Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La mano de la Universidad de Al-Azhar es cada vez más larga
y poderosa. Hace unos años contábamos aquí como un general del Ejército egipcio
llamaba a un canal de televisión para
decirles lo poco que le había gustado el programa que se emitía. Se manifestaba
así el control que consideraban tenían el derecho a ejercer sobre los medios.
El periódico Daily News
Egypt nos trae una noticia similar, pero esta vez es la Universidad de
Al-Azhar la que ha hecho directamente la llamada a una cadena de televisión
para la cancelación de un programa. El régimen mixto militar-religioso, la
alianza virtuosa ha conferido a la Universidad el control burocrático sobre la
religión, algo que se les queda corto y se expande hacia lo político.
La
Universidad se cobra los servicios prestados al régimen militar en términos de
control de mezquitas y unificación de sermones. Cuando se lucha contra los
islamistas y se hace en una sociedad como la egipcia, la apariencia virtuosa se
convierte en un arma de poder. Eso significa que el régimen sacrifica en el
acuerdo a los reformistas religiosos que puedan debilitar el poder de Al-Azhar.
Mientras el régimen militar detiene a los islamistas, por un lado, y a los
demócratas que les critican por otros, Al-Azhar tiene su propia guerra en
nombre de acabar con el radicalismo religioso. Lo malo es que lo hace con su
propio radicalismo burocrático, convertidos en censores y denunciantes de
cualquier intento de reforma.
Nos cuentan en Daily
News Egypt el incidente censor:
The state decided to suspend the TV show “Hot
Files” following an interview between TV anchor Ayten El-Mogy and Islamic
researcher and author Sayed Al-Qemany, which was aired two weeks ago on a
state-owned channel.
The head of the channel received a call from
the Grand Imam of Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, who strongly disapproved of
interview. ‘”How can state TV allow Sayed Al-Qemany on its screens?” he asked
and hung up after insulting the head of the channel.
Following Al-Tayeb’s phone call, the head of
the channel decided to suspend the show and ordered the crew to change the
show’s content and come up with another idea.
The episode sparked outrage from Al-Azhar; the
show was accused of defending religious minorities and promoting their
ideologies and allowing Al-Qemany to demand that the parliament revoke contempt
of religion law, all of which resulted in the order to shut the show down.
According to Journalists Against Torture,
El-Mogy said she asked the head of the channel to interview the author a month
ago but he refused because Al-Qemany holds views that are against societal
values and norms. He told her to request permission from the head of the TV
sector Magdy Lachin, who immediately accepted.
Following the suspension order, a verbal
dispute took place between Al-Mogy and head of the channel. In the end, they
agreed to organise a committee who would assess the episode. Al-Mogy noted that
the episode received a positive reaction from audiences and everyone working on
the channel, especially since it came after several episodes discussing and
criticising the contempt of religion law.*
Cuando leemos esto, podríamos sacar la conclusión de que Sayed
Al-Qemany es un criminal o una persona que transmite valores despreciables que,
como se dice en la noticia, "are against societal values and norms".
Pero no hay nada de esto. Las malas maneras del Gran Imam de Al-Azhar son solo
fruto de su propia percepción de "lo criminal" y
"peligroso" para la sociedad.
En realidad Al-Qemany es un intelectual
reformista, premiado en 2009 por el propio Estado con el Premio del Ministerio
de Cultura por su trabajo en Ciencias Sociales. Al-Qemany se ha destacado por
ser crítico con el fundamentalismo religioso y partidario del análisis histórico del Corán,
algo que no perdonan los fundamentalistas o simplemente los que lo utilizan
para el control social, como ocurre con Al-Azhar.
Al-Qemany es muy crítico con la Universidad de Al-Azhar — considera que es una "institución terrorista" de bajo perfil— de la misma forma que critica el la violencia de todas las religiones en la Historia y la necesidad de cambiar la actitud. Es igualmente crítico con la sociedad egipcia en su conjunto señalando que se mantiene una "mentalidad wahabí".
Es interesante que en 2009 se le premiara y ahora se rasguen
las vestiduras porque aparece en un canal de televisión estatal. Como ha
ocurrido en muchas otras ocasiones, cuando se le concedió el Premio del
Ministerio de Cultura se desataron los ataques contra él, incluidos los
tribunales. El régimen de Mubarak jugaba con los islamistas concediéndoles
terreno de juego en este tipo de acciones que siguen practicando contra las
figuras que debilitan el sistema ideológico-religioso y por ello el poder que
sostiene. Hay más casos de estas persecuciones contra los reformistas religiosos.
La condena reciente del predicador reformista Islam Behery y su encarcelamiento
ha sido otro incidente en la misma línea.
