lunes, 16 de julio de 2012

Malthus y la verdad que sufre

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Robert Malthus
En las primeras líneas del primer capítulo de su Ensayo sobre la población (1798), Robert Malthus escribió:´

Los grandes e imprevisibles descubrimientos en los últimos años en la filosofía natural; la creciente difusión de la cultura general, gracias a la extensión del arte de imprimir; el espíritu investigador, ardiente y libre, que prevalece en el mundo culto e incluso en el mundo inculto: la nueva y extraordinaria claridad sobre la vida política, deslumbrando y asombrando a los más entendidos y, especialmente, aquel tremendo fenómeno surgido en el horizonte político, la Revolución francesa, que, como un cometa en llamas, parece destinado sea a inspirar una vida nueva y vigorosa, sea a abrasar y destruir la mermada población de la tierra; todo ello ha contribuido a suscitar en la mente de muchos hombres de talento la idea de que la humanidad ha llegado al borde de un período en el que han de producirse importantísimos cambios, los cuales, en cierta medida, serán decisivos para el destino futuro de la sociedad humana.
Se ha dicho que el hombre se halla frente a una alternativa: o marchar adelante con creciente velocidad hacia mejoras ilimitadas y hasta ahora inconcebibles o ser condenado a una perpetua oscilación entre la felicidad y el infortunio, permaneciendo siempre, pese a todos los esfuerzos, a distancias inconmensurables del objetivo soñado. (46-47)


Las preguntas de Malthus siguen siendo pertinente hoy más que nunca: ¿en qué empleamos nuestros progresos? ¿qué significa mejorar? Hemos saludado —como la época de Malthus— la llegada de una nueva era plagada de conocimientos asombrosos, llegado a límites inimaginables, construimos mundos que desafían nuestras reglas anteriores superándolas..., pero seguimos sin avanzar en el objetivo final de todo conocimiento. Para Malthus ese objetivo era la estabilización de la felicidad más allá del sufrimiento cotidiano, la superación de los vaivenes de una naturaleza sin control y de unos seres humanos sujetos a su caóticos designios. El ser humano quiere saber más para poder estabilizar el mundo y huir de sus fluctuaciones dolorosas.

David Ricardo
El primer capítulo del Ensayo se dedica a describir la lucha entre los defensores del "estado actual de la sociedad" y los que, dice Malthus, creen en la perfectibilidad del Hombre. La lucha sorda entre unos y otros impide que la sociedad avance. Los "amigos del estado presente" atacan a los "reformistas" acusándoles de subvertir las instituciones para lanzar a la sociedad hacia una aventura sin garantías de éxito, hacia un presumible caos; los reformistas, por el contrario, acusan a sus rivales de defender un mundo imperfecto desde los prejuicios. Señala Malthus:

En este ambiente de enemistad, la causa de la verdad no puede menos de sufrir. Los argumentos de peso, por una parte y por otra, no tienen la posibilidad de ejercer la influencia que merecen. Cada uno prosigue con su propia teoría, sin preocuparse de enmendarla o mejorarla atendiendo a lo expuesto por sus contradictores. (48)


La edición que manejo contiene una interesante introducción de John Maynard Keynes manifestando su admiración por Robert Malthus, al que considera el "primer economista de Cambridge". Da cuenta Keynes de la profunda amistad de los dos grandes rivales del pensamiento económico del momento, Malthus y David Ricardo, relación que unió y marcó sus vidas. Keynes pondera el "sentido común" de Malthus y critica la constante "sordera" de Ricardo ante los argumentos expuestos. Escribe Keynes refiriéndose a la relación epistolar entre ambos:

No se puede salir de la lectura de esta correspondencia sin la sensación de que la obliteración casi total de la línea de pensamiento de Malthus y el completo dominio de la de Ricardo durante cien años ha sido un desastre para el progreso de la ciencia económica. Una y otra vez en estas cartas Malthus es la voz del sentido común, cuya fuerza es incapaz de reconocer, con su cabeza en las nubes, Ricardo. Una y otra vez la aplastante refutación de Malthus choca contra una mente tan completamente cerrada que Ricardo ni siquiera oye lo que Malthus le está diciendo. (34)


