Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los
tiempos cambian. Se supone que uno se hace médico porque siente el deseo de
aliviar la vida de la gente de los dolores que producen enfermedades y demás.
Pero como ya ocurre con otras profesiones —como también con el periodismo— los
antiguos principios están cambiando.
La
noticia del cirujano plástico violador durante la anestesia de sus
pacientes/víctimas nos deja perplejos por lo que supone tanto para los que lo
han sufrido directamente como para nuestras percepciones del orden social.
En
RTVE.es nos resumen el caso, que se amplía con otras posibles víctimas:
Una segunda paciente ha denunciado al
cirujano plástico que se encuentra en prisión, acusado de violar a una mujer
sedada en una clínica de Murcia. La Policía Nacional ha confirmado la nueva
agresión a RTVE, aunque aún no ha trascendido si tuvo lugar en el mismo
centro sanitario.
El cirujano fue detenido por la Policía
Nacional como presunto autor de una agresión sexual a una paciente mientras
le realizaba una cirugía mamaria en el hospital privado IMED Virgen de la
Fuensanta de Murcia. Según ha informado el centro médico, los hechos
ocurrieron el jueves 4 de diciembre. Fue ese día cuando dos enfermeras
observaron un comportamiento anómalo del cirujano en el quirófano, lo grabaron
con su teléfono móvil y comunicaron los hechos a la dirección del hospital, que
los puso en conocimiento de la Policía.*
Nos
estamos acostumbrando a casi todo. Los casos que nos llegan cada día tienen
marcas exclusivas, como si los que cometen estos atropellos buscaran un
"más difícil cada día", una especie de innovación en el mal. Parece
que el mal estuviera en la repetición, en su vulgaridad, mientras que ahora el
delincuente se auto redime con estos casos peculiares, con esta forma de
delinquir.
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| Levante |
¿Se
hace uno médico, estudia muchos años, para acabar violando en un quirófano
alquilado? ¿Cuál era su auténtica "vocación", la cirugía plástica o
la de violador? No son preguntas banales, sino sobre la cambiante percepción
del mal.
Quizá
estamos creando una sociedad que no va más allá del "mercado",
carente de principios o responsabilidades y no nos atrevemos a afrontarlo. Las
cosas han ido cambiando y la antigua vara de medir no nos sirve ya para los
nuevos casos.
También
en RTVE.es encontramos las secuelas del "caso Pelicot", el de otra
mujer sedada para ser violada, ofrecida por su marido durante años. El
interesante reportaje nos habla de las reacciones de las esposas, hijas, etc.
de los violadores. ¿Cómo han reaccionado ante estas acciones que no solo
incumben a los intervinientes, sino que afectan a las familias?
La vergüenza debe cambiar de bando es el mensaje
que Gisèle Pelicot lanzó al mundo. Las víctimas no tienen de qué avergonzarse
y, en cambio, sí lo deben hacer los agresores.
Pero este hecho supuso un trauma adicional para
estas mujeres, esposas, madres e hijas de los violadores. Presentes en uno
de los juicios más mediáticos del momento y obligadas a declarar, “sacó a la
luz su implicación, su decisión de permanecer al lado y apoyar”. Patricia
explica que, aunque no apruebe en absoluto los actos que haya podido cometer su
marido, “he vuelto con él, le he perdonado”, confiesa. “Le sigo queriendo
igual, es mi hijo”, relata Nathalie. “La gente se ensañó en las redes
sociales”, continúa.
Los expertos en violencia de género aseguran que estas
mujeres sufren dobles penas: soportan los deleznables hechos que conciernen a
sus hombres y padecen el maltrato de una sociedad que no puede comprender sus
comportamientos. **
Lo horrendo del hecho se entremezcla con esa especie de "perdón familia" en la que esos lazos están por encima de la barbarie, del sadismo demostrado. No sé si la sociedad puede "comprender" o no sus "comportamientos", pero sí que lo que hicieron está mal, muy mal.
Siempre se ha hablado del extraño atractivo que algunos criminales ejercían sobre ciertas mujeres. Pero esto es distinto. ¿"Perdonar"? ¿Qué están "perdonando" estás personas? ¿Tienen capacidad para hacerlo? Puede que perdonen lo que les afecta directamente, pero eso tampoco es una buena señal.
Desconozco el estado civil del cirujano murciano, el violador del quirófano, pero ¿hay alguien que pueda, deba o quiera perdonarle? ¿No estamos pervirtiendo el "perdón"? ¿Es este el "perdón" que nos hace mejores? Lo dudo.
Como señalábamos al inicio, puede que los tiempos estén cambiando, que no seamos capaces de identificarnos con ellos, pero esto no hace sino complicarnos un poco más el día a día. De las violaciones forzadas pasamos a este modo de operar basado en anestesiar a las víctimas, ya sea en un quirófano o en su casa. De no ser por las dos enfermeras que grabaron el comportamiento del cirujano y lo denunciaron, habría seguido, tal como siguió el marido de Pelicot grabando cómo violaban a su esposa sedada.
Esto es la otra cara de la moneda de la famosa "liberación sexual" de los 60-70. Pero aquí no hay liberación alguna porque lo que aflora es una sexualidad criminal, reprimida, y amparada por esos "perdones", como en el caso Pelicot. Estamos perdiendo "claridad" y aumentando el desprecio hacia los demás, cuyos cuerpos usamos anestesiados, como pura materia. Es una sexualidad perversa que parece que algunos no valoran en sus justas dimensiones e implicaciones.
Son dos casos distintos, pero con esa anestesia común de los cuerpos, esa sensación de enfermizo poder absoluto sobre la mujer indefensa. ¿Qué lleva a un cirujano a violar a sus pacientes? ¿Qué lleva a un marido a hacer que violen a su esposa durante años?
* "Una segunda paciente denuncia al
cirujano acusado de violar a una mujer sedada en una clínica de Murcia"
RTVE.es 18/12/2025 https://www.rtve.es/noticias/20251218/segunda-paciente-denuncia-cirujano-acusado-violar-a-mujer-sedada-clinica-murcia/16864192.shtml
** Milagro de Diego Cerezo "Las mujeres de los violadores de Gisèle Pelicot: ¿se sienten traicionadas o perdonan a sus hombres?" RTVE.es 18/12/2025 https://www.rtve.es/noticias/20251218/mujeres-violadores-gisele-pelicot-se-sienten-traicionadas-perdonan-a-hombres/16843225.shtml








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