Al-Azhar se cobra sus servicios. Convertida en "policía
del pensamiento religioso", la llamada del Gran Imam es significativa de
la importancia que le están dando a la vigilancia. Las piruetas intelectuales
para camuflar su propio integrismo son inútiles ante los hechos cada vez más
frecuentes. Su regreso al centro de la vida social es más que el control del
radicalismo; eso no es más que la excusa para recuperar el espacio e influencia
perdidos. Los casos de censura de todo tipo se acumulan: libros, películas,
programas de televisión...
Las palabras del presidente, una vez más, quedan en pura
retórica, en intentos grandilocuentes de presentar como reformista un gobierno
cada vez más autoritario. Y, como hemos señalado en ocasiones, la debilidad
acrecienta la necesidad de la represión. Cada vez más, el gobierno de El-Sisi
se evidencia sin ideas ni recursos políticos. Es cada vez más difícil de
ocultar porque las palabras tienen un límite cuando se usan como tapadera de la
realidad.
El político liberal Mohamed Nosseir, habitual con sus
artículos críticos en Daily News Egypt, señala sin reparos esta insuficiencia presidencial:
"Al-Sisi is a must” was the argument made
by his presidential campaign in an effort to offset the absence of political or
economic programmes from his campaign platform. After more than 20 months in
power, the harsh realities of Al-Sisi have spoken more clearly than any
programmes or announcements could have ever done.
Al-Sisi’s supporters, once happy to consider
him their hero, are today joining the rest of the population who are suffering
from deficiencies in the areas of stability, security, and the establishment of
a constructive economy; the cornerstones of Egyptians’ daily lives.
Al-Sisi, who dreams of Egypt as a developed,
prosperous nation is in fact making Egyptians live through a real-life
nightmare: their currency is deteriorating, investments are declining, there
are no new employment opportunities, and security is absent. When asking
Egyptians to be more patient, the president appears not to realise that the
majority of the population lives from pay cheque to pay cheque. Therefore
practically speaking, they will not be able to accommodate him for long.
He wants to control Egypt completely but
without offering any promises to his compatriots. Claiming that 25 years are
needed to instate true democracy, he managed to do away with any advances in
freedom of expression and the overall democratic momentum gained after the 25
January Revolution in 2011. Meanwhile the president is imposing his impractical
ideas and policies (implemented by his incompetent executive team) on 90
million citizens.**
La descripción descarnada constata lo que es una evidencia:
la carencia de cualquier tipo de programa que no sea el control social de las
protestas. El Estado egipcio no funciona y no lo hace porque no lo hacía.
Volvamos a lo básico: si el régimen de Mubarak hubiera funcionado no habría
habido un levantamiento el 25 de enero de 2011. No solo no se ha reformado nada
—de todo lo que se debería haber hecho— sino que ha aumentado los problemas en muchos sectores
básicos, convirtiendo la vida de muchos egipcios, como señala Nosseir, en una pesadilla.
El-Sisi juega con la ventaja de que una vez que sabemos que
la moneda solo tiene dos caras, no queda mucho donde elegir. Una vez "derribado"
el régimen militar de Mubarak y después una pasada rápida por el islamismo de
los Hermanos Musulmanes, ¿qué baza les queda? No hay mucho que elegir.
Especialmente cuando desde ambos lados —el militar y el religioso— se ha ido eliminando
cualquier posibilidad debilitando los partidos y encerrando intelectuales,
artistas, activistas, etc. que pudieran desarrollar alguna alternativa a esas
dos fuerzas que luchan por la hegemonía.
El agravante ahora es que los militares han decido probar
una estrategia relativamente nueva: dejar de jugar al laicismo nasserista y
hacerse con el control religioso reforzándose con Al-Azhar. Y, como decíamos,
la Universidad de Al-Azhar se está cobrando la fiscalización de la sociedad. No
solo ve el peligro para la sociedad en el radicalismo religioso, sino que ataca a los reformistas que intentan abrir el islam
hacia otras formas posibles.
Al-Azhar elimina a los enemigos del Estado, pero también a
sus propios enemigos. Para ello el sistema judicial es esencial, ya que desde
allí surgen las condenas. Los jueces egipcios tienen un fino instinto para
saber qué es lo que deben hacer. Da igual que la constitución —como se repite
una y otra vez— ampare la libertad de expresión. Basta con declarar al que
habla o sus palabras como "against societal values and norms" para
que la represión se ponga en marcha.
Todo son "peligros" para un Estado que se siente
inseguro. La retórica de la firmeza
que se emplea no es más que una apariencia. En realidad es un síntoma de los
desajustes internos de una política que se basa exclusivamente en la represión
social —política, religiosa, cultural... Demostrada la ineficacia del estado en
todos sus planos, solo queda imponer el silencio y elevar el volumen de los
cánticos.
Hay miedo a que la gente pierda el miedo de nuevo. Y muchos
lo están empezando a perder. Eso es lo que ha ocurrido en la Universidad
Americana de El Cairo, la instancia que había acogido al estudiante italiano secuestrado,
torturado y asesinado Giulio Regeni. Mada Masr nos da cuenta de la celebración
de un acto en recuerdo de Regeni por parte de los estudiantes de la UAC.
