Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No sé
si se practica en algún otro sitio, pero al asesino de Charleston le llevaron
ante una cámara de vídeo y una pantalla que le enfrentaba a las familias de
algunos de los que había matado en su criminal acción para que ardiera el Sur
en una guerra racial. En la sala, solo pudimos escuchar la desgarrada voz de la
hija de uno de los fallecidos por los disparos: ¡Que Dios te perdone! ¡Yo te
perdono!". Es difícil mantener el ánimo en una situación así. Lo decía con
la mano en un corazón destrozado y dando ejemplo de lo que aquellas personas
hacían en la iglesia de Charleston. Se curaba así de la tentación del odio, que
era la que la igualaría con el que había cometido el crimen. ¡Es difícil
comprender que alguien con 21 años haya podido albergar tanto odio dentro de sí!
¡Es difícil ponerse en la piel de alguien que mata a sangre fría a las personas
cuya única culpa es el color de su piel!
La
polémica por la bandera del Sur, es un
debate profundo en los Estados Unidos y tiene que ver con esa condición
reivindicativa que sigue vigente en una parte de la sociedad norteamericana. El
racismo no es exclusivo del Sur, pero sí es el Sur quien lo ha mitificado
envuelto en una serie de gestos y cuyas manifestaciones
estallan en ocasiones como la matanza de Charleston. El rechazo a la bandera de todos es el rechazo a la convivencia. La bandera de Coumbia es la barrera que se levanta anclando en el pasado a quienes la reivindican anacrónicamente. No es el Sur; es un determinado Sur.
Pareciera
que la elección de Barack Obama hubiese cerrado definitivamente el pasado, pero
parece ser que no ha sido así. El debate sobre las armas, como dijimos, pronto
ha dejado paso al debate sobre el odio que el racismo genera en una sociedad
que alcanza altas cotas de liberalismo y generosidad pero que mantiene abiertas
simas retrógradas fundamentalistas. Estados Unidos es un país de contrastes
fruto de su propia libertad, pero hay debates que corren el riesgo de perder y que les
hipotecarán el futuro creando mucho dolor.
Como
ocurre siempre con el fondo de los fundamentalistas, se extiende sobre la
población de forma entrañable, mezclando la tradición con lo reaccionario, algo
que confunden demasiado a menudo. Sus discursos van calando en las crisis y
hacen brotar la xenofobia o el racismo aprovechando esos momentos en los que la
gente se pregunta por qué ocurren ciertas cosas. Ellos tienen listas sus
explicaciones y se van extendiendo camufladas de normalidad.
La
polémica por la bandera en Carolina del Sur o de la posibilidad de incluirla en
las matrículas de los coches, como se había llevado a los tribunales, es algo
más que una cuestión de símbolos. La bandera lleva allí desde 1962, es decir, desde
la época de los estallidos de los conflictos por los derechos civiles, es
decir, las reivindicaciones de la población afroamericana que viajaba, como
decía la vieja canción, en la parte trasera del autobús, como signo de la
segregación. La cuestión de la bandera está sirviendo para que tomen posiciones
los candidatos a sus respectivas nominaciones para ambos partidos. Parte de los
republicanos no ven necesario retirarla; otros, como Mitt Romney ha dicho que
la bandera debe ser retirada. También lo ha hecho Jeb Bush; en 2001 la retiró
de Florida, en donde había estado desde 1976. The Washington Post señala en un artículo dedicado a las reacciones
de los candidatos:
Romney's comments repeating his longtime
position came in the wake of a shooting that left nine people dead Wednesday
night at a historic black church in Charleston, S.C. Authorities were working
on Saturday to determine whether the man accused of killing the nine African
Americans attending a church Bible study was the author of a racist manifesto
targeting blacks, Jews and Hispanics that was found on a Web site as part of an
ongoing investigation.
In the wake of the shootings, critics have
denounced South Carolina leaders for failing to lower to half staff a Confederate
flag flying on State Capitol grounds -- and for its placement near the Capitol
at all. The flag has flown atop or next to the Capitol in Columbia, S.C., since
1962. It was removed from atop the Capitol dome in 2000 and now flies at a
Civil War memorial next to the Capitol.
On Saturday, Romney took to Twitter to call the
flag "a symbol of racial hatred" and said it should be removed as a
tribute to the victims of the shooting.*
Lo que
no murió con la Guerra Civil, tampoco murió con las grandes marchas de los sesenta.
Solo murió Martin Luther King. Simplemente se esperan tiempos mejores para
poder volver a plantear la idea de la "supremacía blanca" cuando ves
que te comen terreno, y alguien tiene que enseñarles.
Las
críticas a las autoridades de Carolina son importantes porque muestran un
círculo vicioso que solo se rompe en aplicación y defensa de los principios.
