Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La revolución egipcia de 2011 es un fenómeno que debería
estudiarse con mucho más detalle de lo que se hace. No sé entendió por parte de
los analistas cuando ocurrió y todavía están intentando encontrarle un sentido
histórico a lo que ocurrió entonces. Recuerdo la visita a España de un conocido
analista egipcio que confesó públicamente la sorpresa que les había causado a
todos el gremio el estallido popular y la "caída" del régimen de
Mubarak.
Si es difícil explicar su origen, parece que no lo es tanto
explicar su muerte tras una larga agonía en la que los héroes han pasado a
villanos y se reclama lo mismo que contra lo que se levantaron.
El penúltimo canto fúnebre nos los trae Ahram Online de la
pluma de Hani Shukrallah con el hamletiano título de "‘Mark it, Horatio’"
The fearsome ghost of a revolution".* En el escrito, Shukrallah —un
prominente periodista y analista político— parte de la imagen literaria de un
fantasma, el de la revolución, vagando Egipto
como el de Horacio en el castillo en Hamlet.
La imagen puede parecer algo forzada, pero es expresiva: " A spectre is
haunting Egypt. The spectre of a dead revolution."
Es difícil encontrar históricamente un caso como el egipcio.
Las revoluciones se han resuelto de formas muy diferentes en cada escenario de
la Primavera Árabe, pero las características de Egipto no se dan en ningún
lugar. Oficialmente, hasta la Constitución creada por los islamistas la
consagraba en la "introducción", pero —como señalamos cuando se
redactó el borrador— aquella mentira gigantesca la enterraba, con honores, pero
la mandaba bajo tierra. Aquella mentira era una golosina para apaciguar lo que
vendría después.
En el borrador final de la constitución enmendada, la
actual, la revolución se usaba retóricamente como un acto glorioso que mostrar
al mundo:
We, Egyptians, strived to keep up with the pace
of development, and offered up martyrs and made sacrifices in several uprisings
and revolutions until our patriotic army delivered victory to the sweeping
popular will in the “Jan 25 – June 30” Revolution that called for bread,
freedom and human dignity within a framework of social justice, and brought
back the homeland’s free will.
[...]
Compared to major revolutions in the history of
mankind, the Jan 25 – June 30 Revolution is a unique revolution, because of the
heavy popular participation involved -- which was estimated to be in the tens
of millions -- and the significant role of youth who aspire to a brighter
future, the masses who transcended class and ideology to reach out to more
expansive patriotic and human horizons, the manner in which the people’s army
protected the popular will and the blessings granted to it by AlAzhar and the
patriotic church. It is also unique because of its peacefulness and ambition to
achieve freedom and social justice together. This revolution is a sign and a
good omen. It is a sign of a past that is still present and a good omen of a
future to which all humanity aspires.
La operación de fundir los dos momentos, la revolución del
25 de enero de 2011 y el 30 de junio de 2013, es un acto de prestidigitación
puesto que poco tenían que ver en su origen y sentido.
Hoy en día, esos "jóvenes" que se mencionan en el
preámbulo constitucional desparecen o están encarcelados, sus organizaciones prohibidas,
como ha ocurrido con el "Movimiento 6 de abril" acusado de
·espionaje" y de "promover una imagen distorsionada de Egipto",
acusación realmente curiosa en ese marco de "libertades" que se prometen.
El artículo de Hani Shukrallah retrata a la Revolución de
2011, la única que se puede llamar "revolución", es un artículo que
rezuma pesimismo histórico:
For a great many Egyptians, a failed
revolution, a revolution that has proven almost intrinsically unable to fulfill
its mission, is a lesson in the futility, indeed foolhardiness, of rebellion.
For these Egyptians, millions of whom took to the streets across the country,
revolution has become synonymous with pain and chaos, loss of lives and
livelihoods, and the revolutionaries around whom they gathered at best naïve
fools and at worst trouble-makers with hidden agendas. Indeed, the thwarted
hopes and aspirations of a freer and more just Egypt are transformed into a
most profound resentment against those who acted to instill them into peoples’
hearts only to fail to deliver on a single one of them.*
Pero el proceso de convertir en negativo o fútil la idea de
la revolución ha sido desarrollado gracias a un refuerzo negativo, en sentido
conductista, que fue calando en aquellos que no veían llegar su fin. La
revolución no paró porque pronto quedó claro que no se trataba de satisfacer
sus demandas sino de seguir controlando el poder sacrificando la figura de
Mubarak. La idea no es tan extraña si pensamos que el poder que Mubarak tenía
provenía, a su vez, de otra la revolución frustrada, la de los años 50, que se
acabó diluyendo y abandonando al pueblo al que decía servir. Pocos han actuado
con lealtad a Egipto y, en efecto, ha habido demasiadas "agendas
ocultas" para que todo siguiera igual.
