miércoles, 26 de febrero de 2025

El poder y el silencio

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

No deja de ser un fenómeno interesante tratar de conocer más sobre la relación entre las mentes depredadoras sexuales, las de los acosadores, y su posición institucional, es decir, su puesto y el poder que creen que les da para el abuso.

Los medios parecen centrarse en otros aspectos dejando de indagar en esta especie de entrecruzamiento entre lo que tienen esas mentes de particular para creerse en la impunidad que les dan sus posiciones políticas. Los casos recientes de políticos demuestran que no hay partido ni ideología que se libre de esta lacra de los acosadores que, a diferencia, de otros tipos de abuso, usan sus posiciones para poder ejercer durante años el abuso.

¿Cuál es el atractivo que tienen los partidos políticos, incluso aquellos que tienen el ir contra el abuso en sus programas? Hace tiempo que dejó de hablarse de la llamada "erótica del poder", pero ¿es parte de esa atracción la idea de la impunidad, de poderse permitir este tipo de actitudes de abuso?

En RTVE.es se nos da la siguiente información sobre uno de los últimos casos, recogiendo las investigaciones de la periodista del elDiario.es Ana Requena:

Podemos tuvo conocimiento en 2016 de una queja "grave" de acoso sexual contra Juan Carlos Monedero por hechos ocurridos a finales de 2015, según ha revelado la redactora jefa de igualdad de elDiario.es, Ana Requena, en una entrevista en La Hora de La 1.

En ese momento, el partido recibió información sobre un episodio ocurrido tras un acto en Cataluña y que afectaba a militantes de la formación, asegura Requena.

"Se elevó el asunto a la cúpula de Podemos", explica Requena. Sin embargo, "solo se trasladó que si las afectadas querían acudir a la justicia, serían apoyadas", pero sin tomar medidas internas.

Requena explica que su investigación parte de un correo electrónico y que han verificado los datos con documentos y fuentes directas. "Hoy tenemos tres fuentes distintas que fueron conocedoras directas del proceso", afirma.*


Desde 2016 han pasado nueve años, un periodo suficientemente amplio como para que hubiera trascendido algo, se hubieran tomado medidas, etc. Sin embargo, no ha sido así y esto es una constante en otros casos que han ido saliendo a la luz recientemente. ¿Cuentan los abusadores con que las instituciones en las que militan darán prioridad al silencio frente al seguro escándalo?

Es lo más probable a la vista de los casos que estamos viendo. Hay varios factores, unos propios de los partidos y su construcción mediática alrededor de ciertas figuras carismáticas que hace que la promoción o el foco personalizado en ellos se conviertan en un arma de doble filo. El silencio es la respuesta general que hemos visto; sin embargo, ese silencio es solo cuestión de tiempo que se resquebraje, que en algún momento se venga abajo la "imagen" construida alrededor del líder que resulta vivir en su doble condición, la del abusador y la del crítico contra el abuso en la medida que este se percibe como un mal que los partidos deben atacar.

La idea de que las instituciones políticas pasan a ser sospechosas de encubrimiento comienza a ser general. Luego todo son excusas de diverso tipo tratando de tapar sus actitudes en las que se antepuso la imagen del partido, construida sobre las personas, a las víctimas. Como se ve en el texto, las víctimas debían dar pasos arriesgados, se les puso entre la espada y la pared. Se ha hecho lo que se critica en otras esferas sociales: convertir a las víctimas en víctimas dobles, tanto del acoso como de la responsabilidad posterior.

La cuestión es ¿son los acosadores conscientes de estas circunstancias y las aprovechan? ¿Cuentan con la sensación de culpa que sienten las militantes por dañar al partido si denuncian? ¿Se sienten intocables? Son preguntas que no nos hacemos, pero que están ahí.

Los casos recientes nos muestran que estos depredadores aprovechan su carisma —vamos a llamarlo así— dentro de los partidos para la seducción primero y el abuso después. Pueden pasar años antes de que el escándalo estalle y no siempre de una forma clara contra el depredador, que es capaz de construir unas defensas que le permitan sortear las acusaciones.

Leemos en el texto de RTVE.es:

Fue en septiembre de 2023, cuando Podemos apartó a Monedero de la actividad del partido tras recibir dos testimonios de violencia sexual contra él. Según fuentes de la formación, un correo electrónico alertó sobre "comportamientos que podían llegar a ser considerados violencia sexual", pero la mujer que envió el testimonio no respondió a la Comisión de Garantías. En las mismas fechas, otra mujer se dirigió a la dirección pidiendo que Monedero dejara de participar en actos del partido. Desde entonces, Podemos dejó de convocarlo.*

¿Deben considerarse los propios partidos como "cotos de caza" de esta especie de depredadores? La gran dependencia de la imagen pública los hace especialmente proclives a que se den casos y se resistan a las denuncias públicas y expulsión de los depredadores. "Dejar de convocar" es una cosa y "denunciar" es otra muy diferente.

Es evidente que los abusadores usan como atracción su posición política y la buena fe de quienes caen en sus manos. Los partidos —y no solo ellos— deben extremar su vigilancia ante este tipo de comportamiento, frente al que no saben bien cómo actuar y acaban intentando mitigar los escándalos.

Por otro lado, lo bronco de la política española hace que este temor actúe y se produzca el encubrimiento ante el desprestigio formando un círculo vicioso, pues los depredadores se sienten más seguros de que se va a tratar de evitar el escándalo. De esta forma no se producen casos aislados sino una continuidad en el acoso que es cada vez más difícil de ocultar y, posteriormente, de explicar.  El abusador arrastra tras de sí al partido al que se ve como responsable del encubrimiento. Y no son solo a los partidos, sino a cualquier otra institución en la que participen y que no actúe con contundencia ante el acoso.

Creo que al igual que entendemos que hay gente que se mete en la política para enriquecerse, debemos ir asimilando que el abuso silenciado puede ser un "atractor" para los depredadores sexuales. El "poder" y el "silencio" son una peligrosa combinación que afecta a muchas instituciones.

La cuestión, a la luz de los casos cada vez más frecuentes, hace ver que algo falla en los mecanismos de selección y de control de los miembros de los partidos. Que estos se conviertan en escenarios del abuso por atracción de víctimas primero y del silencio después es grave para el sistema político y manda un mensaje intranquilizador a la sociedad que ve que quienes deberían defenderla y tomar medidas son incapaces de hacerlo en su propio terreno. Sí, algo falla.

El último caso afecta a otras instituciones, como la Universidad, en la que han salido otros con el mismo autor. También la enseñanza es un atractor por su autoridad vertical y el miedo a la denuncia.

Es necesario ahondar es esas tres dimensiones, la de la atracción, la del abuso y la del encubrimiento o la inacción. 

* "Ana Requena, periodista: Podemos conocía las denuncias contra Monedero y "no tomó ninguna medida contra él"" RTVE.es 21/02/2025 https://www.rtve.es/noticias/20250221/ana-requena-diarioes-podemos-conocia-denuncias-monedero-contra/16459971.shtml

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