Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Hay
muchas formas de hacer justicia. Por más que se invoquen las leyes, estas
pueden ser muy arbitrarias en su concepción y malintencionadas en su aplicación.
Recordarán el reciente incidente del que dimos cuenta aquí, el asalto de una
multitud a una iglesia tras el rezo de un viernes porque alguien expandió el
falso rumor de que en una iglesia de la población iban a poner una campana.
El
peculiar sentido de la convivencia que tienen muchos egipcios respecto a esos
ciudadanos de segunda, que son los coptos, siempre vigilados, atentos a que no
se muevan ni un milímetro más de lo que se les ha permitido, se muestra ahora
en las sentencias resultantes.
El
estatal Ahram Online nos lo cuenta así:
A Cairo misdemeanour court sentenced on
Wednesday 19 people to a one-year suspended sentence and handed each an EGP 500
fine over an attack on a Coptic Christian church in Giza's Atfih.
Last month, dozens of Muslims in Atfih's Kafr
El-Waslin village vandalised the church over a rumour that church officials
were planning to install a bell at the building, according to church officials.
The court has also fined the Christian owner of
the building EGP 360,000 (around $20,370) for using the building as a religious
site without a permit.
A senior Christian cleric in Atfih said at the
time of the incident that the diocese had applied to obtain a permit for the
church after the country's new church building law was passed in 2016. The
cleric added that the church had been holding prayer services for 15 years.
Christians make up around 10 percent of Egypt's
96 million people.
Before the 2016 church building law was passed,
Egyptian Christians had long struggled to obtain permits to build churches,
with the process at times taking years.
Some congregations were forced to build
unlicensed churches or carry out their religious rites in buildings that were
not officially designated for religious use. The presence of these unlicensed
churches has occasionally sparked sectarian violence between Muslims and
Christians in rural areas.*
La sentencia nos permite evaluar mejor la situación de los
coptos y la desesperación de muchos con lo que consideran la gigantesca
hipocresía del sistema. Es ridícula la sentencia que penaliza con 500 libras,
unos 27 dólares, y suspensión de la condena de un año a los atacantes de la
modesta iglesia, frente a la condena a las víctimas del ataque. El propietario
de la sala dedicada a la celebración religiosa es condenado a pagar 360.000 libras, unos
20,370 dólares, según calcula el periódico. La culpabilidad de los dueños es
por no tener licencia después de 15 años en marcha y esperando a que se les
responda a sus peticiones de legalización.
Entra en juego el silencio administrativo que, en función de
la naturaleza del régimen podrá ser considerado positivo o negativo. En Egipto,
en cambio, es un arma inepta. Es decir, la ineptitud se convierte en tardanza
interesada: no contesta y si ocurre algo o te conviene tener bajo presión al
solicitante entonces se actúa contra él, que es lo que ha ocurrido en este
caso.
Primero haces una ley para que la comunidad internacional
vea que los coptos no son discriminados y pueden construir sus templos. Cuando
los coptos, en segundo lugar, te piden permiso para hacer un templo o legalizar
el que estaba construido desde hace años, no contestas. Al no hacerlo, tienes
pendiente de tu decisión a los solicitantes, tercero, y además tienes contentos
a los sectarios de la zona que ven que no se les concede licencia. Y cuarto, si
ocurre algo, te lanzas contra ellos porque no tienen permisos.
Si la administración egipcia tuviera obligación de resolver
y contestar en un tiempo determinado, perdería gran parte del su poder arbitrario
sobre los ciudadanos. Si el silencio administrativo fuera positivo, es decir,
el solicitante puede considerar que se le ha concedido el permiso si no se le
contesta en el tiempo determinado, el poder del Estado sobre los ciudadanos se
vería muy reducido. Pero el no contestar durante años crea un sensación
intimidadora ya que en cualquier momento pueden decidir actuar, como hemos
visto ahora, y condenar a durísimas penas a personas cuyo único delito es no
haber recibido contestación administrativa durante años. Esto vale para una licencia de una iglesia o para presentarse a la campaña por la presidencia.
La indefensión del que solicita es total, al igual que la
arbitrariedad. Muchos son arrestados y es esperando que se resuelva su juicio
que, sin embargo, se pospone una y otra vez, algo de lo que se han quejado
múltiples activistas, que cumple de esta forma condena sin haber sido
condenados.
La sentencia del ataque a la iglesia es una aberración.
Anima al salto, incluso. Hace ver que la violencia es posible y barata. Da la
razón a los asaltantes ya que el máximo responsable son las víctimas, las
personas golpeadas, por asistir a locales "ilegales". La propia redacción del diario lo
señala en su última frase: «The presence of these unlicensed churches has
occasionally sparked sectarian violence between Muslims and Christians in rural
areas».
La mezquindad de la frase hace ver que lo que causa el
ataque es la "ilegalidad" y no que sea de otra religión. De esta
forma parece decir que los "justos musulmanes" no soportan a los
delincuentes, ya que es la "ilegalidad" de la construcción lo que
causa su arrebato violento. Pero es así como funciona esto, con hipocresía
infinita. La expresión "sectarian violence between Muslims and Christians"
es igualmente falsa: ¿cuál es la violencia
copta en esta caso? ¿Qué quiere decir "between" aquí si la violencia solo
llega de un lado? ¿En qué sentido eran violentos
los egipcios coptos? ¿Por qué no violencia "contra" los coptos?
Lo que se penaliza realmente es el haber llevado el ataque
sectario a las primeras planas de la prensa mundial. No se lamenta el ataque,
sino el deterioro de la imagen. Recordamos ahora el caso del bañista denunciado
por haber sido mordido por un tiburón en el Mar Rojo. Dañaba al turismo de la
zona.
Por este camino complaciente con la violencia sectaria, el
gobierno egipcio sigue creando un espacio imposible. Por muchos discursos que
hagan sobre los coptos, lo cierto es que padecen doblemente, por ser egipcios y
por no ser musulmanes. Entre el silencio de la administración y la violencia de
sus vecinos, quejarse es lo que les queda. Pero son también sancionados por
ello, pues las quejas llegan a los medios. ¿Qué les queda entonces?
*
"Egypt court gives one-year suspended sentence to 19 people over Atfih
church attack" Ahram Online 31/01/2018 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/289138/Egypt/Politics-/Egypt-court-gives-oneyear-suspended-sentence-to--p.aspx
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