domingo, 14 de diciembre de 2025

Las enfermedades mentales laborales

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Aumenta el contraste entre la propaganda que nos rodea y la realidad de la calle, de unos y otros. Hace tiempo que los políticos descubrieron que los hechos son individuales mientras que los discursos son colectivos. Lo festivo de los discursos contrasta con el dramatismo del día a día de millones de personas que sienten que están excluidas de ese paraíso del que nos hablan en los discursos.

El resultado es claro: el aumento de las enfermedades mentales. Las formas en que nos enfrentamos a ellas son muy diversas, tanto en lo personal como en lo institucional que debe dar respuestas a los problemas de las personas. ¿Cómo se afronta una realidad personal difícil, con precariedad, angustia, vivienda inalcanzable, explotación, mal ambiente laboral, etc. cuando te dicen que la economía va mejor que nunca, que se reduce el desempleo, que somos el motor de Europa en crecimiento, etc.? Si todo va bien, ¿por qué yo voy tan mal?

La respuesta es que no todo va tan bien como nos dicen, pero no todas las personas —tanto por causas propias como por el entorno— son capaces de librarse de la angustia o incluso de la culpa.

Uno de los resultados claros de esta tensión es la enfermedad mental. Es resultado de la imposibilidad de casar ambas. En 20minutos tenemos un interesante reportaje firmado por Galo Abrain, con el titular "La plaga de las bajas por salud mental que no para de crecer: "De camino al trabajo, me dio un ataque de ansiedad en el autobús""*.

Hay algo que está presente en el reportaje, una lucha en la que se debaten muchos textos periodísticos sobre esta cuestión: ¿quién es el perjudicado? Hay una clara tendencia a enfocar el problema  como un perjuicio a la empresa, como pérdida de horas y de dinero. Se busque o no, el principal responsable resultan ser los trabajadores, que son "débiles" y sin conciencia empresarial, que no soportan el duro mundo laboral. Esto aflora en muchas informaciones y procede de esa forma de mostrar la enfermedad de los trabajadores como "horas perdidas", etc.

El reportaje no escapa a esos principios, pero poco a poco se va abriendo a la realidad de la enfermedad mental como una cuestión laboral cuando los expertos consultados comienzan su análisis. 

Las causas de este aumento están muy enmarcadas en cuadros ansioso-depresivos, pero las razones habremos de buscarlas en un abanico muy amplio de desencadenantes. Para la directora de Serene Psicología, Marta Asenjo, vivimos en un contexto en donde se mezclan la hiperexposición, la autoexplotación, la inestabilidad económica y una incógnita tecnológica generalizada sobre el futuro laboral. "Eso conforma un cóctel", asegura Asenjo, "capaz de desencadenar ataques de estrés muy lesivos, que acaban convertidos en cuadros de ansiedad o depresión inhabilitantes". Según la experta, esto es una prueba del origen multifactorial de las bajas laborales asociadas a la salud mental, que pueden ver su erupción justificada en el punto álgido de una de esas frustraciones antes mencionadas, pero quedando la enfermedad retroalimentada por todo lo demás.*

Los cuatro puntos señalados apuntan hacia esas causas propias del entorno laboral, donde se ha impuesto un modelo duro y de tensión como normalidad.

Hace unos días me comentaban el estado tenso en el que se encontraban en una empresa ante el regreso de una jefa anterior. Había sido sustituida por un tiempo y con la persona que habían puesto al frente la realidad laboral había sido muy distinta. Todo había funcionado bien y el ambiente había mejorado mucho. La gente, me comentaban, iba a trabajar con ganas. Ahora la tensión, la angustia ha vuelto a crecer ante la perspectiva del regreso y lo que iba a suponer para todos.

Desde hace tiempo, el sistema empresarial ha asumido ese modelo, el de la exigencia de cualquier manera. Los jefes "blandos" son los que exigen menos y esto reduce los beneficios. Es mejor que te teman y si no resistes hay cola de gente esperando un puesto de trabajo.

Como en plena época del capitalismo salvaje, los miles o millones de parados son la amenaza presente para los que están empleados y se sienten descontentos. La amenaza de que haya gente esperando para ocupar tu empleo, en peores condiciones, por ejemplo explica mucho del crecimiento de la xenofobia y el racismo, que ve en la emigración una forma de presión. Ellos, se piensa, aceptarán cualquier cosa, menos dinero, más trabajo, peores condiciones. Esto, por supuesto, es la perpetuación de injusticias y la explotación por parte del sistema. Muchos países lo practican: mal empleo, abusos, mal pagados y la simple queja te pone en la frontera.

