Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Más
allá de la fuerza y de la coacción, lo que caracteriza a los regímenes
autoritarios e la necesidad de imponer una verdad. Nada repele más al poder que
la divergencia. Por ello necesita asegurarse que su visión del mundo es única y
verdadera. El poder absoluto es dogmático por naturaleza; no debe ser
discutido, como nos han enseñado de Orwell a Foucault. Es la verdad y punto.
Nada satisface más al régimen autoritario que la retractación, que desandar el
camino reconociendo el error. Los regímenes más autoritarios disfrutan
difundiendo las imágenes de personas reconociendo estar equivocadas.
La
práctica totalidad de los medios egipcios traen destacada la noticia de la
condena a un año de cárcel del que fuera Auditor General del Estado, Hisham Geneina.
Este caso lo hemos tratado con anterioridad y esta es la noticia tal como nos
las ofrece escuetamente el periódico estatal Ahram Online:
A Cairo misdemeanor court sentenced Thursday
afternoon the country's former top auditor Hisham Geneina to one year in jail
and an EGP 20,000 fine for “spreading false news” about alleged corruption in
the public sector. The court also set EGP 10,000 bail pending an appeal.
After the verdict was announced, Geneina told Al-Ahram Arabic news website that he
intends to post the bail and proceed with an appeal to prove his innocence of
any wrongdoing.
Geneina, the former head of the Central
Auditing Agency, is accused of “spreading false news to disturb public order”
over his report claiming that theft by public officials has cost the country’s
treasury EGP 600 billion since 2012.
In January, Egypt's prosecutor-general issued a
gag order on the publishing of details from Geneina's report.
In March, President Abdel-Fattah El-Sisi
dismissed Geneina from his post and appointed his deputy, Hesham Badawy, as the
acting head of the Central Auditing Agency. Shortly after, Egypt's parliament
confirmed Badawy as new top editor.
State Security prosecutors charged that Geneina
had exaggerated the sums lost to corruption by including violations that took
place prior to 2012 in his reports, and that he had abused his position as head
auditor in gathering documents to make his case.
Geneina has maintained that his estimation of
losses to government accrued due to corrupt practices referred to the three
years after 2012.*
El caso muestra el concepto de "verdad" y de sus
efectos que caracteriza al régimen egipcio. El principio general es que
cualquier información que pudiera afectar a la percepción positiva de Egipto
es, por principio, "falsa". En la categoría de "falso"
entra todo lo que el gobierno egipcio niega: es "falso" que haya
desapariciones, por más que los familiares no encuentren a sus desapariciones;
es "falso" que haya habido un atentado contra el avión ruso, por más
que los rusos, los terroristas y todo el planeta lo den por hecho, es falso que
Giulio Regeni haya sido secuestrado, torturado y asesinado, es falso que las
islas de Tiran y Sanafir hayan sido egipcias, etc. Este "etcétera" es
larguísimo pues las contradicciones del régimen son constantes y cada vez
mayores en cantidad e intensidad, por decirlo así. Desde su
propia "ficción fundacional" (la autodescripción de su origen) hasta
el último acto realizado debe haber esa coherencia discursiva que repite que es
"liberal", "antiterrorista", "moderado", etc.
El hundimiento del turismo, por ejemplo, no se debe a las
circunstancias negativas que el gobierno acumula, incluido el bombardeo de
turistas mejicanos por parte del Ejército. Se debe a campañas engañosas creadas
por los enemigos de Egipto para hacer fracasar sus proyectos. La ampliación del
Canal de Suez fue presentada como un gran logro del poder egipcio, de su
capacidad de sorprender al mundo con obras faraónicas. Los que se sorprendieron
realmente eran los expertos en tráfico y comercio internacional que anunciaban
una crisis por llegar y el consiguiente descenso del tráfico en la zona. Pero
decir eso era "alta traición" y había que quedarse con la imagen del
presidente, con uniforme militar esta vez, agitando la banderita para animar a
todos en aquella inútil obra cuyos costes se desconocen y que significó el
desplazamiento de muchas personas a las que no se dio opción. Hoy las cifras del tráfico son un desafío a la verdad oficial. También fueron tildados de "traidores" o de "conspiradores" internacionales los biólogos que hablaban de la incidencia en el eco sistema.
Mada Masr incluye
hoy un divertido artículo —un fino ejercicio de ironía, como se hace explícito
al final— con el título "Spy sharks in Egypt: A history" en el que se
recogen las informaciones sobre los "incidentes" con tiburones y que
también han sido vistos como conspiraciones contra Egipto. El artículo, muestra
del humor egipcio cuando le dejan salir, recoge informaciones sobre los casos:
Egypt faces many and various ills — there are
problems with the economy, problems with tourism, problems with human rights.
But perhaps the greatest of its problems are often invisible. Gliding
underneath the water, with only a proud fin to signal its presence — a menace
to national security and tourism alike — we speak of none other than the spy
shark.
