Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos días hemos estado tratando la cuestión del tratamiento dado por la visita
del presidente al-Sisi a los Estados Unidos de Donald Trump. He creído que era
importante comprender desde esa perspectiva lo que implica para las personas
que tratan de tener una vida libre y respetable bajo el marco de los derechos
humanos que muchos otros países viven. Se ha recriminado, así lo ha hecho la
prensa norteamericana, que las alabanzas desmedidas de Trump hacia un régimen
que no respeta los derechos humanos es un mal ejemplo y, sobre todo, es una
licencia para continuar así, sin rectificar, sin estímulo correctivo de lo que
se califica como un "fantastic job" y que incluye muchos aspectos
negativos.
Pero no
se comprende nada de Egipto sin entender que hay una parte importante de esa sociedad
que tiene la intolerancia como principio, que no es capaz de convivir con
aquellos que son diferentes en diversos aspectos de la vida personal y social.
Son esos los que jalean y aplauden, según llegue el caso, a islamistas o a
militares. No tienen interés alguno en la individualidad que nos distingue sino
que no contemplan, en sus estrechas mentes, más que un mundo hecho a su imagen
y semejanza, un mundo en el que resultan como modélicos, virtuosos, frente a
los otros.
Ya sean
islamistas o militaristas, es la intransigencia
su norma de vida. Son atentos vigilantes de la vida de los otros y cuidadosos exhibidores
de su propia conducta, que elevan al rango de virtud. Rezan más que nadie,
aplauden más que nadie y acusan más que nadie. Así muestran su adhesión a Dios,
al líder o a ambos.
Su
objetivo es siempre la uniformidad social. Sus vidas les parecen poco y
necesitan controlar las de los demás. Sí una película no les gusta, van a los
jueces; si un libro no les gusta, van a los jueces... Así, desataron sus iras
contra actores, directores, escritores, intelectuales que hablaban de algo
nuevo, que proponían avanzar en algún
sentido. Pero para ellos ese concepto no existe. Todo está dicho; lo tomas o lo
dejas; te vas o te quedas.
Egipto
nos da un nuevo ejemplo —insólito para casi el resto del mundo— que ha
aparecido en la prensa y en las redes que muestra la persecución a las personas
que simplemente viven de otra manera. Lo ha recogido el diario estatal Ahram Online con el titular "Egyptian
university investigates professor after dancing video goes viral" y este
es su contenido:
Egypt's Suez Canal University has decided to
investigate English literature professor Mona Prince after personal images of
her – including a two-minute video of her dancing on the roof of her home –
went viral on social media on Tuesday.
The video and photos sparked controversy in the
country, with many describing her behaviour as "inappropriate" for a
university professor, Others defended the professor, saying it is a matter of
personal freedom.
Professor Prince told Ahram Online on Wednesday
that she has not received an official notice from the university regarding an
investigation.
However, the university president said in a TV
interview that the decision to investigate came after the university received
many complaints that Prince violated academic principles when she posted the
images, which included photos of her in a revealing swimsuit and drinking
alcohol.
Hany Abu Zeid, a Facebook user who grabbed the
professor's videos and photos and shared them on his page, said that the
professor publically shared the material on her Facebook page.
Prince said "I do not know this man – who
claims to be a journalist – either from social media or in person. He was
probably pushed by someone else to defame me."
The professor defended her behaviour, saying it
is a matter of personal freedom that harms no one, and called on the Egyptian
community to consider discussing topics of more importance like health and
education, instead of "a common citizen dancing at her home."
She added that she is ready to sue anyone who
shared her photos and videos with the aim of to defaming her, since she shared
this material on her private Facebook page a long time ago.*
De las grandes cuestiones de estado tratadas por el
presidente en los Estados Unidos a los detalles reveladores de la situación
real. Lo ocurrido con la doctora Mona Prince es realmente un ejemplo de una
forma de actuar demasiado frecuente en el Egipto postrevolucionario, que
desencadenó una reacción ultraconservadora en la que encajan igualmente
islamistas y militaristas, pues ambos poseen una visión del control social
semejante, son hijos de la vigilancia y la hipocresía, dos defectos nacionales
de los que Egipto no se libra y le condenan a estas situaciones.
