domingo, 14 de octubre de 2012

Prometo empapelado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Escoge el diario El País para titular una palabras de Juan Luis Cebrián pronunciadas en la  68º Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) celebrada en São Paulo:  “Moriré haciendo periódicos en papel”*. No sabemos muy bien si hará con ellos pajaritas, avioncitos que lanzar desde las altas ventanas de edificios de cristal o barquitos de papel que pondrá a navegar en un jacuzzi. Tampoco sabemos si ha tenido un sueño premonitorio y ha visto su propia muerte de tal guisa, rodeado de papeles, o si su visión del infierno periodístico es pasarse la eternidad encadenado a una rotativa, como Prometeo a su roca, embadurnado de tinta y azotado con un tipómetro de los de antes, que mira que duelen.
Sigue el señor Cebrián, en las lejanas tierras de Brasil, empeñado en confundir los soportes de la información y las herramientas de trabajo con los que elaboran la información, las personas, y con la actividad en sí.

Nuestros empresarios informativos han quedado deslumbrados por la tecnología que Prometeo les trajo y no se han dado cuenta de que la gente no "consume" tecnología sino que es esta la que hace llegar las noticias. El Periodismo no es ni la "imprenta" ni los "ordenadores", sino una actividad que se concreta en textos, en unos soportes u otros.
El Periodismo —perdonen la obviedad— es contar parte de lo que ocurre en el mundo para que los demás se enteren. Y eso se hace con pluma de ganso, máquina de escribir o teclado bluetooth. Primero te enteras tú y luego se lo cuentas a los demás. Sencillo. Es el profesional su esencia porque es quien se ha de enterar de lo que ocurre y disponer de las habilidades comunicativas para expresarlo bien. Luego se adaptará a los distintos canales, sí, pero sin el profesional no hay nada que hacer.
Por eso las afirmaciones del señor Cebrián no tienen ni pies ni cabeza, especialmente la de establecer la "muerte del periodista" a los cincuenta años, decisión jacobina y hitleriana, con aires de "solución final" si va acompañada de despidos profesionales como ha ocurrido. Despida lo que usted quiera, señor Cebrián, y asúmalo, pero no lance al mundo más estupideces, que ya hay bastantes. Un periodista con cincuenta años es tan buen periodista como otro de cualquier edad, si cabe con mayor experiencia, conocimiento y comprensión de muchas cosas. Sus problemas son otros, muchos de ellos derivados sus malas decisiones estratégicas, económicas y políticas. Empecinados en lo tecnológico, no acaban de captar un público porque, entre otras cosas, se ha sembrado el desinterés informativo mediante los efectos negativos de los propios medios mal dirigidos. Se siembra lo que se recoge. Y si siembras melones, no esperes recoger sandías.


Hace unos días se despachaba bien el que fuera presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (PAPE), Fernando González Urbaneja, que especializado en información económica conoce con más motivo los entresijos empresariales de este país en lo que respecta a los grupos mediáticos. Decía González Urbaneja:

Ningún medio de comunicación ha dispuesto de tantas oportunidades, recursos y talento como El País para liderar el sector, para dignificar el periodismo y para mostrar respeto a sus lectores, que son los que legitiman un diario-institución, que era la vocación fundacional del diario. Los méritos de Cebrián en El País, son indiscutibles, fue un excelente director que organizó y lideró un buen equipo del cual formé parte y de lo cual me honro. Luego vino la arrogancia, la ofuscación, la apropiación individual del trabajo de muchos, y finalmente la decadencia y el desastre.
Los editores de “El País” han fracasado como empresarios, el grupo está en la ruina y se sostiene por una mezcla de caridad, responsabilidad y miedo de sus acreedores. Las razones del fracaso son simples, tan indiscutibles como evidentes. Errores graves de gestión, decisiones aventureras, irresponsables, con nombres y apellidos, los del consejo de administración, y muy en concreto de quien lo maneja y encabeza: Juan Luis Cebrián Echarri.**

Como el título del artículo tenía la eficacia de un directo al mentón —"Cebrián, déjalo, eres el problema"—, González Urbaneja se dedicaba a desglosar los errores y oportunidades desperdiciadas por un concepto erróneo del "modelo", esta vez sí, empresarial.


En esto las empresas periodísticas no son muy diferentes a las demás y acaban pagando los más débiles los errores de los presuntamente y oficialmente inteligentes, como el señor Cebrián. La decisión ahora —previsiblemente— es la misma que con "Los 40 principales", empaquetar el "producto" y venderlo como "marca" por las Américas captando publicidad y firmando acuerdos con entidades locales para incluir informaciones de la zona. El diario señala, recogiendo las declaraciones:

El proceso de reconversión de EL PAÍS implicará, según Cebrián, una apuesta más decidida por el mercado latinoamericano. En este sentido, el 31 % de los lectores de la edición digital de EL PAÍS ya están en Latinoamérica, y este número continúa en aumento.
Cebrián también se refirió al proceso de integración emprendido en EL PAÍS, “un periódico global por su expansión en América latina, con una sola marca y con una sola redacción integrada”.


Traslada así al periodismo el modelo de la llamada "radio fórmula", que tanto provecho económico sacó a las emisoras, pero tan negativo ha sido para la música y la radio misma, reducida al más puro comercialismo machacón, amasijo de intereses de la industria.
Quizá el diario El País acabe, como "Los 40", teniendo su propio musical en la Gran Vía. Tengo curiosidad por ver el papel que hacen representar a Juan Luis Cebrián en la comedia. Será forzosamente su protagonista.


"El País. El musical" será un taquillazo seguro, a cuyo gran estreno acudirá su antiguo director pisando con la firmeza que le caracteriza la alfombra roja entre flashes y aclamaciones de admiradores, lectores y profesionales. Desde su palco disfrutará del gran final: su muerte sobre el escenario, rodeado de papeles de periódicos, mientras páginas trituradas, convertidas en confeti, son lanzadas al aire. Unos querubines periodistas, niños rubicundos y regordetes, descenderán y cubrirán piadosamente su cuerpo yacente con papeles de las primeras planas del diario que tanto amó. Telón.
Apoteósico final.

* "Cebrián: “Moriré haciendo periódicos en papel”" El País 13/10/2012 http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/10/13/actualidad/1350154230_237534.html
** Fernando González Urbaneja: "Cebrián, déjalo, eres el problema" República.com 10/10/2012 http://www.republica.com/2012/10/10/cebrian-dejalo-eres-el-problema_560727/






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