viernes, 19 de diciembre de 2025

Mi selfie y yo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

¿No tiene Ud. a veces la sensación de que ha sido abducido y dejado en un estúpido planeta al que llaman Tierra? ¿No le invade esa idea aunque sea durante unos segundos ante lo que ve y escucha?

Esta sensación me llega al leer ciertas noticias o escuchar ciertas cosas. En esos momentos me siento distante, muy distante y me resulta imposible sentirme cerca de cierta gente. Y me está empezando a pasar más a menudo de lo recomendable y saludable.

Qué puedes sentir cuando lees noticias como esta:

El sueño de un youtuber de volverse famoso podría salirle muy caro. Cody Detwiller, conocido en redes como WhistlinDiesel, es uno de los creadores de contenido estadounidenses más polémicos. Y es que la mayoría de sus vídeos se basan en destruir coches de lujo, a cada cual de mayor valor. 

Gracias a ello, logró más de 10 millones de suscriptores en YouTube y millones de visualizaciones en todos sus vídeos. Pero lo que él no se podría haber imaginado es que por uno de sus videos llegaría a acabar investigado por la Policía y podría incluso acabar en prisión.* 


Quizá mi problema es que no me acabo de creer que esto puede ser llamado "normalidad", es decir, que soy un inadaptado. Cuando uno consigue así 10 millones de suscriptores, se cuestionan muchas cosas, incluida las ideas de "progreso", "inteligencia" y otras por el estilo que han surgido en el camino de la humanidad y han producido "optimismo", otra palabra pisoteada.

Estamos en medio de una sociedad embobada, donde "mirar" y "ser mirado" se sitúan en las aspiraciones centrales. "Veo, luego existo" o "me ven, luego existo" son fórmulas prácticas que reducen la existencia a eso. Si los filósofos especulaban sobre lo engañoso de los sentidos, hoy ocurre lo contrario. Los filósofos desaparecen (o se ocultan) en la maraña de la verborrea, mientras que los sentidos están en su plenitud.

A la vez que la imagen se apodera de todo es reducida a mera posibilidad, es decir, puede ser "real" o no dados los avances en manipulación de las imágenes. Puedo hacerme un selfie con quien quiera, aunque lleve muerto mil años o no haya vivido nunca. Puedo mostrar imágenes montando unicornios o estrechando la mano a Drácula; puro fake, pero ¿qué importa? 

BBC Mundo 9/2018

Quizá estoy condicionado por el inquietante trabajo de un alumno sobre el cine de terror desarrollando la idea de que ya no hacen falta "monstruos", que con lo cotidiano, que se ha vuelto espeluznante, nos basta. Y no le falta razón.

Cada día nos informan de gente que muere haciéndose selfies. La obsesión por ser imagen, un archivo en un teléfono, una foto subida a las redes, se ha vuelto una especie de religión. La raza humana ha pasado a ser una imagen en una pantalla, algo que nos fascina. Lo del antiguo debate sobre las imágenes —¿recuerdan lo de iconoclasta? — se ha perdido por goleada en esta década.

Sigo los campeonatos de Snooker desde que descubrí el juego durante la pandemia. Lo que me llama ahora la atención son las reacciones de la gente cuando son enfocados por las cámaras y mostrados en las pantallas en la que pueden verse en las salas. Estoy convencido de que muchos de ellos van no por el juego, sino por la posibilidad de verse y saber que son vistos. En el momento en que son enfocados, desaparece para ellos el juego. Ya solo miran buscando su imagen; hacen gestos para salir del montón y reconocerse, se saludan ellos solos. Sí, son ellos mismos los que están allí, no hay duda. ¿Qué más se puede pedir?

Cuando llegamos al año 2000, se declaró que el invento del milenio era el destornillador, una pieza humilde, pero indispensable, en el camino. Si sobrevivimos al próximo —algo dudoso a este paso—, el invento del nuevo milenio será el "selfie", que es algo más que una foto. 

Hay maravillosos fotógrafos de todo tipo, pero el selfie, ya sea como fotografía o como su variante en YouTube, es el embelesamiento de la propia mirada, es mirarse uno y asombrarse, por más que te mires todos los días delante del espejo de tu baño. El selfie es la necesidad de mirarse y ser mirado. Si para conseguirlo hay que quemarse a lo bonzo o quemar Ferraris de 400.000 dólares eso es lo de menos. Lo importante es que te miren en un mundo inmerso en pantallas y más pantallas, donde casi todo lo que ocurre fuera de ellas es ignorado, no existe.

Creo que no hay película más absurda e incomprensible hoy en día que "El hombre invisible", aquel invento narrativo de H.G. Wells. ¿Dónde está hoy la gracia? ¿Tendríamos hoy al hombre invisible haciéndose selfies?

Si llegaran los extraterrestres los recibiríamos y nos haríamos un selfie con ellos. Intente pensar en situaciones absurdas de este tipo y verá cómo se imagina a algún conocido en esa situación, le costará poco. Narciso se miraría sonriente en el río sacándose un selfie. 


* "Un 'youtuber' incendia su Ferrari para hacerse viral y acaba enfrentándose a una pena de prisión" "0minutos 18/12/2025 https://www.20minutos.es/gonzoo/un-youtuber-incendia-su-ferrari-para-hacerse-viral-acaba-enfrentandose-una-pena-prision_6912348_0.html

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