La Revolución se convirtió en sinónimo de "dolor"
porque no se quiso llevar sus demandas a la realidad. Ninguno de los que han
llegado al poder, ni Morsi ni el gobierno actual creyeron en la revolución y,
por el contrario, veían en ellas la regeneración preocupante que podía echar al
traste sus exigencias de un Egipto que no les interesa porque sería más difícil
de controlar.
El final del artículo de Hani Shukrallah advierte de las
consecuencias de ese miedo que lleva a exorcizar a la revolución:
It is only by reference to the obdurate and
fearsome presence of this ghost of the revolution that the disparate features
of today’s Egyptian reality may be explained: the heartless viciousness, the
nearly total collapse of reason, the vulgarity and the hysteria, the feverish
attempts to erase and rewrite, or rather to wholly fabricate lived recent
history.
The Egyptian people, long believed by their
masters to be the most pliant and compliant in the world, had dared to rise up
in revolt, had for three long years and with tremendous heroism sought to seize
their own destiny, to redraw their and their nation’s future, thus forcing
these would-be masters over and over again to bow before the storm – the
supreme humiliation.
Ultimately, great revolutions cannot lay the
blame for their failure on their enemies. Ultimately, they have only
themselves, their mistakes and shortcomings to blame. But ultimately as well,
and however long it may take, lessons are learned. Death leads to rebirth. This
is a law of nature as of human history.*
El final del artículo tiene bastante de advertencia, de
aviso para el futuro. La muerte hace
posible el renacimiento, dice el analista político. Los escenarios del
futuro son oscuros en Egipto, pero ¿cabe una segunda revolución?
La falta de apoyo de la revolución se vio pronto, cuando los
que se contentaban con la salida de Mubarak pedían que se pararan las
protestas. Ya se había conseguido todo lo que se pedía, es decir, la salida de
Mubarak del poder, ¿para qué seguir? La pregunta es hoy pertinente. La salida
de Mubarak cambiaba la cabeza pero no el régimen, que no iba a consentir que
los intereses de los que estaban tras Mubarak
se perdieran. Creyeron que Mubarak era el "rey", pero solo era
un "alfil" que decidieron sacrificar en la partida.
Hoy arrecian las críticas contra los ministerios. Son piezas
débiles que se han equivocado más de la cuenta y sobre todo sirven para
salvaguardar la imagen del presidente Al-Sisi y que comprueba que no tiene nada
para calmar el descontento de un país con una inflación del 13% y que ve cómo
el turismo sigue sin ir a un Egipto que no gusta nada visto desde fuera, sin la
influencia de la propaganda interior.
Los apoyos del presidente saben que se juegan mucho en este
descontento que va cundiendo, saben que las apelaciones al patriotismo tienen
sus límites y ya hay escándalos "nuevos".
En Mada Masr se preguntan directamente, recogiendo los
últimos movimientos mediáticos de acoso a ministros y ministerios, si el gobierno debe cambiar. Hace algún tiempo señalamos que había signos de que la tregua informativa se había acabado y que apuntaban ya críticas directas a la situación. Los críticos apuntan al presidente; los apoyos mediáticos a los ministros:
On television, talk show host Ibrahim Eissa
dedicated several hours of broadcast time to the Mehleb Cabinet during his
daily show on the privately owned ONtv satellite channel. In one recent
episode, Eissa opined that Mehleb lacks a real vision for development.
“I don’t question Mehleb’s loyalty — I question
the thinking, the imagination, the vision,” Eissa said. “With Mehleb, Egypt
does not move forward. It is running in place.”
In the same week, talk show host Tamer Amin
said that any ministers who don’t want to do their work should be compelled to
do so with “two slaps on the face.”
Marwan Younis, a member of the higher committee
of the National Movement Party and former member of Sisi’s presidential
campaign, says that without question, the government has failed. Many ministers
lack the ability to take initiative, and instead react to crisis after crisis
instead of working to prevent them in the first place, he argues.
