viernes, 28 de marzo de 2025

Mazón, el apestado

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Una de las preguntas que más se hacen en estos momentos no tiene que ver con Trump p con Putin, sino sobre el destino de Carlos Mazón. Dado el cariz y las prácticas de la política española, está claro que Carlos Mazón así no puede durar mucho. Un milagro tendría que ocurrir y no estás los tiempos para milagros.

Todo es una cadena de hechos y Mazón está bien encadenado a ellos. La cuestión está en cómo se liberan del encadenamiento el resto, aquellos a los que arrastra. El principio político español de "sostenerla y no enmendarla" hace que su propio partido tenga que apoyarle simplemente porque los que le exigen la dimisión no son ellos (como desearían) y se la piden todos los demás. Que los demás pidan tu dimisión, hace que el PP se resista dentro de esta extraña relación solidaria —hoy por ti, mañana por mí— que mantienen los partidos.

Un Carlos Mazón que no puede pisar la calle, recibir víctimas, etc. porque le dicen de todo, de asesino a insolidario, no puede ser un buen activo. Lo que ocurre es eso, esa extraña forma de solidaridad que impide pedirle la dimisión. Estas crisis siempre se resuelven cesando o dimitiendo los peones de por abajo, pero el caso es tan grave, con muertos por medio, que nadie deja de apuntar a la cabeza de Mazón y, de paso, a la de Núñez Feijoo.

Para acabar de arreglarlo, Mazón hace una salida hacia adelante y pacta los presupuestos con Vox, otro error político que deja al PP a los pies de los caballos en el panorama nacional y, lo que es peor, internacional, donde la presencia de Abascal junto a Donald Trump no es posible atenuar.

Pero Mazón es un kamikaze y puestos a luchar saca el sable y se envalentona, un gesto melodramático que no tiene valor político alguno. Todos saben que está acabado, aunque lance su avión a estrellarse contra el palacio de La Moncloa, que es lo que está haciendo.

La táctica española frente al desastre es lanzarse contra el enemigo y tratar de causar la mayor cifra de bajas posible. Pero Mazón tiene la respuesta en casa y un presidente autonómico que no puede presidir, inaugurar, etc. es un activo peligroso, carne de reporteros y cámaras. Mazón, con las distancias lógicas, es el Rubiales de la política española, el punto al que van las bofetadas mientras grita "¡no dimitiré, no dimitiré!" Pero, como en el caso Rubiales, Mazón ya es merecidamente el malo de la película. Es el centro indiscutible del caso, como muestran las imágenes de cámaras de seguridad, el análisis de de sus diversas versiones, los testimonios de media humanidad, y los carteles y gritos en las calles. Todo eso y mucho más es lo que Carlos Mazón ha obtenido y que seguirá en cada telediario, en cada aniversario (meses, años, aniversario de los cinco, de los diez....) Es Mazón el apestado.

De vez en cuando emulará a Clint Eastwood y mirará desafiante a las cámaras y a la humanidad detrás, como ha hecho recientemente con lo del "lo que hay que tener", pero es más humo que otra cosa, un pequeño giro de guion, poco más.

El caso Mazón (podemos llamar así al conjunto de hechos y respuestas, de características específicas que lo definen frente a otros) es muy propio de la política española. Obedece a la peculiar estructura de partidos que hemos ido fabricando en este país en las décadas pasadas. Cada miembro que colocamos en un puesto elevado repercute sobre los cimientos.

Releía estos días una obra que causó sensación en el momento de su aparición, en 1969, El principio de Peter. Tratado sobre la incompetencia o porque las cosas van siempre m**, firmado por el Dr. Laurence J. Peter y Raymond Hull. En la obra se recogían los años de observaciones de Dr. Peter y la fundación de un nuevo campo, la "jerarquiología". La obra se publicó en España ya en 1970 y tuvo excelente acogida. como en muchos otros países pues fue un bestseller mundial.

En su presentación, Peter explica:

Mi principio es la clave para la compresión de todos los sistemas jerárquicos y, por tanto, para la comprensión de la estructura toda de la civilización. Unos cuantos excéntricos tratan de no verse insertos en jerarquías, pero todos cuantos participan en el comercio, la industria, el sindicalismo, la política, el Gobierno, las Fuerzas Armadas, la religión y la educación se hallan inmersos en ellas. Todos se encuentran regidos por el Principio de Peter.   

Desde luego, muchos de ellos pueden conseguir uno o dos ascensos, pasando de un nivel de competencia a otro nivel superior de competencia. Pero la competencia en ese nuevo puesto les califica para otro nuevo ascenso. Para cada individuo, para usted, para mí, el ascenso final lo es desde un nivel de competencia a un nivel de incompetencia.

En consecuencia, dado un lapso de tiempo suficiente, y supuesta la existencia de un suficiente número de grados en la jerarquía, todo empleado asciende a, y permanece en, su nivel de incompetencia. El Corolario de Peter dice:   

Con el tiempo, todo puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones. *

No tengo dudas que, según el principio del profesor Peter, Mazón llegó a su nivel de incompetencia en la jerarquía. No ha sido el único que se ha mostrado incompetente, es decir, que estaba donde no debía, incapaz de enfrentarse a los problemas a los que su nivel exigía enfrentarse. La incompetencia se ha mostrado a lo largo de la línea jerárquica, como se ha visto. Los que había no estaban a lo que debían, bloqueados, indecisos, miedosos ante las decisiones que había que tomar y no se atrevieron.

Las respuestas a esto, en el caso específico de Mazón, son variadas y habrá que esperar para ver hacia dónde se dará la patada, si hacia arriba o hacia abajo. Habrá que ver cuánto tiempo considera el PP que es necesario tenerle en su particular situación. Cuando no haya más remedio, lo mandarán lejos, pero a sabiendas de que Mazón ha quedado marcado y que allí donde aparezca se escucharan gritos, se verán pintadas y carteles, intentos de agresión. 

Mazón es un apestado y en su partido lo saben. Pero... 


* Dr, Laurence J. Peter y Raymond Hull (1969, trad. 1985). El principio de Peter. Tratado sobre la incompetencia o porque las cosas van siempre m**. Trad. Adolfo Martín.

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