Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Cada
vez se escuchan más voces de todo tipo hablando sobre los efectos nocivos,
peligrosos, etc. de las redes sociales. Parece ser que lo que iba a ser una
herramienta de ampliación de la libertad, lo que nos convertiría en prosumidores y otros conceptos que se
desarrollaron en los noventa con la ampliación de Internet más allá de las
universidades se ha convertido en un espacio
tóxico.
La híper
conexión en la que vivimos crea unas buenas condiciones para manipularnos en un
sentido u otro, para despellejar a la gente sin riesgo alguno, para crear
rumores, hacer cyberbulling o
desestabilizar una campaña electoral.
Es en
este último sentido en el que The
Washington Post recoge en un artículo varios estudios independientes
responsabilizando de forma directa a Rusia por intervenir en la campaña norteamericana en favor de Donald Trump
mediante la difusión de noticias falsas, rumores, etc. El propio Trump, como
recordaremos, invocó públicamente a los hackers rusos para que hicieran
aparecer más correos de Clinton en uno de los episodios más increíbles y
teatrales de las elecciones norteamericanas. Y ha habido muchos otros.
Señalan en
el diario norteamericano:
The flood of “fake news” this election season
got support from a sophisticated Russian propaganda campaign that created and
spread misleading articles online with the goal of punishing Democrat Hillary
Clinton, helping Republican Donald Trump and undermining faith in American
democracy, say independent researchers who tracked the operation.
Russia’s increasingly sophisticated propaganda
machinery — including thousands of botnets, teams of paid human “trolls,” and
networks of websites and social-media accounts — echoed and amplified
right-wing sites across the Internet as they portrayed Clinton as a criminal
hiding potentially fatal health problems and preparing to hand control of the
nation to a shadowy cabal of global financiers. The effort also sought to
heighten the appearance of international tensions and promote fear of looming
hostilities with nuclear-armed Russia.
Two teams of independent researchers found that
the Russians exploited American-made technology platforms to attack U.S.
democracy at a particularly vulnerable moment, as an insurgent candidate
harnessed a wide range of grievances to claim the White House. The
sophistication of the Russian tactics may complicate efforts by Facebook and
Google to crack down on “fake news,” as they have vowed to do after widespread
complaints about the problem.
There is no way to know whether the Russian
campaign proved decisive in electing Trump, but researchers portray it as part
of a broadly effective strategy of sowing distrust in U.S. democracy and its
leaders. The tactics included penetrating the computers of election officials
in several states and releasing troves of hacked emails that embarrassed
Clinton in the final months of her campaign.
“They want to essentially erode faith in the
U.S. government or U.S. government interests,” said Clint Watts, a fellow at
the Foreign Policy Research Institute who along with two other researchers has
tracked Russian propaganda since 2014. “This was their standard mode during the
Cold War. The problem is that this was hard to do before social media.”*
Los tiempos de aquellas emisoras que emitían desde las
fronteras durante Guerra Fría han pasado. Ahora la globalización de las
comunicaciones, lo sofisticado de su tecnología hace que —como cualquier otro
medio— pueda ser utilizado para influir sobre los demás, ya sea con propaganda
o con cortinas de humo informativo.
La cuestión central es la inexistencia de fronteras y la
falta de responsabilidad debida al anonimato. Y esto tiene difícil arreglo más
allá de la rabieta que pueda causar verse afectado. Para desgracia de los norteamericanos,
Putin tiene una forma de control de las informaciones y los medios y no le
preocupan demasiado esas campañas. Son las ventajas de los regímenes
autoritarios en estas cosas. Lo que ocurre en Rusia con los que discrepan lo
sabemos.
Sería simplificar demasiado considerar el problema como una
cuestión electoral norteamericana, si bien es Hillary Clinton quien ha sufrido
sus efectos. Evidentemente no han sido solo los rusos: la extrema derecha
norteamericana y otros grupos fundamentalistas han aprendido cómo actuar en las
redes. Las usan muy bien para sus propósitos desde hace mucho tiempo.
La culpa evidentemente no la tienen ni Google ni Facebook.
Ellos han aportado una red de transmisión de informaciones cuya única
responsabilidad es mantenerse en funcionamiento. Pero son los contenidos los que vertebran socialmente
la red informática. El término "red social" engaña sobre lo que es tecnología y lo que es social. Se ha creado un campo de juego
para que circulen las informaciones. Son estas las que crean las conexiones
humanas de forma más o menos intensa en función de nuestros propios intereses,
gustos, etc.
Lo problemático de la cuestión radica en que las redes se
han diseñado para ser "influyentes", si bien con un sentido diferente
al que ahora están aprovechando los que se organizan para sacarle un
rendimiento político. La organización se cifra precisamente en las afinidades
que agrupan, en esos "me gusta" que crean vínculos.
