Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Es interesante ver cómo Trump se dispone a negociar con Putin (al que dice conocer bien) el futuro de Ucrania, es decir, el futuro de una parte de Europa. Ucrania es doblemente europea: por geografía y por expreso deseo de serlo. Rusia, por los mismos motivos, en sentido inverso no lo es: ni lo ha sido, ni ha querido serlo. No hay una "santa Europa", sí una "santa Rusia". Hubo un tiempo en que se disfrazó de "Unión Soviética" y de "Pacto de Varsovia", pero no engaño a muchos, que se dieron cuenta rápido de lo que era un tanque ruso. Pese a ello, Moscú sembró Europa de nostálgicos prorrusos, que han ido accediendo al poder en sus respectivos países.
Y ahora
llega Trump.
Todavía
es pronto, pero tengo curiosidad por saber que dirá la Historia (cualquiera de
ellas, aunque serán muy distintas) de Donald Trump. El editorial del diario El
País, titulado "Ucrania no está en
venta", es bastante preciso sin necesidad de esperar a que los
historiadores nos hablen de él:
Una sensación amarga entre el desasosiego y el desengaño
recorre las cancillerías de la Unión Europea desde que el miércoles por la
noche el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, revelara con insultante
informalidad que había hablado por teléfono con el autócrata ruso, Vladímir
Putin, para iniciar una negociación que ponga fin a la guerra de Ucrania. A
punto de cumplirse tres años de la invasión rusa, más de 12.000 civiles
ucranios muertos después y tras incontables llamamientos solemnes a la defensa
del orden mundial basado en reglas, Ucrania y Europa se asoman a la posibilidad
real de una resolución humillante: una llamada de teléfono, un reparto de
territorio ajeno negociado por potencias y un final impuesto por decreto, a
espaldas de la historia, de los principios y de los muertos.
La solución trumpiana es la soñada por Putin. Los términos de salida adelantados por la Casa Blanca suponen que Kiev debe asumir que va a perder parte de su territorio; deberá renunciar a unirse a la OTAN tal como exige Putin como garantía de seguridad, y deberá compensar a EE UU dándole acceso prioritario a la explotación de sus tierras raras. La seguridad de Ucrania, a partir de ahí, dependería de Europa. Ucrania quedaría así como un territorio tapón entre Rusia y la UE, con su soberanía en entredicho, al servicio de la explotación norteamericana de sus recursos y bajo la amenaza permanente del expansionismo ruso. Un país al que se le niega cualquier ambición de incorporarse al bloque europeo de seguridad y prosperidad, como sus ciudadanos ansían masivamente.*
El
texto muestra algo más que crítica;
revela una profunda irritación ante
lo que es un desprecio, una prepotencia de enorme calado. Los Estados Unidos de
Trump ya solo pueden "presumir" de fuerza, de ser una "dictadura
exterior", un concepto que habrá que empezar a explicar como "puro
imperialismo". La "grandeza norteamericana" es puro bullying
para el resto del mundo, que se ve sometido a chantajes, amenazas e insultos
por parte de unos desconocidos Estados Unidos. Con Trump ha entrado en la Casa
Blanca algo más que un presidente; lo ha hecho una agenda prepotente que
entiende que su "grandeza" es pisotear a los demás, auténticos
parásitos de la bondad inocente, de la buena voluntad norteamericana.
Para
ello, la estrategia trumpista necesita de una "pinza", la que
Vladimir Putin, un dictador sin careta, le ofrece, alguien con el que negociar a
su altura. De esta forma, el Trump que ha dicho que si hubiera sido presidente
en vez de Biden no habría habido guerra en Ucrania, puede presentarse ahora
como "guardián de la paz", como "benefactor de la
humanidad".
La
pregunta que hemos hecho repetidamente sobre "cuánto van a aguantar los
norteamericanos a Trump" debe modificarse por falta de sentido. La nueva
pregunta es mucho más acuciante: ¿cuánto va a aguantar el resto del mundo a
Donald Trump? ¿Van a poder afrontar los Estados Unidos la cantidad de frentes
abiertos a mayor gloria de Trump y sus heroicas gestas?
Trump es el "gran vendedor". El problema es que lo que vende no es suyo, como Ucrania. El cree que sí, que los Estados Unidos ha "prestado" tanto que es hora que se lo devuelvan con intereses.
Ya
tiene revuelto a Oriente Medio, a Europa, a Ucrania, a Panamá, a Canadá y
México, por hacer una lista breve que seguro que irá creciendo. Ideas como las
de la "Riviera de Oriente Medio" en Gaza, anexionarse Groenlandia,
quedarse con la tierras raras de Ucrania, etc. chocan con principios y el
sentido común. Trump va del autorizar otra vez el uso de pajitas de plástico a
reivindicar Marte como meta. Entre ambas, el desastre, el abuso, el chantaje y la
amenaza. Niega la Ciencia, el cambio climático, las vacunas, las fronteras, los mapas...
¿Echará la culpa al mundo de lo que ocurra?
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El Mundo 14/02/2025 |
* "Ucrania no está en venta" El País 14/02/2024 https://elpais.com/opinion/2025-02-14/ucrania-no-esta-en-venta.html
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