Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Cada
día nos informan de la reducción de las libertades en algún lugar del mundo.
Tenemos la sensación fundada de que mucho de lo que se hace en diversos lugares
tiene como función hacernos menos libres.
Que el
presidente de los Estados Unidos declara en sus primeras semanas en la Casa
Blanca que "la es el enemigo del pueblo" es muy preocupante por motivos
diversos, pero muy especialmente por los imitadores en países en los que el
sistema de libertades no está respaldado por un sistema judicial. Hay países en
los que esa teoría se repite sin pudor. La constante aparición de personajes
autoritarios en la política hace que la prensa pase a primera fila, echándose
sobre ella la ira del gobernante, quien trata de arrastrar al pueblo contra la
prensa, algo que se paga en las calles de muchas ciudades en las que los
periodistas son agredidos o recibidos de mala forma al considerarse su
presencia una agresión.
Euronews
se hace eco del informe del 2017 de Reporteros sin Fronteras y señala el
empeoramiento de la situación:
Hoy la prensa es menos libre que hace un año.
Incluso en estados democráticos. Es la conclusión del informe 2017 de la
organización Reporteros Sin Fronteras publicado este martes. El mapa de mundial
de la libertad de prensa se ha vuelto más negro, el color asignado a los países
donde está más amenazada. En 21 países la situación es crítica, en 51 mala.
Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Holanda ocupan los cinco primeros
puestos en el ránking mundial de la libertad de prensa.*
¿Qué es
lo que hace que se produzcan estos retrocesos? Nuestra conversión en un mundo
mediático hace que lo que define al poder ya no sea el silencio, sino el
discurso constante, el flujo de información. Nuestro universo ya no se puede
silenciar, por lo que se hace esencial el ataque a la persona, al periodista,
la descalificación al medio.
Estamos
asistiendo a la aparición de leyes en diversos países en los que el argumento
para controlar los medios es el de la aparición de las "fakes news".
Gobiernos autoritarios hacen que sus parlamentos aprueben leyes en las que se
vigila a los ciudadanos (redes sociales), pero también a los medios al haberse
establecido un circuito fluido entre ambos. El objetivo es siempre evitar una
opinión pública en contra, que queden al descubierto los errores, que se
produzca la crítica que erosione el poder o sus posibilidades.
Los
políticos (y sus asesores en esto) han aprendido rápidamente que se trata de
mantener el flujo constante, alimentar las corrientes cuyas olas establecen los
vaivenes. En estos días se ha comentado que los aspirantes a la presidencia
francesa habían evitado polemizar y atacar directamente a Marine Le Pen. En mi
opinión, se trataba de evitar el fenómeno observado con la campaña electoral
norteamericana, en la que todos los candidatos (y los medios) se dejaron arrastrar
por Donald Trump. Los efectos, los conocemos.
Su
declaración de la prensa como enemiga quedará en la historia de la presidencia
de los Estados Unidos. Muchos definen a Trump como un consumidor compulsivo de
televisión, de un adicto a la Fox,
convirtiéndose él mismo en un propagador de noticias falsas al transmitir
mediante sus tuits algo dicho por un comentarista que los había leído en Breitbart
que a su vez...
La
lucha de los medios "serios" contra estas turbulencias informativas
es una necesidad imperiosa. La buena información es necesaria, como lo son los
buenos análisis en un mundo complejo. El buen periodista es el que explica cómo
hace el mago su truco. Al mago, por supuesto no le gusta y tampoco a una parte
del público, la que cree que realmente se puede cortar a alguien por la mitad y
después recomponerla o que las chisteras tienen infinitos conejos. El mundo se
nos ha llenado de magos a los que les gustaría hacer desaparecer a los
periodistas en las chisteras.
Lo
escandaloso del informe de Reporteros sin Fronteras es que la reducción de la
libertad de información se produce allí donde debería defenderse con más ahínco
para dar el ejemplo. Recogen en Euronews el retroceso en la clasificación de
países:
EEUU ha retrocedido al puesto número 43,
inmediatamente después de Burkina Fasso y justo antes de Comores, Taiwán y
Rumanía. La organización acusa al presidente Donald Trump de promover “cacerías
de brujas” entre los periodistas, a los cuales ha llegado a difamar acusándoles
de difundir noticias falsas. Turquía se posiciona como el país donde más ha
aumentado el riesgo de terminar en la cárcel para un periodista,
multiplicándose por cuatro el número de profesionales de la información en
prisión desde el fallido golpe de Estado.
Eritrea, Turkmenistán, Siria y China y Corea
del Norte el peor clasificado ocupan los cinco últimos puestos en el total de
180 países incluidos en el informe.*
La Turquía
de Erdogan es, en efecto, peligrosa para las libertades. Erdogan ha decidido
"limpiar" el país de todo lo que no sea su palabra y sigue avanzando,
etapa tras etapa, hacia el fascismo religioso. Pero si Turquía está en el
puesto 155 de 180, el Egipto de al-Sisi está en el puesto 161. También Egipto
ha puesto en marcha nuevas leyes para poder controlar a la sociedad y a los
medios. Las justificaciones no difieren mucho en uno y otro caso.
Estamos
aprendiendo a valorar la buena información por su escasez. Los enemigos de la
buena información son muchos. Los políticos son solo una parte. Otras partes
importantes del deterioro tienen que ver con la propia identidad de los medios,
con saber cuál es su función social, con alejarse de los cantos de sirena del
entretenimiento, la trivialidad y lo anecdótico. La buena información, además,
es cara: requiere tiempo y medios, buena formación de las personas. Y muchos
medios han tirado la toalla y se han dejado seducir por la "agenda de la
estupidez", que es considerar a sus audiencias como memos babeantes.
El
deterioro de la libertad de información no afecta solo a los periodistas, que
la padecen directamente, sino también a la sociedad, que pasa a estar peor
informada, manipulada, etc. El deterioro de la capacidad de decidir se produce
por la ausencia de información. De ahí el deterioro democrático.
Cuando
el periodista está en riesgo por realizar su labor, es señal de deterioro
social. Cuando se hace desde las instituciones, lo es del deterioro de estas.
*
"La libertad de prensa retrocede incluso en estados democráticos"
Euronews 26/04/2017 http://es.euronews.com/2017/04/26/la-libertad-de-prensa-retroce-incluso-en-estados-democraticos
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