Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La
creación de burbujas informativas y existenciales en las que se introduce uno
como en sacos de dormir es cada vez más conflictiva y difícil de entender. Ayer
coincidió el comentario en clase de la idea de la construcción discursiva de la
"verdad" dentro del sistema explicativo
del pensador francés Michel Foucault. Esta cuestión tiene muchas aristas en cuanto
se percibe un entorno plagado de fuentes que tratan de hacerse con el control
discursivo de lo verdadero,
constituirse en "autoridad" valiéndose de criterios aceptables para los receptores. Lo verdadero, nos viene a decir
Foucault, es fruto de una serie de mecanismos de autoridad, personales e institucionales. La lucha es entonces el
intento de hacerse con la fuerza aceptable de la verdad.
Dentro
de la complejidad explicativa foucaultiana, hay toda una serie de elementos
discursivos que tratan de seducirnos / convencernos lo verdadero. La función de
las instituciones, nos dice, en controlar, oponerse al deseo que es lo
"azaroso", aquello que puede subvertir el orden, que es la forma que
adquiere esa verdad, su fundamento.
Uno de
los elementos fundamentales de esa oposición deseo/institución es la sexualidad,
algo regulado en toda sociedad y que constituye una forma específica de orden.
Foucault dedicó gran parte de su obra al estudio de la sexualidad desde la
perspectiva de la imposición de un orden social específico.
Leo en
el diario El País, firmado por Álvaro
Sánchez-Martín, el artículo titulado "Una reunión de neofascistas en
Madrid para analizar la masculinidad". Dedicado el día a la relectura de
Michel Foucault, la noticia me abre nuevas perspectivas sobre la idea del
pensador francés:
Hay un grupo de hombres que cree que el movimiento feminista está organizado por una élite judía que quiere destruir Occidente. Bajo esa premisa, más de 50 personas se reunieron este sábado en un local del distrito de Salamanca de Madrid para escuchar durante más de una hora cómo ser un verdadero macho.*
Tras el titular, se nos dice también: "Los únicos referentes de “verdaderos hombres” que encuentran los ponentes son José Antonio Primo de Rivera, Cristo y Donald Trump, pero de este último dudan".*
Esos cincuenta machos verdaderos, como se les denomina en el texto, viven un mundo distinto al suyo y al mío. Desde su perspectiva, usted y yo vivimos equivocados, mientras que ellos tiene acceso a la "verdad", son privilegiados y, por ello, se sienten responsables de tener que difundir esa "verdad" que ordena su mundo.
Tienen un enemigo claro, esa "élite judía" responsable de lo malo que ocurre en el mundo desde tiempo inmemorial. Tienen una herramienta para destruir el mundo, el "feminismo", sacando a la mujer de sus obligaciones naturales y divinas y lanzándolas a la conquista de los varones. Aquí entrarían todas esas características negativas que las mujeres acumulan, desde su irracional e irreprimible deseo de hablar, hasta su culto al cuerpo para la seducción del varón que cae en sus redes.
Sus ídolos son Jesucristo y José Antonio Primo de Rivera, mártires y señaladores del camino y hacen bien en dudar de Donald Trump, que es machista, sí, pero un poco frívolo y en constante ejercicio mujeriego. Probablemente, ser "norteamericano" le incapacite para ser un líder espiritual estable.
En estos días pasados hemos dedicado espacio y tiempo al comentario de esas masculinidades emergentes que afloran gracias a la incultura galopante, al individualismo recalcitrante y a la fuerza de cohesión lograda por las redes sociales, un verdadero semillero de estas nuevas tribus urbanas. Los viejos machos de siempre recuperan espacio haciendo ver que son ellos los perjudicados por esos movimientos "judíos", usando la técnica del dos por uno.
Todo ello hubiera fomentado el comentario foucaultiano sobre la relación entre la sexualidad y el poder. Las "nuevas masculinidades" son muchas veces la vuelta a las viejas, porque detectan esas limitaciones que se van imponiendo al tradicional patriarcado, estado que se añora como fuente de poder y de verdad, los dos mecanismos que se refuerzan mutuamente. Si la verdad surge de la capacidad del poder de convertirla en canónica, estos viejos/nuevos machos quieren poder.
En tiempos de negacionismos de todo tipo, podemos ironizar sobre ellos, sí, pero no podemos ignorar su ascenso en diversas partes del mundo, tal como nos reflejan la realidad de los votos y los estudios realizados. Algo está fallando cuando, por mucha ironía que nos gastemos, por mucha ridiculización que empleemos, la realidad es que el "dudoso" Trump arrasa y llega a la Casa Blanca, convirtiéndose en espejo de victoria política, en camino que seguir.
Sí, hay algo que falla cuando algo que nos parece ridículo gana cada día miles de adeptos que se adhieren a esas "verdades" misóginas y patriarcales. Nos hará "gracia" lo de la "élite judía", pero "si la cosa funciona" habrá que preocuparse por ello.
El signo de estos tiempos mediáticos es que no hace falta inteligencia para convencer de estupideces, sino estrategia. Se trata de encontrar el camino adecuado a la estupidez, lo que la acabará convirtiendo en "verdad" si logra los apoyos suficientes. Que se lo pregunten si no a los norteamericanos.
*
Álvaro Sánchez-Martí "Una reunión de neofascistas en Madrid para analizar
la masculinidad" El País 26/11/2024
https://elpais.com/espana/madrid/2024-11-26/una-reunion-de-neofascistas-en-madrid-para-analizar-la-masculinidad.html
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