Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Uno de
los periodistas participantes en el coloquio de RTVE argumentaba sobre el
concepto de "interés periodístico" para referirse a la publicación de
los "WhatsApp" filtrados al diario El Mundo. Sin embargo, no quedaba el asunto demasiado claro:
¿interés del medio, interés de los lectores, interés político general, interés
partidista...? Es obvio que todos estos intereses se pueden juntar por pares o,
incluso, en su totalidad, en una especie de "macro interés" del que
solo saldría beneficiado el que no tiene nada que perder.
Vivimos
en un mundo revuelto, confuso y fangoso. A esto no escapa el mundillo (¿por qué siempre en
diminutivo?) periodístico, que es usado por unos y por otros, a la vez que ve "oportunidades"
en el río revuelto.
Es obvio que quien ha filtrado estos mensajes (¿queda alguna duda?) quería perjudicar a unos y no beneficiar a nadie. Es como el que hace una pintada insultante en la pared antes de saltar por la ventana desde un décimo piso, por usar una metáfora comprensible fácilmente. Es el "¡moriremos matando!" que algunas películas han convertido en acción heroica, solo que aquí no hay héroes, solo inmundicia y el descubrimiento (¿todavía quedan ingenuos?) de cómo se las gastan los partidos políticos. La discusión que algunos plantean sobre si lo filtrado es delito no es más que marear la perdiz. Para que sea dañino no tiene porqué ser un delito según algún código legal. Basta con ser dañino, con destruir la imagen, con perturbar el orden.
Acostumbrados
a los golpes bajos en la política entre partidos, no se puede ser unas horas
fieros y otras horas mansos. Esto traducido a acción significa que la política
española es el reino de las batallas públicas y de las privadas. No hay respiro
y sí mucha lucha; también mucho abrazo e hipocresía.
Todo
esto ha convertido a los partidos en un espacio de lucha y tensión constantes en
las que corres el riesgo de que alguno te salga rana, que el "amigo"
de hoy sea el "traidor" de mañana. El fondo de todo esto, claro está, es esa
compleja convivencia de intereses y corrupción que salpica a todos los partidos
dado lo variado del reparto del poder a través de ayuntamientos, autonomías y
poder central. El hecho de que el poder este repartido en vertical y en
horizontal dibuja un mapa sujeto a múltiples formas de corrupción que
se polarizan en dos ámbitos, lo relacionado con el suelo —de recalificaciones a
adjudicaciones de obras— y de todo aquello que suponga compras públicas en
cualquier nivel, algo que va de las mascarillas de la pandemia a cualquier otra
adquisición.
Es
triste pero es una gran verdad: la diversificación de la política no ha traído
más democracia sino más oportunistas.
Ha
llevado, por otro lado, a la atracción de personajes "fieles", de "Koldos"
y similares, personajes capaces de pedirte un taxi o de organizarte un
encuentro con una panda de corruptos de los que sacar tajada comisionista.
Muchos actúan creyendo que sus jefes les protegerán llegado el caso. No siempre
es así en la cadena y muchos se guardan ases en la manga por si les dejan
tirados.
Cualquier
sinvergüenza saca millones de euros. Lo que los honrados trabajadores son incapaces
de conseguir en una vida, ellos lo consiguen de un pelotazo. Les basta tener
"contactos", algo que va de un familiar bien colocado a un jefe al
que invocar para los negocios. Aquí no hay crisis de la vivienda y te construyen
un chalecito (o varios) sin que se sepa de dónde ha salido el dinero. De lo que
sacan viven ellos, la familia y las otras compañías paralelas que se hayan
buscado.
Cito
algunas veces un caso en el que los padres habían recomendado a su hija que,
dado lo inseguro del mercado laboral en España, se dedicara a la política. Los
padres siempre quieren lo mejor para sus hijos.
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El Mundo |
Se
enfadan y rasgan las vestiduras porque se ha levantado una esquinita y se ha
visto lo que había debajo, el pastel político. La lucha política se expande y usa a los medios, que pasan a ser el escenario
del conflicto, el ring al que suben a
luchar. ¿Que los medios se benefician del escándalo y del morbo? ¡Por supuesto!
Acostumbrados a controlar los mensajes y a los mensajeros, se arma el lío
cuando el sistema se descontrola y lo que sale no gusta y además beneficia a
terceros.
La hipócrita actitud de rasgarse las vestiduras cuando sale a la luz el "mensaje privado" se vuelve contra ti. En este caso ha sido inmediato. ¿Que los medios están siendo utilizados en este conflicto no "privado" sino "interno", como ya señalamos? Claro. ¿Y qué? No se puede contentar a todos o pedir ética los que no la tienen. El que filtra no se plantea eso. El medio es el mensajero. El miedo ahora es a lo que salga después, a esta gradación progresiva de información. Son filtraciones y goteras que dejan en evidencia el mal estado de los partidos. Un día les toca a unos y otros días a otros. El problema, como repetimos en ocasiones, es el proceso selectivo mismo, el atractivo que estos tienen para los que se preocupan más de su propio beneficio o del poder que del resto de los españoles, rodeados de problemas. Necesitamos buenos políticos, buenos gestores, honestos, con ideas y soluciones para los problemas y no que los políticos sean el problema.
No solo habría que prohibir el móvil en los colegios.