Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Ahram
Online incluye en la edición de hoy un interesante artículo sobre un tema que
se está poniendo "de moda" más allá de la situación egipcia. La
cuestión la hemos tratado aquí en varias ocasiones pero mucho me temo que el
alcance vaya aumentando y que se quede
con nosotros para siempre. Me refiero, evidentemente, a lo que se ha dado en
llamar las "teorías de las conspiraciones".
El
artículo, cuyo título es "The story of the revolution: How fringe
conspiracy theories took centre stage" y está firmado por Hanaa Hebeid,
redactora jefe de la publicación Democracy
Review Quarterly, perteneciente a la Al-Ahram Foundation.
Es
indudable que, dada la importancia que están adquiriendo este tipo de
planteamientos, acabarán convirtiéndose en una especialidad con distintas
aplicaciones, tanto en su vertiente productiva como interpretativa.
Hebeid realiza su planteamiento teórico de qué son las Teorías de la Conspiración en estos términos:
Conspiracy is an intellectual construct that
gives an abridged version of events relying on purposefulness, intention to do
harm, and secrecy. Using conspiracy theories to explain events is based on a
specific view of oneself and the world, and involves a certain way of thinking,
logic, and rhetoric.
Conspiracies adopt a teleological
interpretation justifying an outcome caused by an intentional action by a
beneficiary of this event, whether this is a speculative interpretation or
based on evidence. In reality, conspiracy theories are a natural and
omnipresent social phenomenon with a variety of elements that may not even
agree on the same goal.
Assuming perfect planning and absolute control
of events is illogical and unrealistic, at least in light of diverging goals
and behaviours of various actors who may not even agree on the same goal. It is
more likely there are many disconnected conspiracies that can run parallel,
cross or diverge, and controlling all elements in order for a conspiracy to
unfold exactly as planned is an unreasonable assumption.*
Vemos que no se distingue demasiado las "conspiraciones" de las "teorías de las conspiraciones". Evidentemente las "conspiraciones" existen y siempre han existido. Pero es la "teoría" la que explica, frente a unos hechos determinados. Las teorías explican los hechos en términos conspiratorios que, en efecto, van contra la lógica, pero son aceptados pese a ello. Giulio Regeni ha muerto: eso es un hecho. Es la(s) teoría(s) de la conspiración las que tratan de explicar el hecho. Y unas son más probables que otras. La cuestión está en cuál se favorece, cuál se hace circular dándola por buena o más probable. Los que le convierten en "espía", por ejemplo, están expresando una teoría frente a otras posible; los que dicen que han sido los islamistas para desprestigiar al gobierno, sostienen otra "teoría", etc. Lo importante es que esas "teorías" tienen como fin precisamente impedir la aparición de la teoría final aceptable y concordante con los hechos conocidos y el mayor número de pruebas. Que el avión ruso estalla es un hecho corroborado por pruebas en las investigaciones. Se puede negar, pero hay que proponer una teoría alternativa cuyo fundamente será endeble si va en dirección contraria a lo que las pruebas marcan.
Ocurre
con la "teorías de la conspiración" lo mismo que señalaba el poeta
Baudelaire en su "Las ventanas", en donde señalaba que era más
interesantes las ventanas cerradas que las abiertas ya que la visión de las
primeras despertaba todo tipo de pensamientos sobre lo que pudiera haber al
otro lado, mientras que tras la ventana abierta hay lo que se ve, sin más ni
más.
La
política parece haberse convertido realmente en el arte de la insinuación, de
la sugerencia, no ya el arte de lo posible, como algunos querían, sino en el de
lo improbable. Cualquier fantasía es más recomendable que la realidad misma,
sosa y aburrida. Es como si ya no fuera suficiente con sacar un conejo
de la chistera y hubiera la obligación de sacar cualquier cosa —cuanto más
improbable mejor— menos un clásico conejo de toda la vida.
Tras
hacer un repaso sobre cómo lo que los egipcios vivieron en primera persona en
sus calles y plazas, siendo ellos los que gritaban y se manifestaban, tras
cinco años de teorías conspiratorias dudan de si esos recuerdos que tienen de
haber gritado consignas contra Hosni Mubarak, aquel agitar de banderas y
retumbar de cánticos, no es más que una ilusión, efecto de alguna abducción, de algún bebedizo, etc.