El caso tiene tres momentos. El primero de ellos está
oculto. Se trata del desencadenante que haya podido dar pie a la vigilancia. La
doctora Mona Prince es profesora de Literatura Inglesa. En sus clases se hablará
de muchas obras, se leerán muchas de ellas, que no gusten a los piadosos guardianes
de la sociedad perfecta. Alguien cuenta que han leído a un autor, pongamos
Orwell, pongamos Joyce. Un día lo llevan a casa o lo ve un vecino o se entera
un piadoso compañero de la propia universidad. Otro día surge un debate en las
clases sobre cualquier aspecto relacionado con la vida al hilo de lo leído. Um... ¡qué peligro!
Los ataques contra la doctora Pince no son nuevos. Jadaliyya publicaba en mayo de 2013 la
siguiente carta dirigida al rector de la Universidad de Suez y con copia al
ministro de Educación:
President, Suez University
Cairo-Suez Road
Suez
Arab Republic of Egypt
Dear President Musbah,
I write on behalf of the Committee on Academic
Freedom of the Middle East Studies Association (MESA) of North America in
strong protest of the current investigation and informal suspension without pay
of Dr. Mona Prince by officials at your university. We believe that this
investigation is unwarranted by the facts of the case and badly undermines the
principles of academic freedom. We are troubled, in addition, by evidence that
the mistreatment of Dr. Prince by the university is politically motivated.
MESA was founded in 1966 to promote scholarship
and teaching on the Middle East and North Africa. The preeminent organization
in the field, the Association publishes the International Journal of Middle
East Studies and has nearly 3,000 members worldwide. MESA is committed to
ensuring academic freedom and freedom of expression, both within the region and
in connection with the study of the region in North America and elsewhere.
As has been widely reported in Egyptian print
and broadcast media, Dr. Prince stands accused by one of her students of
expressing untoward sentiments about Islam during a class discussion about the
problem of sectarian tensions in Egypt. We use a vague formulation because the
exact complaint against Dr. Prince seems to change every few days. Originally,
she was told she would be investigated for “contempt of religion.” In a 28
April interview with al-Youm al-Sabi‘,
you indicated that this charge would be downgraded to “insulting Islam.” On 3
May, an article in al-Masry al-Youm
suggested that she faces allegations of “contempt of religion and insults to
certain Salafist sheikhs.”
As might be guessed from the fuzzy nature of
the charges, the precipitating incident appears to have been a simple
misunderstanding by the student of Dr. Prince’s points or at most a
disagreement between the two of them. Dr. Prince’s April 16 appearance on Mona
al-Shazli’s television program, “Gumla Mufida,” was instructive in this
respect. When the student called in to the program to voice her grievances, she
could not offer any examples of wrongdoing on Dr. Prince’s part. It was clear
that the student had been offended by certain turns of phrase in readings that
Dr. Prince had assigned about sexual harassment in Egypt and by Dr. Prince’s
opinions about sectarian discord in the country. But that was all.**
La carta —más extensa, aboga por la libertad de expresión y
enseñanza— la firmaba Peter Slugett, el presidente de MESA, de la Universidad
de Singapur. Describe bastante bien los múltiples casos en los que son los
alumnos —la generación más joven e islamizada— los que denuncian a sus
profesores para evitar que se transmitan pensamientos liberales. La acusación
es siempre, por supuesto, la "acusación virtuosa": el "insulto
al islam", que implica cualquier tipo de crítica no ya a la religión sino
a quienes se consideran su encarnación humana, en este caso a unos jeques
salafistas. Recordemos que en esas fechas, todavía están en el poder los
islamistas en Egipto. Ya se consideran dueños
de la sociedad y han comenzado sus cazas de brujas para eliminar del panorama
educativo, artístico, intelectual, etc. a todos aquellos que se les enfrentan o
hablan críticamente de ellos. La carta de Slugett es de mayo, lo que implica
que el caso venía de algún tiempo antes. Esta fue la "democracia" de
Morsi, tan alabada por algunos ignorantes.
