotland Yard mantiene una relación fluida con Google que le
permite advertir de contenidos terroristas en una cuenta de facebook o de
youtube, consiguiendo su eliminación en más del 90 % de los casos.
Junto a este trabajo represivo,
todos estuvieron de acuerdo en que será necesaria una labor preventiva, sin que
los intervinientes hayan avanzado ideas concretas, más allá de la necesidad de
asociar a "líderes locales y comunitarios" de la diáspora musulmana
en Europa o América para contrarrestar el discurso del radicalismo.
La representante estadounidense
propuso ser más proactivos en la generación de contenidos en internet que
contradigan el discurso del odio y dijo que su Gobierno invierte en redes y
páginas en varios idiomas (inglés, árabe, urdu y somalí) con este propósito.***
Otra de
las ideas recurrentes —no hace falta ir a Marruecos para hablar de esto— es el
papel de internet. Se usa internet porque internet se usa, idea obvia y circular. Es corriente que se analice con
sorpresa porque tenemos la idea de que el "yihadista" es una especie
de ser medieval y nos choca su uso de la tecnología. Parece mentira que en
estos tiempos de sociedad del espectáculo, no sepamos separar unas cosas de las
otras. El grupo más cavernario que podamos imaginar no renunciaría a internet
porque es la forma de llegar más lejos. Oriente Medio era y es el reino de las
parabólicas. Los más retrógrados predicadores tienen su canal. Con ellos han
alimentado y siguen haciendo el sectarismo y la intransigencia. Es más fácil
cortar un canal de televisión vía satélite que el acceso a internet. Y no se ha
hecho.
Lo de la "proactividad" a través de internet es un
ejemplo del voluntarismo norteamericano y puede que alguien piense que sirva
para algo. Será un gasto y apenas servirá. Si alguien piensa que cuando se
presenten los "síntomas" del yihadismo, se va a ir a buscar páginas
"proactivas" como el que va a la farmacia a por aspirinas, puede
hacerlo. Pero es una actividad encaminada a que la vean los que no lo
necesitan.
Pero la carencia de ideas se concreta en esta frase de La
Vanguardia: «todos
estuvieron de acuerdo en que será necesaria una labor preventiva, sin que los
intervinientes hayan avanzado ideas concretas». Deberían hacerse camisetas con la frase.
El fenómeno del yihadismo es la punta peligrosa de un
iceberg. La creencia en la posibilidad de aislar los fenómenos ha hecho que no
se haya evaluado su alcance. Pero es más importante entender que es solo la
punta, que bajo ella hay un laberinto de cuestiones sociales, históricas,
teológicas, etc., de gran intensidad. Nuestra confianza nos hace ver peligro en
el "regreso" de los yihadistas, pero el peligro está en la "ida".
Es ahí donde hay que incidir en el análisis. La prevención siempre será más
eficaz si se conocen sus raíces. Las soluciones, hasta el momento, son meros
parches, un hacer ver que se está preparado para algo distinto a lo que
estábamos acostumbrados. Los brigadistas internacionales volvían a sus países
contentos por lo que había hecho y eran celebrados como héroes. Estos
yihadistas se comportan de otra manera. No hay internacionalismo, sino
supranacionalidad. La nacionalidad se vuelve contra sí misma convirtiéndose en
el objeto de odio. El mundo se ha convertido en campo de batalla; todo el que
no piensa como ellos, en su enemigo.
* "La coalición anti IS propone 'programas de
desenganche' para los yihadistas retornados" El Mundo 15/12/2014
http://www.elmundo.es/internacional/2014/12/15/548f462e268e3ef80f8b457b.html
** ""Brigadas internacionales" españolas se
unen a los rebeldes en el este de Ucrania" Público" Público 6/08/2014
http://www.publico.es/internacional/brigadas-internacionales-espanolas-unen-rebeldes.html
*** "Debaten en Marruecos cómo luchar contra la atracción
de la yihad" La Vanguardia 15/12/2014
http://www.lavanguardia.com/politica/20141215/54421454727/debaten-en-marruecos-como-luchar-contra-la-atraccion-de-la-yihad.html
****
"Egypt’s Grand Mufti condemns Sydney hostage crisis" Daily News Egypt
15/12/2014
http://www.dailynewsegypt.com/2014/12/15/egypts-grand-mufti-condemns-sydney-hostage-crisis/
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