Después
de analizar los efectos de las teorías sobre la sociedad, se cierra el artículo
con el papel que han jugado los medios en todo esto:
The role of the media in fuelling fear and
embedding conspiracy outlooks. The media played a fundamental role in promoting
and highlighting the conspiracy theory. Since the January revolution, the
media, especially private satellite channels, have aired a heavy dose of
politics through images, sounds, analyses and public opinion which is mostly
new to politics. And thus, it was one of the main sources of influence on
opinions. These direct and indirect media messages enhanced the sense of fear,
gloom and conspiracy on one hand, and attributed it to the revolution on the
other.
For example, one programme hosted people making
confessions of an alleged conspiracy and training and incitement by foreign
parties. Other content contributes to a sense of suspicion and fear in general,
such as broadcasting an infomercial warning against speaking freely in public
places and cafes because they are teeming with spies. There is also an entire programme
dedicated to airing recorded conversations and communications between figures
from the January revolution in order to sabotage them.
Those watching Egyptian talk shows will find a
keen focus on conspiracy, and after so much repetition there is an assumption
that it is a given truth. A most extreme form of conspiracy theorising was on a
programme where a “strategic expert” said there is a Supreme World Council that
manages conspiracies and controls natural disasters and comets, aiming them at
specific countries, as well as masterminding universal conspiracies that move
nature and people.
Since 30 June 2013, the media has promoted the
conspiracy theory and abridged the revolution into single snapshots of opening
prisons and foreign funding, while blurring or ignoring millions taking to the
streets chanting the three demands of the revolution. Specific programmes
specialised in airing telephone conversations by key figures in the revolution
aim to slander them. The term fifth column also emerged to taint anyone who
dissents and becomes brandished a traitor or tool in the hands of a foreign
conspiracy.
Several factors played a role in promoting
conspiracy rhetoric, combining context and the choices of actors to promote and
disseminate the conspiracy theory in general, and linking it to the 25 January
revolution especially. Domestic and foreign security crises and threats added
more layers to interpretations of the conspiracy complex that already exists,
as an easily convincing recipe and abridged vision of domestic and foreign
polices to a public that is not accustomed to politics. Therefore, it was
natural that it gained popularity, especially in an environment fraught with
rapid change and much ambiguity, as well as real danger.*
Es cierto que las maniobras de "intoxicación" a
través de los medios no son una novedad y que su uso político ha sido siempre
una realidad constante, pero lo que no era pensable es que las versiones
centradas en los aspectos comprobables o más probables se retirarán ante la
carga de la brigada conspiratoria. Por decirlo así, la "realidad" (concepto
que pierde sentido en un contexto marcadamente constructivista y relativo) se
bate en caótica retirada ante la llegada de la ruidosa parafernalia de las
ideas más descabelladas.
Antes podía uno pensar que la verdad estaba bien y que había
que luchar contra la intoxicación; hoy, por el contrario, parece quererse retozar
en el fango imaginativo que construye las historias más enrevesadas. Es la negación
de la navaja de Ockham en beneficio de la imaginación calenturienta.
Lo que cuenta Hanaa Hebeid supone un cambio en muchos
órdenes. El primero evidentemente es el del Periodismo, que incumple su función
pública y se lanza a unas especulaciones que saben que mantendrán a sus
audiencias conmocionadas, heladas ante las revelaciones con las que salen al
aire en cada programa. Parece haberse perdido el pudor informativo, el respeto
al público y el sentido de lo que es un medio.
Las constituciones —al menos la mayoría de ellas— dan un
tratamiento privilegiado a la prensa y a sus profesionales precisamente para
asegurarse que los lectores recibirán lo más próximo a la verdad que sea
posible en cada momento. Dan por descontado que los diferentes medios aspiran a
la verdad por distintos caminos. ¿Pero es esto todavía así? Es muy dudoso en un
planteamiento en que los medios se consideran como formas de atraer a las
audiencias con los inventos que hagan falta. No consideran que tengan otra
obligación que la de mantener pegados a sus monitores y páginas las caras
asombradas de sus lectores y espectadores.
Esto es terrible para el Periodismo como profesión y para la
sociedad en su conjunto, por muy entretenida que esté. ¿Quién se beneficia de
esto? Indudablemente tienen que ser útil en algún sentido cuando hay tanta
teoría suelta.