A veces hablar de los islamistas es engañoso. El problema de
la intransigencia en Egipto va más allá del "islam político",
problema de las alturas y los debates internacionales. Hay un ultra
tradicionalismo intransigente de amplia base social, fruto del retroceso de las
ideas tolerantes, abiertas y democráticas en beneficio del conservadurismo social islámico, categoría más amplia que la política.
Muchos piensan que solo el "terrorismo" es el problema, pero no es
cierto. Esa violencia sale de esa intransigencia social, amparada desde el
mundo institucional (de jueces a académicos). Acostumbrados a actuar bajo las
instituciones, las denuncias siempre buscan eliminar a los elementos liberales
de la sociedad, a los que quieren vivir su propia vida. Ellos les convencen que
eso es una falacia, que no existe una "vida propia", sino una "vida
apropiada", la que se ajusta a sus cánones.
Con el caso de la doctora Mona Prince me viene a la memoria
"Leer Lolita en Teherán",
la extraordinaria obra de Azar Nafisi, profesora iraní de literatura inglesa,
como Mona Prince. La obra muestra el choque cultural tras la revolución
islámica y cómo se reunía con sus alumnas en la casa para poder seguir hablando
de Nabokov, de Flaubert, de los autores que representaban un mundo diferente y,
sobre todo, ponían en marcha tanto la imaginación como el espíritu crítico.
Nafisi se tuvo que exiliar y ha podido dejarnos
En una entrevista publicada en 2014 en The Guardian, Azar Nafisi señalaba:
The importance of ideas and the imagination is
that they really defy borders and limitations. Books are representative of the
most democratic way of living. There’s a James Baldwin quote about feeling all
alone and isolated until you read Dostoevsky and you discover that someone who
lived a hundred years ago connects to you – and you don’t feel lonely any more.
The premise of this
book is that “to deny literature is to deny pain and the dilemma that is called
life”. In what way can fiction help us with this dilemma?
Fiction confronts a great many things that we
cannot fully confront in real life. Fiction is the ability to be multi-vocal
and to speak through the mind and the heart of even the villain. In doing that,
it forces us to face the pain of being human and being transient. It’s what
Nabokov talks about: “The conclusive evidence of having lived.”***
A las dictaduras no les molestan las ingenierías; les
molestan las Humanidades y las Ciencias Sociales. Les molestan las ficciones y metáforas
que las representan. Por eso causó tanto revuelo en Egipto el éxito espontáneo del
orwelliano "1984", obra que ni Trump ni al-Sisi han leído, y comenzó
a requisarse en la frontera libanesa después que las noticias hablaran de un
estudiante detenido "por tener 1984"
en la mochila. No creo que fuera por eso, pero al expresar irónicamente que
llevaba en su mochila la obra, la convirtió en un emblema de resistencia.
La libertad de la Literatura, de los ensayos es opuesta a
esta gente del "libro inamovible", ya sea religioso o las ordenanzas
militares. Su rigidez contrasta con la flexibilidad del pensamiento crítico que
se aventura más allá de lo que existe en un maravilloso movimiento de creatividad
y crítica. Frente a ellos el estatismo como virtud, la inmovilidad del
pensamiento.
Y si hay algo contrario a la "inmovilidad" es Mona
Prince. En 2014, Arabic Literature,
se ocupaba de la salida de su obra "Revolution is my name" y trazaba
este retrato de ella:
Prince is many things – writer, academic,
activist, former presidential candidate, some might say contrarion – but first
and foremost she is herself. And it is this presence of self, accompanied by a
blunt, slightly mischievous sense of humor that comes through in her narrative
account of the 18 days of the 2011 Egyptian revolution, which is due to be
released in the fall in English translation by the American University in Cairo
Press. (Translator: Samia Mehrez, founder of AUC’s Center for Translation
Studies.)
