Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hace
algún tiempo, en diciembre de 2012, una de estas entradas diarias se tituló
"España y el mal ejemplo". Arrancaba con una cita de The New York Times en la que se ponía a
España como ejemplo de lo que no había que hacer en economía. No era el único
caso. Barack Obama dijo lo mismo en un discurso y muchos líderes mundiales parecían
haber pactado una coletilla sobre lo mismo. Cuando tenían que asustar a sus
audiencias o votantes, levantaban el fantasma
español. Hace unos días el recién llegado Mateo Renzi, ante sus malas
cifras italianas, retomaba el latiguillo y confesaba públicamente que aunque
las cifras fueran malas él no quería que Italia tuviera como modelo a España,
sino a Alemania. Pero el que pudiera decir eso a estas alturas era una reacción
a la corriente contraria, mediante la que España ha vuelto a salir a la
palestra pero con una intención muy diferente. Allí donde era el mal ejemplo,
ha pasado a ser lo contrario: el ejemplo de cómo se puede cortar una situación
peligrosísima y salir adelante. Los que nos criticaron y critican se han
estancado mientras que eso que llamamos la "débil" o "tímida"
recuperación se ve desde fuera como una especie de gesta que imitar. ¿Nos
pusieron tan mal que ahora lo ven muy bien?
Hace
algún tiempo comenzaron las grandes empresas francesas a picar a sus operarios
y sindicatos poniéndoles a sus filiales españolas como ejemplo de sacrificio
para recuperar la pérdida de competitividad. También nos hicimos eco de ello.
¿Es posible que lejos de las disputas políticas partidistas españolas, siempre
maximalistas y poco proclives a la ecuanimidad, la España que ellos ven no sea
la que nosotros tenemos delante? Como aquí nadie reconoce nada y todos condenan
todo, es difícil saber el grado de fidelidad en la descripción de la realidad
que tenemos delante. Eso se experimenta fácilmente con la llegada de amigos
extranjeros que llegan a España tras la exposición a sus propios medios de
comunicación. Algunos esperaban llegar a escenarios apocalípticos y no fue eso
lo que se encontraron. Si algunos llegan ahora en busca de paraísos, pues
tampoco lo van a encontrar, pero sí una situación diferente a la que esperaban
hace poco más de un año.
Euronews
nos lo contaba ahora desde Alemania, tras el discurso presupuestario de Angela
Merkel. De nuevo, se ha vuelto a poner a España de ejemplo del funcionamiento
de las medidas económicas. Esto evidentemente deja un poco descolocado a Renzi,
que quería como ejemplo a Alemania. ¿Italia quiere como modelo a Alemania y no
a España, y Alemania propone como modelo a España a Francia e Italia? Es
simplificar mucho, pero está ahí. En realidad, Alemania propone a España como
forma de "salir" de los problemas, mientras que Italia propone a
Alemania como forma de "no entrar" en ellos. No es lo mismo. Pero eso
no significa que Italia consiga lo que quiere, como tampoco le está ocurriendo
a Francia, con sus líos socialistas internos.
La
noticia de Euronews es esta:
El mismo día en el que la Comisión Europea ha
nombrado a un francés, Pierre Moscovici, como nuevo comisario de Asuntos
Económicos y Financieros, París ha anunciado que se ve obligado a saltarse las
reglas europeas de déficit.
Francia no podrá limitarlo al 3% de su PIB en
2015, como estaba previsto, sino que habrá que esperar hasta 2017.
“La consecuencia de la estrategia económica
actual es que con un crecimiento y una inflación débiles, prevemos que para
2015 limitaremos el déficit al 4,3 % del PIB. Bajaremos al límite del 3% en
2017”, explicaba el ministro de Finanzas francés Michel Sapin.
La situación contrasta con Alemania, donde la
canciller Angela Merkel ha presentado un presupuesto de déficit cero para el
próximo año. Con él, junto con elogios a países como España, ha justificado la
necesidad de seguir con las reformas.
