jueves, 13 de diciembre de 2012

La República Independiente de Gran Mahalla

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hay acontecimientos de los que no sabemos su comienzo, como de otros nos sabremos su final. Pero puede que parte de la caída de Hosni Mubarak se comenzara a fraguar mediados de 2007 con la revuelta de la ciudad de Mahalla al-Kubra, en la provincia de Gharbiya, en el Delta del Nilo, un importante centro textil, en el que los 25.000 obreros de la empresa estatal se lanzaron a la calle para reivindicar sus derechos, una bonificación prometida y denunciar su miseria salarial en mitad de una inflación galopante. No era la primera vez que lo hacían. Los trabajadores de Mahalla se enfrentaron a las autoridades, exigieron la dimisión del director de la fábrica, colocado por el gobierno de Mubarak, y rechazaron a los sindicatos por corruptos. Ellos se enfrentaron al gobierno con la sola fuerza de su desesperación, algo que empezó a contagiarse a otros centros industriales del país. Finalmente consiguieron una histórica victoria tras la que pasearon un simbólico ataúd representando el entierro del director. El conocido "Movimiento 6 de abril", que tuvo un importante papel en la Revolución, surgió en la primavera de 2008 como grupo de apoyo a través de las redes sociales a los huelguistas de Mahalla. Fue un comienzo de muchas cosas.


No han sido los únicos incidentes en Mahalla desde entonces. La ciudad se ha enfrentado al poder posteriormente en varias ocasiones y ya con motivo de la Revolución del 25 de enero. El 27 de noviembre pasado, se produjeron en Mahalla violentos enfrentamientos, con más de trescientos heridos, entre los partidarios de la Hermandad y los que protestaban contra el decreto del presidente Morsi blindando sus poderes e impidiendo el funcionamiento de las demás instituciones del Estado. Las protestas, que se dieron por todo Egipto, tuvieron especial virulencia en Mahalla, bastión del sindicalismo egipcio.
Unos cuantos miles de ciudadanos de Mahalla El-Kubra se han declarado ahora como "República Independiente de Gran Mahalla" representando así su distanciamiento de ideas, fines y métodos del Egipto encarnado por Mohamed Morsi y la Hermandad Musulmana. El gesto es simbólico —sin excluir las acciones de desobediencia—, pero tiene un alcance revelador y liberador. Han definido un espacio propio de divergencia, han concretado una zona libre, como fue de valor simbólico la Plaza de Tahrir. Los símbolos son poderosos y tienen un efecto multiplicador y motivacional importante.


La independencia no es de Egipto, desde luego, sino de  Morsi y la Hermanad. Recoge el diario Al-Masry Al-Youm la perplejidad de un transeúnte que se encontró con la comitiva que proclamaba la independencia de la ciudad mientras cantaban el himno nacional de Egipto: "Parking his Vespa to inspect the scene, a passer-by commented, “I thought these people had broken off from Egypt. Why are they singing the national anthem?"* Porque declararse "independientes" es su forma de ser egipcios.


Y es que estas paradojas son la esencia de Egipto. Paradojas son que los que autorizan hoy al Ejército a hacer detenciones estuvieran detenidos hasta hace unos pocos meses en los mismos calabozos a los que mandan ahora a la gente; que los que menos apoyaron la revolución hayan sido los más beneficiados; que los que no querían presentar candidato a la Presidencia tengan ahora al presidente; que la Constitución por la que los egipcios han clamado por décadas nazca muerta, sin apoyos; que se vuelvan a asumir presupuestos dictatoriales con la excusa de defender una democracia que todavía no ha salido de la cuna; que se sigan produciendo muertos y enfrentamientos tras las elecciones, entre otras muchas posibles paradojas posibles. Que los que quieren un Egipto más plural se tengan que declarar "independientes", aunque sea simbólicamente, y acaben cantando el himno nacional por las calles no es más que otra paradoja.


La cortedad de la Hermandad, su forma de entender la política como un camino guiado por la astucia hacia fines prefijados en los que solo hay que cambiar el ritmo o las estrategias, solo es comparable a la de unas Fuerzas Armadas que, con la misma astucia, jugaron con el silencio hasta ver qué ocurriría con las revueltas de enero. Ni la Hermandad ni el Ejército han creído nunca en la Revolución porque tampoco les interesaba la democracia, de la recelan como un invento externo, occidental y laico, es decir, condenable per se.
Mahalla al-Kubra es una ciudad curtida en la protesta. Muchos de sus ciudadanos ven con preocupación lo que puede ocurrir en los próximos días, tras la votación constitucional, al igual que el resto de los egipcios. La falta de acuerdo en la redacción de la Constitución abre un sendero oscuro para Egipto, tanto si es aprobada como si no lo es. Antes de pasar por las urnas ya carece de lo que debe ser el comienzo de una democracia, la alegría de haber realizado un trabajo esforzado por tratar de reflejar en un texto constitucional las aspiraciones del mayor número posible de egipcios, tratados en su diversidad. Una constitución no se puede aprobar como el Código de la Circulación y después exigir que todos cumplan las normas. Una revolución "reconoce" derechos, no los "concede". Los derechos son de las personas.



Las prisas del proceso egipcio eran por miedo a eternizar cualquier movimiento de transición y que la revolución quedara flotando en el vacío. Fueron pronto el síntoma del aprovechamiento que las ventajas circunstanciales daban a los ganadores de unas complejas elecciones en las que se votaba mirando tanto al pasado como al futuro; ni uno ni otro quedó resuelto. Pero las ideas de la revolución han calado profundamente en mucha gente, especialmente en los jóvenes, el gran valor de Egipto; también el hartazgo de todos ante un caos que no se resuelve. Los que buscaron en todo momento el caos, pueden estar "satisfechos" de sus efectos. Han convertido Egipto en una gran disidencia sin salida visible.

Creo que hay muchos egipcios que hoy tienen su propia "república independiente" mental, que se han hecho ciudadanos de una imaginaria Mahalla en la que reivindican su derecho a soñar con un futuro mejor, con una vida más autónoma y con un país en el que se busque reducir el sectarismo y no acrecentarlo. Cada día sienten esa distancia entre su amor a Egipto y su dolor por verlo cubierto de conflictos, heridos y muertos. Los ciudadanos de Mahalla han hecho suyo el dicho que floreció con la Revolución: "¡Levanta la cabeza, eres de Mahalla!" Y en esa Mahalla imaginaria acogen a todos los que el sectarismo deja fuera, a todos los que no bajan la cabeza.
Deseé suerte —de todo corazón— a Egipto el día antes de las elecciones pasadas. La alegría de poder votar para salir de una dictadura ha dejado de ser evidente; con Mubarak también se votaba.  
Suerte de nuevo, Egipto. De corazón.

* "In opposition to Morsy, Mahalla declares autonomy". Al Masry Al Youm 12/12/2012 http://www.egyptindependent.com/news/opposition-morsy-mahalla-declares-autonomy






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