Los que no han retirado esa bandera es porque saben que detrás de ella hay
mucha gente, muchos votantes que no les perdonarán retirarla. De esta forma se
mantiene vivo, alimentándose con símbolos y muerte, ese espíritu que va contra
la Historia.
Para ellos el espíritu del Sur no murió. Y en ese espíritu anida el odio, el
revanchismo y la discriminación, los buenos
tiempos del Sur. Se hace ondear las banderas y se cantan los viejos himnos.
Unos los disfrutan, otros miran para otro lado y otros los padecen en carne
propia.
Los candidatos a la presidencia miran con lupa sus donaciones. Hay cantidades que provienen de los grupos en favor de la "supremacía blanca" y no quieren que les pase factura durante la campaña presidencial. The New York Times lo ha recogido en su edición de hoy.
Es
interesante el manifiesto que el asesino había colgado en sus páginas virtuales
porque ayuda a reconstruir el proceso en su mente. The Washington Post recoge:
The manifesto unearthed Saturday states that
“the event that truly awakened me was the Trayvon Martin case,” which, a friend
of Roof’s said Saturday, is a theme he has spoken of before. Martin, an unarmed
black high school student, was fatally shot in 2012 by George Zimmerman in a
racially charged case in Florida. Zimmerman, a neighborhood watch volunteer who
said he acted in self-defense, was found not guilty of second-degree murder.
But the vast majority of the rant, which
displays some unusually sophisticated language if all of it was written by
Roof, a ninth-grade dropout, reveals a deep hatred of minorities — particularly
blacks — and a strong belief in racist stereotypes.
“Negroes have lower Iqs, lower impulse control,
and higher testosterone levels in generals,” the manifesto declares. “These
three things alone are a recipe for violent behavior.”
It observes that “if we could somehow destroy
the jewish identity, then they wouldn’t cause much of a problem” and that there
are “good hispanics and bad hispanics,” many of whom, it says, “are White.”
“But they are still our enemies,” the section
on Hispanics concludes.**
Hay que dejar claro que las otras "razas" son
degeneradas y enemigas, rivales que intentan derrocar a la "raza"
blanca de su puesto en el orden de la creación. El racismo norteamericano —no
es el único— está teñido de referencias religiosas dentro del extraño mundo de
sus interpretaciones y usos. Negros, judíos e hispanos son las amenazas a la
supremacía.
La referencia al caso de Trayvon Martin
—el famoso caso de la "capuchas"— es interesante porque nos muestra el efecto que
estos sucesos tienen en la mente de aquellos que los reciben con predisposición.
Las ambigüedades de aquel caso en el que un "vigilante" sospechó del
joven afreamericano porque llevaba "capucha" y esto llevó a su muerte, dejaron en evidencia ya
lo que después no ha hecho sino confirmarse: la oleada de casos en los que
jóvenes afroamericanos mueren por la brutalidad policial o por la mirada
recelosa de cualquier vigilante que se constituya en salvador del barrio frente
a los delincuentes, categoría en la que entran todos los tipos que no sean blancos.
Son demasiados casos en muy poco tiempo y son demasiadas
evidencias de que el sistema no funciona como debiera, ni el policial ni el judicial,
en la mayoría de los casos. Los documentos aportados por algunos testigos en
casos en los que se ha disparado sobre personas indefensas son demasiado claros
como para pensar que el virus del racismo no está extendiéndose de forma
incontrolada.
La bandera del Sur sigue desafiando desde 1962 en Carolina a los que
aspiran a una igualdad de derechos y trato. La foto patética del asesino con la
bandera y un arma en la mano es el retrato de una parte enferma de la sociedad,
nostálgica de una de las mayores vergüenzas que la Humanidad ha vivido, indigna de una sociedad avanzada. Para
mantenerla viva tiene a su disposición diversa literatura pseudocientífica en
la que se establece la superioridad
de los blancos. A la única persona superior que he visto es a la hija de una de
las víctimas otorgándole su perdón y rogando por su alma, en la que cree. Esa
es la verdadera superioridad, la moral.
*
"Mitt Romney’s opposition to Confederate flag puts GOP’s current
presidential candidates on the spot" The
Washington Post 20/06/2015
http://www.washingtonpost.com/blogs/post-politics/wp/2015/06/20/how-mitt-romneys-opposition-to-confederate-flag-just-put-the-current-gop-presidential-candidates-on-the-spot/?tid=pm_politics_pop_b
*
"Dylann Roof’s racist manifesto: ‘I have no choice’" The Washington Post 20/06/2015
http://www.washingtonpost.com/national/health-science/authorities-investigate-whether-racist-manifesto-was-written-by-sc-gunman/2015/06/20/f0bd3052-1762-11e5-9ddc-e3353542100c_story.html?hpid=z1
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