“Estamos viendo a una serie de países, como
por ejemplo España, que demuestran que las reformas surten efecto y que cobran
dinamismo. Pero tenemos que tomarnos muy en serio cuando la Comisión Europea
lanza advertencias de que ralentizar las reformas puede suponer un riesgo mayor
para la recuperación económica”, dijo.*
La "verdad"
de nuestra situación económica depende de cómo la experimenta cada uno en sus
carnes. Es propio de la política negar el pan y la sal al enemigo y elevar a
los altares las medidas que cada uno toma. Renzi no alababa realmente a Alemania, sino que trataba de meter el dedo en
el ojo a Draghi, siguiendo el cainita modelo mediterráneo.
Podríamos
tener una visión más ajustada a la realidad si no diéramos tanto crédito a los
políticos y nos permitiéramos más espacio para las opiniones y estudios cuyo
interés no estuviera tan marcado por objetivo de justificar lo que se hace,
incluidos los errores. Si en España hubiera habido un debate como el que hay
ahora mismo en el seno del socialismo francés, probablemente no se hubiera
entrado de forma tan brutal en una crisis que se negó hasta que el agua nos
entraba en los pulmones.
Creo
que existe también un cierto movimiento —del que me alegro y creo que todos
debemos hacerlo— por parte de los medios de recuperar un espacio independiente
y sacudirse ese mal endémico de nuestro sistema mediático de quedar reducido a
portavoz de los políticos y tapadera de sus errores.
La
importancia de un sistema independiente de vigilancia y observación mediática
de la realidad es grande. Por eso los medios deben alejarse de ese carácter
reductor de la portavocía. El post más visto en la historia de este blog daba
cuenta de la perplejidad de la entonces "defensora del lector" del
periódico más importante de este país cuando, al producirse el cambio político,
el tono de los artículos cambió radicalmente. Se pasó de un mundo que "funcionaba
muy bien" a un escenario "apocalíptico" sin darse cuenta el
efecto traumatizante que tenía para sus propios lectores que pasaban de la
confianza extrema a "el horror, el horror" de un Kurtz abandonado en el corazón de las tinieblas españolas.
De Walt Disney a Joseph Conrad.
Afortunadamente,
creo que los medios españoles han aprendido algo. No sé si todos, pero sí
algunos profesionales se ha dado cuenta de los riesgos y servidumbre que supone;
de cómo el desprestigio de la política arrastró al desprestigio de los medios,
tal como recordaron los "indignados" primitivos: ni nos representan unos
ni nos informan otros. Si lo han entendido, nos harán un gran favor a los
lectores españoles, que no queremos propaganda sino análisis ajustados a una
realidad sobre la que tomar decisiones. Con los enfoques, discrepancia y
matices que se quieran establecer, pero sin negar la realidad, algo que se paga
en ceguera de la ciudadanía, que acaba tirando la toalla.
Creo
que, por muchas discrepancias naturales que podamos tener todos sobre las
medidas que se toman —así debe ser en un sistema democrático y transparente—
importa mucho poder tener una buena información sobre lo que nos rodea, las
medidas y sus efectos. Como nos limitamos a escuchar cómo se pelean unos con
otros, los mensajes nos llegan bastante distorsionados. De ahí la importancia
esencial de una prensa con mayor objetividad y de unos expertos con voz
independiente, sin miedo, que nos sirvan para filtrar lo que se nos hace llegar
como autobombo. Es cierto que en estos terrenos no existen verdades absolutas,
pero sí es cierto que no le hace mal a nadie escuchar opiniones razonadas y
coherentes, diversas, bien documentadas, sin descalificaciones, más analíticas, etc. de lo
que ocurre o puede ocurrir.
No me
engaño. Sé que los que nos ponían de mal ejemplo entonces y los ahora lo hacen
de bueno tienen también sus intereses propios y lo hacen de forma ajustada a
sus propias decisiones. Pero seríamos necios si no le diéramos alguna
importancia aunque solo sea por aquello de la "confianza".
Esta
crisis ha sido muy dura y lo seguirá siendo porque sus efectos sobre muchos
sectores de la población han sido terribles. Pero debemos entender que una
parte muy importante de la crisis ha sido el endeudamiento privado excesivo, es
decir, la sobreexposición a las fantasías con las que se nos seduce cada día.