Los ejércitos de troles pagados o voluntarios los podemos
percibir todos los días y han existido desde el principio de la redes en los
90. Entonces ya se aprovechaba la capacidad de difundir, la credulidad de la
gente y su voluntad asociativa o gregaria, que es el fondo de la cuestión.
Sería interesante conocer los porcentajes de información que
recibimos en función de nuestro acceso a los medios o de la selección que
nuestros amigos, conocidos, visitantes, etc. nos ofrecen. Mucha gente ya no
accede a los medios, sino a las "selecciones" que sus amistades
cibernéticas realizan. Con ello se incorporan a una nueva forma de
"agenda" mucho más restrictiva: su mundo se estrecha. Muchas veces
nos llegan peticiones de amistad cuya única función es que aparezcan sus
informaciones en nuestros "muros". Lo que podemos hacer para nuestros
conocidos porque les puede interesar se convierte pronto en una actividad que
puede estar organizada al servicio de más o menos sofisticadas estrategias de
información o confusión.
La guerra fría era cosa de dos. Hoy hay muchos más intereses
en juego, países que usan las redes para crear sus propias formas de desestabilización
mediante el filtrado de informaciones y la expansión de rumores.
Mientras Estados Unidos se ha centrado en la vigilancia
colectiva de las redes para su propia seguridad e intereses, Rusia —que posee
un control mucho más importante de sus medios y un sistema más autoritario— se
ha centrado en la contrainformación y en el hackeo de las redes para obtener
información desestabilizadora en el momento adecuado. Y no hay mejor momento
que las elecciones de un país.
Lo que más irrita en los Estados Unidos es que las compañías
norteamericanas, que son las propietarias de Facebook, Google, etc., no sean
capaces de poner coto a estas cuestiones. La realidad es que es imposible a
menos que se haga lo que intentan hacer algunos países: aislarse. El sistema
chino, a diferencia del ruso, es el aislamiento. El duplicar la red en su
propio ámbito, por lo que se dificulta mucho el acceso a internet y por ello a
fuentes no controladas. Irán y Turquía también lo han planteado y son muchos
los que tratan de suspender los servicios de algún tipo (WhatsApp, Facebook, YouTube...)
según sus fobias o lo que más les preocupe que se difunda.
Conviene echar la vista atrás y comprender que ni por asomo
se pensó que el crecimiento de la Red iba a tener estas dimensiones de tráfico
y extensión que ahora tienen. El crecimiento de Internet desbordó todas las
expectativas y creó pronto un problema de asignación de direcciones para poder
atender las nuevas incorporaciones masivas. Finalmente se han desarrollado
sistemas para poder atender el tráfico que se genera. Pero eso es solo el
problema técnico.
El problema político se planteó inmediatamente. Hoy lo
tenemos encima. Es un problema teórico y práctico. Hasta el momento, las
intervenciones de unos en las elecciones de otros eran muy relativas. Sin
embargo, ahora el peso de las influencias exteriores es cada vez mayor. Cada
país puede tener su elección, pero el mundo pasa a tener sus candidatos, por
unos motivos u otros (¿por qué era Trump el candidato de Rusia?). La
posibilidad de influir es demasiado poderosa para dejarla y cada vez se tiene
menos claro qué es esto de la "democracia", convertida en un juego en
el que hay que ganar.
Pensemos en el obsoleto concepto de "jornada de
reflexión" acuñado pensando en los medios tradicionales. Hoy es hasta
ridículo solo pensar en ello con los medios digitales a los que tenemos acceso,
pero sobre todo en los medios sociales.
Antes existía cierto pudor entre las amistades y conocidos por hablar sobre quién votaba a quién entendiendo que era algo de la esfera
privada. Hoy mucha gente se ha convertido en activista a través de sus páginas
proclamando a los cuatro vientos cibernéticos a quién votará y a quién no se
debe votar, presionando a los miembros de sus redes. Hay gente que desconecta
en periodo electoral sus cuentas para evitar la presión constante que recibe.
De Obama se dijo que ganó sus elecciones gracias al buen uso de las redes sociales para su
campaña. Hoy esto es relativo. ¿Qué quiere decir "buen uso"?
Cualquier buena campaña puede ser destrozada por ejércitos de troles que anulan
la comunicación. Si ya eran conflictivos en ocasiones el peso y papel de los
medios convencionales por sus posibles intereses en las campañas, el ciberespacio
es una jungla política con una agresividad inusitada que puede focalizarse en
personas a las que se persigue y aísla por sus opiniones si es necesario. Se va
de la figura pública a la que se estigmatiza al ciberacoso personalizado a
aquel que pueda mantener opiniones frente al grupo.
Los tiempos de la "netiquette" han pasado hace
mucho. La jungla cibernética es políticamente despiadada porque se le añade al
poder del efecto red el del anonimato,
que hace que la impunidad sea un hecho. Poder dirigir todo tipo de insultos y
amenazas, difundir información falsa, etc. es hoy una triste realidad.