Prince’s writing trajectory began after she graduated
from Ain Shams University with a degree in English literature in the early 90s.
She was first influenced by leftist writer Radwa Ashour, who was one of her
professors; later, Ibrahim Aslan helped her publish several short stories in Al
Hayat newspaper.
[...]
Some writers would be content with producing
work that reflected on such a significant political and historical shift, but
Prince was inspired to do more. She decided to run for president. “I thought,
now is the time to do something,” she says. “I wanted to break taboos, break
stereotypes, get involved. We weren’t sure if the elections were going to
happen or not [under SCAF] but the idea was to let the people know that there
were different possibilities.” Prince failed to garner enough signatures to
make it on the ballot, but said that the conversations she had about the
country and ways to move forward were achievement enough. She’s
currently finishing a short story about the experience.***
Esto mucho más que lo que los amantes del orden pueden
asimilar. Mona Prince pertenece a ese grupo de egipcios vitalistas, inquietos y
con sentido del humor. Yo los llamo acuáticos
frente a aquellos que están más a gusto entre las arenas del desierto.
La mera ocurrencia de presentarse a la carrera presidencial
ya demuestra que no es un personaje fácil de clasificar dentro del panorama
egipcio, tanto de forma general como en sus variantes académicas y de género.
Prince es un desafío constante.
El segundo momento es el de la vigilancia, el de buscar
aspectos con los que se le pueda hundir social, personal o legalmente. Si algo
caracteriza a estos vigilantes es que no tienen prisa. Vigilan y vigilan hasta
que encuentran algo que les permita hundir a sus rivales, llevarles ante los
tribunales, expulsarlos de la Academia.
Son vengativos y pacientes.
Como se nos contaba, han hecho circular imágenes en las que
baila (belly dance) en un espacio
cerrado y unas fotos en bañador y con un vaso. Con ello pretenden evidentemente
hundir su vida académica. Esto deja en evidencia qué se entiende por vida académica en estos casos.
En casi cualquier lugar resultaría absurdo, como señala la
propia Mona Prince, que esto tenga lugar, que haya un movimiento social
enjuiciándola y no preocupándose de la crítica situación de Egipto en estos
momentos. Pero muchos no van a dejar pasar la ocasión de mostrarse virtuosos y
acusadores (en un movimiento bifacial) ante un caso como este.
Ese es el tercer momento, cuando una parte de la sociedad se
siente más piadosa, más virtuosa lanzando la piedra contra la acusada de haber
roto las normas. ¿Libertad personal, qué es eso? Nadie es libre; todos están
atados por el juicio colectivo al que se somete al discordante. Y la doctora
Mona Prince es discordante por naturaleza. Lo es en lo personal, en lo
académico, en lo político, en la escritura que realiza. Es el blanco perfecto.
La sociedad egipcia puede luchar lo que quiera contra el
terrorismo. Pero el crecimiento del totalitarismo social define su poco apego
por la libertad ajena, especialmente por la femenina.
Estos años han sido de constante ataque a todas aquellas
personas que se han enfrentado a las convenciones sociales. Con ello, Egipto
pierde sus voces críticas, que es lo que van buscando unos y otros. En el
aparente conflicto entre islamistas y militaristas, lo que siempre se ha
manifestado es el carácter autoritario y la lucha por la imagen pública acorde
a una sociedad cuyo fondo intolerante ha ido creciendo con cada generación. Se
ha resaltado muchas veces las diferencias entre las tres generaciones que han
marcado el Egipto moderno. La lucha que comenzó ya en los 50 se ha mantenido y
los más liberales y tolerantes las empezaron a perder en los ochenta, cuando llegaron
las corrientes oscuras desde el mundo del Golfo. De allí tomaron su apoyo las
que existían en Egipto, especialmente los Hermanos Musulmanes y salafistas.