“Some of the ministers lack a political
compass. They fell prey to healing the wounds of the past without real vision”
for the future, Younis adds, pointing to the ministers of culture, investment
and education, in particular.
But Sisi cannot be blamed for Mehleb’s failure,
Younis contends.
“We could have done that if there were no clear
objectives and targets put forward by the president. But the president was
clear with his directions and goals. It is the government that is not willing
to execute these directions,” Younis maintains.**
La estrategia de atacar a los ministros para no atacar a la
presidencia es obvia, sobre todo cuando todo se ha construido sobre la figura
del mariscal Al-Sisi, creando un movimiento de empatía que, como veíamos ayer,
identificaba al pueblo y a Al-Sisi como una misma realidad con dos caras. La
crítica directa a la presidencia desharía esa ilusión óptica, el espejismo
creado para que la gente acepte todo lo que venga de la presidencia. Al-Sisi
trata de mantenerse como la síntesis
egipcia unificando el ejército y la persona piadosa, el reformador del
Estado y el reformador religioso. Será quien renueve ambas instituciones alejando
a Egipto de peligros que le acechan, internos y externos. Incluso esa voluntad
de presentarse como síntesis la podemos apreciar en su petición de que los
partidos vayan todo en una lista electoral única, extraña petición para una
democracia que se supone ha emprendido la hoja de ruta. Los partidos han
sentido crujir sus cimientos cuando se les ha pedido que vayan de la mano de
los salafistas, muy entretenidos ahora en su campaña para evitar que la gente
vea las series televisivas durante el Ramadán y se distraiga de sus deberes
divinos.
Por eso es la mejor táctica es descargar las iras sobre los
ministros, señalando que el presidente tiene las ideas claras pero que no le
responden sus subalternos. Las críticas arrecian contra los ministerios. Los
escándalos de ineficacia se acumulan en Sanidad (con denuncias de los
sindicatos médicos mostrando imágenes de los hospitales en estado calamitoso y
con animales en su interior), Educación y Cultura, pero basta con sondear un
poco para ver que las promesas que se hicieron y que la imaginación egipcia
veía ya hechas no se han cumplido en ningún campo.
Los escenarios que se abren son confusos y ese espíritu de
la "revolución pasada" no tiene claro si se encontrará con el de la
"revolución futura". Como siempre, la situación egipcia, tan
importante para la zona, tiene un aspecto negativo para los propios egipcios,
que se ven condicionados. Sin embargo, creo que las últimas palabras de Hani Shukrallah
son sobre todo un examen de conciencia, una rememoración de la ocasión perdida para
saber en qué se falló. Creo que es un ejercicio interesante pero infructuoso en
algunos sentidos. Como especulación puede servir, pero los motivos creo que
están en la mente de muchos por más que no se expresen. Algunos tienen arreglo,
otros forman parte de la tradición y serán más difíciles de corregir para
desesperación de lo que quieren renovar el país, modernizarlo y frenar el
retroceso que se fue produciendo. No se ganan el futuro con banderas o
canciones, sino con voluntad democrática firme.
No sé si los fantasmas vuelven a reencarnarse. Tampoco sé si estaría dispuesto a hacerlo, a la vista de lo ocurrido. Los que se jugaron la vida por un futuro han aprendido muchas cosas y algunos han tomado en serio las palabras que recogíamos ayer: que los que no estén de acuerdo, que se vayan. Otros se olvidarán de traiciones, insultos y abandonos para seguir intentando un Egipto acorde con los tiempos, aunque estos estén revueltos. Algo se revuelve en ellos y no quieren tirar la toalla.
El mundo era uno cuando comenzó la revolución y el mundo es hoy otro muy distinto después de lo ocurrido. La pregunta ya no es solo si los egipcios están preparados para una segunda revolución, sino si el actual mundo inestable está preparado para otra revolución egipcia. Con el viento a favor no logró consolidarse; ahora, con el viento en contra, quién sabe...
Sisi (making mouth noises): "My all-time favorite thing about Egyptians would definitely be... patience." (Andeel - Mada Masr) |
* Hani
Shukrallah "‘Mark it Horatio’! The fearsome ghost of a revolution"
Ahram Online 9/06/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/132347/Opinion/%E2%80%8E%E2%80%98Mark-it-Horatio%E2%80%99-The-fearsome-ghost-of-a-revolut.aspx
**
"Will the Cabinet be shown the door?" Mada Masr 12/06/2015
http://www.madamasr.com/sections/politics/will-cabinet-be-shown-door
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