Se recordará la indignación que causó la forma de expresar
las condolencias oficiales por parte de las autoridades de la universidad. Daba
la impresión que Regeni había fallecido de un resfriado y no de la forma en que
lo hizo. Las declaraciones de las personas responsables de su tutela de
"no volver a aceptar alumnos extranjeros" tampoco era una forma
inteligente de abordar la cuestión.
La celebración del memorial ha servido para dar salida a la
rabia de los estudiantes ante lo acomodaticio de la actitud de las autoridades
universitarias:
Many AUC students and faculty were outraged by
the university’s cautious language in its February 4 press release. The
administration amended the statement on February 7, removing the contentious
phrase "passing away" and explaining that the university “has been in
close contact with authorities since [Regeni's] disappearance and continues to
monitor the case.”
The student and faculty statement read at the
memorial service argued that “Giulio Regeni is a victim of an authoritarian
crackdown that has involved mass arbitrary arrests, detentions without charge
and reports of torture and forced disappearances in Egypt, all of which have
been widely reported by national and international human rights organizations
and media.”
Wednesday’s statement is part of a larger
campaign by some members of the AUC community to pressure the administration to
take a stronger position on the case. Also on Wednesday, a group of students
and faculty members gathered at the AUC New Cairo campus to condemn the
university's actions to date, hanging an immense banner reading, “Giulio's
murder is not an isolated incident. The AUC bubble won’t protect you.”
AUC student Alya al-Marakby told Mada Masr that
the campaign is urging university officials to make a political statement
speaking against the injustice of Regeni’s death. University leaders “need to
acknowledge that there is a problem,” she said, “not just deny it.”***
Las versiones oficiales —del atropello al espionaje pasando
por los islamistas, entre otras— no satisfacen ni a los propios egipcios, que
son los primeros que saben lo que ocurre, lo digan o no. La cobardía de las
autoridades universitarias es muy significativa del funcionamiento social.
Cuando se asciende por no haber creado
problemas al poder, es difícil que se arriesgue mucho una vez que se tiene
algo que perder. La base del ascenso social en el régimen es mirar y no ver,
escuchar y no oír, hablar y no incomodar. Así todo funciona y sigue su curso.
Al menos los estudiantes han hablado claro y han roto ese vergonzoso círculo de
silencio. Eso les honra.
En efecto, las autoridades de la universidad tienen que
reconocer que "hay un problema", como tienen que hacerlo todos aquellos
que niegan que la realidad egipcia se haya convertido en eso que Mohamed Nosseir
llamaba una "pesadilla" diaria.
La gran pancarta colgada en la Universidad Americana de El Cairo advierte que ninguna burbuja te protegerá, incluida la propia universidad. Pero tampoco la estrategia seguida por Al-Azhar protegerá de nada. Solo conseguirá aparecer como una entidad totalitaria que juega a ser moderada. El totalitarismo es esencialmente obligar a los demás a creer o a lo que sea necesario. Hace poco dijeron que manifestarse en el aniversario de la revolución iba contra el Islam. Después de esto, lo que puedan decir o hacer después sobra. Que además quieran resolver directamente sus cuentas pendientes con los reformistas o con los que como, Sayed Al-Qemany les consideran inmovilistas y autoritarios, no ayudará a Egipto.
Cuando la negación de los problemas y el autoengaño pasan a
formar parte de una sociedad, la capacidad de salir de la situación complicada se
reduce mucho. Lo que parece claro ya es que este régimen no tiene respuestas,
solo palabras, ante los problemas. Nada ha mejorado desde su llegada al poder,
como se señalaba. No hay programa. La fecha de 2030 es casi un sarcasmo en las críticas
circunstancias actuales. No hace falta hablar tanto del futuro, sobre todo si
se hace para no tener que hablar del presente. Y el presente son detenciones y
juicios, desapariciones y censuras; protestas de médicos, periodistas y
funcionarios; caída de la libra, aumento de la inflación y el paro... No sé
cómo se llegará a 2030. Como tampoco sé cómo se construye una democracia, como
ha señalado el presidente, encarcelando a los que disienten y pidiendo —casi
rogando— que se le escuche solo a él. Solo esto último tiene visos de llegar a
convertirse en realidad.
* "TV
show goes off air due to anger from Al-Azhar" Daily News Egypt 2702/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/02/27/tv-show-goes-off-air-due-to-anger-from-al-azhar-2/
** Mohamed
Nosseir "Al-Sisi’s defective political reality" Daily News Egypt
27/02/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/02/27/al-sisis-defective-political-reality/
***
"AUC remembers Giulio Regeni, protests university's position on his
murder" Mada Masr 25/02/2016
http://www.madamasr.com/sections/politics/auc-remembers-giulio-regeni-protests-universitys-position-his-murder
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