sábado, 20 de junio de 2015

Llamar a las cosas por su nombre no siempre es fácil, pero se puede intentar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
"¿Es un acto terrorista el tiroteo en la iglesia de Charleston, Estados Unidos?" se preguntan en la BBC. No son los únicos que se lo preguntan y es cada vez más frecuente que la pregunta surja cuando se cometen actos de barbarie como los que salpican la prensa cada día. La cuestión puede parecer baladí e incluso pretenciosa. Sabemos que las cosas no vienen con su nombre, sino que nombrar es un acto arbitrario. Pero la arbitrariedad del acto de nominación de las acciones, objetos e ideas es relativa a su uso continuado. Podemos llamar a las cosas inicialmente como queramos, pero debemos mantener cierta justicia en la aplicación analógica. Es decir, nombrar es un acto que establece categorías con todas aquellas cosas quedan dentro de su campo.
La discusión inmediata cada vez que ocurre algún tipo de acto es porque las palabras han pasado a tener una importancia grande porque quizá se ha jugado demasiado con ellas para justificar acciones posteriores. Toda lengua es un sistema de valores y este una forma de valoración cuando se aplica. Llamar "terrorismo" o "terrorista" a alguien implica ciertas cosas. Hay casos en los que la distinta valoración es obvia por las partes implicadas y lo que para uno es un "terrorista" para otro es un "libertador" o un "mártir". No extraña a nadie que esto ocurra.


Creo, sin embargo, que fue el uso de la palabra "terror" y de "guerra al terror" por parte de George W. Bush y su administración tras el 11 de septiembre lo que desató los recelos en el uso de la palabra "terrorista". La BBC nos dice:

Cuando el capitán de la policía de Charleston, Gregory Mullen, calificó la muerte de nueve estadounidenses de raza negra en una iglesia de la localidad a manos de un pistolero como "crimen de odio", un debate se abrió en todo el país.
Muchos criticaron la clasificación porque consideran que no es lo suficientemente fuerte para describir la masacre, de la que se acusa al joven blanco de 21 años Dylan Roof.
Este viernes, la portavoz del departamento de Justicia de EE.UU., Emily Pierce, ratificó lo que la víspera había dicho la fiscal general Loretta Lynch sobre la línea de investigación.
"El desgarrador episodio fue diseñado indudablemente para causar miedo y terror entre la comunidad, y el departamento está viéndolo desde todos los ángulos, incluyendo el de crimen de odio o el de terrorismo doméstico".
Pero algunos argumentan que si el crimen hubiera sido perpetrado por un árabe o un negro o alguna otra minoría, la palabra "terrorismo" hubiera sido usada con mayor rapidez.*


Es en la última parte donde reside el problema y no en la primera. Hay actos "terroristas", atentados, que han consistido en la muerte de una sola persona, como desgraciadamente sabemos en España, un tiro en la nuca, mientras que otros, por contra, han sido crímenes masivos en los que se ha buscado el mayor daño posible, como el atentado de Hipercor o de las casas cuarteles de la Guardia Civil, sin discriminar en ninguno de ellos mujeres o niños.
Creo que sería relativamente fácil discriminar lo que son los "atentados" de los "crímenes" de otro tipo. No creo que sea un problema de definición sino de susceptibilidad y de la sensación de un agravio comparativo. Ha habido grupos terroristas que han actuado selectivamente, considerándose a sí mismo como "ejércitos" y por ello sujetos a ciertas reglas y códigos, mientras que otros han buscado la extensión del dolor, no importándoles las personas concretas.


La barbarie en la que no encontramos inmersos desde hace varias décadas ha convertido el término "terrorista" en habitual y en políticamente aplicable, si bien el terrorismo siempre ha sido "político" en cualquier sentido posible (nacionalista, religioso, etc.). Aquí hemos hablado muchas veces sobre la inconveniencia de considerar al "Estado islámico" como un grupo terrorista más  —es una escala mayor— porque al terrorismo se le combate con armas distintas y con soluciones distintas, algo que es poco probable que ocurra con el Estado Islámico.
The New York Time dedica su editorial del hoy a los crímenes de Charleston. No usa la palabra "terrorismo" y no por ello rebaja su crítica ni su condena un ápice. Usa los siguientes términos: "horrific church shooting", "the mass murder", "horrendous murders".
La reivindicación de que se use el término "terrorista" para los crímenes de Charleston es sobre todo política y por eso la BBC se centraba en la suposición de que de haber sido "negros" o "árabes" se hubiera aplicado el término que entienden que se evita aplicar. Ambas comunidades, por motivos distintos, se sienten estereotipadas y piensan que los términos que se usan cuando ellos reciben el daño o cuando lo causan son de magnitud diferente. La comunidad negra siente que se infravaloran los crímenes que se comenten contra ella al no aplicar a los asesinos el término "terrorista", mientras que los países árabes sienten que cualquier cosa que haga un árabe se considera "terrorismo".