Simplemente en los últimos artículos de The Washington Post —los que destaparon Watergate— encontramos
estos títulos que hacen referencia a las teorías de la conspiración:
a) The psychology behind why people believe
conspiracy theories about Scalia’s death
b) Donald Trump’s campaign of conspiracy
theories
c) People who believe in conspiracy theories
are more likely to endorse violence
d) Why the Internet’s biggest conspiracy
theories don’t make mathematical sense
e) An hour-by-hour look at how a conspiracy
theory becomes ‘truth’ on Facebook
Con estos cinco títulos nos damos cuenta de las líneas
discursivas que las Teorías de la Conspiración permiten. (a) y (b) se refieren
a casos concretos, a teorías en sí, las referidas a la muerte del juez Scalia y
las usadas por Donald Trump, una auténtico ventilador contra las conspiraciones.
Pero en (a) ya nos encontramos que más allá de la teoría en sí se analiza a
aquellos que las creen, un auténtico filón interpretativo y sociológico. (c), (d)
y (e) son artículos que, como en (a) no se contentan con analizar la teoría
sino el par constituido por la teoría su creyente
o la teoría y su diseminador. Tenemos
así un campo constituido por la teoría, su productor, su diseminador (pueden
ser los mismos), el creyente o receptor, el observador y la explicación del
observador. Este artículo riza el rizo y observamos al observador (Hanaa
Hebeid) que observa a los productores (¿el estado, los partidos, los servicios
secretos nacionales o extranjeros...?), los diseminadores (los medios egipcios)
y a los creyentes-receptores. Usted que nos está leyendo, nos observa a todos a
través de este texto.
Discrepo con lo señalado por Hanaa Hebeid cuando relaciona
las teorías conspirativas con la falta de costumbre
política. No se debe de confundir la falta de democracia con la falta de
política en este sentido conspiratorio. La prueba de ello es que países con
tradición democrática —si es sinónimo de "política"—, como los
Estados Unidos, acostumbrados al "check fact" incluso, están cayendo
intensamente en la atracción de abismo conspiratorio. Creo, más bien, que hay
algo de fascinación morbosa en la creación de un universo conspiratorio, algo
que lleva al cretinismo epidémico si no se ponen en marcha los resortes de la
inteligencia que deben estar presentes en todas las fases del proceso y del
sistema político. La tontería tiene su atractivo en este mundo post ilustrado.
Y sobre todo, para algunos, su rentabilidad. Si el fin del sistema político es
solo el poder y no la mejora social
(incluido el intelecto), todo vale.
Lo realmente preocupante no es que las dictaduras usen las
teorías de la conspiración porque lo han hecho siempre, ¡que se lo cuenten a
Adolf Hitler! Lo preocupante es que las democracias también están viviendo esta
forma de perversión mental, de atracción de muchas personas a las que es
difícil proteger de estas mareas globales favorecidas por la extensión de las
comunicaciones. Lo sorprendente y preocupante es que Donald Trump vaya por
delante y que sus rivales vayan cayendo uno tras otro incapaces de frenarle.
Quizá deberían probar con alguna teoría conspiratoria que explicara la presencia
de Trump en la carrera presidencial, algún complot retorcido, quizá hacer
circular la idea de que pertenece a Boko Haram y es el "manchurian
candidate", un infiltrado para destruir los Estados Unidos. Si se la han
aplicado a Obama, ¿por qué no a él?
En lo que sí acierta plenamente Hanaa Hebeid es en aquello
que señala desde el título: la conspiración se está situando en el centro de la
escena. Llegará un momento en el que la realidad pase entre nosotros como en el
test perceptivo del gorila, ese en el
que se vuelve invisible para todos, ¡con lo grande que es!
Los millones invertidos por todo el mundo en fundamentar
conocimientos sobre cómo manipularnos unos a otros con plenas garantías harían
enrojecer de vergüenza a los frustrados amantes de la verdad que, desperdigados
por la Historia, se han ido a la tumba con la esperanza de que los que llegaran
después siguieran manteniendo el mismo interés en poner cerco a la esquiva "verdad",
sea la que fuere. Otra vez será.
* "The story of the revolution: How fringe
conspiracy theories took centre stage" Ahram Online 21/02/2016
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/188152/Opinion/-The-story-of-the-revolution-How-fringe-conspiracy.aspx
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