Son cada vez más frecuentes las llamadas a hacer algo al
respecto. Poco hay que hacer y si se hace es a través de las formas de censura,
como ocurre allí donde los dirigentes autoritarios de turno amenazan con aislar
al país desconectándolo de las redes. Los que saben que no pueden hacerlo se
plantean la posibilidad de hacer lo mismo que hace Rusia: organizar sus
ejércitos y quintas columnas para desestabilizar política o económicamente (la
expansión de falsos rumores empresariales es también un buen negocio). Todos
hemos aprendido demasiada comunicación.
En los primero días de noviembre, Daily News Egypt informaba con el siguiente titular "University
professor exposes secret Facebook campaign supporting the state led by
prominent media figure"** de la existencia en Egipto de un movimiento
organizado en las redes:
The existence of a massive social media
campaign to provide online support for the president was revealed on Monday by
Suez Canal University professor Khalid Refaat. This campaign, led by well-known
journalist Ibrahim El-Garhi who hosts a programme on ONTV, has sparked
discontent among Egyptians on social media outlets.
The electronic battalion named “State
Supporters Union Group” has apparently played a vital role in issuing social
media posts showing support for the president and his recent economic
decisions. Refaat published screenshots of conversations between the group’s 22
administrators who would have secret discussions on a daily basis.
The aim of this Facebook group, according to
the admins, is to assemble supporters of the current regime in one place.
Screenshots show El-Garhi instructing the other
admins to publish certain posts, particularly following economic reforms
recently issued by the government to counter any dissent or negative opinions.**
No es una novedad. Las campañas manipuladoras son una
necesidad en la crisis en la que se vive y hay que reforzar al gobierno
mientras se trata de destruir a las voces críticas. No son los únicos, evidentemente.
Los islamistas hacen lo mismo en los foros y comentarios de prensa. Se
introducen en las páginas de Facebook y crean grupos aparentemente anodinos en
los que sacan la recomendación o la crítica. Hace mucho que lo hacen.
Las redes hacen desaparecer por acumulación de informaciones
muchas pistas para llegar al origen de la creación de las corrientes de opinión
en un sentido u otro. Pero es indudable que se usan y, como señala la noticia
egipcia, con buena organización. Nadie se quiere quedar atrás o renunciar a
estas armas. Se ha pasado al ciberactivismo de estado o al paraestatal. La
influencia sobre la opinión es importante, decisiva. Y aquellos estados que se
basan en la opinión pública son las mejores víctimas.
Para los que estudian la agresividad reinante, uno de los
factores sin duda es la realimentación constante del odio dirigido contra
personas hasta llevarlos al estigma. Los más sorprendente —y en eso consiste en
efecto red— es que muchas veces basta con ponerlo en marcha y son después los
ciudadanos, sentados ante sus ordenadores o con sus teléfonos, quienes se
convierten en peones de estas batallas. Los psicólogos deberían explicar mejor
este fenómeno de canalización de la violencia, de persecución constante y vigilantismo porque es muy peligroso
para una sociedad.
Es interesante ver cómo se está tratando de dividir unas
sociedades mediante el enfrentamiento mientras se practica un movimiento de
unidad en el ámbito propio mediante los dos sentimientos primarios de mayor
intensidad emocional: la religión y el nacionalismo. La Rusia de Putin, por
ejemplo, se ha vuelto más "santa" que con los zares y el internacionalismo
comunista ha sido sustituido por un nacionalismo cada vez más potente. En el
campo religioso, los islamistas igualmente fundamentan en la religión el cierre
para evitar las entradas que pudieran debilitar su influencia.
Es triste ver cómo aquello en lo que muchos vimos —me
incluyo— una forma de ampliación de nuestras mejores posibilidades, de la cultura, del diálogo, de la participación, etc. se utiliza de forma negativa, creando confusión.
Fue una ingenuidad. Para muchos la victoria precisamente es haber roto el "monopolio de la información", pero lo que lo sustituye es un caos de intereses oscuros y manipulaciones en muchos casos.
Esto echa la responsabilidad sobre los profesionales de la información más que nunca. Hoy es cada vez más necesaria la información responsable, independiente, fundamentada y razonada. Somos hijos de nuestras fuentes. Las aguas contaminadas nos acaban envenenando. La única garantía es la de la honestidad y la profesionalidad de quienes nos informan.
*
"University professor exposes secret Facebook campaign supporting the
state led by prominent media figure" Daily News Egypt 7/11/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/11/07/university-professor-exposes-secret-facebook-campaign-supporting-state-led-prominent-media-figure/
**
"University professor exposes secret Facebook campaign supporting the
state led by prominent media figure" Daily News Egypt 7/11/2016
http://www.dailynewsegypt.com/2016/11/07/university-professor-exposes-secret-facebook-campaign-supporting-state-led-prominent-media-figure/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.