Mientras no se ponga el foco en la realidad humana, personal de las bajas por enfermedades mentales, será difícil solucionarlo. En el artículo se señala en esta dirección: "También las empresas deberían analizar por qué se producen tantas bajas. A veces el problema está en el propio clima laboral"*. Creo que todos, desgraciadamente, podemos aportar casos en esta dirección, la laboral. Son demasiadas malas costumbres las que se han aceptado tras las diversas crisis que llevamos afrontando por décadas.

El ejemplo que se nos propone es que los ricos (y los listos) aumentan su patrimonio. ¿Qué siente una persona explotada y mal pagada cuando lee sobre personas que se han hecho millonarias con casos como los frecuentes llamados "casos mascarillas"? ¿Qué sienten cuando leen sobre los que se han hecho millonarios con sobornos, con "mordidas", casos en los que se han llevado con una operación lo que ellos no ganarán en años, en décadas? Muchos se romperán psicológicamente, se sentirán como parte de ese grupo de explotados, obligados a sufrir mal ambiente laboral y a no llegar nunca a resolver su deseo de tranquilidad personal y laboral, que no son dos elementos separados, sino parte de una misma realidad que procesa todo lo que vive.

Considerar la enfermedad mental además como un "problema de la empresa" (el artículo abunda en testimonios) es un error de fondo que no ayuda a resolver el auténtico problema.

Hemos perdido mucha humanidad en estas décadas, muchas formas más humanas de vernos y de tratarnos. Algunos lo han considerado como una forma de "modernidad". Convertir un grupo humano en un frío escenario en el que solo importan el beneficio, las horas perdidas, etc. no nos ha ayudado mucho.

En el artículo leemos un testimonio en este sentido: 

Claudia, por su parte, y con la distancia que da el tiempo, tiene una lectura muy nítida: "La solución pasa por que la empresa ponga por delante a los empleados antes que los resultados. Da igual cómo trate esta jefa a su equipo, mientras facture, la respaldan. A mí me hicieron una encuesta cuando ya me iba. ¿Por qué no antes?". La herida no se ha cerrado del todo, pero ya no sangra igual.

Desde su consulta, Marta Asenjo observa patrones que se repiten: identidades hechas solo de trabajos que se desmoronan cuando ese pilar cae. "Muchísima gente construye su identidad en torno a lo que hace. Y cuando eso falla, la persona se queda sin referencias", explica. Por eso defiende que, a veces, parar no es rendirse, sino tomar impulso: "En algunos casos recomiendo una baja temporal para que la persona pueda reconectar con otras cosas. Aprender a disfrutar de algo más allá del trabajo".*


La religión del trabajo está hecha de falsos ídolos, aunque muy exigentes. Mientras sigan exigiendo más y más continuarán aumentando las bajas laborales y, en su otra dimensión, los dramas personales. La diferencia de las enfermedades mentales respecto a otras es que su solución pasa porque se modifiquen las condiciones. Volver a lo mismo tras un tiempo es condenar a las personas a ciclos de resistencia y malestar.


Se habla de mentalizar a las empresas sobre cómo comportarse internamente, de cómo evitar ciertos comportamientos que llevan a casos constantes. Para ello debe modificarse primero la consideración de la enfermedad mental, reconociendo tanto sus efectos como sus orígenes laborales. Pero hay que recuperar la dimensión humana para que sea considerada como tal tanto en el entorno laboral como en el asistencial, que debe mejorar mucho y sobre el que también se explayan los entrevistados en el artículo, hace falta algo más que una pastilla.

Más allá de las horas perdidas y su contabilidad, están las personas, la mayoría de las veces víctimas de un sistema del que se cantan sus logros, pero pocos se atreven a señalar sus miserias y los efectos.

Hemos renunciado a valorar nuestras sociedades de forma humana y las hemos convertido en un duro mercado donde todos estamos al servicio del beneficio de unos pocos. El énfasis puesto en la empresa y no en el trabajador es una forma de confirmación del problema.

El titular del artículo citado habla de la "plaga de las bajas"; debería hablar de la plaga de las enfermedades mentales de origen laboral, lo que nos acercaría más a la realidad y a las causas del problema. Las empresas recogen lo que siembran. Debería estar claro quiénes son las víctimas.

 

  

* Galo Abrain "La plaga de las bajas por salud mental que no para de crecer: "De camino al trabajo, me dio un ataque de ansiedad en el autobús"" 20minutos 14/12/2025 https://www.20minutos.es/nacional/plaga-las-bajas-por-salud-mental-que-no-para-crecer-camino-trabajo-me-dio-un-ataque-ansiedad-autobus_6908212_0.html

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