Cuando recientemente murieron asesinados tres jóvenes musulmanes en los Estados Unidos a manos de un vecino, las protestas crecieron en el mundo árabe al señalar, igualmente, que no se calificaba como "terrorista" al asesino por ser las muertes de musulmanes. Esta circunstancia  es usada con frecuencia a través de las redes sociales para tratar de distanciar a las dos comunidades estableciendo un sentido de agravio comparativo que quieren que sea interpretado como desprecio.
El presidente Obama ha cambiado ya su discurso. Ya no se trata solo de una cuestión de posesión de armas, como se dijo al principio, sino que se habla abiertamente de "racismo" y de una situación que va más allá de cualquier acto terrorista. La comunidad americana puede ser solidaria frente a los ataques del "terrorismo" (que no solo ha empleado para referirse a las agresiones desde el exterior), pero no lo está tanto en la cuestión del racismo, que está más extendido de lo que se quiere reconocer oficialmente. Los conflictos ante la brutalidad policial tienen su base en ese sentido de discriminación que todavía sigue existiendo en los Estados Unidos y que no se reduce pasado mucho tiempo.
En su editorial, The New York Times señala:

Perversely but tellingly, while other flags at the state Capitol in Columbia were lowered to half-staff in mourning for the shooting victims, the Confederate flag remained at full staff, reportedly under the sole control of state legislators. Many of them, of course, make a staunch defense of that flag part of their election campaigns.**


Ayer cerrábamos el artículo sobre el asesinato con un recorte de la noticia de que los jueces habían señalado que no era legal la colocación de la bandera del Sur, la bandera "dixie", en las placas de matrícula. Era una petición del grupo Sons of Confederate Veterans contra la que se plantearon motivos legales al vincularse con la idea de "supremacía blanca". El Houston Chronicle decía en marzo:

WASHINGTON - The Supreme Court on Monday tried to pick its way through a First Amendment battlefield: Does the state of Texas have to produce license plates bearing the flag revered by the Sons of Confederate Veterans as a symbol of Southern heritage but reviled by many as a legacy of racism and oppression?
It's a question that has remained unresolved since 2009 when the Texas Department of Motor Vehicles rejected the group's application to have the flag included in a state-issued specialty plate. Years of appeals followed, with two federal courts issuing contradictory rulings.
That led to a spirited exchange Monday in the Supreme Court, which will decide the issue.
If the court rules for the Confederate veterans group, what other offensive messages might the state have to produce, Justice Ruth Bader Ginsburg asked: A swastika? A message advocating terrorism? Or the slogan "bong hits for Jesus?"***


Estados Unidos está empezando a ser consciente de que el problema va a más y les creará nuevos conflictos que pueden ser abordados desde perspectivas distintas según como se reconozca.

La aplicación del término "terrorismo" a otros lleva ahora la exigencia de que se aplique el término a otros crímenes. Las palabras significan muchas cosas y tienen una vida alentada por los usos que hagamos de ellas. Tienen vida más allá del diccionario y tienen una dimensión pragmática que afecta a los hablantes en cada caso.
Otra cuestión es la de la penalización cuando estas cosas son tipificadas en los códigos penales y "terrorismo" pasa a ser un elemento evaluable, como lo es "crimen de odio" o "genocidio".
Está bien discutir sobre las palabras, pero no deben servir para ocultar los hechos. Cómo lo califiquen los medios de comunicación, que son quienes junto a las autoridades ponen en circulación los discursos, es una cuestión importante, porque supone un encuadramiento del hecho, pero no debe ocultarse que el debate es en gran parte interesado, algo que pertenece a un conflicto más amplio, el de la comunidad negra norteamericana y el de aquellos que se sienten estigmatizados porque se les presenta como "terroristas" a través de los estereotipos que van de los videojuegos a las películas.


Jugar con las palabras tiene este tipo de problemas. Con ellas haces ver los hechos de una forma determinada antes que de otra. Eso implica un conflicto permanente por la palabra y por el sentido que le demos para ajustar a ella la realidad.
La forma como nos referimos a las cosas es importante. Refleja nuestra valoración del hecho y su enmarcado en categorías. Implica unirlos con otros y separarlos de aquellos que consideramos diferentes. El problema es cuando no hay una unanimidad en el término, es decir, en la valoración del hecho, o cuando no todos lo incluyen en la misma categoría. Eso ocurre cada vez más a menudo porque estamos en una sociedad de discursos globales y las comunidades, en cambio, son locales. Y cada vez de forma más enfrentada. Esto conlleva interpretaciones diferentes y sentimientos de agravio que favorecen nuevos conflictos o realimentan los viejos.
Uno de los candidatos republicanos a la carrera presidencial y antiguo gobernador de Texas, Rick Perry, lo ha llamado un "accidente" y es que al ser el lenguaje un sistema de valores, también muestra quien carece de ellos.


* "¿Es un acto terrorista el tiroteo en la iglesia de Charleston, Estados Unidos?" BBC  19/06/2015 http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/06/150619_internacional_terrorista_discriminacion_charleston_ataque_amv
** "Beyond Mourning for Charleston" The New York Timers 19/06/2015 http://www.nytimes.com/2015/06/20/opinion/the-nation-needs-more-than-mourning-after-charleston.html
*** "Justices wrestle with Texas Confederate-flag license-plate case" Houston Chronicle 2503/2015 http://www.houstonchronicle.com/news/houston-texas/houston/article/Justices-wrestle-with-Texas-confederate-flag-6153643.php





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