miércoles, 17 de diciembre de 2025

Rob Reiner, La princesa prometida y el síndrome de Trump

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Anoche vi por enésima vez La princesa prometida (1987), pero esta vez fue especial. Fue un homenaje a Rob Reiner, asesinado de forma terrible, según se cree por su propio hijo. Reiner y su esposa fueron hallados muertos, degollados en su propio hogar.

Pero a las circunstancias horrendas, hay que añadir algo más: las palabras abyectas del presidente de los Estados Unidos, que no desaprovechó las circunstancias para, una vez más, hacer exhibición de sus maneras. De una competición futbolística a un asesinato, Trump tiene que manifestarse como resultado de su incontrolable narcisismo y su bajeza moral, una combinación explosiva.

En 20minutos se recogen las palabras de Trump tras conocerse el doble asesinato:

Entre las condolencias y comentarios que han sucedido a la muerte de Robert Reiner y su mujer, destaca por su tono culpatorio, el del presidente de los EE UU, Donald Trump, quien dice que la pareja ha muerto "debido a la ira que provocó en otros a través de su enorme, inflexible e incurable enfermedad que paraliza la mente: 'Síndrome de Trastorno por Trump'. Se sabía que había vuelto locas a las personas por su obsesión furiosa contra el presidente Donald Trump",  apunta el republicano. Pese a todo, concluye: "¡Que Rob y Michele descansen en paz!".

Como tantas otras veces, Trump no desaprovecha la ocasión de ser el centro y, en este caso, se ofrece como la causa, ya que señala que el origen de todo está en el rechazo a Trump y a sus políticas. Sería esto lo que habría hecho enloquecer al hijo y no las adicciones que tenía.

Es difícil encontrar otro ejemplo de maldad, con la excepción, claro está, del historial acumulado del propio Trump. Hay una cosa de la que estamos seguros: el mundo le recordará por sus bajezas. El problema es saber cuánto daño puede hacer con sus maldades, ya sean acciones o manifestaciones como estas.

Ayer tratábamos aquí los datos sobre las consecuencias que la polarización política ha creado en el ámbito familiar. Vivimos en un mundo crispado, del que sacan provecho, de una forma u otra, las personas como Trump. Desconozco cuál fue la causa de la discusión del matrimonio Reiner con su hijo en la fiesta de Navidad a la que fueron invitados por Conan O'Brien. Al narcisismo de Trump le encantaría que hubiesen discutido por él. Eso le halagaría el ego hasta niveles pocas veces alcanzados. Al aspirante a Premio Nobel de la Paz le encanta que la gente se mate por él.

Al mirar los datos de La Princesa prometida en la página de FilmAffinity se señala que la película no fue un éxito inmediato, aunque recibió muchos premios y nominaciones, sino que fue calando en la gente a través de sus difusiones posteriores en vídeo y DVD. Las películas te pueden gustar, admirarlas o las puedes amar, es decir, establecer con ellas una relación especial porque te hacen sentir bien y deseas verlas en ciertos momentos.

Al margen de las críticas más formales o profesionales en los medios, se incluye en FilmAffinity un listado de páginas en las que la gente ha colocado La princesa prometida. El mero título de las listas (Mis películas de aventuras favoritas, Mis películas preferidas de género fantástico, Películas con las que crecí, Mis películas preferidas de los 80, Mis comedias románticas preferidas, Películas que más veces he visto, Películas que les encantan a mis hijos (menores de 12 años)...)** nos muestran que Reiner logró algo que Trump jamás alcanzará y ni siquiera se le puede pasar por la cabeza: estar en el corazón de la gente. La princesa prometida provoca ese estado peculiar; la película se hace parte de ti e integra a las generaciones, que pueden compartirla. Reiner une donde Trump separa, polariza, fuerza al enfrentamiento.

Reiner tiene muchas buenas películas, pero La princesa prometida no es fruto de la crítica o de la promoción, sino de las simpatías y afecto que provoca en los que la ven y el deseo de compartirla, de sentir con otros los buenos sentimientos que provoca.

Las palabras de Trump hacen crecer la talla del propio Reiner. El odio, el rencor que el presidente almacena en su cabeza (me resisto a usar la metáfora del corazón) le impide alcanzar una simple normalidad.

Quien padece el "síndrome del trastorno por Trump" es el propio Trump.

Recordemos a Rob Reiner; hagámoslo dedicándole un tiempo a ver sus películas, que sobrevivirán mucho más que las palabras de Trump y que el propio Trump. Reiner tiene buenas películas, pero La princesa prometida es otro nivel más allá de la calidad. Es una película empática, una forma de ver un mundo que no existe ni en las leyendas, pero que deseamos y necesitamos para sobrevivir al odio que otros fomentan.

* "Todas las claves para entender el asesinato del director Rob Reiner y su mujer: una bronca en una fiesta navideña, una puerta no forzada y un hijo adicto" 20minutos 16/12/2025 https://www.20minutos.es/gente/todas-las-claves-para-entender-asesinato-director-rob-reiner-su-mujer-una-bronca-una-fiesta-navidena-un-hijo-adicto_6910811_0.html

** FilmAffinity La princesa prometida https://www.filmaffinity.com/es/film579602.html

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