Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Donald
Trump sigue adelante con sus ideas, algo que los demás deben aceptar sin más.
Algo extra debe tener el voto en Estados Unidos que permite decidir sin
consultar sobre lo que ocurre en el resto del mundo.
Si hace
unos días el enviado de Trump a la conferencia de Múnich, J.D. Vance, se
permitía el lujo de criticar a Europa por la situación de la "libertad de
expresión" viniendo de un país en el que están retirando libros de las
escuelas, deportando a decenas de miles de personas, ampliando cárceles
extraterritoriales como Guantánamo y alquilando otras, etc., es ahora el momento
de "llevar la paz" a Ucrania dando a su invasor lo que pide.
Lo que
está haciendo es algo más que en erigirse en rey del planeta, algo más que
ningunear a Europa, aplaudiendo a su enemigo declarado con hechos. Trump está
destrozando el sistema, el orden mundial que — por muy imperfecto que sea — es
mejor que dinamitar las alianzas, sembrar el recelo y adentrarnos a todos en
una oscuridad para la que no hay más garantías que su voluntad de ser el autoproclamado
apóstol de la paz.
El
editorial del diario El País es rotundo en su valoración de lo que supone para
todos esta nueva situación. Tras unas críticas iniciales sobre el
reconocimiento a Rusia y la validación de su invasión, el editorialista cierra con
diversas advertencias y consideraciones:
Pero el diálogo ruso-estadounidense empezó marcado
también por otros presagios. Además del calculadísimo desplante a los europeos,
abundan los síntomas de pobreza e improvisación negociadora. Las declaraciones
del secretario de Defensa de EE UU, que dio por descontadas cesiones de calado
a Moscú antes siquiera de empezar a hablar, son una prueba de ello. En la
Administración Trump, ni la voluntad ni la capacidad resultan tranquilizadoras.
Rubio señaló la disposición de EE UU a explorar nuevas
posibilidades de relación con Rusia si se logra un final del conflicto. Esa
preocupante disposición y la guerra comercial contra la UE desatada por Trump
horas antes de anunciar su conversación con Putin deben llevar a los europeos a
una reacción unida, firme, ambiciosa y rápida.
Es preciso seguir intentando persuadir a Donald Trump
con los argumentos de la lógica, de los principios y de los intereses. El
diálogo ruso-estadounidense es incipiente, no todo está perdido y, si bien no
parece creíble lograr un cambio completo de actitud, tal vez se puedan al menos
contener algunos daños. Pero en paralelo es imperativo empezar a adaptarse con
urgencia al nuevo mundo que la conferencia de Múnich y la reunión de Riad
esbozan: uno en el que Europa ya no puede confiar ciegamente en su aliado
histórico. Hay que despejar esa ilusión y actuar para vivir en este nuevo
escenario sin renunciar a la libertad, la seguridad y la prosperidad. Ni al
Derecho internacional. Si Trump se ha convertido en un problema para Europa, la
solución pasa por una mayor integración de la UE.*
Puede que algunos no entiendan que, por muy cercanos que se encuentren a la ideología de populismo trumpista, Trump no acepta más que la sumisión sonriente, el halago constante, que acabarán viendo su papel de simples peones en una partida mundial a dos bandas, cuyo tablero es Europa. Trump impone sus propias condiciones (y negocios) en Ucrania y pretende que el mundo le salude como mensajero de paz. Las expresiones anteriores sobre que con él en la Casa Blanca no habría habido guerra o que acabaría con la guerra en 24 horas con una llamada telefónica no solo eran bravuconadas, sino bravuconadas posibles impuestas.
Excluir a Ucrania y a Europa, a los que impone decisiones sobre algo que les afecta, como es su territorio y su futuro, es muy grave. Para ello tiene que hacer creer que Europa está "enferma" —para eso envió a Vance y ahora a Marco Rubio con ese mismo mensaje implícito— y que por ello no puede alcanzar la paz. Eso es algo que el mundo deberá a Trump, pues para ello ha sido enviado, el nuevo mesías.
Toda esa retórica ridícula, destinada sobre todo a consumo interno, en el caso de Trump es algo más que palabras; son, como hemos dicho, bravuconadas posibles. Su concepto de "eficacia" le lleva a intentar cumplir cualquier disparate porque no tiene ya a nadie con cabeza alrededor, algo de lo que se ha encargado nombrando un equipo que ya levantaba chispas en los titulares conforme se iban anunciando, de corruptos a racistas, pasando por agresores sexuales. Todo está ahí para la Historia.
* Editorial "Nefasto diálogo entre EE UU y Rusia" El País 19/02/2025 https://elpais.com/opinion/2025-02-19/nefasto-dialogo-entre-ee-uu-y-rusia.html
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