The most recent shark attack was in Ain Sokhna
in June 2016, when spy sharks were delivered by shadowy “international
organizations" in a suitcase to terrorize innocent swimmers.**
El humor egipcio acaba riéndose del ridículo de las
conspiraciones constantes. Recordemos que aquí le dedicamos una entrada del
blog (ver entrada) precisamente al ataque de un tiburón a un joven egipcio. Con
una rapidez insólita y en fin de semana, los expertos por un lado y las
autoridades por otro fueron alejando el incidente de las playas para
tranquilizar al turismo, además de sentenciar finalmente al joven por haber
provocado a los pacífico tiburones mar adentro, que es donde deben estar. Las bromas
del artículo tienen un fondo (y una superficie) de verdad. El texto se cierra con la siguiente nota: « This is a satirical article, written
in response to local media reports on shark sightings in Egypt in recent weeks»**.
Hablar de los ataques de los tiburones es parecido a lo que
ha hecho Hisham Geneina: difundir
noticias falsas. Cuando le puso cifras a la corrupción existente en Egipto,
inmediatamente fue atacado y acusado. En primer lugar de ser un agente de los
Hermanos Musulmanes. Es la acusación más obvia y recurrente. Inmediatamente se
pusieron en marcha los mecanismos para establecer "dos verdades": que
Geneina era un terrorista y que la corrupción era mucho menor de la
expresada por sus cálculos escandalosos.
El absurdo del régimen egipcio ha llegado a tal extremo que
no se puede decir que existe la corrupción cuando fue ella en gran medida la
responsable de la caída del régimen de Hosni Mubarak. En estos días se ha
condenado a otro ministro —el de turismo— por ganancias ilícitas. No es el
único, desde luego. ¿Por qué no decirlo? ¿Por qué es alta traición hacerlo si es un problema real, algo que todos los
egipcios conocen y padecen por décadas?
La respuesta es "hipocresía". Hay una hipocresía
personal que se puede trasladar a un régimen en su totalidad. Esto es factible
cuando el régimen asume una características de perfección incuestionable. El
ejercicio de humor constante de los egipcios respecto al poder es precisamente
por sus pretensiones de "verdad" —diga lo que diga— y de
"respetabilidad" —haga lo que haga—. El poder es el poder, la verdad,
la seriedad contraria a lo carnavalesco bajtiniano. Por eso el poder es monológico: una sola, dogmática y
autoritaria voz. Desde este principio es fácil entender que la "solución"
al radicalismo sea que los sermones de los viernes se escriban todos en el
Ministerio. Un sola voz en todos los ámbitos.
Lo monológico, autoritario, es enemigo de lo que abre otras
posibilidades, enfoques distintos. Sus versiones y soluciones deben ser únicas,
convirtiendo todas las demás en mentiras. De ahí las condenas constantes a
periodistas y artistas por la divergencia. Los que han sido encerrados por
decir que las islas de Tiran y Sanafir pertenecen a Egipto después de que el
presidente —en un ejemplo claro de "el Estado soy yo"— se las diera
("devolviera" en la versión oficial, la verdadera) al rey Salman de
Arabia Saudí, una amigo. Repetir lo que ponen los libros de texto es traición.
Un ejemplo más de intransigencia monológica en estos días nos
lo ofrece la campaña contra el filme de Mohamed Diab, "Clash", un
tema destacado en toda la prensa y motivo de controversia. El filme se estrenó
en el Festival de Cannes con gran éxito, pero al gobierno no le gusta —como la
cuantificación de la corrupción, como los tiburones que muerden a los
provocadores bañistas— la visión que se da del país, algo que considera que es
misión suya, por lo que el director se queja de las campañas en su contra. Egypt Independent lo cuenta así:
Movie director Mohammed Diab has expressed his
anger at alleged attempts to undermine the Egyptian release of his political
drama “Eshtibak" (Clash, 2016), which went on general release in Egypt on
Wednesday.
The controversial movie is being shown at 36
cinemas across the country, having premiered in Egypt on Sunday.
However, Diab says that the release has been
hampered on several fronts, due to factors that are more than coincidental, and
that reflect the government’s desire to see the film flop at the box office.
"Some cinemas did not display the posters,
and the poster distributor withdrew just a few days before the movie release in
Egypt. All of these things were more than a coincidence. They were
intentional," he said.
He also alleges that the government had originally
planned to sabotage the film after its release, limiting it to just a few
screens and then removing it after just a few days, suggesting the movie was a
flop with audiences.
However, Diab claims the government dropped the
plan after it saw how popular the movie had become internationally, receiving
high praise from foreign critics and movie industry insiders, despite being
panned by many Egyptian reviewers on political grounds.
The 98-minute film, written and directed by
Diab, depicts the political turbulence and uncertainty after the ouster of
former president Mohamed Morsi in 2013, particularly the conflict between
supporters of the Muslim Brotherhood and those backing the military.