Para todos ellos, las formas e ideas que venían del exterior eran la negación
pecaminosa de la identidad musulmana que empezaron a igualar con la
intransigencia. Sabían que su visión implicaba no una cuestión política formal
sino de moral y de costumbres.
Igual que atacan hoy a la doctora Mona Prince, lo hicieron
con los intelectuales que habían preconizado la apertura hacia otras ideas
—desde el socialismo, del liberalismo, desde el arte—. Lo hicieron atentando
contra Naguib Mahfuz, el premio Nobel árabe, al que acusaban de impío. Lo
hicieron contra los reformistas que pedían abrir la doctrinas islámica para
hacerla compatible con el mundo moderno y no dar por cerrado cualquier cambio.
Mona Prince ha sido atacada en la época de Morsi, con los islamistas, y lo es ahora con al-Sisi porque el fondo es el mismo; son las mismas actitudes intransigentes y autoritarias. Y lo es desde el rectorado de su universidad. Se trata de seguir a los personajes "peligrosos" hasta cumplir los tres pasos de proceso: detección, vigilancia, acusación.
El gran error que llevó a la situación actual es que al
perseguir a las personas tolerantes, poco a poco, solo acabaron quedando las
intolerantes. Y son estas las que acuden a jueces o recurren al degüello cuando
encuentran que alguien puede ser un mal ejemplo para su finalidad del control
social absoluto.
El terrorismo no tiene líneas separadoras. Es un camino por
el que se transita hasta llegar a la violencia de las armas. Pero se ha
recorrido con la violencia de las ideas. Muchos no llegan a las armas gracias a
la especialización del trabajo. Unos señalan y otros tiran la piedra. El árbol
y las nueces.
El presidente Trump ha felicitado al presidente al-Sisi.
Pero el presidente egipcio no ha conseguido ningún avance significativo en este
otro camino, el de la intolerancia social, el verdadero semillero de la
violencia. No se lo van a poner fácil en este terreno y más si trata de nadar
institucionalmente entre dos aguas. Nacida en 1970, Mona Prince pertenece a una
generación que ha tenido que mostrar su rechazo al conservadurismo social, que
recibió el testigo de los que fueron capaces de transmitir tolerancia y
modernidad de aquellos que sobrevivieron a las primeras purgas, cuando el
régimen empezó a exigir silencio u obediencia y a penalizar la palabra. Ahora
quieren separarlos de los jóvenes, evitar su influencia para que el Egipto que
aspira a la libertad y a la modernidad desparezca bajo la presión de la
intolerancia social disfrazada de religión y virtud.
Desde aquí nos solidarizamos con la doctora Mona Prince.
Como es mujer combativa, la animamos a que siga con su lucha contra la
intransigencia, los estereotipos, contra el rasgado hipócrita de vestiduras.
Que baile cuanto quiera y como quiera, que es muy sano y trae alegría al alma.
Que no le quiten sus enemigos el sentido del humor, su mejor arma para
enfrentarse a esos eternamente serios
hijos de la virtud.
En un acto de presentación en la Universidad Americana de El Cairo (AUC) de su obra Revolución es mi nombre (2014), Mona Prince comentó:
“When I started writing this book I discovered
what a strong sense of sarcasm I have and I had to resort to that. It was
obvious in Tahrir, seeing the people with their humor. It is humor, which can
be harsh sometimes, that makes us survive. It is a major element in the book despite
all the horror scenes,” she added****
*
"Egyptian university investigates professor after dancing video goes
viral" Ahram Online 5/04/2017
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/262323/Egypt/Politics-/Egyptian-university-investigates-professor-after-d.aspx
**
"Letter Concerning Suspension of Dr. Mona Prince of Suez University"
Jadaliyya 19/05/2013
http://www.jadaliyya.com/pages/index/11805/letter-concerning-suspension-of-dr.-mona-prince-of
***
"Mona Prince: ‘Revolution is My Name’" Arabic Literature 7/07/2014
https://arablit.org/2014/07/07/mona-prince-revolution-is-my-name/
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