Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¡Por
fin dos buenas noticias en la política española! La primera es que los partidos
políticos españoles han logrado ponerse de acuerdo en algo; la segunda es que
Vox no ha estado de acuerdo. Esta segunda marca las afortunadas distancias y
muestra con claridad lo que hay tras Vox y los pseudo "patriotas", lo
que hay en sus raíces profundas y que se esconde con cortinas de humo que van
desde el tradicionalismo a la religión.
El
acuerdo parte de algo necesario: el reconocimiento de que el problema es un problema, que existe. Las cifras acumuladas estos
años lo muestran y demuestran, pese a los que consideran que es un invento ideológico, una fantasía
arbitrada contra los varones, como el populismo argumenta.
Las formas activas de la post verdad consisten en repetir una y otra vez la negación hasta que cala en los adeptos y tienta a los inseguros. Para comprobar que existe una violencia contra las mujeres y una resistencia a la igualdad no hace falta hacer demasiado, Está en los grandes números de las estadísticas de casos y en los casos que van saliendo cada día en una gran variedad de formas.
El
problema se va extendiendo y alcanzado edades, por ambos extremos, que antes no
se producían o no salían a la luz y se quedaban en el ámbito privado. Hay una
cosa importante: la violencia tiene su función y sus intereses, solo una parte
obedece a la falta de sentido. La mayor parte tiene un sentido claro y
definido: la dominación, mantener la supremacía masculina. Es cuando la mujer
se define como igual en derechos cuando la violencia estalla tratando de volver
al viejo orden de la sumisión. Es el rechazo de la igualdad lo que hace que la
violencia pase del sistema al hecho concreto, al estallido.
Los
casos de violencia machista están aumentando entre los más jóvenes, descienden
las edades y se manifiestan en su manera más brutal en las escuelas, entre
compañeros de colegio o instituto. Es muy preocupante por dos motivos: el
primero es el lugar en que se produce, el ámbito educativo, que es justamente
donde se debe actuar para evitarlo; el segundo es que quienes realizan esas
acciones ahora es más que probable que lo sigan haciendo en el futuro. Lo que
se hace en la infancia o adolescencia no se queda ahí. Hay una visión absurda,
naif, de la infancia y adolescencia con la creencia de que eso "se
olvida", Más bien al contrario; es una conducta que se repite pues cuando
se da ya se ha interiorizado el modelo patriarcal y su violencia implícita.
También
por el otro extremo, en la vejez, están empezando a darse casos de violencia con
más frecuencia. La autoridad se reafirma con trágicas consecuencias, como el
reciente caso de un asesinato y descuartizamiento.
¿Cómo es posible negar este creciente problema? Sencillamente, se niega al negarse el origen del problema. Sin comprender que es el mecanismo social del sistema el que genera estas respuestas violentas ante lo que considera un desafío y una perversión del "orden natural", la igualdad, solo queda el negacionismo populista. No pudiendo negar los hechos, se niega el origen del problema.
Contra las mujeres: el discurso misógino de Vox. “Palabras gruñido” del nacional-populismo español
Presentándolo
como una "conspiración feminista" para atacar al hombre, el populismo
se niega a reconocer el resultado y su lectura. Si no hay "problema",
solo hay "casos", hechos inconexos que no obedecen a nada especial.
Simplemente existe la violencia como algo natural; no existe nada parecido a la
sociedad "patriarcal", son inventos para limitar a los varones y obtener
privilegios.
Que
este discurso haya quedado solo en boca de Vox es una buena noticia porque los
demás no lo comparten y entienden que la violencia machista existe y que se
puede y debe actuar contra ella desde la educación, las leyes y las instituciones,
Solo se pueden arreglar problemas cuando se les reconoce como tal.
La
internacional de la ultraderecha ha hecho bandera de dos aspectos. La
inmigración se presenta como un peligro contra la identidad nacional, contra la
seguridad, etc. Pero no es menos importante su defensa de la sociedad
patriarcal y de un orden desigual que sitúa al varón por encima. Esto es lo que
reflejan las desigualdades salariales, las dificultades para la conciliación
laboral, etc. El enemigo es entonces
calificado de "feminismo radical" desde su peculiar uso de las
palabras. Trata de desacreditar y de oponerse para debilitar el sentido del
problema o su misma existencia.
La renovación del Pacto por las fuerzas políticas españolas es una buena noticia. Ahora hace falta que a esas buenas intenciones le sigan medidas eficaces y algo más: vencer las resistencias directas e indirectas que desde sociedad e instituciones se producen. Hay que afinar muchas medidas. No puede ser que una mujer muera poco después de denegarse una orden de alejamiento por "no estimar riesgo suficiente".
Más medios, más educación, más atención y más sensibilidad ante esos problemas que algunos niegan.
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