Un crecimiento basado en fantasías tiene sus consecuencias porque el día en que
se despierta el país ha desaparecido todo menos las facturas. Y eso ha sido lo
que ha tenido los efectos más terribles sobre mucha gente; la ausencia de
defensas frente a nuestras miopías inducidas por el propio sistema.
Si se
hubiera advertido de los riesgos en vez de negarlos o fomentarlos incluso,
especialmente en el terreno financiero, nuestra crisis hubiera sido otra con
menos efectos devastadores sobre la población y su calidad de vida global. Hoy
los indicadores que se nos ofrecen hablan de que parte del dinero vuelve ya al
ahorro y se acelera el consumo. Pero es solo una pequeña parte del "pan"
para hoy; lo que hay que discutir es sobre el "hambre" de mañana y
eso requiere y exige mucho más que el rifirrafe a que nuestros políticos nos
tienen acostumbrados.
Deberíamos
sentarnos a debatir el modelo de país que queremos ahora que sabemos adónde nos
llevan ciertas políticas y desarrollos desequilibrados. Sentarnos a discutir si
queremos muchos cocineros o más ingenieros, si queremos acoger la Fórmula 1 o
fabricar aquí los motores, si queremos que nos conozcan por las Copas de fútbol
o por un futuro y deseable Nobel de Física. Eso es lo que debemos debatir y
para lo que es necesario un modelo de país, una zanahoria programática delante
de nuestras orejas de borrico. De eso depende nuestro futuro, seamos más ricos
o más pobres, que es un elemento sujeto a coyunturas propias y ajenas. Ya sea
sima o cima, un país es un desafío; ya seas montañero o espeleólogo, tienes riesgos
incontables por delante.
Sí, el
mundo es complicado. Hoy eres ejemplo por tu transición política de una
dictadura a una democracia y mañana eres señalado con el dedo porque tus
gobernantes hacen cola en los juzgados. Un día todos te citan como parte de los
"PIIGS" (la "S" somos nosotros) y otro te ponen de ejemplo
virtuoso en un discurso presupuestario. Merkel te alaba, a Renzi no le
gustas..., y así va el mundo. Yo, por mi parte, me empeño en que me hablen
claro porque sin este requisito corro el riesgo de ser el que menos sepa del
país que tengo debajo de mis pies, un suelo que se puede abrir en cualquier
momento y engullirme.
Prefiero
que me pongan de ejemplo positivo a negativo, evidentemente. Pero por encima de
todo me gustaría un país con aspiraciones crecientes más allá de batir el número
de turistas o ganar la copa del mundo de lo que sea y toque.
No
quiero ni pesimismo ni triunfalismo, sino el realismo de saber
cómo estamos y el idealismo de cómo nos gustaría estar, una ilusión compartida
que nos una y no estar permanentemente discutiendo por las facturas impagadas.
Hay que crecer y hacerlo en la buena dirección
Lo
único positivo que tienen las desgracias y desastres es aprender a evitar que
se repitan. Aprendamos todos. Seamos más críticos y menos complacientes; más
ecuánimes y con mayores aspiraciones. Más realistas. Lo que digan de nosotros
es importante por muchas cosas, para bien o para mal. Pero lo importante es lo
que pensamos nosotros. Nos pueden parecer discutibles los halagos y las
condenas, pero si vas bien no hace falta estar tan pendientes de lo que los demás
opinen de nosotros.
¿Somos un país ejemplar? No lo creo porque cada día afloran nuestros defectos, que no son pocos. Lo importante es que dejemos de ser un país complaciente o derrotista, dos de los peores vicios en los que se puede incurrir. Por eso es importante que exista debates reales y no peleas de gallinero, debates serios que se extiendan para que decidamos nuestro futuro sin demagogia y con claridad. Eso es lo que hay que exigir a nuestros políticos, medios y expertos. Claridad, seriedad y buena voluntad para confiar en ellos y que los demás confíen en nosotros.
No m´ñas vergüenza de "piigs" o dedos acusadores.
*
"París se salta las reglas europeas del déficit mientras Berlín anuncia un
presupuesto equilibrado" Euronews 10/09/2014
http://es.euronews.com/2014/09/10/paris-se-salta-las-reglas-europeas-del-deficit-mientras-berlin-anuncia-un-/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.