John Maynard Keynes
¿Por qué triunfó una línea y no la otra? ¿Por qué se imponen unas ideas y otras no? No es nunca fácil contestar esa pregunta que probablemente se repita en todos y cada uno de los campos de las ciencias o el pensamiento. Pero lo importante es la actitud de Malthus: la apertura hacia las teorías ajenas con el cuestionamiento de las propias. En última instancia es el problema de escoger entre humildad y soberbia. Las teorías no son entes aislados, sino que son pensadas y defendidas por seres humanos que las hacen suyas frente a los que se apropian de otras. No deja de ser irónico que triunfara la línea económica de Ricardo y que Malthus, en cambio, fue la inspiración decisiva para la formulación de la teoría de la evolución mediante selección natural, desarrollada por Darwin y Wallace. Ambos leyeron el Ensayo y les mandó en la misma dirección; fue la semilla que germinó en un campo distinto.
Vivimos un momento de convulsión muy similar al descrito por Malthus en las primeras líneas del Ensayo: una época de gran riqueza intelectual, de extensión del conocimiento a lugares a los que nunca había llegado; tenemos la herramientas más poderosas desarrolladas hasta el momento en la historia de la Humanidad; poseemos información sobre la realidad como nunca hemos tenido. Y sin embargo, seguimos siendo incapaces de encontrar soluciones porque seguimos siendo humanos aquejados de los mismos defectos que Malthus señalaba.


La obligación, escribía Robert Malthus, de todas las personas sensibles al dolor que hay en el mundo es tratar de evitarlo, ponerse a pensar en cómo reducirlo y hacerlo desde la humildad de pensar que se puede estar en el error, pero que la causa es la correcta. Escuchar a los demás es siempre una buena opción. La cerrazón, el sectarismo, los desprecios, en fin, todos los síntomas de la sordera intelectual, no son más que formas estáticas que no ayudan a encontrar la solución a los problemas. Malthus se pasó la vida dando argumentos a Ricardo; Ricardo no podía entenderlos porque realmente no los escuchaba; su sordera era intelectual, la peor de las enfermedades del espíritu.
La observación de Malthus sobre los efectos de la falta de apertura  mental sigue siendo hoy cierta en muchos campos, desde la política hasta la economía. Los campos en los que han logrado sistematizar la posibilidad de superar las diferencias teóricas, eso han salido ganando. Por el contrario, las que han hecho de la discusión encastillada el fundamento de su supervivencia, grupal e individua,l se resienten de la incapacidad de encontrar soluciones reales a los problemas reales. Hay personas que llevan siempre puestas las mismas gafas teóricas de lejos y son incapaces de ver con nitidez lo que tienen próximo.


Las viejas ideas son, sobre todo, viejas. El mundo que tenemos delante es mucho más complejo, tiene variables que no había tenido nunca. Si aceptamos que nuestro mundo cambia cada día, tratemos de cambiar también nosotros. Necesitamos personas flexibles y con la humildad necesaria para comprender que lo importante es solucionar los problemas de la mejor manera posible, no tener razón. El viejo sectarismo sordo ya no funciona. Y sin embargo sigue creciendo.
Escribió Malthus:

Si yo viese que a un hombre se le ofrecía reiteradamente un vaso de vino, sin que éste le prestara atención alguna, me inclinaría a pensar que el hombre era ciego o descortés. Una filosofía más justa deberían enseñarme más bien a pensar que mis ojos me engañaban y que aquel ofrecimiento no era realmente tal y como yo lo percibía. (51)


Una sabia forma de pensar sobre el mundo —bastante más moderna que la de muchos modernos y más antigua que la de muchos anticuados—: se llama humildad y es lo contrario de lo que desde cada púlpito, cada tribuna,  cada atril, cada parlamento, cada pantalla..., se exhibe desde hace miles de años. En un mundo sin verdades absolutas, sin embargo, su causa sigue sufriendo.

* Robert Malthus (1979 4ª ed). Ensayo sobre la población. Introducción "Robert Malthus 1766-1834", de John Maynard Keynes. Alianza Editorial, Madrid.





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