The film was set entirely in the back of a
police van, into which both Brotherhood and military supporters had been thrown
in the wake of demonstrations following the overthrown of Morsi in July 2013.***
A los gobiernos autoritarios no les suelen gustar los
espejos y prefieren los retratos de encargo, en los que es más fácil salir
favorecidos. Pero el papel del arte es sostener el espejo de las percepciones
ante los caminos descuidados de la sociedad, por usar el símil de Stendhal.
Puede que realmente sea el foco internacional en el caso lo
que ha hecho que los obstáculos sean más sinuosos y discretos de lo habitual.
El propio director y guionista, Diab —que ha pedido que no juzguen el filme
antes de verlo, algo inútil, pues verlo ya es complicidad— se ha encargado de
difundir una carta de apoyo firmada por el actor Tom Hanks en la que valora el
filme, el trabajo de los actores y —lo más importante— su capacidad para
mostrar un Egipto más allá del "terrorismo" y las
"pirámides", que son las dos formas de presencia egipcia mayoritarias en el
exterior, por más que les pese a los que creen que la humanidad entera pasa el
día pensando en cómo hacer que Egipto fracase. No es fácil corregir esto cuando todo el día se está repitiendo que esa conspiración existe.
Es difícil que los problemas que padece Egipto se solucionen
de esta forma, ocultando lo que ocurre y sancionando o silenciando a los que
tienen una versión distinta de la realidad. Parte del problema —cada vez más—
son las malas soluciones. Es decir,
las que le parecen buenas.
El director Mohamed Diab ha tratado de hacer una película
sobre el país, sobre su realidad conflictiva. En vez de ocultar los problemas y
las tensiones vividas y actuales, el régimen prefiere su propia versión:
“The film is not attacking anyone. It just
depicts the hysteria and polarization in the country in a humane way, and that
was the opinion of various cinema critics with a variety of political
affiliations,” Diab said.
The film has been slammed in the Egyptian media
for allegedly misrepresenting the range of political opinions in the country
and depicting Egypt in a bad light. Amany a-Khiat, the presenter of the TV show
“Ana Masr”, aired a report about Diab, describing him as an activist who was educated
abroad and who is disloyal to Egypt.
However, despite the rough reaction in Egypt, Eshtibak was selected to open the
"Un Certain Regard" category at the Cannes Film Festival this year
and received several good reviews in the international press.
Obstructing the film's distribution in Egypt
would be a "scandal", says Diab, after it got such a positive
response at Cannes.
Diab said that the film was sold to 20
countries in Europe, North America, Latin America and Asia. It will be screened
in around 200 theaters in France.
“But the most important success should be in
Egypt and with the Egyptians whom the film is targeting,” Diab said.***
La explicación es obvia: Diab ha sido educado en el extranjero. ¡Empezáramos por ahí! No
hace falta explicar mucho más; todo queda claro. "Activista" y
"desleal". Debería compartir celda con Hisham Geneina, pues ambos son
culpables del mismo delito: difundir
mentiras para hundir a Egipto. Todos los que se han formado en el extranjero
—¡qué remedio!— padecen similares sospechas: ¿qué has aprendido allí, sigues siendo egipcio o egipcia o en el
extranjero te han cambiado?
Se equivoca Diab en una cosa: no es necesario atacar a
nadie. La simple divergencia entre la verdad oficial y cualquier otra
formulación es considerada como un ataque. No hace falta más. Lo mismo ha
ocurrido con otros filmes, novelas o cualquier otra forma de arte. Si la gente
quiere entender cómo funciona el acoso sexual en Egipto no escucha los discurso
oficiales; ve la película de Mohamed Diab "Cairo 678" (678, 2010) en la que se ve cómo el poder
egipcio (era la época de Mubarak) niega la existencia de los problemas.
Cada día que pasa es más difícil mantener las palabras
aisladas de la realidad, cada hay más distancia entre lo que se cuenta y lo que
se ve. Y cada día habrá más personas tentadas a decir que eso no es así.
Tendrán la tentación de contarlo en una novela, en un artículo, con fotografías,
en pinturas, en obras de teatro... Y la respuesta tendrá que ser cada vez más
dura y absurda. ¡Son malos egipcios, desleales! Silenciándolos,
castigándolos, lo único que consigue en régimen es profundizar en su propia
ceguera, ahondar en sus errores y no resolver nada, pues todo se agravará ante
la ausencia de una crítica verdadera, que es de donde saldrían soluciones a los
problemas. Pero el presidente ya les advirtió a todos que las mentiras estaban
sueltas y que solo debían escucharle a él. No hace falta más.
A diferencia de lo que ocurre en la Naturaleza, en donde el
pez grande se come al chico o el tiburón al bañista, en la Historia es
frecuente que sea el pez chico, si la verdad está de su lado, el que se acabe
zampando al tiburón. Por muy potentes que sean los altavoces, no hay mucho que
hacer si la orquesta es incompetente y la música mala.
* "Egypt's former top auditor Geneina
sentenced to 1 year in jail for 'spreading false news'; court sets bail"
Ahram Online
** "Spy sharks in Egypt: A history"
27/07/2016 http://www.madamasr.com/sections/lifestyle/spy-sharks-egypt-history
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